viernes, 26 de febrero de 2021

ASTILLERO - Cuadro Artístico (1956-1964)

 



Esperancita - Menchu Cortes - Carmen Pinilla - Mari Carmen Angulo - Cucu hija de Paquina - Blanca Mendez (niña) - Carmen Camacho - Pipina - Blanca Celia Navedo - M. José Fernández  - Cuquita Movellan -


El día 2 de septiembre de 1956, tuvo la actuación artística titulada "Atracciones" con la intervención del Cuadro Artístico local, en el Cinema Pax.

Se puso en escena números sueltos de zarzuela, canciones, bailes regionales, muy bien seleccionados todos ellos y del agrado del público.

No sería posible establecer prioridad en la enumeración de actrices y artistas. Desde las estampas montañesas del primer cuadro, hasta el apoteosis final, todo ello perfecto; el canto maravilloso y finísimo de doña Maria de la Asunción González; la veteranía de José Luis Llano; la soltura de Conchita Mediavilla en la difícil jota de Alcañiz; el garbo de Maritin Moreno; el dúo de "La Revoltosa": el cuadro de los húngaros, donde sólo faltaba el oso Nicolás amarrado debajo del carro; las hermanas Geno y Lolita de Luis; el niño solista digno sucesor de su padre, José Luis Garcia; Esteban Suárez y muchos más.

Las hermanas Mari Carmen y Maria del Pilar Camacho, Cuquita y Blanquita Movellán, Maria José y Mari Sol Fernández, Esperancita y Elvira Peña, Olguita Irusta, Blanca Celia Navedo, Maria Angeles Vaquero, Mari Carmen Menditaurigoitia, Pili Alonso, Menchu Cortés, Conchita Aguiar y las niñas pequeñitas en el vals de "La Viuda Alegre", Blanquita Méndez, Mari Celi Hierro, Amparito y Teresina Buenaga, Milagritos Angulo y Amalita Mier; Fidel López, Julito Méndez, Quiqui y Tianín Alonso; Amadeo Luis y Alberto López, y los guitarristas José Maria Sentíes y Manolín Matos y la pianista Josefina Sentíes.

Bajo la dirección de Fetina González.

La función dio comienzo a las 10,30.

 

El día 22 de septiembre, se volvió a repetir la función que se había celebrado el día 2, por insistencia del numeroso público que no pudieron ver dicha función.

 

El día 8 de agosto de 1957, se celebró las dos funciones anunciadas, con lleno total en el salón del Cinema Pax.

Números sueltos, de revistas o películas, cuplés, jotas, danzas del folklore montañés, bien seleccionadas, que salió el público muy satisfecho durante las dos horas que aproximadamente duró esta clase de espectáculos.

La señorita Fetina González llevo la dirección del espectáculo bien dirigido y con la ayuda de la notable pianista señorita Conchita Mediavilla.

Era imposible nombrar a todos los participantes, pero era de destacar los principales intérpretes, que fueron los siguientes:

El niño Alfredito Toca, que con no decir nada, hizo reír mucho; la señorita Geno Luis que cosechó muchos aplausos, aparte de su indiscutible merecimiento artístico; Mary Tin Moreno, en su actuación "España Cañi"; José Gómez, en "Candilejas"; la fina y templada voz del niño José Luis Garcia; Mari Carmen Rey en "Bombón" y las niñas Rosa Ana Tarrero en unos compases de la obra "Pizzicati" y Teresita Buenaga en su papel de Eugenia de Montijo.

Oscura, pero eficacísima, la labor de los hermanos Molino y Julito Méndez, entre bastidores, José Maria Sentíes a la guitarra y el maestro Tella en orquesta.

Un aparte merece la labor de don Andrés Navedo ante el micrófono, quien con su voz de escena y maneras teatrales, ducho en tales menesteres, supo hacer una correcta presentación de la agrupación artística.

Para estas obras teatrales, los precios fueron de palcos, 5 pesetas; butacas centrales, 10 pesetas y el resto a 8 pesetas.

