Don JOSE MARIA ORENSE, el 29 de octubre
de 1880, murió en el pueblo de Astillero, donde hacia un tiempo venia
residiendo y después de una larga y penosa enfermedad.
El domingo a las doce y media fue
conducido al cementerio el cadáver del notable don JOSE MARIA ORENSE, marques
de Albaida, que tan estimado era en la ciudad de Santander.
El acompañamiento fue numeroso y en él
se encontraba personas de todas las clases sociales y de todos los partidos.
Sobre el féretro, y en el coche fúnebre
que iba de respeto arrastrado por seis caballos, se encontraba varias coronas
fúnebres.
Las cintas del féretro conducido a
hombros, las llevaban, don Antonio Maria Coll y Puig, don Santos Landa, don
José Maria Herras Valdivielso, don Antonio Fernández Castañeda, don Eduardo
Cagigal y don Juan José Oria.
La música de la ciudad seguía el cortejo
tocando marchas adecuadas al acto y los balcones estaban llenos de gente.
En el cementerio se pronunciaron varios
discursos y se leyó una sentida composición poética.
Puede decirse que Santander entero se
asoció ese día de la manifestación profundo dolor que se hacía ante el féretro
del inolvidable Orense.
A las diez y media de la mañana la
comisión de duelo, compuesto de representantes de los partidos democráticos de
esta capital salió en un vapor de La Corconera con dirección al Astillero a
recoger el ataúd que encerraba los restos del ilustre finado.
Cada una de las comisiones
pertenecientes a los partidos posibilista, democrático-progresista y
democrático histórico, llevaba una corona fúnebre con sentidas y cariñosas
inscripciones para depositarla encima del féretro.
La comitiva en el Astillero desde la
casa mortuoria al muelle de la Corconera, llevando las seis cintas de la caja
por los señores, D. Eduardo Cagigal, D. Santos Landa y D. Antonio Fernández
Castañeda, como diputados de las Cortés, que presidió el señor Orense y D, José
Maria Herras Valdivielso, D. Juan José Oria y D. Antonio Maria Coll y Puig en
representación respectivamente de los partidos posibilista, demócrata
progresista y democrático-histórico.
En la cámara de primera del vapor quedó
cuidadosamente preparada; al fondo un pequeño crucifijo, las cuatro grandes
cirios puntualizando el cuadro bien sujetos, para prevenir los movimientos del
barco, y por último, el suelo cubierto de lujosa alfombra completaban la severa
ornamentación de la cámara mortuoria dispuesta para recibir los restos mortales
del fallecido.
La familia había anunciado el duelo
omitiendo intencionadamente las señas del domicilio para que fueran los
asistentes directamente al muelle.
El comunicado decía así:
"Ruego asistan a la conducción del
cadáver desde el muelle de la Corconera, en este pueblo, para ser conducido en
uno de estos vapores y enterrado en el cementerio de San Fernando".
El féretro se colocó en el centro de la
cámara y a los lados de ésta, sentados en los bancos, los acompañantes muy
severamente vestidos y respetuosamente silenciosos durante todo el trayecto,
sin oírse más ruido que el de la máquina.
Colado el ataúd en uno de los vapores,
en el que también se embarcó la fúnebre comitiva y con otro vapor de respecto,
llevando ambos la bandera española y la de la matricula á media asta, hicieron
la travesía por mar llegando al muelle de Santander, que estaba lleno de gente,
desde las doce de la mañana esperando.
Inmediatamente se desembarcó el ataúd
para colocarle en el carro fúnebre y aquí fue donde ocurrió un incidente
conmovedor, que prueba de una manera la gratitud que expresaba por el señor
Orense.
Cien voces salineros de distintos puntos
entra la multitud que rodeaba el féretro, pidiendo que esta no fuera colocado
en el coche y otros tantos individuos pertenecientes a la clase trabajadora se
presentaron a solicitar la honra de conducirle en hombros.
No quedo más remedio que acceder a tan
justísima petición, así como permitir que todos los que lo solicitaron
participaran de aquella honra, renovándose de trecho en trecho.
En el momento de partir la fúnebre
comitiva la lluvia empezó a ser copiosa, pero no por eso disminuyó la
concurrencia. Puede calcularse que caminaban detrás del ataúd más de 4.000
personas, acompañamiento nunca visto en la capital.
Varios amigos cariñosos y entusiastas
admiradores del finado, pertenecientes al distrito de la Constitución de esta
ciudad, colocaron sobre el féretro en el muelle otra magnifica corona con una
inscripción tan honrosa como expresiva.
Todas las calles del tránsito, que
fueron muelle de Calderón, plazuela de la Dársena, Atarazanas, cuesta del
Hospital y calle Alta, hasta llegar al cementerio, estaban llenas de gente
viendo pasar el fúnebre cortejo y todos los balcones de la carrera se hallaban
también atentados de personas.
Así llegó al Campo-Santos y colocado el ataúd
en la capilla y en medio de mayor recogimiento por parte de todos los que se
hallaban presentes hizo uso de la palabra el distinguido catedrático de
retórica y poética del Instituto Provincial, don Santos Landa, pronunciando un sentidísimo
y elocuente discurso que conmovió profundamente al auditorio.
Sin previo aviso y de una manera espontánea
la banda de música de la ciudad, se presentaron acompañar al cadáver en el
Campo-Santo, tocando durante el acto algunas marchas fúnebres con la maestría
que les distinguían.
