Fotos cedidas por Jesús Adolfo García Alvarez de su colección particular (fotografos Hurtado-Bustamante de Torrelavega)
La Virgen de Fátima a su paso por Torrelavega.
La Virgen de
Fátima visitaría España en las fechas de mayo a noviembre de 1948, recorriendo
todo el territorial nacional, Cantabria y especialmente el pueblo de Astillero.
Esa visita
debemos considerarla histórica en el aspecto religioso, pero creo que más aún
como gran recuerdo para aquellos que pudieron verla personalmente en unas
fechas tan difíciles por entonces.
Para
Astillero, me supongo que fuese un día especial y histórico, aunque ocurrió
hace ya mucho tiempo y pocos actualmente recuerda esa fecha.
El día 21 de
septiembre, procedente de las comarcas de Caldas de Besaya y Cartes, llegaría
la Virgen de Fátima a Torrelavega.
Fue todo el
pueblo torrelaveguense, autoridades eclesiásticas y civiles a recibirla a su
llegada al lugar conocido por el Paso a Nivel de Campuzano.
Abrían paso
la cruz parroquial seguida de todas las Congregaciones y organizaciones de las
distinta Ramas de Acción Católica, con sus respectivas banderas y estandartes,
a continuación la Corporación municipal presidida por el alcalde, don Manuel
Barquin Agüero; el Clero parroquial y la Banda municipal.
Toda la
ciudad ofrecía un aspecto de gran animación y los balcones lucia colgaduras. A
la llegada de la comitiva al lugar señalado para recibir a la Virgen Blanca era
tal el gentío allí congregado que jamás se recordaba en Torrelavega tan inmensa
y abigarrada muchedumbre.
A las ocho
de la noche, hizo su entrada triunfal en Torrelavega, momento emocionantes, mientras
la muchedumbre entonaba la Salve popular.
La imagen
fue descendida de la carroza automóvil, haciendo su entrada a Torrelavega
portadas las andas por el alcalde, don Manuel Barquin y los tenientes de
alcalde, señores Cayón, Collado y Ruiz Toca.
Seguidamente
continuó la procesión de retorno hacia la parroquia, haciendo parada en la
Plaza Mayor.
A las diez
de la mañana, fue llevada en procesión desde el templo de la Asunción a la
Avenida del Generalísimo (Boulevard), en donde tuvo lugar la emocionante misa
de comunión a los enfermos, presidida por las autoridades eclesiásticas,
civiles y militares. La Virgen fue colocada en el altar levantado en dicha
Avenida y los enfermos, entre los que había bastantes paralíticos, ocuparon
sitio preferente cerca del altar.
A
continuación la Virgen fue traslada nuevamente a la parroquia.
El día 22,
por la mañana, fue llevada la Virgen de Fátima al Asilo Hospital y Casas de los
Religiosos y Religiosas de los SS.CC. y por la tarde salida de la imagen en
procesión para ser entregada en el límite de Barreda, al párroco de dicho
pueblo, para pasarla en procesión hasta el puente de la Barca.
Continuaría
el viaje por las localidades de Suances, Zurita y Renedo.
El día 24 de septiembre, a las siete menos cuarto de la tarde, la representación oficial del Ayuntamiento de Camargo, integrada por los señores alcalde, don Juan Diego Fernández y primer teniente de alcalde, don Manuel Toca Revilla, se hizo cargo de la imagen de Nuestra Señora de Fátima, que colocada en un camión artísticamente adornado, emprendió su marcha desde el lindero del término municipal.
A su paso
hasta el crucero de Revilla, fue recibida con entusiasmo por parte del
vecindario, además de niños y niñas de las escuelas, con banderas y flores.
Llegado al
punto límite del Valle, donde fue recibido por las autoridades eclesiásticas y
por el señor arcipreste, don Isaías Navarro, más un gran número de personas, de
distintos lugares cercanos de la comarca, se concentraron para recibirla, en
momentos de entusiasmo y apoteósico fervor.