Fue una fiesta sumamente agradable y sencilla y con la dirección entusiasta de la insustituible Fetina González, ya veterana en estas lides, cuyo éxito garantizaba con su fuerza de paciencia, simpatía y dinamismo.

Si brillante resultó la actuación de los mayores y sus bailes regionales, la intervención de la "gente menuda" constituyó una agradable sorpresa por el sentido artístico que demostraron.

En este grupo destacaron la gracia y buen estilo con que la niña Teresina Buenaga y el pequeño Garcia deleitaron, ella cantando un bello cuplet y él con unas jotas perfectamente entonadas, así como el número de ballet infantil.

 

El viernes 25 septiembre 1964, se celebró la función benéfica en la que participaron los antiguos componentes del "Cuadro Artístico Parroquial" quienes se encontraban alejados de los escenarios unos años y que vuelven a subirse al escenario.

Estos miembros con afán solidario se han reunido de nuevo sacrificando sus obligaciones y han preparado un gran montaje para el disfrute de los espectadores.

La obra que se puso en escena fue la "Puebla de las mujeres", con el siguiente reparto:

Concha Puerto: por Pilar Mier del Cerro.
Juanita la Rosa: Rosa Maria Mier.
Santita: Fetina González.
Doña Belén: Lolina Jimenez
Angela_ Maria Lolis Villalobos.
Pilar: Maria Dolores Cabriada.
Dueguilla: Maria Cristina Villalobos.
Adolfo: José Luis Llanos.
Don Cecilio: Enrique Alonso
Pepe Lora: Joselín Sierra.
Guitarra: Jesús del Campo
Señor sacristán: Luis Molino
Apuntador: Garrote.

Fue un éxito tanto de taquilla, como de organización, llenando todo el aforo del Cinema Pax.

 

En octubre de 1964, de nuevo el "Cuadro Parroquial" volvieron a representar la obra "Puebla de las mujeres" con un brillante éxito.

 

 

 

 

 

 


viernes, 19 de febrero de 2021

ASTILLERO vertidos de fangos (1.888-1.913)

 







El nombre de Astillero, fue por dos motivos el que figurase en los titulares de la prensa nacional, el primero por las huelgas que se produjeron en el año 1906 y el segundo por los vertidos de residuos de los lavaderos de mineral  en la ría,  en 1904.

Este último tema, dio lugar, en su día, a más discusiones y polémicas que las mismas huelgas

 

Por el año 1888, ya era conveniente que seria para el Puerto, el dragado en los muelles de los embarcaderos de San Salvador.

Hacía días, en marzo de 1888, se encontraba fondeados frente al Astillero, cinco hermosos buques de vela procedentes de los Estados Unidos, cargados de petróleo para la fábrica de refinería.

Mientras otros buques, les era difícil, poder descarga  y lo mucho que les costaba hacer la operación a flote, por no reunir los muelles condiciones suficientes. En el muelle de San José en San Salvador se encontraba en esas fecha con veinte y dos pies de fango.

 

En marzo de 1893, un tren completo de dragado pasó a ensanchar y profundizar el canal del Astillero, recorriendo el banco de arena y fango situado al Oeste del lazareto de Pedrosa.

A fin de dejar una profundidad de cuatro metros en baja mar viva, que se consideraba suficiente para los grandes buques de transporte de petróleo que atracaban en los muelles de estas fábricas.

En abril, la Junta de Obras del Puerto, había resuelto que se procedería al dragado de la canal que iba a el Astillero, dividiéndole en dos secciones; una de 60.000 metros para conseguir un aumento de tres metros en el calado y otra de 80.000 metros.

 

Por 1897, los prácticos que conducían los buques, temían encallar, cuando iban entre la canal del Carmen y la isleta llamada de La Paloma, aunque salían en mareas altas para no tropezar en unas rocas del fondo de la canal, o en los muchos aterramientos que iban estrechando sus márgenes, hasta el punto de serles muy difícil dirigir los buques por el centro de la pronunciada curva y contracurva a que había quedado reducida la canal de la ría.

