El nombre de Astillero, fue por dos motivos
el que figurase en los titulares de la prensa nacional, el primero por las
huelgas que se produjeron en el año 1906 y el segundo por los vertidos de
residuos de los lavaderos de mineral en
la ría, en 1904.
Este último tema, dio lugar, en su día, a más
discusiones y polémicas que las mismas huelgas
Por el año 1888, ya era conveniente que seria
para el Puerto, el dragado en los muelles de los embarcaderos de San Salvador.
Hacía días, en marzo de 1888, se encontraba
fondeados frente al Astillero, cinco hermosos buques de vela procedentes de los
Estados Unidos, cargados de petróleo para la fábrica de refinería.
Mientras otros buques, les era difícil, poder
descarga y lo mucho que les costaba
hacer la operación a flote, por no reunir los muelles condiciones suficientes.
En el muelle de San José en San Salvador se encontraba en esas fecha con veinte
y dos pies de fango.
En marzo de 1893, un tren completo de dragado
pasó a ensanchar y profundizar el canal del Astillero, recorriendo el banco de
arena y fango situado al Oeste del lazareto de Pedrosa.
A fin de dejar una profundidad de cuatro
metros en baja mar viva, que se consideraba suficiente para los grandes buques
de transporte de petróleo que atracaban en los muelles de estas fábricas.
En abril, la Junta de Obras del Puerto, había
resuelto que se procedería al dragado de la canal que iba a el Astillero,
dividiéndole en dos secciones; una de 60.000 metros para conseguir un aumento
de tres metros en el calado y otra de 80.000 metros.
Por 1897, los prácticos que conducían los
buques, temían encallar, cuando iban entre la canal del Carmen y la isleta llamada
de La Paloma, aunque salían en mareas altas para no tropezar en unas rocas del
fondo de la canal, o en los muchos aterramientos que iban estrechando sus
márgenes, hasta el punto de serles muy difícil dirigir los buques por el centro
de la pronunciada curva y contracurva a que había quedado reducida la canal de
la ría.
Existía además en el Astillero, una roca
aislada, próximo al muelle de los vapores Corconeras, que impidió a los barcos
mayores hacer las maniobras de ciaboga cuando tenía que atracar o salir de los
muelles embarcaderos .
A finales del trimestre del año 1900, quedo
terminado el dragado en la canal, entre el Astillero y los muelles de San
Salvador, y colocada la draga en la punta que forma la confluencia de las rías
de Solía y del Astillero. Como esta punta era de roca, se limitó el trabajo a
la limpia de la arena y del fango depositado sobre ella, en un metro de altura.
Se extrajeron 1.500 metros cúbicos de fango en la ría.
En Astillero se abrió un trozo de canal en la
ría en 300 metros de longitud y 40 de ancho en la parte alta de la misma, para
dar acceso al muelle de San Salvador y se volaron varios arrecifes de roca en
la curva que describe el derrotero al llegar a la confluencia del canal del
Carmen.
Por Real Decreto de fecha 16 de noviembre de
1900, se aprobó el Reglamento para corregir y evitar los abusos que se venían
cometiendo en los lavaderos de minerales arrojando a los cauces públicos los
residuos del lavado, causando con ello grandes perjuicios por diferentes y
múltiples conceptos; otro teniendo en cuenta la importancia de la industria
minera y lo beneficioso que era su desarrollo, dictar reglas para su fácil
desenvolvimiento, en la parte referente a la bonificación del mineral por el
procedimiento del lavado y para la formación de escombreras, cuidando al mismo
tiempo de que se cumplan cuanto es debido los preceptos de las Leyes.
Este Reglamento se publicó en el Boletín
Oficial de la Provincia, con fecha 31 de octubre de 1901.
El día 5 de agosto de 1902, el mismo en que
reventaba un depósito de residuos minerales de la Sociedad La Paulina en
Camargo, causando 14 muertos, se abría la primera sesión de una Asamblea que
los alcaldes castellanos celebraban en la Casa Consistorial de Santander.
En esta reunión, el Alcalde de Astillero,
enérgicamente pidió que se interesase de la Superioridad, que dictase
disposición en virtud de la cual se prohibiese terminantemente verter en las
rías, los residuos del lavado de minerales.
Era obvio decir que fundamentaba su
argumentación en el daño que se originaba a los pueblos que han de hacer uso de
estas aguas y en el peligro que suponía para la navegación, al reducirse el
fondo de las mismas.
El 23 de enero de 1903, los propietarios y representantes
de las minas cuyos sedimentos van a parar a la día del Astillero, tomaron
ciertos acuerdos, levantándose acta y dado conocimiento a la Junta de Obras del
Puerto, a la aprobación de la cual había de someterse.
