Su alteza don Jaime, junto con el director general de Industrias, don Manuel Caanova; el presidente del Consejo de Administración de Talleres de Astillero, don Casimiro Tijero y alto personal de los mismos.
El día 4 de agosto de 1930, el
infante don Jaime de Borbón, visitó los Talleres de Astillero, acompañado por
su ayudante señor Capdepón e inspector general de los Reales Palacios, don Luis
de Asúa y de don Casimiro Tijero.
Le recibieron a la entrada de los
talleres, el director general de Industria, don Manuel Casanova; don Casimiro y
don Justo Tijero; el alcalde Astillero, don Felipe Castillo y don Andrés Jalón.
A continuación el infante visita
el interior de los talleres, empezando por el de ajuste, donde se detuvo
detenidamente ante los grandes tornos y en donde apreció el trabajo de varias
piezas para locomotoras.
Se detuvo viendo el montaje de
dos apisonadoras para carreteras de las cuales una era de motor de vapor y otra
con motor de aceite pesado.
Después se paró para apreciar la
construcción de diferentes cambios y traviesas de unión doble, con destino a la
Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España y a la Compañía de
Grandes Pendientes, montados estos últimos sobre traviesas metálicas.
Igualmente ante los grandes
martillos pilones neumáticos del taller de forja, donde se estaban haciendo
piezas de vagón, para ferrocarril principalmente.
Continuó con la visita en el
taller de calderería y de construcciones metálicas, para contemplar la
construcción de varias calderas de barcos y de tipo locomotora, para
apisonadoras, viendo con detenimiento y satisfacción los modernos hornos de
calefacción con aceite.
Lo que le llamó la atención
fueron las grandes tijeras de chapas, que cortan ésta, por gruesa que sea, como
si fuera papel y las de enderezar curvas, de una potencia verdaderamente
formidable.
Ya en el exterior de los
talleres, estuvo observando la explanada de montaje de vagones considerando la
construcción en serie y la disposición para los movimientos de aquéllos, según
el estado de adelanto que tenía en la fabricación.
En su visita se detuvo en el
dique seco, capaz para barcos hasta de 6.000 toneladas, donde vio la reparación
del buque "Marisa Teresa", llamándole la atención las condiciones
perfectas de este dique y su facilidad para todas las maniobras.
Su Alteza preguntaría el
procedimiento que se seguía para llegar de agua el dique y las maniobras
necesarias para la entrada y salida de los barcos del dique y seria el
presidente del Consejo de Administración quien le dio explicaciones pertinentes
y se permitió anunciarles que brevemente podría quedar satisfecho sus anhelos,
pues en próxima marea se efectuaría las operaciones y maniobras con dos
vapores, uno de salida y otro de entrada.
Asimismo vio la construcción de
un buque para el transporte de torpedos, con destino a la Marina de guerra y
para el servicio del arsenal de Cartagena, cuyo buque se hallaba en grada,
próximo a ser botado al agua.
Por último visitó su alteza las
elegantes oficinas de la Sociedad, donde el personal técnico y administrativo
le demostraron todo el afecto y gratitud que le debían por el honor de la
visita.
Don Casimiro Tijero, en nombre de
la Sociedad, ofreció al infante un precioso modelo de ancla plegable para
balandros, hidroaviones y embarcaciones menores toda de bronce, modelo muy
original y de gran utilidad, por ser plegable, según se demostró ante el
infante, apreciándose la facilidad y sencillez de su mecanismo.
El infante quedó muy agradecido
al obsequio y firmó en el álbum de los talleres, saliendo directamente a la
lujosa villa que el señor Tijero tenía.
Al marchar el infante, todo el
personal obrero, alrededor de unos 400 colocados en dos filas, le tributaron
una calurosa ovación.
