Los Talleres
del Astillero, siempre han sido noticias en los periódicos, que han dedicado
páginas en destacar esta importante industria, ubicada en el Astillero.
En la fecha
13 de enero de 1923, la Dirección General de Obras públicas había comunicado al
Gobierno civil la concesión de la subasta para la construcción de los cambios y
cruzamientos para la instalación de las vías del ferrocarril internacional, en
la estación de Canfranc, a los talleres del Astillero.
Por el año
1924, la Sociedad Talleres del Astillero, acaba de distribuir dos mil duros a
sus obreros, como tanto por ciento de los beneficios que había obtenido la Empresa
en el año anterior.
Por marzo de
1925, los Talleres del Astillero, después de algunas dificultades por las que había
atravesado, en un plazo relativamente corto, tuvieron que acrecentar de manera
asombrosa sus medios de trabajo con la construcción de amplias naves y
colocación de maquinaria moderna, con cuyos medios habían conseguido ponerse en
condiciones de competir con otras factorías similares.
Todo ello
publicado en la "Gaceta" de Madrid, de fecha 20 de marzo de 1925, una
Real orden en la que la Dirección general de Obras Públicas había adjudicado a
la Sociedad Talleres del Astillero, la construcción de catorce plataformas
giratorias para vía española; dieciséis plataformas giratorias para vía
francesa; nueve plataformas giratorias para vía mixta; un puente giratorio para
locomotoras y un carretón transbordador eléctrico para vagones, todo ello, con
destino a la estación de Canfranc, del ferrocarril de Zuara a Olorón.
Aparte de
otros importantes pedidos para diversas Empresas y además su dique seco no
cesaba de contar con vapores que, a pesar de la crisis del sector, entraban
para sus reparaciones de casco, máquinas y calderas, así como el de rascado y
pintado de los mismos.
Los Talleres del Astillero presidido por don Casimiro Tijero y dirigido por don Manuel Casanova, ingeniero industrial, presidente que fue del Instituto de Ingenieros civiles de España y en esas fechas vocal del Concejo Superior de Ferrocarriles, era uno de los elementos más de confianza del señor Tijero.
Don Cándido
Arrola, vice presidente del Consejo de Administración, nombre curtido en los
negocios industriales , de notoria cultura.
Don Justo
Tijero Noriega, inteligente prestigio administrativo.
Don Tomas
Tijero Noriega, secretario del Consejo y baqueteado en los grandes negocios
durante sus años en México al frente de una gran entidad.
En esas
fechas del 25 de noviembre de 1925, se encontraba reparando el magnífico vapor
"José", unos de los mayores que entraba en el puerto de Santander,
con 355 pies ingleses de eslora, 36,6 pies de manga y 24,4 de puntal, más 5.800 toneladas de carga.
Las
condiciones admirables del dique seco, con sus 355 pies de eslora, 52 de manga,
y el calado de 17 pies sobre el dintel de la puerta, situado al abrigo del
puerto de Astillero.
De la feliz
maniobra que se llevó a cabo para la entrada del "José" con los doce
pies de calado que el barco traía, el coeficiente menor de la marea de ese día
y la anterioridad a la pleamar con que se empezó la operación, fueron entre
otras razones las condiciones extraordinariamente marineras del dique, la
posibilidad de dar entrada a él, a buques de características aún mayores que
las del "José" y, sobre todo, la organización pericia y elementos
materiales y directivos con que contaba la Empresa para esas especiales operaciones.
Fue extraordinaria
la visita que se ofreció a los visitantes al entrar en la factoría. Sobre el
fondo de las nuevas naves hasta la fecha construidas para las distintas secciones
de los talleres, naves que, agrupadas en línea, estaban amparadas por el
soberbio edificio de oficinas que las encabezaba, se veía varado en el dique la
mole del "José" y un poco más allá, atracado sobre el muelle de los
talleres, la del "Esles", otro buque de la misma Compañía, de grandes
dimensiones, también, y que mientras sufría una importante reaparición en el
casco y máquinas, para catalogarlo en la primera clasificación del "Bureau
Veritas" esperaba la salida del "José" para reparar luego sus
fondos en el dique.
También la
presencia del vapor "Cántabro número 2" de la Compañía de don Angel
Portales, que desde la salida del dique días antes, terminaba sus trabajos
complementarios junto a los anteriores.