Existía además en el Astillero, una roca aislada, próximo al muelle de los vapores Corconeras, que impidió a los barcos mayores hacer las maniobras de ciaboga cuando tenía que atracar o salir de los muelles embarcaderos .

 

A finales del trimestre del año 1900, quedo terminado el dragado en la canal, entre el Astillero y los muelles de San Salvador, y colocada la draga en la punta que forma la confluencia de las rías de Solía y del Astillero. Como esta punta era de roca, se limitó el trabajo a la limpia de la arena y del fango depositado sobre ella, en un metro de altura. Se extrajeron 1.500 metros cúbicos de fango en la ría.

En Astillero se abrió un trozo de canal en la ría en 300 metros de longitud y 40 de ancho en la parte alta de la misma, para dar acceso al muelle de San Salvador y se volaron varios arrecifes de roca en la curva que describe el derrotero al llegar a la confluencia del canal del Carmen.

 

Por Real Decreto de fecha 16 de noviembre de 1900, se aprobó el Reglamento para corregir y evitar los abusos que se venían cometiendo en los lavaderos de minerales arrojando a los cauces públicos los residuos del lavado, causando con ello grandes perjuicios por diferentes y múltiples conceptos; otro teniendo en cuenta la importancia de la industria minera y lo beneficioso que era su desarrollo, dictar reglas para su fácil desenvolvimiento, en la parte referente a la bonificación del mineral por el procedimiento del lavado y para la formación de escombreras, cuidando al mismo tiempo de que se cumplan cuanto es debido los preceptos de las Leyes.

Este Reglamento se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia, con fecha 31 de octubre de 1901.

 

El día 5 de agosto de 1902, el mismo en que reventaba un depósito de residuos minerales de la Sociedad La Paulina en Camargo, causando 14 muertos, se abría la primera sesión de una Asamblea que los alcaldes castellanos celebraban en la Casa Consistorial de Santander.

En esta reunión, el Alcalde de Astillero, enérgicamente pidió que se interesase de la Superioridad, que dictase disposición en virtud de la cual se prohibiese terminantemente verter en las rías, los residuos del lavado de minerales.

Era obvio decir que fundamentaba su argumentación en el daño que se originaba a los pueblos que han de hacer uso de estas aguas y en el peligro que suponía para la navegación, al reducirse el fondo de las mismas.

 

El 23 de enero de 1903, los propietarios y representantes de las minas cuyos sedimentos van a parar a la día del Astillero, tomaron ciertos acuerdos, levantándose acta y dado conocimiento a la Junta de Obras del Puerto, a la aprobación de la cual había de someterse.

Uno de los acuerdos, los mineros se ofrecían a satisfacer el aumento del impuesto que se acordase sobre el de 0,25 pesetas, que venían pagando por tonelada de mineral, pero  bajo la seguridad de que dicho aumento íntegro había de dedicarse a la conservación de las rías de San Salvador y del Astillero.

El "cegamiento" de la ría del Astillero había sido tan rápido que todos lo habían pronosticado y sin embargo, nadie había hecho algo para evitarlo.

Las condiciones de aquellos canales seguían empeorando rápidamente, por desgracia, llegando al año 1904 al fango acumulado y a dificultar el atraque de buques a los muelles.

De nada o de muy poco valía el servicio que prestaba el tren de dragado de la Junta del Puerto ante la enormidad del volumen de fango que por los cauces de las rías de Tijero y Solía bajaban de aquellas minas a la confluencia de ambas en donde estaban instalados los muelles.

 

En el año 1904, los periódicos "La Atalaya", "La Voz Montañesa" y "El Cantábrico", publicaron diversos artículos lamentándose de que los fangos se vertieran en la ría, ocasionando con ello serias amenazas para la navegación.

Para evitar estos males, se realizaron activas gestiones, principalmente por parte de las primeras autoridades provinciales, el Gobernador Civil, el señor Comandante Militar de Marina y, la Junta de Obras del Puerto de Santander...