Era el señor Orense el noveno marqués de
su título y murió tras haber cumplido setenta y siete años. Había nacido en
Laredo en el seno de su familia, a la que si sus títulos nobiliarios, ni las
preocupaciones de su época, le impidieron abrasar con entusiasmo la causa de
las libertades públicas desde los primeros años de la revolución política y
social.
Su conducta le valió el destierro,
noblemente sobrellevado por la familia del señor Orense, en Inglaterra desde
que comenzó la reacción absolutista en 1823. En la vida practica de aquel país
fué donde el último marques de Albaida aprendió los beneficios de la libertad
que más tarde comenzó a propagar en nuestra país, cuando apenas se comenzaba a
sacudir los últimos vestigios del absolutismo.
Biografia:(http://www.ecorepublicano.es/2018/01/jose-maria-orense-1803-1880)
Don
José Maria Orense y Milá de Aragón, Marques de Albaida, fue un político
español, nacido en Laredo, el 14 de octubre de 1893. Era hijo de Francisco
Orense, octavo marqués de Albaida, y de Concepción de Herrero. Estudió las
primeras letras en Bilbao y Filosofía en la Universidad de Oñate.
En
1820 se inscribió en la Milicia Nacional Voluntaria de Laredo, con la que hizo
diversas salidas contra las facciones, entre ellas la de Cuevillas. En 1823
emigró a Inglaterra: discretamente socorrió a algunos compatriotas. En 1827 se
casó en Londres, con Gertrudis Liyaur, dama bella y adinerada. Viajó por
Inglaterra y por los Estados Unidos.
Regresó
a España con la amnistía y fue elegido, el 18 de noviembre de 1833, diputado de
la Junta de armamento y defensa de Santander.
Complicado,
en 1834, en la llamada "Conspiración
Isabelina", fue condenado a las cárceles de Madrid, y al poco tiempo
liberado. Colaboró por entonces en El
Duende liberal y en el Tribuno, por lo que fue de nuevo apresado el 17 de
noviembre de 1836; se trataba en realidad de un asunto semejante al de 1834; la
defensa de la Constitución de 1812 era asimilada por las autoridades al
republicanismo. Regreso entonces a Santander, pero ante la presencia de bandas
carlistas optó por trasladarse a Francia. En su persecución, las tropas
liberales quemaron las ferrerías que Orense poseía en Santander.
El
7 de octubre de 1841 se halló en Madrid entre los defensores de la ciudad. El
27 de marzo de 1842 presentó un informe sobre el arreglo del sistema
tributario, primera producción suya. Diputado por Palencia en la segunda
legislatura de 1843, siguió representando a la provincia de 1844 a 1846,
1851-1852, 1854-56 y 1873-74, y a Santander en 1847-1850. De talante
progresista, publicó en Madrid, en 1847, su programa de gobierno: ¿Qué hará en el poder el partido
progresista?, al que siguieron sus folletos contra el Concordato: ¿A qué viene el Sr. Brunelli? y El Concordato, ambos editados en
Madrid, en 1847. En 1848 dirigió el intento revolucionario de Madrid, al frente
de ochocientos hombres y cantando la Marsellesa. Esto le valió el epíteto de El Mazzini español y la obligación de
emigrar a San Juan de Luz. Publicó en Pau (1848) A L'Assemblée Nationale, y en julio de 1849, en carta desde
Biarritz a Balart y Nemesio Fernández Cuesta, se considera a sí mismo
"republicano y librecambista, enemigo del socialismo y contrario a la
farsa de la Monarquía constitucional".
Volvió
a España en virtud de la amnistía de 1850, pero fue de nuevo encarcelado por
sus ataques a Narváez e, indultado en 1851, se exilió en Bruselas. Preparó allí
sus obras Demostración de que las
reformas propuestas por Orense están ya ensayadas (Bruselas, 1851), Sres. electores del distrito de Palencia
(Bayona, 1851), Sistema del gobierno
español en materia de elecciones (Bayona, 1851) e Historia del partido liberal en España, Introducción (Bruselas,
1852), con traducción francesa. La policía española le acosó en Bayona, con lo
que Orense se quejó ante las Cortes en 1853. Insistió en su programa
republicano individualista durante la revolución de 1854, y publicó luego Los Fueros (Madrid, 1859), La democracia tal cual es (Madrid,
1862), Treinta años de gobierno representativo en España (Madrid, 1863) y Programa democrático (Madrid 1864). En
1866 fue elegido presidente del comité democrático de Madrid, pero la jornada
del 22 de junio le obligó a emigrar otra vez y no regresó a España hasta la
Revolución de 1868.
Fue
presidente del comité electoral republicano y diputado a las Constituyentes por
Valencia. Publicó entonces Ventajas de la Republica federal
(Madrid, 1870) folleto con el que trataba de combatir la empleomanía y pedía el
paso de manos privadas del patrimonio real, las minas y los montes, los baldíos
y los realengos (folleto publicado primeramente en el periódico republicano de
Madrid La Igualdad). No obstante,
este título, en lo social su programa resultaba contraproducente, pero lógico
con la evolución del siglo. Su último título fue Derecho público republicano democrático federal (Bayona, 1870).
Este mismo año, al proclamarse en Francia la República, quiso organizar una
legión de correligionarios españoles para ayudar al vecino país.