sábado, 28 de junio de 2014

1929 julio 31




José del Rio "Pick"


José del Río, conocido popularmente como Pick, escribió un articulo dedicado al pueblo de Astillero, en la revista "La Montaña", en la fecha del 31 de julio de 1.929.

Fue una de las personalidades cántabras más relevantes  en sus años, una persona que brilló como poeta, autor de artículos periodísticos de excepcional valor, habiendo dejado huella en todos sus artículos, llenos de un estilo literario elegante y diáfano.

Por eso, es de destacar este artículo que dedico a nuestro pueblo.












1950 agosto 30


En esta fecha, se publicaba el partido celebrado en Astillero, en homenaje a Vicente Magdaleno "Telete", persona muy vinculada al fútbol regional














1950 agosto 16



En estas fechas se publicaban estas noticias de Astillero, entre ellas el bautizo de Carmen Buenaga, persona a la que conozco personalmente.














1950 agosto 8


En estas fechas se publicaban estas noticias de Astillero.














jueves, 19 de junio de 2014

DESMARAIS HERMANOS







Fue el 29 de agosto de 1.923, cuando Astillero se encontró con un peligro eminente, nada menos que seis millones de litros de gasolina almacenados en los depósitos de la fábrica de petróleo que los señores Desmarais Hermanos tienen en la localidad de Astillero, donde por la tarde de este día y a las dos y media aproximadamente se declaró un gran incendio.

Un verdadero milagros, que no tuvo que lamentarse Santander de una de esas catástrofes de la que forman época en la historia triste de los infaustos acontecimientos.

La serenidad del personal y obreros de la fábrica, que trabajaron denodadamente en la extinción del fuego, y las acertadísimas disposiciones del jefe del Cuerpo de bomberos voluntarios y concejal del municipio, don Angel Díaz, a la vez que el disciplinado trabajo de éstos y el eficacísimo concurso de la benemérita y fuerzas de carabineros que acudieron desde los primeros momentos, contribuyeron a evitar la catástrofe, que de otro modo hubiera ocurrido.

La labor plausible de los elementos mencionados pudo localizar el incendio y extinguirlo, hasta el extremo que cuando en el lugar del suceso hicieron acto de presencia los Cuerpos de bomberos municipal y voluntario, de Santander, con todo el material de incendios y sus respectivos jefes, señores Cabrillo y Botín, al frente, no hubo necesidad de utilizar sus servicios.

A la entrada de la fábrica existían tres tanques o depósitos de gasolina que periódicamente se encargaban de llenar un auto-camión cisterna.

Ese día, a las dos, estaba llenando el tanque central el auto-camión cisterna S-865.

Parece ser que una chispa del motor fue a prender en el chorro de derivación al tanque, originándose entonces el incendio.

El conductor del camión se retiró rápidamente al notar que la gasolina comenzaba a inflamarse. Algunos obreros arrojaron arena sobre el camión, impidiendo el fuego en él.

Pero el incendio se había propagado al depósito, inflamando la gasolina, que corrió como un río de fuego hasta una distancia de veinte metros, calcinando un montículo de piedra que encontró al paso y prendiendo en el tejado del pabellón inmediato, donde trabajaban treinta y ocho mujeres viudas que se dedicaban a las tareas de llenar bidones de gasolina.

Del pabellón se sacaron cerca de cuatrocientos bidones de gasolina, no pudiendo evitar que ardiesen algunos.

Con gran actividad los bomberos, guardias civiles, carabineros y personal de la Empresa, a cuyo frente trabajaba su director, don Gabino Jimenez, enchufaron las mangas de riesgo en las cañerías de la fábrica y se comenzó a refrescar los depósitos que estaban recalentados, arrojando abundante cantidad de arena sobre las brasas de la gasolina y agua a los tejados del pabellón, que quedaron destruidos.

Las mujeres del pabellón incendiado ayudaron también a la extinción del siniestro, sacando cajas de gasolina fuera del alcance de las llamas.

