Paquito Oria
(del libro 100 años de historia de la Plaza de Toros de Samtander)
En el diccionario Madoz (1845-1850), se escribía del pueblo de
Astillero, lo siguiente: "Celebra con gran solemnidad y concurrencia la
fiesta de la Asunción de la Virgen el día 15 de Agosto, en el cual se corren novillos
y por la noche se da un baile bastante lucido".
No se conoce hasta el año 1909,
si se celebraron otras corridas de toros, en ese año se celebraron tres
novilladas.
Fue la primera, el 30 de mayo, y así se publico en la prensa esta corrida
inaugurada en la plaza portátil de la Taurina Iguñesa.
La
tarde muy buena,
la
tarde superior.
y
una de chicas guapas
que
¡vaya calor!
A la
hora en punto (cinco menos cuarto) ocupa la presidencia el simpático y popular
teniente alcalde señor Vega, con sombrero flexible.
Dada
la señal por el presidente, aparecen en el ruedo los alguacilillos que, después
de saludar a la presidencia, se cae uno de ellos del caballo, perdiendo los
estribos, la silla, todo, menos la serenidad, porque sigue haciendo el despejo
montado en pelo, resultando para él una carrera en pelo por parte del
publiquito.
El
primer toro, perteneciente como los otros tres, a la ganadería de Carreros de
Salamanca. Es colorado, ojo de perdiz y con todo el aire de familia.
Le
para Dominguín con unos lances de minué, porque al toro se traía dentro de un
motor de automóvil de cien caballos. Dominguín viste un terno de oro y azul.
Picado..de
viruelas, porque los dos Cantares, picadores, apenas tienen ocasión para
agujerearle la piel. Rubito de Zaragoza le coloca medio par desigual de rehiletes
y uno de delantero aprovechando, y su compañero Moyanito, un par de frente, que
se le aplaude, viéndose el hombre apuradillo.
El
segundo toro, colorao, salpicao y con una estrella en la frente que da el opio.
Guerrilla
le para los pies con varios recortes. Cantare de Bilbao le pica marrando y
pierde un salmonete. Guerrilla y Dominguín alegran el tercio. Vuelve a picar el mismo Cantares y el caballo
es retirado a la vida privada por inutilidad moral ó física. Guerrilla de oro y
verde.
El
toro toma otra vara y salía al callejón produciendo un pánico horrible.
El
tercer toro, negro, corniveleto, muy bien armado. Dominguín se lía con él y le
da unos lances superiores, que le valen una ovación muy merecida.
Le molesta las banderillas y salta al callejón.
Vuelve a revolcar otro mono sin consecuencias en el físico, pero no en la ropa.
Sale el toro del callejón y vuelve a dar otro salto acrobático llegando hasta
la parte superior de la puerta de caballos.
El
Troni aprovecha la salida del toro al redondel y le coloca un par un poco
delantero.
El
cuarto colorao, bien puesto, de paso y con buena armadura.
Guerrilla
le pasa con varios recortes oportunos. Briones pone una vara barrenando y
recibe un tumbo de primera. Cantares pica tres veces, una de refilón y pierde
el penco.
Los
maestros torean al alimón, siendo aplaudidos. Grita el público ¡Los maestros,
los maestros!
Resumen:
Los toros, el primero y el último muy buenos, el segundo y tercero bravos y de
poder. Dominguín, trabajador y valiente; Guerrilla, deseando agradar. La
presidencia acertada. El público satisfecho y desfile muy vistoso.
Se
anunciaba para el 19 de junio, la segunda novillada, con gran animación, en
la que torearon los matadores, Ambrosio Sarmiento y el bilbaíno Antolin
Arenzana (Recajo).
El
ganado para esta corrida ha sido enviado por el acreditado ganadero don Juan
Manuel Sánchez, de inmejorable presencia:
Recortao,
colorado; Recatero, negro cárdono; Menerito, retinto y Baratero, berrendo en
negro.