Durante el
camino, hasta la tradicional ermita de Nuestra Señora del Carmen de Revilla, la
imagen fue llevada en hombros por los miembros de la Corporación, entonándose y
vitoreándola canciones.
Ya en la
capilla se rezó fervorosamente un rosario por el Padre Lamamié de Clairac y se
cantó la Salve.
Durante su
estancia en Revilla, se llevó a cabo varios actos religiosos en homenaje a
dicha Virgen.
A las tres y
media se despidió la imagen, con grandes aplausos y entusiasmo iguales en la
que su recibimiento.
Llevada de
nuevo a hombros y trasladarla al camión con destino a Muriedas.
En este
trayecto y a requerimiento del señor alcalde, el camión se detuvo frente a una
enferma que arrodillada con sus familiares en la carretera esperaba con
emocionante acto de fe.
Continuo
después a Maliaño, recorriendo primeramente la parroquia, después el convento
de las Monjas Carmelitas y por último la iglesia auxiliar, hasta que llegó en
hombros.
Acto seguido
se procedió a su entrega a las autoridades eclesiásticas y civiles de
Astillero, en el puente de Boo.
El día 25 de
septiembre, llegó la Virgen de Fátima a Astillero y fue recibida con el mismo
entusiasmo con que ha sido recibida en todos los pueblos de la provincia por
los que ha pasado.
A la entrada
del pueblo se había construido una artística puerta recubierta de flores, que
fue abierta por niñas primorosamente vestidas de ángeles.
Al paso de
la Virgen por la puerta florida se desbordó el entusiasmo de la multitud que
esperaba en aquel lugar, mientras estallaba cohetes y bombas reales anunciando
la llegada de la venerada imagen.
Seguida por
centenares de personas que agitaban al aire sus pañuelos, se dirigió a la iglesia
parroquial, donde el reverendo Padre Lamamié de Clairac dirigió unas palabras a
los fieles, acompañándole el párroco, don Francisco Martinez.
Terminado el
acto religioso, a las ocho y media de la tarde, el cortejó marchó hacia el
embarcadero de Pontejos, donde se embarcó a la Virgen en un barquito engalanado
para dirigirse al pueblo de Pontejos y siendo despedida en medio de muchísimos
aplausos y vítores.
Poco después
llegó la imagen al Sanatorio de Pedrosa, visitando algunos de los pabellones de
enfermos.
Al pasar la
imagen de la Virgen por una de las salas, una de las enfermas que padecía tuberculosis
cervical frigidez de cabeza, impaciente por ver la Virgen, antes de que llegase
a su altura volvió la cabeza para mirarla, haciéndolo con la misma facilidad
con que pudiera haberlo hecho una persona normal, sin que por ello sufriera la
menor molestia. Este hecho fue muy comentado en el Sanatorio llegando a
conocimientos de los médicos.
Continuó por
los pueblos de Pontejos, Gajano, Rubayo y Elechas antes de entrar a Pedreña,
acompañada por una multitud entre los vecinos de estas comarcas.
En Pedreña
fue recibida por autoridades y el pueblo en masa, para trasladar la imagen
hasta la iglesia de San Pedro y visitando la Casa de Ejercicios.
El domingo
28 de septiembre, llegó la Virgen de Fátima a la ciudad de Santander, la cual
se encontraba engalanada principalmente las casas que estaban dentro del
recorrido, en cuyos balcones y ventanas adornadas con colgaduras esperaban el
paso de la procesión.
A ella acudieron
una infinidad de gente que vitoreaban al aire sus pañuelos en señal de júbilo.
El
recibimiento fue grandioso y donde el pueblo santanderinos se ratificó con fervor religioso y con gran
entusiasmo.
Ese día
seria recordado y figurara en la historia religiosa de la ciudad.
A las seis y
cuarto de la tarde, se anunció la salida en Pedreña de la sagrada imagen y ya
en la zona marítima de la ciudad existía una multitud de gente de todos los
lugares esperando la llegada.
En el
embarcadero esperaban el señor Obispo de la Diócesis: doctor don José Eguino y
Trecu; el excelentísimo señor gobernador civil, don Joaquin Reguera Sevilla; el
excelentísimo señor gobernador militar; el alcalde de la ciudad, don Manuel
González Mesones; la Corporación municipal; el presidente de la Diputación, don
José Pérez Bustamante y muchas más autoridades tanto civiles como religiosos.
La imagen de
la Virgen de Fátima venia sobre una barcaza cubierta de flores y guirnaldas,
sobre un precioso pedestal de rosas y dalias dispuesto junto a una encina y
rodeada de tres niños vestidos de pastorcitos que simbolizaban los tres
videntes a quienes se les apareció la Virgen en un pueblecito portugués.
Venia
escoltada por marinos de guerra al mando del teniente de navío don Juan Herrera
y acompañada por el reverendo Padre Lamamie de Clairac, Superior de los
Jesuitas de Santander.
La barcaza
que conducía a la imagen vino remolcada desde Pedreña por la canoa
"Avellanuca", adornada con crisantemos blancos y rosas encarnadas
formando una cruz, patroneada por su propietario don José María González Sistal
y traía a su bordo al presidente de los Caballeros de San Ignacio, don Rafael
de la Vega Lamera y demás autoridades.
Numerosas
embarcaciones engalanadas daban guardia de honor y rodeaban a la que venía la
Virgen y estaban ocupadas por devotos de Maria Inmaculada, enfermeras de las
Instituciones de Santander, Congregaciones Marianas, autoridades de Pedreña, el
Clero del Arciprestazgo y numerosos devotos de Pedreña y pueblos de los
alrededores.
La imagen
fue desembarcada a hombros de marineros del buque de guerra "Tritón".
El momento del desembarque fue emocionante. La banda de música de los niños del
Hogar Provincial interpretó la Marcha Real, mientras se disparaban bombas y los
miles de personas estacionadas en los alrededores de los muelles se apiñaban
por ver y tocar la imagen de la Virgen.
Ya en tierra
se puso en marcha la procesión, portando las andas el alcalde de la ciudad y
cuatro concejales que se fueron relevando durante el recorrido por el resto de
la Corporación municipal, la provincial y la Policía Armada.
Seguido por
orden; la Cruz alzada con ciriales; estandartes y banderas de las cuatro ramas
de Acción Católica; representaciones del Clero regular y secular; Imagen de la
Virgen; autoridades, banda de música y el pueblo en masa cerrando la procesión.
La procesión
siguió por la zona marítima hasta el Paseo Pereda, para llegar al templo de
Santa Lucia para ser colocada sobre la hornacina central del altar mayor.
Seguidamente
el señor Obispo, subió al púlpito para pronunciar una elocuentísima alocución y
proclamar la llegada a la Diócesis de la Virgen de Fátima.
Tras su
visita a la ciudad de Santander, continuó recorriendo las comarcas cántabras,
llegando a tierras de Liébana para ascender al histórico Monasterio de San
Toribio de Liébana.
El miércoles
trece visitó el valle de Mena, Castro Urdiales y al día siguiente se traslado a
Laredo, Colindres, Santoña para estar de nuevo en Santander.
El día 2 de
noviembre, emprendería de nuevo las últimas visita por los pueblos de los Arciprestazgos
del occidente de la Diócesis y de la región lebaniega.
Por la
tarde, llegaría a Santillana del Mar donde se le atributó un memorable
recibimiento.
Al siguiente
siguió viaje a Comillas trasladándose a la Universidad Pontificia de Comillas y
proseguiría el recorrido hasta San Vicente de la Barquera.
Fueron dos
meses el tiempo que estuvo la Virgen Blanca por la Montaña, tras su última
visita a Cabezón de la Sal y su comarca.
El 15 de
noviembre pasa por Torrelavega para recogerse en el templo del Sagrado Corazón
de Santander, hasta el día 17, donde definitivamente viaja a su Santuario de la
Basílica de Nuestra Señora del Rosario en Portugal.
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