En marzo de 1904, el Ingeniero encargado del dragado y de la vigilancia de las rías del Astillero, comunicaban que el día 23 de febrero, las minas de Solía, Liaño y San Salvador, no suspendieron el lavado cuanto estaba ya completamente lleno y vertieron las aguas sucias del lavadero a la ría, por encima del cierre de las mismas.

Que las minas de Solía y Liaño, abrían sus compuertas de desagüe sin esperar a que se verificase la decantación debida.

Que las minas de Heras, no había hecho el cierre de la marisma en la forma prescrita para verificar la sedimentación de los fangos y la decantación de las aguas sobrantes. Entre tanto seguían vertiéndose a las rías cantidades considerables de fangos, lo que unido a arrastres que hacían las corrientes de marea de lo ya depositado en los cauces, produciendo aterramientos hasta los mismos muelles de Santander.

Como consecuencia de ello y al progresivo aumento de los sedimentos de tierras minerales y próximo peligro de que se cierre la navegación en la ría del Astillero.

La Junta sostenía que hacía dos años un tren de dragado en San Salvador, origen de dicha ría, y gastando una cantidad mensual que se aproximaba a 12.000 pesetas, para extraer los fangos procedentes del lavado de minerales.

La Real Orden de 29 de marzo de 1904, estableció un arbitrio extraordinario de 0,25 pesetas por tonelada de mineral que se produjera y cuyos lavaderos vertiesen sus aguas residuales en la bahía de Santander, a pagar a la Junta de Obras del Puerto, cuyo importe se destinaria íntegramente a los trabajos de dragado y mejoras de la ría.

Este Decreto desató las iras de la comarca pues implicaba expresa autorización para hacer precisamente lo que se quería evitar a toda costa.

"La Voz Montañesa" en su número 17 de abril, dedico un importante artículo a este tema del enfangamiento de la ría, que titulaba: "La pérdida del puerto -Esto es el acabose- El hambre en puertas-Cúmplase la Ley y caiga el que cayere-Guapo mozo, como hay Dios".




El periódico "La Atalaya" en su número de 1º de julio de 1904, en su suelto que titulaba, "Hasta cuándo", decía:

"El cabo de mar de esta Comandancia, de servicio en El Astillero, había dirigido a su superior jerárquico un parte en el que le daba cuenta de sus observaciones sobre los sedimentos minerales que constantemente se vertían a la bahía.

-Dice que, cumpliendo su cometido en la ría del Astillero, ha notado que cada día crece más el fondo fangoso formado por los sedimentos minerales de los lavaderos.

-Añade que los mineros ejercen también vigilancia para contrarrestar la suya, y así que notan su presencia, cierran presurosamente las compuertas de las marismas para que él no vea la salida de los fangos de la ría.

-A pesar de estas precauciones, el día 23 observó que la marisma de Morero estaba llena a las seis de la tarde, y a las diez de la noche ya había sido vaciada, vertiendo los sedimentos minerales a la ría. Al reconocer la marisma, encontró las compuertas cerradas, pero fresco aún el rastro que los sedimentos habían dejado al salir por ellas.

-Otro tanto-dice- sucede en la mina Complemento. A las dos horas de ver llena la marisma, encuéntrala ya vacía indefectiblemente por haberse vertido en la ría los fangos procedentes del lavado del mineral.

-En mayor o menor escala, según afirma el aludido cabo de mar, todas las minas de aquellos contornos arrojan a la ría sus sedimentos.

-Los fangos, pues, continúan invadiendo los cauces de las rías.

-¿Hasta cuándo?




Este asunto del enfangamiento de la ría, culminó con un movido debate en la Alta Cámara a mediados de noviembre de 1904, entre don Juan de Ranero, senador culto, unido a la Montaña por sentimientos de gran cariño y lazos de parentesco, y el Ministro de Agricultura, Industria y Comercio y Obras Publicas, Allende Salazar.