Se quemaron las existencias del tanque central y algunas que había en el de su izquierda, quedando intacto el de la derecha.

De los 22.000 libros de cabida que tiene el referido tanque, ardieron unos 10.000 que tenía aproximadamente al iniciarse el fuego.

A la hora y media de comenzado el incendio, fue sofocado por completo.

En los trabajos de extinción se distinguieron, entre otros, el obrero Angel Castillo, que fue de los primeros que dio la voz de alarma; Cesáreo Pérez, encargado de cargar el tanque; el cabo de la benemérita del puesto de Astillero, don Gregorio Alonso e individuos de dicho Cuerpo, Vicente Mata Ramila, Orencio Pozas López, Isidro Gutiérrez Arenas, Recaredo López Antolín y Jacinto Malagón y los carabineros, Juan Sanz Villalba, cabo Victoriano del Pozo e individuos como Jesús Pérez, Ricardo González, Enrique Silió y Antolín Lozano.

No ocurrió más incidente, que el haberse caído desde poca altura el bombero, Mateo Giráldez, que, afortunadamente, resultó ileso.

Se consiguió a fuerza de trabajo y de actividad que el fuego no saltarse a los depósitos inmediatos que a espaldas del incendiado existen llenos uno de éter y los otros de gasolina de la que se emplea en la aviación.

Estuvieron presentes en el lugar del siniestro el Gobernador Civil, el alcalde de Santander, el teniente coronel de la benemérita, donde Manuel Tejina y los concejales señores Rosales, Polvorinos, Rodriguez, Ontavilla y Torres.

También estuvieron el concejal de Astillero, señor Cagigas y el director de la fábrica vieja, inmediata a la del siniestro, don Alejandro Hanquet, que acudió desde los primeros momentos, prestando auxilios eficacísimos.

Leyendo esta noticia, puedo pensar que Astillero se salvo de una gran hecatombe, que hubiera pasado de el fuego se hubiera extendido a los diferentes tanques y hubiera encendido y explotado todos ellos.

También en nuestra memoria podríamos decir los que  han y hemos vivido cerca de estas fábricas de petróleos y posteriormente de la fábrica de Campsa, la suerte que se ha tenido, que si en algunas ocasiones han existido alguna alarma, nunca se ha llegado a producirse ninguna incidencia lamentable.







martes, 17 de junio de 2014

1950 julio 23


Por estas fechas, se publicaban estas noticias de Astillero














1950 julio 19


Por estas fechas, se publicaban noticias de Astillero, entre ellas el "Festival de Teatro" en el Teatro Bretón.
















1950 julio 7 y 11


En estas fechas, se anunciaba las "Fiestas de San Cristobal", con diversos actos y participación de los conductores de la localidad.

Por mi edad, poco puedo recordar de esta fiesta, pero si de años posteriores, donde esperaba con ilusión la celebración de estas Fiestas






















jueves, 12 de junio de 2014

UNION CLUB DE ASTILLERO-BARQUEREÑO 12 octubre 1.958




Amadeo - Chiqui - Antonio (delegado) - Pio - Canor - Argos - Cagigal
Lezcano - Julio Gento - Benavente - E. Alonso - Palazuelos - Campín
(falta Lanza en la foto)





El 12 de octubre de 1.958, el Unión Club, se enfrentó al Barquereño en San Vicente de la Barquera.

El encuentro terminó con empate a dos. En la primera parte a los siete minutos conseguía los barquereños su primer tanto, para empatar los astillerenses a los cinco minutos más tarde.

Fue de nuevo a los treinta y cinco minutos cuando consiguieron los locales un nuevo tanto, finalizando la primera parte, con el resultado de 2-1.

En la segunda parte, con dominio del Unión Club y tras la expulsión del defensa derecho local, los astillerenses aprovecharon la oportunidad y a los treinta y cinco minutos, volvieron a empatar por mediación de Lanza. Terminando el encuentro con el resultado de 2-2.

Este partido correspondía a la cuarta jornada del Campeonato Regional de Primera Categoría.