En
las cuadrillas figuran el fino rebiletero Manuel Garcia, hijo de Felipe Garcia,
tan conocido en Santander, el buen peón Manolé y el voluntario novillero
montañés José Puente.
Para
mayores facilidades del público la empresa ha dispuesto se expendan localidades
en Santander, en los establecimientos "La Sacristia" y "La
Puerta del Sol" y en el Astillero en la Planchada, frente a la estación y
en el establecimiento de la señora viuda de Pico.
Resumen:
los toros de Carreros, inciertos, revoltosos, sino muy bravos, no volvieron la
cara ni trajeron nada malo. Cumplieron, en una palabra.
Recajo,
valiente, nervioso, como siempre y oportuno. Si no saca lo del fondo del baúl,
se encarga de terminar la corrida la benemérita.
Muy
bien picado el cuarto toro.
Para
el 18 de julio, se anunciaba la otra novillada, para los
diestros el Rondeño, de cuyas condiciones y facultades han hablado con elogio
las revistas taurinas y Matapozuelos.
Los
toros corresponde a Clemente Herrero.
Se
puede adquirir las localidades en la casa de don José Quintanal, en el
Astillero.
Por
la mañana una banda de música recorrerá las calles de la localidad tocando un
pasacalle.
A
las cinco menos diez, ocupa la presidencia el alcalde don Alfredo Ezquerra y
salen las cuadrillas capitaneadas por Matapozuelos y Rondeño.
Resumen:
La entrada buena. Los toros de Herrero, regulares. Matapozuelos, desgraciadísimo
y desconocido; Rondeño, muy bien y bravo. El Sordo trabajando como un negro.
Todos los demás también desgraciadillos, por no decir otra cosa.
La
Empresa, vendiendo por entradas de sombra localidades en que no se quitó el sol
hasta el último toro.
Tras
un paréntesis largo, vuelven las corridas de toros de nuevo a Astillero, fue en
el año 1951, cuando la provincia vuelve por sus fueros taurinos.
Para
el 25 de marzo de 1951, se anunciaba la
inauguración de la Plaza de Astillero, en un domingo de Resurrección y fiesta
de San José, se levantaba la plaza a pie mismo de las estaciones de
ferrocarril. En el lugar denominado "La Planchada" fue construida la
placita.
Esta
novillada inaugural intervinieron Luis Melero, novillero vallisoletano, hijo
del prestigioso ganadero y el novillero santanderino, Paquito Oria, para
cerrarse con cuatro preciosos novillos de don Teófilo Alvarez de Zamora.
La
plaza inaugurada era muy maja y alegre. El público se llenó el domingo y en el
pueblo hubo un auténtico ambiente taurino.
Se
lidiaron cuatro novillos de don Félix Molero de Zamora, dos de los cuales
dieron excelente juego y otros dos se reservaron algo y fueron molestos para
los lidiadores.
Paquito
Oria, en constante progresión de valor y arte, toreó de capa y banderilleó muy
valerosamente y en su primer novillo se estiro y muleteo confiado. Una estocada
contraria, atacando recto y a volapié, fue el digno remate de la brillante
faena. Oyó una clamorosa ovación, cortó orejas y el rabo y dio la vuelta al
ruedo. Al segundo , que embestía mal, Paquito,, lo mandó a las mulillas
decorosamente.
Luisito Melero, superior con el capote y las banderillas. Muy enterado, valeroso y torero. A su primero, que se quedaba en el centro de la suerte, lo lidió con el que cerró plaza, su faena fue superior, valiente , adornada y jugando ambas manos con temple y mando. Tiró al novillo patas arriba de una catocada grande, y en medio de una enorme ovación, corto las orejas, el rabo y una pata.
Los dos salieron en hombros.
Bregaron y banderillearos bien, Huesitos, Bimba y Modestín Oria.
