En los años
1925, e independientemente del nuevo dique como importante fuente de trabajo,
no constituyó ni mucho menos la principal actividad de la Empresa, pues
complementariamente recibían fuertes encargos de vagonetas mineras y trómeles
para lavaderos de mineral, vagones cisternas, etc. y fue adjudicándose muchos
concursos para el suministro de material de obras públicas, siendo las
apisonadoras lo más solicitado
El día 29 de
septiembre de 1926, se celebró un acto muy simpático, que destacaba a la
industria montañesa y especialmente a la del Astillero.
Fueron las
pruebas de taller de una apisonadora construida en los talleres del señor
Tijero, una máquina que era una verdadera maravilla de construcción y un alarde
técnica y que hablaba muy alto de la excepcional competencia del personal de
los talleres del Astillero.
Se trataba
de una apisonadora de vapor de 15 toneladas de peso en vacío y 17 toneladas en
orden de marcha, con motor Compand, monoviela y distribución cilíndrica.
La caldera
era de hogar interior, con una superficie de calefacción superior a todas las
ya conocidas. El recabutador de vapor estaba alojado en la chimenea y era de
forma especial, objeto de patente. La horquilla delantera, en sentido de la
marcha, con bastidor horizontal articulado. Las ruedas, de fundición acerada,
también especialidad de los talleres.
Tenía además
otras características que la hacían mejor a todas las conocidas, como la
capacidad de los tanques para agua y carbón y, la dirección por tornillos sin
fin y sector dentado directo al eje vertical de la máquina.
Habían
construido cinco apisonadoras con destino a las Jefaturas de León, Salamanca,
Oviedo y Valladolid y otras previstas en construcción.
Presenciaron
las pruebas realizadas con gran éxito, los señores López Argüello, don Antonio
Huidobro, Jado, Artaza, Prieto, Lavín, Piñeiro y Pardo y otras muchas que se
desplazaron hasta los talleres.
Después los
que asistieron fueron obsequiados espléndidamente en las oficinas, salieron
todas contentísimos de la visita. Hicieron los honores con toda la amabilidad,
los señores Tijero y Aresta y los hijos del señor Tijero, Casimiro, don Justo y
don Constantino.
Muchos
fueron los elogios que recibieron don Casimiro Tijero, por los logros obtenidos
sus talleres al ser uno de los más importantes centros industriales del Norte.
Durante unos
cuantos años estos Talleres del Astillero, se dedicaron entre otras
maquinarias, la construcción de apisonadoras con muchos éxitos para clientes
nacionales e internacionales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario