En el periódico EL COMERCIO DE
SANTANDER, en la fecha del 15 de julio de 1878, publicaba la noticia de la
inauguración de una nueva fonda y restaurante titulada la FONDA DE LOS VAPORES, para ello serian
invitados algunos amigos de la casa.
El establecimiento ocupaba el
edificio situado en un pintoresco sitio a orillas del mar, donde luego lo
conocimos como la FONDONA.
En la planta baja estaba
instalado un extenso comedor, las cocinas y otras dependencias, y en los pisos
principal y segundo habían preparadas varias habitaciones con el servicio
correspondiente para las personas que deseaban comer en ellas y no en el
comedor.
Tanto el mueblaje del comedor y
de toda la casa era nuevo y del mejor gusto, así como el servicio de mesa y los
enseres de la cocina, para dirigirlo habían venido personas de Madrid que
gozaban de fama de buenos cocineros.
El día anterior, habían
comprobado el esmerado servicio y excelentes condiciones de los manjares y
bebidas, como de la amabilidad de su dueña, doña Asunción González y de los
camareros que estaban a su servicio.
Doña Asunción González por el año
1882, figuraba propietaria por su industria de vinos y aguardientes.
Fue el miércoles 17 de julio de
1878, a las once de la mañana, cuando se inauguró la nueva fonda establecida en
el Astillero, con el nombre de FONDA DE LOS VAPORES.
Fueron unas cuarenta personas las
invitadas por el dueño, que se trasladaron a ese pueblo de Astillero en el
vapor Corconera número 3, que salió del muelle de la Monja a la una y media de
la tarde.
Este establecimiento "Fonda
de los Vapores", reunía un excelente servicio de habitaciones amuebladas
con precios asequibles.
En su restaurante, se anunciaba
toda clase de helados y comidas a domicilio.
Su propietario por entonces, era
don Manuel Goyechea.
El 27 de agosto de 1879, tuvo
lugar un brillantísimo concierto en el salón de la Fonda de los Vapores, con
lleno completo en el local, galería exterior y a los alrededores del edificio.
El programa del concierto estuvo
a cargo del notable violinista, Sr. Fortuny y del sexteto que le acompañaban.
Las intervenciones del señor
Fortuny en su brillantísimo raudal de notas, como del verdadero maestro en el
contrabajo, señor Escandón y del también pianista señor Gogorza, fueron
acogidas con aplausos por los invitados.
En la fecha de 1883, la fonda había
dejado su primer piso para instalarse el nuevo casino con gabinete de lectura y
recreo. El salón de aquel local-bajo le destinaron la nueva sociedad a teatro.
El día 29 de julio de 1883, a las
cinco de la tarde, se celebró en el Casino del Astillero, un magnífico
concierto-baile ejecutado por los señores Segura (D.J. y D.V.), Omeñaca,
Pintado, González y Requivila, y cuyo programa fue:
- Primera parte:
- Overtura de Giovanna d' Arco - Verdi
- Leyeda Valaca - Braga
- Fantasia sobre motivos de Favorita - Donizetti.
- Scherzo - Soller.
Bailables:
- La Lágrima (walses) - J. Segura
- Amour (rigondon) - Straus
- Becada (polka) - E. González
- Bien Aimée (rigodon) - Kausth
- Tout pour toi (mazurka) - N. Pintado
- La Corconera (polka característica) original del sexteto y dedicada a la empresa "La Corconera"
El viernes 6 de octubre de 1905, se dio un concierto en el Casino del Astillero el notable bajo cantante don Julio Brandón, acompañado al piano por don Manuel Vázquez, con el siguiente programa.
- 1º. Mascagni; Preludio y Siciliana de "Cavakkerua Rusticana", señor Vázquez.
- 2º. Verdi; "Infelice" Cavatina de Ernani; señor Brandón.
- 3º. Barbieri; "El Diablo en el poder", romanza, señor Brandón.
- 4º. Escobar; Palonesa, señor Vázquez.
- 5º. Baldemín; Mensamores, balada gallega, señor Brandón.
- 6º. Puccini; La Boheme, señor Brandón.
- 7º. Vos; oración de un Angel, señor Vázquez.
- 8º. Donizetti; Lucrecia Borgia, señor Brandón.
- El concierto dio comienzo a las seis de la tarde.
- Antiguamente el edificio de la FONDONA tuvo algunas reformas para ampliarle y obtener cuatro viviendas entre las dos plantas y en la planta baja se usaba para almacenes
En una época, el edificio fue adquirido por Ignacio Vega Gorostegui, para instalar su comercio en la parte baja del edificio, el resto lo fue alquilando como vivienda.