El día 18 de julio de 1951, con una buena entrada y tiempo excelente se celebró la novillada conmemorativa de la fiesta de la Exaltación del Trabajo.
A ella acudieron muchos aficionados de la capital.
De nuevo el novillero montañés Paquito Oria, quien lidió dos novillos de Encinas, con presencia y peso. El primero dio un peso de 124 kilos y el otro 148 kilos. El que abrió plaza acusaba resabios e intenciones nada buenas, careciendo de arrancada larga y embistiendo a trompicones . El otro con mejor arrancada, aunque estaba proboncillo y buscón por el lado izquierdo.
El novillero estuvo hábil y torero con los dos. Al primero le mató de un pinchazo y una entera de buena ejecución aunque algo caída. Aplausos.
En el segundo fue ovacionado al torear con el capote. Previos dos buenos pares de Alvarito. Oria toreó tranquilo y dominador, consistiendo mucho y logrando muletazos de adorno y afecto. Fue ovacionado durante la faena y le cortaron la oreja, pero Oria la rechazó y dio la vuelta al ruedo en medio de una unánime ovación.
Como final de fiesta, hubo un número cómico a cargo de una vaca de Encinas, con la tabla de logaritmos bajo el brazuelo, que no perdía derrota ni embestida, encontrando siempre la costillas y los blancos de "El Saleroso" . "El Tatito" y demás compañeros en la hematomas y contusiones.
También el 12 de octubre de 1951. En la novillada de este día una gran parte del vecindario de Astillero, fueron testigo de un suceso más original que haya tenido la historia taurina. Un torero con vestido de luces instalado en una lancha y remando en persecución de una res brava que pretendía ganar a nado la orilla opuesta de la ría.
Todo estaba anunciado para el festejo taurino. El novillero venezolano Chucho Izquierdo había de estoquear dos vacas y una el fenómeno cuetense Cuco. Las reses habían quedado instaladas en el lugar correspondiente de la plaza provisional, que se alza en las inmediaciones de la línea del ferrocarril.
Fue en un momento, una de las vacas había roto las tablas de su encierro, ganado el redondel y desde él, con nueva fractura de tablones, escogió la libertad hacia la vía del ferrocarril de Santander a Bilbao. Para ello tuvo el animal que soltar el tupido seto vivo que bordea el camino paralelo al carril, por las proximidades de la caseta del guardagujas. La vaca tomo el camino de la vía bastantes metros en dirección a Bilbao y que al llegar al lugar en que hay opción para seguir el mismo sendero u orientarse a la derecha y ganar la carretera general, la vaca hizo el trafico peonil de ésta.
Y aquí viene lo curioso. Esta especie animal tiene un instinto de hidrofobia. Las dificultades con que ha de nadar -porque ya es sabido que el ganado bovino se ahoga por la plataforma posterior- le obliga a apartarse siempre que puede de este peligro.
A todo esto ya era del conocimiento de la gente la huida de la res y su persecución estaba organizada. La Guardia Civil, la empresa, aficionados y algunos toreros iban en pos de la vaca, siguiendo las voces de algunas personas que habían visto correr por aquellos parajes -¡A la ría se ha tirado! se gritaba.
Entonces el Cuco que desde casi por la mañana, como es su costumbre propagandística, lucía por las calles de Astillero su fluorescente traje de luces, se instaló rápidamente en un bote y remó gallardamente en pos de la res, Por una foto del torero, con la montera graciosa inclinada hacia el pabellón auricular izquierdo y remando con frenes, hubiera pagado "New York Times" catorce mil dólares por lo menos.
Pero ya no había nada que hacer y el Cuco abandonó la empresa naviera. Avisos telefónicos de los vecinos de lado de Pontejos del peligro de la vaca, se movilizaron parejas de la Guardia Civil y vecinos, aproximadamente a las seis se supo que el puesto de la Guardia Civil de Pontejos o del de Gajano, habían dado muerte a tiro de fusil, al animal en una finca denominada "El Cajeron"
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