En este Campeonato, jugaban los equipos de Laredo, Sniace, Buelna, Nueva Montaña, Guarnizo, Unión Club, Cayón, Barreda, Candina, Barquereño, Castro y Comillas.

La foto que publico, es del viaje que hicieron a San Vicente de la Barquera y donde podemos comprobar el equipaje de los astillerenses. Bolsas marcadas con las iniciales del Unión Club y lo uniformado que estaban los jugadores, todos con su gabardina, que pudiéramos pensar que las hayan comprado en Casa Manuel o Marcay de Santander.

Si no dijese de que equipo se trataba, cualquiera  pensaría de que esta plantilla correspondería algún equipo de la Primera División, por su equipación.






viernes, 6 de junio de 2014

LOS CAÑONES de MUSLERA









En el mes de abril de 1.949, un obrero de la Junta de las Obras del Puerto,  Enrique Corino, pescando centollos desde su bote en las inmediaciones del Faro de la Cerda, en ocasión en que las aguas estaban claras y tranquilas y que la profundidad era escasa en razón a la bajamar, advirtió en el fondo la presencia de unos artefactos que, cubiertos de algas, semejaban cañones. En unión de otro compañero intentó, por medio de unos cables, izar uno de ellos, el más pequeño, pero la poca consistencia de la embarcación se lo impidió.

Avisado el buzo, Alonso González, acudió con una barcaza y logró extraer el cañón pequeño y dos grandes, que fueron trasladados a la dársena de Puertochico, donde, por medio de una grúa, fueron elevados dos de ellos hasta la explanada del dique de Gamazo, donde quedaron depositados para proceder a su limpieza. El tercero, al pretender ser elevado, cayó al fondo de la dársena por haberse roto el cable de la grúa.

Los cañones ahora descubiertos se cree fundadamente que son del siglo XVIII, pues son de hierro fundido. Algunos investigadores suponen que pudieran haber pertenecido a las baterías que, para defender la entrada del puerto de Santander, existían en la Magdalena y que, quizás fueran arrojados al mar cuando la invasión francesa para evitar que cayeran en poder del enemigo. Da fundamento a esta versión de haber sido arrojados premeditadamente, la circunstancia de encontrarse todos ellos agrupados, hay siete cañones bajo el Faro de la Cerda; uno pequeño -el extraído-, de cerda de dos metros de largo y mil novecientos kilos de peso y seis más largos, de unos tres metros y tres mil kilos de peso.

En las inmediaciones de la Isla de Mouro y en el fondo del mar, ha sido descubierto otro de idénticas características.

Actualmente se procede a la limpieza de estas piezas, para ver si conservan la marca de fabricación.

Nada de extraño tendría que esos cañones fuesen los mismos que en enero de 1.813 fueron arrojados al mar, ante la proximidad de la división de Wandermarsen, como último acto de la ocupación napoleónica de nuestra ciudad.

Si ello es así, se trata de piezas históricas que de ningún modo deben tener como destino una chatarrería. Serían unos recuerdos de indudable valor, testimonios de un periodo agitado de la vida de la ciudad. (Alerta 13 abril de 1.949)


El cronista de Santander, señor Simón Cabarga, escribía en esas fechas lo siguiente:

" Desde el puente del "Venerable" orgulloso navío que enarbolaba la insignia almirante de la división británica. Sir Home Popham asestaba su catalejo hacia aquella costa sobre la que parecía haberse desplomado de repente el silencio y la inmovilidad. La víspera todavía advertía los altos morriones de los granaderos napoleónicos y los cañones de los menguados fuertes apuntando agresivos hacia los buques que desde el 25 de julio permanecían a la expectativa frente al abra del Sardinero, esperando la llegada de la división de vanguardia mandada por Porlier, "el Marquesito". Sir Home Popham, cuyos marineros se habían batido bien hacia unos días, reduciendo al silencio los fuertes de la Cerda y de Hano al establecerse por sorpresa en la isla de Mouro, tuvo en la madrugada del 3 de agosto un breve consejo con los oficiales de su Estado Mayor en la cámara del "Venerable" y allí quedó acordado proceder a la inmediata ocupación de la ciudad, porque los espías comunicaron que ya en las calles de la ciudad no quedaba un sólo francés y era preciso saltar a tierra para evitar posibles desmanes.

