En 1965, Astillero se encontraba
en un crecimiento notable, muchas eran las viviendas que se habían construido
en los últimos cinco años y más las que se construirían ante la demanda de
nuevos hogares.
En aquellas fincas, legitimo
orgullo de un pueblo noble y señorial, cuya historia se remonta a siglos atrás,
se elevan, como claro exponente de un pueblo que progresa, espléndidos bloques
de novísimos hogares, marcando una importante pauta en el inquebrantable
desarrollo que se venía experimentado.
En una de las nuevas
edificaciones, concretamente en la que se alza junto a la parada de los
trolebuses, se ha instalado el primer servicio de ascensores que funcionase en
Astillero.
Este edificio conocido como
"Villa Generosa", vivieron distintas familias en él, Orense, Abascal,
Lomba y Diego.
El edificio data mucho antes de
1880, cuya casa fue de veraneo del ilustre don José María Orense y donde murió
el 29 de octubre de 1880.
Años después el chalet fue
adquirido por don Federico Abascal Pérez, persona que vino procedente de la
Habana en agosto de 1888, en el vapor-correo "Ciudad Condal", a
residir en el pueblo de El Astillero.
Unos años después, en agosto de
1896, fue su esposa doña Generosa Setién, quien vino a El Astillero, procedente
de la Habana, en el vapor-correo de la Compañía Transatlántica "Santo
Domingo", junto con su hijo.
El señor Abascal, renombró al
chalet como "Villa Generosa", en honor a su esposa.
En las columnas de la portilla de
entrada, figuraba el título de "Villa Generosa" y el año 1902.
Por 1931, la familia Abascal,
vivía por entonces en Madrid y venían a veranear al balneario de Puente Viesgo.
Ya en 1933, el chalet lo venia
ocupado el sobrino del señor Abascal, Severiano Setién e incluso se utilizaba en
ocasiones como hotel.
Don Federico Abascal Pérez murió en Madrid, el 14 de enero de 1947 y fue enterrado en el cementerio de Guarnizo.
Su esposa Generosa Setién Cobo y sus hijos, Federico, José y Manuela.
Doña Generosa Setién, falleció en Astillero, el 27 de mayo de 1954, con 85 años.
Después de la Guerra Civil, años 40, la finca fue vendida al industrial del municipio, don Emilio Diego.
El señor Emilio Diego Gómez,
falleció en diciembre de 1945.
Años después, el chalet fue
ocupado por distintas familias, todas ellas de don Emilio Diego.
Tras su derrumbe, se construyo un
edificio de siete pisos.
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