El comercio titulado "La Tierruca" vendía toda clase de efectos navales y fue antes de trasladarse a la misma calle Fernández Hontoria ya con el nº 5.
Antes de la contienda civil, y posteriormente existió en el edificio una fonda regentada por doña Consuelo Arias, viuda de Ramos. (Joaquin Ramos Soler fallecido el 27.1.1960)
Esta fonda tuvo actividad durante unos 9 años.
Después el edificio se mantenía en condiciones de alquiler a vecinos de Astillero, entre ellos las familias..........
Ernesto Alvarez y sus hijos; Paipal con comercio mercedaria en frente del Mercado; Patro, costurera y familia Ramos....
Poco a poco, sufrió ya un período tal que ya no sea podía habitar y quedo totalmente en situación de ruina.
La actual FONDONA es hoy la Casa de Cultura, adquirida por el
Ayuntamiento por el año 80, como centro cultural y Biblioteca municipal
"Miguel Artigas", para el uso de sus convecinos.
En la época de 1875, se construyó
el edificio que después se denominaría "LA FONDONA" parte de cuya
estructura metálica procedía de los restos extraídos del buque "CID",
uno de los mayores veleros de la flota española.
Buque de 3 palos, unas 2.000 Tms.
de carga y 73 metros de eslora, hundido a finales de agosto de 1873, a mitad
del recorrido entre Santander y el Astillero.
Contaba el historiador, don
Rafael González Echegaray en su libro "Naufragios en la costa Cantábrica
1834-1960), que la inacabable agonía de los restos del Cid a la vista de la
ciudad, de las tripulaciones de todos los barcos que atracaban en Santander y
de los que fondeaban o subían a Pedrosa o al Astillero, era como un insulto
capaz de sacar los colores a la cara, a las fuerzas vivas de entonces.
El propietario de "La
Fondona", después de construido el edificio que se emplazó como se sabe,
en lugar privilegiado, protestó airadamente de que se trazara, a lo largo de su
fachada principal, una carretera pública de enlace de la calle Principal con la
zona marítima.
El día 8 de agosto de 1873, ya el
barco prácticamente en calados, a la hora de la bajamar, estando embarcando el
equipaje de los pasajeros, el buque tocó en el pantoque con la uña de una de
sus propias anclas de cepo, que llamaba de popa sobre el escobén. Durante media
hora descansó el barco sobre el fondo en esta difícil situación y pronto se
apercibieron sus hombres de la gravedad de la avería; los planes de la bodegas
de proa se habían inundado, las sentinas rebosaban y al subir las marea el agua
iba ganando altura, pero el "Cid" no se movía de su sitio ni
reflotaba; estaba hundido en lo que iba a ser su definitiva sepultura.
El 20 de marzo de 1884 se saca de nuevo a subasta la voladura del
casco en 49,980 pesetas que quedó desierta. La Junta empezó la obra por
administración, y en la tercera explosión, en julio de 1885, despanzurró lo que
quedaba del buque (dos tercios), recuperándose a continuación las dos calderas
del vapor que se desembarcaron frente al Boquerón; según la aseveración sesuda
de la Junta, ya que no quedaban enramados trozos enteros mayores de cien
toneladas (pero, ¡hombres de Dios!. cómo habría de haberlas después de tanto
tiempo y tanta verbena). El 10 de abril de 1886 se sacaron a subasta los restos
extraídos -380 toneladas de hierro-, al tipo de 25 pesetas por toneladas.
Pero ahí no terminó la cosa; si lo que quedaba era mucho o poco, o
pesaba en trozos más o menos de cien toneladas, no se ocupó nadie -ni la Junta
tampoco- de comprobarlo prácticamente. Sin embargo, algo más se fue sacando y,
un día, muy cerca de la playa del Astillero se construyó La Fondona, que
todavía hoy existe, con viguerería procedente de los bajos del "Cid";
y en el entramado del almacén de Vega Gorostegui aún pueden reconocerse algunas
vigas de nuestro viejo correo habanero hundido, cuando empezaba a oscurecerse
la estrella de Don Carlos y estaba a dos pasos, como quien dice, el romance
español de Don Alfonso con sus patillas, sus veinte años, su tuberculosis y sus
dos esposas para la historia sentimental.
Naufragios en la Costa de Cantabria - autor Rafael González
Echegaray