La
agrupación de tanto vapor de categoría y magnitud en torno de la factoría producía
un efecto admirable. La febril actividad dentro de todos los talleres; los
ruidos ensordecedores de las modernas máquinas de aire comprimido, que fuera
ejecutaban los trabajos de reparación en los cascos de los barcos y dentro
preparaban las piezas para su colocación a bordo: el movimiento incesante de
tanto operario, que en labor incansable, sintiéndose dirigidos y guiados por
elementos competentes, mostraban la satisfacción en el trabajo que hacían.
En los años 1927, la Sociedad Anónima Talleres del Astillero, con domicilio social en Astillero, constituía una factoría dedicada a las Construcciones Navales y Ferroviarias en gran escala, así como a las construcciones Metálicas y Mecánicas en general.
Sus
progresos en el orden económico y en el técnico fueron de tal naturaleza en
esos últimos años, que el desarrollo industrial y comercial adquirido con tal motivo
ha sido la prueba de conseguir que esta factoría era una de las más importantes
dentro de su clase, entre las del Norte de España.
La situación
y marcha de la Industria era en esas fechas tan floreciente, y los éxitos
logrados en las nuevas especialidades a que sé lanzó, tan definitivos, que ello
constituyó la causa primordial del sólido prestigio alcanzado y la razón
justificada del aprecio y consideración que a todos merecía por su actuación.
De aquellos
modestos Talleres enclavados dentro del pueblo del Astillero, origen primitivo
de la Industria, se veía creciendo los nuevos junto al mar y al lado del Dique
seco, obras todas que respondiendo a un plan seriamente concebido y
progresivamente ejecutado hasta esta fecha de 1927.
Sus modernas
y nuevas instalaciones montadas para las secciones de Calderería, Forja,
Fundición, Ajuste, Material fijo de Vía, Montaje de Vagones y Maquinaria para
Obras públicas, reparación de Locomotoras, Puentes y Carpintería, así como el
hermoso Dique seco propio con que contaba la Sociedad, dentro de la misma Factoría.
Las
orientaciones que presidian la organización de los diversos sectores de la
Industria y el numeroso personal obrero y de oficinas que las secunda y que
llegaba a tener muy cerca de 500, hacia comprender perfectamente a favorable
opinión que dentro y fuera de la Región merecía el esfuerzo realizado por la
Sociedad Talleres del Astillero.
La situación
geográfica y topográfica de sus Talleres y Dique enclavados como estaba al
abrigo de la colina del pueblo del Astillero y en el fondo de la privilegiada
Bahía de Santander, conceptuado por muchos como uno de los puertos naturales más
admirables de España, permitía asegurar para el Dique del Astillero, unas
condiciones marineras y de seguridad como tenían pocos Diques de la Península.
Por su
orientación y emplazamiento especial, no podían sufrir los perjuicios e
inconvenientes que acarrean a otros Diques, las corrientes, marejadas o fuertes
vientos: de ahí que las maniobras de atraque de los barcos a sus muelles, para
las reparaciones a flote y las de entrada, salida o estancia en el Dique para
las de casco y hélice, eran sencillas, rápidas y seguras. Ello constituía, por
otra parte, la razón principal del rotundo éxito conseguido y la explicación de
la acogida entusiasta que los armadores brindaron al Dique, al que enviaron en
gran numero todos sus barcos nacionales, y aún extranjeros algunos, buscando
economía y rapidez de los trabajos ejecutados, una justa conveniencia para su
importantes intereses.
Tenía el
Dique líneas y factura modernas, con un perfil por sus parámetros interiores en
gradería de poco saliente, con lo que se conseguía obtener grandes anchuras en
la base, facilitándose de esa manera grandemente el desenvolvimiento de los
trabajos en fondos de los barcos en él varados.
Las
dimensiones del Dique eran de 355 pies ingleses de eslora, 52 pies de manga y
20 de altura sobre picaderos y esto unido al debido emplazamiento de un ante
dique de grandes dimensiones, con sus defensas de madera apropiadas, había
permitido maniobrar con verdadera seguridad y soltura logrando de ese modo
entrar en el Dique, barcos hasta de 6.000 toneladas de carga.
La puerta
era metálica, de tipo de inmersión con cierre por presión externa, así como
apertura por flotación, desplazamiento lateral y alojamiento en el ante dique.
Constaba de instalación eléctrica propia para el funcionamiento de las bombas
interiores de achique, del agua de lastre, y el resto de sus instalaciones,
como válvulas de fondo, válvulas o compuertas de llenado del Dique, etc., eran
del más moderno sistema conocido, todo lo cual permitía dar una gran brevedad a
las operaciones, con la consiguiente ventaja en el tiempo ganado para la salida
y entrada de los barcos. La casa de máquinas próxima a la entrada del Dique,
con sus tres potentes grupos de electro-bombas, hacia lograr el achique del
mismo en menos de cuatro horas, aun en los casos más desfavorables de gran
volumen de agua a desalojar.
