Para el mes de agosto de 1928, se
conocía de que dos inteligentes y laboriosos obreros de Astillero, concurririan
al Certamen Nacional de Trabajo, organizado por el Ayuntamiento de la villa bilbaína.
Uno de ellos, el joven y
estudioso, Mariano Cabriada Ranero, que, sin maestro alguno, sólo con un
poderoso esfuerzo de su clara inteligencia y con una constancia envidiable, había
conseguido ver patentado por el Ministerio del Trabajo, un aparato
mecánico-eléctrico-luminoso para anuncios y la ampliación de reformas
introducidas en el mismo, presentaría dos preciosos aparatos de su invención
entre los diferentes modelos que construirá cuando empieza a explotar el
negocio.
El otro concursante, era el
oficial de calderería de los Talleres de Astillero, Gaspar Varea, uno de los
obreros mejor capacitados en su oficio.
Presentaría el señor Varea, una
manguera de una sola pieza, de hierro, y sin costura alguna, y una cornisa para
chimeneas de barcos, también de una sola pieza, de cobre y sin costuras. Según
los técnicos, era un trabajo acabadísimo, pacienzudo y de un mérito poco común,
que ponía de relieve el dominio y gusto que en su oficio poseía el señor Varea.
El Certamen de 1927 celebrado en
Bilbao, era de carácter regional y se había convertido ese año 1928, en
carácter nacional.
Los organizadores del Certamen,
se habían inspirado desde su primer momento, en realizar una obra de educación
profesional.
Habían variado radicalmente las
bases anteriores, sustituyéndolas por otras en las que se inducia a la
realización de trabajos de sentido industrial, capaces de aplicación práctica y
de reproducción generalizada.
El objetivo era apartar al obrero
del virtuosismo inútil para ponerle frente a los problemas vivos, cuotidianos,
que habría de hallar en la práctica de su oficio. Para ello, habían organizado
además de las salas de exposiciones, un Concurso Práctico de Fundición, en el cual
se imponían al obrero temas dotados de dificultades de ejecución.
Al convocar este Certamen
nacional, tenía por primera vez un alcance puramente geográfico para la
admisión de expositores.
En su inauguración, Su Majestad,
don Alfonso XIII, en su discurso dijo:
"Para la Reina y para mi es
motivo de gran satisfacción poder inaugurar el Certamen, cuya importancia se
refleja en el número de salas y en la variedad y número de los objetos
expuestos, por lo que felicitó a la Comisión organizadora y especialmente al
Ayuntamiento de Bilbao"
En septiembre, se confirmaron la relación
de premios otorgados a los beneficiarios y entre ellos a Gaspar Varea Andrade y
a Mariano Cabriada Ranero.
Los Jurados de las distintas
Secciones que integraban el Certamen Nacional del Trabajo, emitieron los
correspondientes fallos, los que, en cumplimiento de una de las bases de su
organización, se hicieron público:
En la Sección 4ª Industria del
Hierro y otros metales, obtuvieron premio:
Premio primero: desierto
Segundo premio: desierto
Premio especial de
segunda categoría a Gaspar Varea, calderero por su manguera ventilador para
barco y cornisa para chimenea; medalla de plata, diploma y 600 pesetas en
metálico.
En la Sección Decima - Inventos,
perfeccionamientos e iniciativas - Clase Primera Grupo A:
Primer premio: desierto
Segundo premio, a Juan Alonso
Galo, por su aparato indicador de señales, medalla de plata, diploma y 1.000
pesetas.
Terceros premios, medalla de plata,
diploma y 500 pesetas, a Manuel Monforte y Joaquin Ugeno, mecánicos por una máquina
para escritura de ciegos y a José Noure Martin, moldeador, por un aparato para
moldear piezas que sean de forma espiral.
Diplomas: a Mariano
Cabriada Ranero, Primitivo Mamoler y Amadeo
López Villa.
El día 12 de septiembre, se
celebro la clausura del Certamen Nacional del Trabajo, que con tanto éxito se había
venido celebrando desde el día 17 del pasado agosto, en que fue inaugurado por
Sus Majestades y Altezas Reales.
Más de 47.000 personas, lo habían
visitado, manifestando constantemente su complacencia y agrado; tanto por el
volumen como por la calidad del Certamen y el contenido en todas sus salas, en
las que se habían expuesto productos de trabajos llegados de todas las regiones
españolas.
El acto de clausura, que presidió
el señor Ortiz de la Riva, en funciones de alcalde, asistieron miembros de la
Comisión organizadora y del Jurado, así como gran número de expositores
premiados y otros invitados.
El Certamen, cuyo éxito estaba
confirmado por la curiosidad de millares de personas, era como todas las
manifestaciones de orden social, una excelente escuela de aprendizaje. En ella,
han de aprender los organizadores a corregir los defectos encontrados; los
donantes a perseverar en sus ofrendas y los obreros a orientarse mejor en sus
ideas y sus realidades.
Después del Certamen, los objetos
expuestos se devolverían a los
expositores y se entregarían los vendidos a los adquirentes en las condiciones
anunciadas en sus días.
Fue un orgullo para el pueblo de
Astillero, que dos convecinos habían sido seleccionados en un Certamen de
Trabajo, de tanta categoría y prestigio como era este de Bilbao.
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