En casa del señor Tijero, le recibieron
la viuda de Noriega; las señoras de Asúa, Tijero Jalón y Tijero (Justo); las
señoritas Josefina y Maria Luisa, Asúa, Carmen y Maria Teresa Huidobro Polanco;
Maria del Carmen Tijero; Maria del Pilar Arrola; Maria y Trinita Casanova;
Consuelo Leguina y Blanquita Vallejo.
Hizo los honores de la casa, la
distinguida señora de Tijero, que ofreció a su alteza una delicado
"lunch".
A las cinco y media de la tarde
abandonó el infante la residencia de los señores de Tijero, regresando a
Santander, muy satisfecho del desarrollo y progreso de estos Talleres de
Astillero.
Transcurridos unos días de la
visita de don Jaime a los Talleres de Astillero, volvía de nuevo el día 11 de
agosto por la tarde, a la hora en que los numerosos obreros se encontraban
trabajando en sus respectivos oficios y departamento.
Fue una visita inesperada por don
Jaime, a quien acompañaba el director general de Industria, don Manuel
Casanova.
Como en la anterior visita, tenía
su alteza interés de presenciar las operaciones necesarias para llegar de agua
el dique y la salida y entrada de algún vapor en el mismo.
Así fue y a las tres y media de
la tarde llegaron a los Talleres don Jaime, junto con sus hermanos, don Juan y
don Gonzalo, acompañados del inspector general de los Reales Palacios, don Luis
de Asúa y los señores Capdepón y Salazar, y el señor G. Camino.
A la puerta de los talleres, les
aguardaba el Consejo de Administración del mismo, con los altos empleados
técnicos y administrativos y el alcalde de Astillero, don Felipe Castillo.
En el intervalo necesario para
llenar de agua del dique y que el barco pudiera flotar, recorriendo sus Altezas
todos los departamento de los Talleres, acompañados de los señores, Tijero y
Arrola, presenciando los distintos trabajos que se realizaban, y ante cuyas
máquinas pudieron presenciar el manejo de las mismas, informándose de su
funcionamiento por las preguntas y conversaciones que tuvieron con distintos
operarios.
Los infantes visitaron todas las
dependencias de la factoría, acompañados de don Casimiro Tijero y don Cándido
Arrola.
Luego se dieron las órdenes
oportunas de comenzar las operaciones de llegar de agua el dique y de quitar
las escoras y amarras para efectuar la salida del vapor "Valentín
Fierro", de la Casa Fierro, de San Esteban de Pravia y seguidamente se
procedió a la maniobra para la entrada del "Cabo Santa Pola", de la
Compañía Ibarra de Sevilla.
Todas estas maniobras fueron
realizadas a la mayor perfección y todos los visitantes en el acto,
agradecieron a don Casimiro Tijero y a don Cándido Arrola, presidente y
vicepresidente del Consejo de Administración y satisfacción de haberlas
presenciado.
Los infantes y sus acompañantes
firmaron en el álbum de los Talleres y fueron invitados a tomar el té en la
residencia del señor Tijero, donde fueron recibidos por las señores viuda de
Noriega y de Galán; las señores de Tijero, Asúa, Arrola, Casanova, Jalón,
Tijero (de C. y J.); Campos Guereta; las señoritas Asúa, Huidobro Polanco,
Maria del Carmen Tijero, Maria del Pilar Arrola, Marisa, Trinita y Margot
Casanova; Consuelo Leguina y Blanquita Vallejo; los señores don Eduardo
Noriega; don Pedro y don Luis Arrola; don Justo y don Casimiro Tijero; don
Alfonso Asúa, don Gabriel Castañón, don Pedro Viesca, don Alvaro Lanuza y don
Andrés Jalón.
Una nota simpática, y que fue
comentada, fue la autorización concedida por los Infantes a unos de los
obreros, tornero de los Talleres, para que con su pequeño Kodak les hiciera una
fotografía, merced por la cual el operario, respetuosamente, supo demostrar el
agradecimiento por la gracia dispensada. (lo que ahora se llama un selfic)
Los infantes salieron de la
residencia para Santander, muy complacidos por las atenciones que habían
recibido.
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