La
instalación de las grúas de pórtico eléctrica en proyecto, que correrían a lo
largo del Dique y ante dique, para servicio de los materiales necesarios en las
reparaciones, así como para el montaje de las calderas, máquinas, hélices y
piezas pesadas, confirmaban la opinión de muchos de que el Dique del Astillero
estaría dentro de poco utillado y equipado a una altura correspondiente a la de
los mejores conocidos, al menos en España.
La situación
y disposición de las naves de los Talleres levantadas paralelamente a lo largo
también del Dique; la nueva maquinaria instalada en ellas, los elementos de
transporte, manutención y movimiento de materiales montados últimamente en
muchas de sus secciones y, en fin, la organización de los trabajos en cada
taller con personal competente y especializado, daba una gran facilidad de
ejecución en las obras realizadas, consiguiéndose además una economía de tiempo
notable.
Todos estos
elementos acumulados para el desenvolvimiento de las construcciones Navales y
otros que respondieran a modernas orientaciones de la transformación
metalúrgica, decidieron a la Sociedad a cultivar con más intensidad las
especialidades que venía desarrollando de antiguo y lanzarse además a otras
nuevas que encajarían completamente en el cuadro de sus competencias e
instalaciones y en el de las condiciones del mercado.
De ahí el
gran impulso que se dio a la construcción de material fijo para vía (como
cambios, cruzamientos, etc.) y a la fabricación de vagones para vía ancha y
vagones y furgones para vía estrecha, entregados unos y otros en gran número a
diversas Compañías de Ferrocarriles.
También se
dedicó a la construcción de apisonadoras, con motor de vapor y de gasolina,
escarificadoras y tractores de diversos tipos y tonelajes, con proyecto propio,
que funcionaran con gran éxito en diversas Jefaturas de Obras públicas,
Diputaciones y Circuito Nacional de firmas especiales. Sus características y
condiciones, supusieron tal renovación y progreso en esta clase de máquinas y
sus resultados respondieron tan completamente a lo previsto, que ello mereció
elogios importantes de las autoridades oficiales, encargadas de su adquisición
y fue el mejor estimulo para proseguir en la tarea tan brillantemente
comenzada.
Entre
algunos trabajos que llamaron la atención de los competentes y ejecutados en
esas fechas en los Talleres del Astillero, fue por su importancia técnica, un
transbordador eléctrico para vagones de 30 toneladas de peso total, instalado y
probado en la Estación Internacional de Canfranc.
Concurrían
en el caso circunstancias especiales que obligaron a resolver dificultades
técnicas de proyecto y ejecución, no existentes en ningún aparato análogo, en
ninguna estación española, ni tampoco extranjeras, ya que por esas fechas la
estación de Canfrac era la única que tenia las mixtas Española y Francesa.
Era este de
tipo nuevo y perfectamente original, ya que con el carretón transbordador no
precisaba cortar los carriles de las vías generales de la Estación, como ocurre
en las demás existentes, aunque sí en cambio son cortados, totalmente en sus
cruces con aquellos, los del transbordador que en algunos casos, como en el
paso por las vías mixtas y esta era la originalidad y dificultad vencida,
obligando a interrupciones en dichos carriles, de 12 centímetros de longitud,
que salvaba perfectamente el transbordador sin rotarse el más leve movimiento
si golpe, en esos formidables saltos.
La solución
lo consiguieron merced a un sistema especial y nuevo de ruedas, dispuestas para
permitir, con suavidad y seguridad, los saltos aludidos, a pesar de las 30
toneladas del vagón, y las 17 del peso propio del transbordador, y su
funcionamiento fue tan perfecto y notable, que mereció por ello la Sociedad, la
aprobación unánime y la felicitación entusiasta, de una Comisión de Jefes y
Oficiales del Cuerpo de Ingenieros Militares, presidida por el General Avilés,
que se encontraba en Canfrac cuando las primeras pruebas del carretón
transbordador aludido.
Fue un
asombroso empuje realizado por la Sociedad, en el orden Económico y Técnico,
así como los progresos que se notaba en los propios Talleres.
Muy interesante este blog.
ResponderEliminarCómo se nota que la sociedad de aquellos años era mucho más dinámica y emprendedora que la actual.
Hay una pequeña errata en el primer dato que da de la eslora del dique, según más adelante se ve que eran 355 pies, al vapor José de todos modos le metieron con calzador.
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