Uno de los acuerdos, los mineros se ofrecían
a satisfacer el aumento del impuesto que se acordase sobre el de 0,25 pesetas,
que venían pagando por tonelada de mineral, pero bajo la seguridad de que dicho aumento
íntegro había de dedicarse a la conservación de las rías de San Salvador y del
Astillero.
El "cegamiento" de la ría del
Astillero había sido tan rápido que todos lo habían pronosticado y sin embargo,
nadie había hecho algo para evitarlo.
Las condiciones de aquellos canales seguían
empeorando rápidamente, por desgracia, llegando al año 1904 al fango acumulado
y a dificultar el atraque de buques a los muelles.
De nada o de muy poco valía el servicio que
prestaba el tren de dragado de la Junta del Puerto ante la enormidad del
volumen de fango que por los cauces de las rías de Tijero y Solía bajaban de
aquellas minas a la confluencia de ambas en donde estaban instalados los
muelles.
En el año 1904, los periódicos "La
Atalaya", "La Voz Montañesa" y "El Cantábrico",
publicaron diversos artículos lamentándose de que los fangos se vertieran en la
ría, ocasionando con ello serias amenazas para la navegación.
Para evitar estos males, se realizaron
activas gestiones, principalmente por parte de las primeras autoridades
provinciales, el Gobernador Civil, el señor Comandante Militar de Marina y, la
Junta de Obras del Puerto de Santander...
En marzo de 1904, el Ingeniero encargado del
dragado y de la vigilancia de las rías del Astillero, comunicaban que el día 23
de febrero, las minas de Solía, Liaño y San Salvador, no suspendieron el lavado
cuanto estaba ya completamente lleno y vertieron las aguas sucias del lavadero
a la ría, por encima del cierre de las mismas.
Que las minas de Solía y Liaño, abrían sus
compuertas de desagüe sin esperar a que se verificase la decantación debida.
Que las minas de Heras, no había hecho el
cierre de la marisma en la forma prescrita para verificar la sedimentación de
los fangos y la decantación de las aguas sobrantes. Entre tanto seguían
vertiéndose a las rías cantidades considerables de fangos, lo que unido a
arrastres que hacían las corrientes de marea de lo ya depositado en los cauces,
produciendo aterramientos hasta los mismos muelles de Santander.
Como consecuencia de ello y al progresivo
aumento de los sedimentos de tierras minerales y próximo peligro de que se
cierre la navegación en la ría del Astillero.
La Junta sostenía que hacía dos años un tren
de dragado en San Salvador, origen de dicha ría, y gastando una cantidad
mensual que se aproximaba a 12.000 pesetas, para extraer los fangos procedentes
del lavado de minerales.
La Real Orden de 29 de marzo de 1904,
estableció un arbitrio extraordinario de 0,25 pesetas por tonelada de mineral
que se produjera y cuyos lavaderos vertiesen sus aguas residuales en la bahía
de Santander, a pagar a la Junta de Obras del Puerto, cuyo importe se
destinaria íntegramente a los trabajos de dragado y mejoras de la ría.
Este Decreto desató las iras de la comarca
pues implicaba expresa autorización para hacer precisamente lo que se quería
evitar a toda costa.
"La Voz Montañesa" en su número 17
de abril, dedico un importante artículo a este tema del enfangamiento de la
ría, que titulaba: "La pérdida del puerto -Esto es el acabose- El hambre
en puertas-Cúmplase la Ley y caiga el que cayere-Guapo mozo, como hay
Dios".
El periódico "La Atalaya" en su número
de 1º de julio de 1904, en su suelto que titulaba, "Hasta cuándo", decía:
"El cabo de mar de esta Comandancia, de
servicio en El Astillero, había dirigido a su superior jerárquico un parte en
el que le daba cuenta de sus observaciones sobre los sedimentos minerales que
constantemente se vertían a la bahía.
-Dice que, cumpliendo su cometido en la ría
del Astillero, ha notado que cada día crece más el fondo fangoso formado por
los sedimentos minerales de los lavaderos.
-Añade que los mineros ejercen también
vigilancia para contrarrestar la suya, y así que notan su presencia, cierran
presurosamente las compuertas de las marismas para que él no vea la salida de
los fangos de la ría.
-A pesar de estas precauciones, el día 23
observó que la marisma de Morero estaba llena a las seis de la tarde, y a las
diez de la noche ya había sido vaciada, vertiendo los sedimentos minerales a la
ría. Al reconocer la marisma, encontró las compuertas cerradas, pero fresco aún
el rastro que los sedimentos habían dejado al salir por ellas.
-Otro tanto-dice- sucede en la mina
Complemento. A las dos horas de ver llena la marisma, encuéntrala ya vacía
indefectiblemente por haberse vertido en la ría los fangos procedentes del
lavado del mineral.
-En mayor o menor escala, según afirma el
aludido cabo de mar, todas las minas de aquellos contornos arrojan a la ría sus
sedimentos.