Hizo el primero una exposición de los hechos, destacando la amenaza del encenagamiento de la ría para la navegación de barcos de gran tonelaje en el puerto del Astillero, y el señor Ministro le replicó destacando lo que se había legislado sobre el particular prometiéndole que, a pesar de las dificultades que habían surgido, se atendería debidamente al dragado de la ría con los recursos previstos en la Ley dictada al efecto.

Las compañías mineras pagaban muchas multas de 500 pesetas por infringir órdenes emanadas de la Autoridad, prohibiendo el vertido de fangos a la ría, pero el tiempo demostró que este sistema tampoco resolvía el problema.

La población de Santander, el gremio de pescadores principalmente se sumó a la protesta y entregó a los Poderes públicos una amplia exposición de hechos firmada por dos mil quinientas personas, exposición que se entregó solemnemente el día 26 de octubre de 1906 en el Gobierno Civil, por una numerosa manifestación popular que, con los comercios cerrados, recorrió las calles de Santander, desde Puerto Chico a la Avenida Alfonso XIII, con banderas y pancartas.

Iban en primer lugar las blancas, como simbolizando que la manifestación era pacífica y que de esta forma solicitaba justicia.

La última, sin embargo, era roja y llevaba un letrero que decía: ¿Viva la Unión!. Y debajo iba dibujado un ojo grande. Significaba que había que tener cuidado con herir los intereses generales del pueblo.

La manifestación, una vez cumplido su importante cometido, se disolvió pacíficamente.

Los medios con que contaba la Junta para neutralizar los efectos del vertido de residuos a la ría, eran a todas luces, insuficientes, a pesar del refuerzo que suponía la aportación del canon establecido por cada tonelada de mineral que se lavaba y del gánguil de 250 m3 de capacidad que entregaron las compañías minerales a la Junta para reforzar su tren de dragado.

La ría recibía mucho más fango que el que podía extraer la Junta y, consiguientemente, su profundidad experimentaba una alarmante disminución.

Además, y esto no afectaba tanto al Astillero, algún pueblo de la bahía, se quedo sin agua para sus servicios domésticos, porque el rio Cubas y Miera del que se servían, estaba contaminado por los residuos en cuestión y su agua no era potable.

El problema de los fangos, al no ser exclusivo de la ría de Astillero, porque también se presentaba en otras zonas de la nación, aunque no con la misma gravedad, pretendía el Gobierno solucionarlo, sin conseguirlo, mediante disposiciones generales.

 

Por marzo de 1908, la ría del Astillero, que en 1898 llegó a disminuir su calado a dos metros entre el muelle de la Orconera y el fondeadero de San Salvador y en cuya canal ocurrieron algunas varaduras, haciéndose imposible la navegación a horas distintas de las de las pleamares, habían desaparecido y la ría se encontraba perfectamente navegable, en toda su longitud para buques de 18 o 19 pies de calado, desde media marea en adelante.

 

En mayo de 1913, seguía los problemas, y en el Tribunal Supremo existía un expediente por pleitos presentado por la Sociedad The San Salvador y Iron Ore Company Limited, contra la Real Orden expedida por el Ministerio de Fomento en 8 de abril de 1913, sobre indemnización por vertido de fangos en la ría de Solía, afluente de la del Astillero.

En septiembre de 1913, el Presidente de la Cámara de Comercio, daba el siguiente dato:

El muelle de Nueva Montaña, sirve para 300 pies de eslora y 19 de calado; el de Orconera y el de Desmarais, ambos en el Astillero, para 19 pies; el del ferrocarril de Santander a Bilbao, para 260 pies de eslora y 18,5 de calado y el de San Salvador, para 230 pies de eslora y 19 de calado.

 

Este problema de los fangos, desde esos años hasta no mucho, siempre han existido, gracias a los dragados que se han venido realizando, aunque no muy paródicos, han solucionado de alguna manera el fondo de la ría.