Los navíos pasaron bajo los fuertes de Hano y de La Cerda sin que desde tierra se disparase un solo tiro de fusil. Habían enmudecido también los fuertes de la Punta del Rastro, y en los puestos de guardia de Punta Palomera y Punta del Caballo no se advertía señal ninguna de viuda. Tampoco el castillo de San Martín saludó irrespetuosamente la presencia de los navíos británicos. Todo, pues, pudo verificarse en orden y con tranquilidad. ¿Qué más, si hasta en el muelle de las Naos y en la rampa larga había grupos que agitaban pañuelos y banderas, en señal evidente de bienvenida?. Sir Home Popham dió órdenes de desembarcar lo más rápidamente posible, y los marinos ingleses pisaron la calle de la Ribera en medio de las exclamaciones entusiastas de unas cuantas docenas de santanderinos. Sir Home Popham, con su fisonomía de "buen muchacho", en cuyo rostro se respingaba un poco cómicamente una naricilla que no le añadía, ciertamente respetabilidad, se acariciaba complacido las largas patillas que encuadraban la cara risueña y juvenil. ¡Qué distinto, pensaba, esta jornada a aquellas otras de Buenos Aires, hacia siete años, cuando consiguió saltar a tierra con sus huestes reclutadas en El Cabo!

La guerra contra el francés se iba resolviendo, ahora, con una precipitación de los acontecimientos que ponían nubarrones en el cielo antes radiante de las victorias napoleónicas.
Sir Home Popham tomó posesión de la ciudad en nombre de los Ejércitos aliados, y en una casa del muelle se le brindó hospitalidad.
Los franceses habían comenzado su evacuación el día 20 de julio, trasladando sus heridos y enfermos a Santoña, plaza fuerte elegida para una resistencia a ultranza. El 2 de agosto ya no quedaba en las calles santanderinas un solo granadero napoleónico.

Una de las primeras providencias de Sr. Home Popham fué hacer pública una proclama de una energía tan extrema que levantó una oleada de terror entre el vecindario. Porque si bien era cierto que muchos afrancesados y colaboradores huyeron con la división francesa, quedaban todavía no pocos atados a la ciudad por sus negocios o por sus haciendas. Pero no era sólo contra los "colaboracionistas" contra los que la cólera de sir Home Popham se dirigía, sino que envolvía casi por entero a todos los habitantes de la despoblada ciudad, a los que acusaba de desleales y dignos del más riguroso castigo. Hubo necesidad de que una comisión de patricios se acercase a la morada del comodoro británico para explicarle que la ciudad no había tenido más remedio que someterse al invasor, y que los cinco años que, con ligeras intermitencias, duraba la ocupación había impuesto ciertas formalidades de adaptación hacia las exigencias de los generales franceses. Sir Home Popham rectificó su opinión y dió otro bando para devolver la tranquilidad a los espíritus: "El comodoro británico -decía- está lleno de satisfacción en haber hallado, por el informe y el testimonio de los señores ya dichos, que la opinión que tenía en general de la ciudad no era bien fundada" y a continuación daba garantías, para entretanto llegaban las tropas españolas del séptimo ejercito mandado por don Gabriel de Mendizabal.

En efecto, hacia el día 8 de agosto, entraba el general Porlier al frente de su división, formada por los regimientos y batallones que Mendizábal había reorganizado en su cuartel general de Potes: eran de las provincias de Santander y de Liébana y Castilla la Vieja, y formada por la infantería de Laredo, los dos regimientos primero y segundo cántabros, tres de tiradores de Cantabria y un escuadrón de húsares de Cantabria: granaderos de Castilla, de Logroño y Arlanza, tres de tiradores de Castilla, húsares de Burgos y Valladolid y cazadores de Castilla y dragones de la Rioja.

