El
Orfeón Astillero-Guarnizo gana en noble lid dos segundos premios en el Concurso
celebrado en Torrelavega el 22 de agosto de 1926, en los Campos del Malecón.
Esta
Coral a los dos años de su debut artístico, ha obtenido un señalado triunfo que
orgullece al pueblo de Astillero y es de admirar si se tiene en cuenta que tres
de los orfeones concursantes contaban en su reportorio con la obra impuesta por
la Comisión de Festejos de Torrelavega y por su asesor.
Todo
el éxito se debe al director del orfeón, don Jesús Soto, su entusiasmo, sus desvelos,
su inteligente labor y su cariño, jamás desmentido hacia la agrupación musical
han hecho el milagro de que los orfeonistas, en contados días, hayan vencido
las dificultades de una obra tan ingrata y poco pegadiza al oído como es
"En el bosque", que era la obligada del concurso.
El
resto corresponde a los componentes que forman el laureado orfeón
Astillero-Guarnizo, quienes sin otros elementos que su gran afición al canto se
impusieron la difícil tarea de colocar la bandera de la coral en un lugar
privilegiado.
El
Festival dio comienzo a las 5,10 de la tarde, por la Banda Municipal de
Torrelavega, con una selección de aires montañeses, siendo muy aplaudida.
A
las cinco y media sale a escena la Coral de Reinosa al templete y comienza con
la obra de libre elección "Aires compurrianos" de Guerrero.
Desde
el principio denotan una visible nerviosidad, debido, sin duda, a ser los
primeros que les ha correspondido actuar. En matiz, los fuertes dan sensación
de obligados, por el empeño que especialmente los tenores y tiples, tienen en
gritar. La melodía, más adaptada al ambiente regional de la obra, se produce
con libertad amplia de mordentes y florituras más que con una dicción precisa y
supeditada. Las voces blancas, escasas y no muy bien acopladas. Y la obra en
sí, una producción más de Guerrero, el fecundísimo, y adaptada al patrón que
hay cortado para música regional.
En
la "obligada", el solo de barítono apenas se aprecia, por causa del
conjunto, que canta fuerte, terminando algo confuso.
El
cambio de tono, unidos y seguros hacen sonoridad brillante, equilibrándose las
cuerdas. Y en final piano, algo flojillos de afinación los tenores primeros.
A
las cinco y tres cuartos se presenta Transmiera, comenzando con "La
Aurora" de Raventós. Después del primer trozo, que cantan bien, entran
tomando la parte de primeros, las tiples y continúan ya unísono con aquéllos, ó
bien alternando en llevar la melodía. En, boca cerrada, produce muy buen
efecto, la melodía, realzada por las tiples, que cantan muy bien. El segundo
tiempo, que es algo de repetición, lo hacen con acabada afinación y buen gusto,
aunque demasiado movido sin centrar en la final.
El
arreglo de la obra para coro mixto es discreto y resulta acertado. Suena muy
bien.
En
la obra "obligada" destacan bien acoplados al barítono. En boca
cerrada, hay "pianos" interesantes, más elogiables que los fuertes
siguientes, por su afinación, que es lo principal. El final encarna en la
delicadez exigida por la obra. Pianísimo y con dulzura.
A
las 6,10 y llegan los de Astillero-Guarnizo, comenzando con "Viva la
Montaña", aires regionales.
Cantan
con seguridad sus nutridas cuerdas. Los bajos no equilibran la cantidad de
sonido que les corresponde aportar. Un niño tiene "solo" y lo hace
muy bien, siendo interrumpido con "jipíos". Todo resulta valiente y
acoplado. La obra, a trozos de popularidad y dificultad escasa. Consulta el
director la afinación y comienzan la obra obligada, haciéndolo fuerte, algo
demasiado, y así siguen hasta el "solo". En éste, el barítono no
afina bien, y el conjunto tampoco procura destacarlo. La tendencia es hacer
"fuertes". Dan sensación de afinación y acoplamiento, pero su
director omite hacerles disminuir la sonoridad en tantos casos.