 

En Astillero, efectivamente, el problema lo tiene solucionado, con los Talleres del Astillero, quienes vigilan y protege la ría para poder llegar los buques  a sus diques y si nos referimos a la ría de Solía, esta ya no es navegable, desde hace muchísimo tiempo.

 

Desde 1913, siempre ha estado presente los vertidos de la ría de Astillero.








 






 


viernes, 12 de febrero de 2021

EL SEMINARIO CANTABRO o COLEGIO CANTABRO, en Astillero

 






El Seminario Cántabro o Colegio Cántabro



La casa más antigua de Astillero erigida en el año 1748, por el brigadier don Roque Francisco Herrera, caballero de la Orden de Santiago y marques de Conquista Real para vivienda de la maestranza, entre cuyos hombres ilustres cabe destacar a Fernández de Isla, la cual fue habilitada posteriormente para escuela en el año 1800, bajo el nombre de Colegio Cántabro, manteniéndose como tal hasta 1808, que fue cerrada como consecuencia de la invasión de España por Napoleón

 

El Seminario Cántabro fue creado por la Real Sociedad Cantábrica de Amigos del País, que se instaló en el Astillero y pasaron a él los estudios de Náutica.

La fundación del Seminario Cantábrico fue concedida por Real Orden firmada por Carlos IV, en Aranjuez el 9 de marzo de 1801. El documento aparece refrendado por el ilustre montañés don Pedro de Ceballos, ministro del Estado en varias ocasiones, á quién Santander y su provincia debió grandes beneficios.

El escritor aragonés, de Monzón, don José Mor de Fuentes, vino a la Montaña en el año 1802, enviado por la Sociedad Cantábrica, cuyo presidente era el Duque del Infantado. La Delegación de Madrid firmó con el señor Mor de Fuentes, un contrato para fundar un seminario en Comillas, parecido al que funcionaba en Vergara.

En el contrato figuraba el ofrecimiento de una dotación de 10.000 reales, casa, manutención, lavandera, correo, la dirección interna del Colegio y la cátedra de Humanidades.

Se eligió, aunque requería reformas un edificio de la fundación del arzobispo de Lima, Fernández de Castro, natural de Comillas, pero la escasez de recursos y la oposición del obispo de Santander, don Rafael Luarca, obligaron al mandatario a desistir del proyecto, por considerarlo irrealizable, sin siquiera intentar su inauguración.

El señor Mor de Fuentes se indispuso con la Delegación de Madrid y al romper con la Sociedad Cantábrica, encargó ésta entonces el desarrollo del proyecto, a don Juan Arguedas, que había sido marino y trasladó el establecimiento de Comillas al Astillero, donde se instaló en la "Casa del Rey", con el nombre de Colegio Cántabro.

En ese Colegio se educaba la juventud del pueblo, y era como una segunda enseñanza, aunque de ámbito reducido y escaso alcance.

 

Con tanta actividad se procedió á la organización del Seminario, que el 18 de julio de 1801, se publicó ya el plan general de estudios de aquel centro de enseñanza. Este plan era extenso y abarcaba un sin número de asignaturas.

Disponían en él, con referencia a la enseñanza de la Náutica, que se explicase Cosmografía, uso de la Esfera, Geografía e Hidrografía y también Pilotaje.

Pasados bastantes años, cuando ya hacia 14 o 15 que el Seminario Cantábrico había dejado de existir, el Real Consulado de Comercio dio nueva organización a los estudios de Náutica y a la enseñanza mercantil.

 

 

En 1804, por Real Decreto de fecha 11 de noviembre, se consideraba al "Seminario Cántabro", puesto al cuidado y bajo la protección de la Sociedad Cantábrica por el Rey don Carlos IV, los mismos fueros, gracias y constituciones del Real Seminario de nobles de Madrid.

Tuvo su principio en la villa de Comillas y luego se trasladó al Real Astillero de Guarnizo.

Primeramente estuvieron en Santander, para definitivamente sin haber terminado aún las obras, trasladarse a el Astillero el 20 de junio de 1807.