-Los fangos, pues, continúan invadiendo los
cauces de las rías.
-¿Hasta cuándo?
Este asunto del enfangamiento de la ría,
culminó con un movido debate en la Alta Cámara a mediados de noviembre de 1904,
entre don Juan de Ranero, senador culto, unido a la Montaña por sentimientos de
gran cariño y lazos de parentesco, y el Ministro de Agricultura, Industria y
Comercio y Obras Publicas, Allende Salazar.
Hizo el primero una exposición de los hechos,
destacando la amenaza del encenagamiento de la ría para la navegación de barcos
de gran tonelaje en el puerto del Astillero, y el señor Ministro le replicó
destacando lo que se había legislado sobre el particular prometiéndole que, a
pesar de las dificultades que habían surgido, se atendería debidamente al dragado
de la ría con los recursos previstos en la Ley dictada al efecto.
Las compañías mineras pagaban muchas multas
de 500 pesetas por infringir órdenes emanadas de la Autoridad, prohibiendo el
vertido de fangos a la ría, pero el tiempo demostró que este sistema tampoco
resolvía el problema.
La población de Santander, el gremio de
pescadores principalmente se sumó a la protesta y entregó a los Poderes
públicos una amplia exposición de hechos firmada por dos mil quinientas
personas, exposición que se entregó solemnemente el día 26 de octubre de 1906
en el Gobierno Civil, por una numerosa manifestación popular que, con los
comercios cerrados, recorrió las calles de Santander, desde Puerto Chico a la
Avenida Alfonso XIII, con banderas y pancartas.
Iban en primer lugar las blancas, como
simbolizando que la manifestación era pacífica y que de esta forma solicitaba
justicia.
La última, sin embargo, era roja y llevaba un
letrero que decía: ¿Viva la Unión!. Y debajo iba dibujado un ojo grande.
Significaba que había que tener cuidado con herir los intereses generales del
pueblo.
La manifestación, una vez cumplido su
importante cometido, se disolvió pacíficamente.
Los medios con que contaba la Junta para
neutralizar los efectos del vertido de residuos a la ría, eran a todas luces,
insuficientes, a pesar del refuerzo que suponía la aportación del canon
establecido por cada tonelada de mineral que se lavaba y del gánguil de 250 m3
de capacidad que entregaron las compañías minerales a la Junta para reforzar su
tren de dragado.
La ría recibía mucho más fango que el que
podía extraer la Junta y, consiguientemente, su profundidad experimentaba una
alarmante disminución.
Además, y esto no afectaba tanto al
Astillero, algún pueblo de la bahía, se quedo sin agua para sus servicios
domésticos, porque el rio Cubas y Miera del que se servían, estaba contaminado
por los residuos en cuestión y su agua no era potable.
El problema de los fangos, al no ser
exclusivo de la ría de Astillero, porque también se presentaba en otras zonas
de la nación, aunque no con la misma gravedad, pretendía el Gobierno
solucionarlo, sin conseguirlo, mediante disposiciones generales.
Por marzo de 1908, la ría del Astillero, que
en 1898 llegó a disminuir su calado a dos metros entre el muelle de la Orconera
y el fondeadero de San Salvador y en cuya canal ocurrieron algunas varaduras,
haciéndose imposible la navegación a horas distintas de las de las pleamares,
habían desaparecido y la ría se encontraba perfectamente navegable, en toda su
longitud para buques de 18 o 19 pies de calado, desde media marea en adelante.
En mayo de 1913, seguía los problemas, y en
el Tribunal Supremo existía un expediente por pleitos presentado por la
Sociedad The San Salvador y Iron Ore Company Limited, contra la Real Orden
expedida por el Ministerio de Fomento en 8 de abril de 1913, sobre
indemnización por vertido de fangos en la ría de Solía, afluente de la del
Astillero.
En septiembre de 1913, el Presidente de la
Cámara de Comercio, daba el siguiente dato:
El muelle de Nueva Montaña, sirve para 300
pies de eslora y 19 de calado; el de Orconera y el de Desmarais, ambos en el
Astillero, para 19 pies; el del ferrocarril de Santander a Bilbao, para 260
pies de eslora y 18,5 de calado y el de San Salvador, para 230 pies de eslora y
19 de calado.
Este problema de los fangos, desde esos años
hasta no mucho, siempre han existido, gracias a los dragados que se han venido
realizando, aunque no muy paródicos, han solucionado de alguna manera el fondo
de la ría.
En Astillero, efectivamente, el problema lo
tiene solucionado, con los Talleres del Astillero, quienes vigilan y protege la
ría para poder llegar los buques a sus
diques y si nos referimos a la ría de Solía, esta ya no es navegable, desde
hace muchísimo tiempo.
Desde 1913, siempre ha estado presente los
vertidos de la ría de Astillero.