El día 10 se celebró solemnísimamente la proclamación y la Jura de la Constitución de 1812, votada por las Cortes de Cádiz...

Todo parecía que se enderezaba hacia la normalidad de la vida ciudadana. Los franceses recluidos, en Santoña y Foy y Palombini iniciando las operaciones que habían de culminar con el sitio, asalto y saqueo de Castro Urdiales... De toda España los correos traían noticias de derrotas consecutivas de Napoleón, que ya iniciaba el repliegue hacia la frontera... La guerra de la Independencia estaba en vísperas de terminarse.

Sir Home Popham permaneció durante algún tiempo en Santander, alternando las delicias de la paz que aquí se respiraba, con las operaciones de vigilancia que sus navíos, auxiliados por los españoles, verificaban por toda la costa hasta las Vascongadas.

Y esa paz se turbó a los cinco meses escasos. El general Wandermarsen, dejando bien sujeta la plaza de Santoña, reorganizó su división -que, por otro lado, era hostilizada con frecuencia por guerrilleros ya famosos, como nuestro Campillo- y emprendió la marcha hacia Santander. De nuevo iban a conocerse las angustias y hasta los horrores de una nueva ocupación. Fue en el mes de enero del año siguiente, 1.813.

Wandermarsen, desde su cuartel general de San Pantaleón de Aras, anunció a la ciudad que muy pronto caería sobre ella. Y lo cumplió. La noche del 21 de enero, se produjo de nuevo otro movimiento de reflujo, otra evacuación como las que ya varias veces se habían producido ante la llegada de los franceses o de los españoles.

Fue entonces cuando las autoridades miliares españolas, antes de abandonar la plaza, ordenaron el desmantelamiento y destrucción de todos los fuertes que la defendían. Y ello se verificó tan concienzudamente que ni un solo cañón quedó sobre su cureña. Los que no pudieron ser evacuados con las tropas por las dificultades de arrastrar una muy pesada impedimenta, fueron arrojados al mar. 

Cuatro años después, en febrero de 1.817, se había de saber en una sesión del Ayuntamiento, que el Estado se disponía a reedificar todas las baterías que había anteriormente, que defienden este puerto, "pues no hay un cañón montado en ninguna de ellas, ni en donde montarle, por haber sido todas totalmente destruidas en la próxima última guerra con Francia, por cuyo motivo se ven expuestos la ciudad, su arrabales y la había a la empresa atrevida de una sorpresa o de ser atacados por cualquiera fuerza marítima por pequeña que sea..."

   
Tras su estudio, se decidió donar cuatro de los cañones al Museo Naval del Real Astillero de Guarnizo, donde quedaron ubicados. Los tres cañones restantes, fueron a la chatarrería, pues se encontraban muy deteriorados sin posibilidad de restaurarlos.

También se supone que los cañones, fueran fabricados en La Cavada.

La fábrica de la Cavada, llegó a producir en torno a los 23.000 cañones, la mayoria de estas piezas tenían su destino en las baterías costeras del imperio y su Armada real. Muchos de los barcos fueron construidos en las atarazanas de Guarnizo a donde se enviaban gran parte de los cañones. Este es uno de los motivos que decidió en ubicarlos estos cuatro cañones en Guarnizo.

En la labor de rescate de los cañones del fondo del mar, intervino el buzo Sr. Alonso González, persona destacada en la recuperación de los mismos.

En mis visitas a la Iglesia de Nuestra Señora de Muslera, siempre me he acercado a ver estos cañones, en unos años los he visto en buen estado y desde hace un tiempo muy deteriorados. Ahora solamente quedan tres y esperemos sean conservados  algunos años más.






domingo, 1 de junio de 2014

BOMBEROS VOLUNTARIOS de ASTILLERO (II)




(foto Archivo del Ayuntamiento de Astillero)



(foto Archivo del Ayuntamiento de Astillero)



Memoria editada de los Bomberos Voluntarios de Astillero, en 1.907