Llega
Castro Urdiales, a las seis y media y canta "La fe y la esperanza",
de Dardo Janín ¡Bien, viene Castro". Esto es el sentir general de los
espectadores. Esto no es mi Juan, que me le han cambiado. Estos no son los
desorganizados, los disueltos errantes en dos pequeñas agrupaciones, ó en
ninguna. Estos señores parecen haber oído el clarín que llama para luchar y,
"como un solo hombre", se han aprestado a defender el estandarte de
Castro. Y á, fe que lo consiguen. Cantan con maestría, haciendo el matiz más
perfecto ¡Qué reguladores! ¡Que delicadeza en los "pianísimos"!. En
los "fuertes" es en lo que menos fuertes estaban, porque aún suenan
algo, poco. Hay cambio de tono y nos hacen falsetes los primeros tenores que
suenan a armonía celestre.
En
el tiempo de boca cerrada, suena a órgano mayestático. Tal es el colorido que
impregnan en el conjunto. Esforzándose en procurar sonoridad brillante,
finalizan con unos acordes valientes que entusiasman delirantemente a todos los
espectadores.
Continúan
con la obra obligada recalcando graciosamente frases que nadie había hecho,
dentro de un "pianísimo" con regulador perfectamente graduado. La
afinación por descontada ¡Un poco mejor que la de los órganos instalados en la
feria!.. Canta el barítono su "solo" con la seguridad que la presta
el conjunto asemejado a un arrullo de realce y homenaje. En boca cerrada, matiz
muy preciso. Acaso en toda las obra, algún exceso de "pianísimo". Y
el final, un alarde de maestría, por la delicadez y depurado gusto que
pusieron.
Todo
el público, ha otorgado con su mayor ovación los dos primeros premios a los
castreños, y, en justicia, se los merecen.
Han
terminado a las siete y acto seguido sube al templete Peñacastillo, que en
lugar de cantar la anunciada obra "Marineresca", opta por una jota
aragonesa. La obra es alegre y bonita, pero sin dificultad alguna, si no es la
tercera copia, muy aguda y exigente de estilo y voz. El conjunto es comporta
afinadito, sacando algún partido de la obra.
Y
en la obligada "En el bosque", que tanto, han dado que decir, cantan
casi sin dirección, porque ha perdido ésta la serenidad. Comenzaron bien, pero
la batuta no supo ó no pudo guiarles y cantarles en varios momentos que sonaron
mal. De todos modos, hicieron cuanto pudieron con buena voluntad y de no apoderarse
de ellos el nerviosismo y la duda hubiera sacado bastante más partido.
Los
Coros Socialistas, de Santander, que se hallaban inscriptos, no se presentaron,
alegando tener algunas bajas de orfeonistas principales.
Resultado
del Concurso:
Primer
premio, orfeón de Castro Urdiales
Segundo,
orfeón Astillero-Guarnizo
Tercero,
orfeón Montañés-Transmiera.
El
Jurado compuesto por los señores Celayeta, Bretón, Sáez de Adana, Apellániz y
Alegría.
El
ganador, el orfeón de Castro, canta de maravilla y ese día todos pudieron
saborear con deleite las bellezas de la obra de libre obligada, en la ejecución
de la cual también sus lunarcillos, casi imperceptibles, que con gran maestría
supieron cubrir los expertos castreños.
Al
orfeón de Astillero-Guarnizo en su primer concurso a que habían acudido, ha de enorgullecerles
por su triunfo legítimo.
El
Orfeón recibió muchas felicitaciones entre ellas la del alcalde, don Adolfo
Nieto y la de la Sociedad de Oficios Varios de Astillero.
Muchas
son las felicitaciones recibidas por el orfeón después del triunfo obtenido en
el concurso de orfeones de Torrelavega.
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