Fue el 14 de diciembre de 1808, cuando el señor Doebely, presentó el papel que decía: "En todo el día de hoy se trasladara el Seminario Cantábrico al real edificio de Corbán por necesitar S.M. ese del Astillero para su real servicio. D. José Doebly estaba encargado de proporcionar todo lo necesario para el efecto. Santander 14 de diciembre de 1808. Francisco Amoros".

 

La mejor época del Seminario Cántabro fue la que medió desde el año 1806 a 1808, en que llegó a reunir unos ochenta seminaristas. Su plan de estudio era vasto y contaba con profesores notables.

Tenía escuela de primeras letras, cátedras de dibujo de figura, de adorno con lápiz, a la aguada, tinta china y colores, planos y pintura al óleo; cátedras con humanidades con los idiomas castellano, latín, francés, inglés, alemán, italiano y griego; de retórica, poética, historia, cronología y geografía; de ideología, filosofía moral, física y experimental, matemáticas puras, mineralogía y química.

Las había, además, de teología moral y disciplina eclesiástica.

Las circunstancias que sobrevinieron con motivo de la Guerra de la Independencia fueron causa de su decaimiento y luego de su completa extinción.

Fue don Alejandro Rodriguez Cosgaya quien fundó la Obra Pía conocida con el nombre de "Espinama", con un capital próximamente de cinco millones de reales, la mayor parte en "Vales reales", cuyo valor caducó y otra parte en censos y rentas que han desaparecido en casi su totalidad por las vicisitudes de los tiempos, y muy especialmente por la guerra de la Independencia. Lo poco que se había salvado del naufragio estaba agregado al Instituto Provincial, y constituía la pequeña renta de que disfrutaba esta institución.

La inmensas riquezas del fundado fueron consagradas por el mismo a la enseñanza dándose esta en el "Seminario Cántabro" establecido en Astillero, donde se estudiaba entre otras materias, la Náutica y el Comercio, para cuyo objeto contaba a principios de este siglo con una renta de ciento catorce mil reales. Más la vida de este establecimiento tan floreciente se extinguió el año II con la invasión francesa, dando esta origen, no solo a la desaparición del Seminario, sino también a sus cuantiosas rentas.

El fundador se llamó don Alejandro Rodriguez de Cosgaya, más conocido en Liébana por el pastor de Aliva.

Nacido en el pueblo de Espinama el año 1688, durante su primer juventud vivió dedicado a las faenas del pastoreo. Mozo ya, emigró a América, donde alcanzó otro prodigio, cuantiosos bienes de fortuna.

La Obrapia de Espinama, el sueño que el pastor acariciase en los elevados riscos de Liébana, fue convertido en realidad. Cosgaya murió en Méjico, dejando doce millones de reales para la Obrapía; otros doce millones de reales, por si los doce primeros no bastasen para la realización de sus proyectos, y, por último, otros doce millones más, si necesarios se considerasen, para dejar completamente establecida la Obrapia.

El Consejo de Estado aprobó la fundación el 9 de agosto de 1778, figurando tan solo ya con un capital de unos cinco millones de reales aproximadamente.

Empleada una parte de este capital en "Vales Reales", hubo de desaparecer por caducidad de estos valores. El resto, que representaba la mayor parte del capital, estaba colocado en censos y rentas que con el tiempo, y por diversas vicisitudes, principalmente por la guerra de la Independencia desapareció casi en su totalidad.

Primeramente las rentas de la Obrapía de Espinama fueron aplicadas al sostenimiento del Seminario Cántabro, establecido en el Real Astillero de Guarnizo, donde se cursaban, entre otras enseñanzas, la Náutica y el Comercio, para cuyo objeto contaba a principios del siglo XIX con una renta de 114.000 reales.

 

La vida del Seminario Cántabro, que tuvo época muy floreciente, se extinguió en 1808, con motivo de la invasión francesa, dando esta guerra lugar no solo a la desaparición de este establecimiento de enseñanza, sino también a que se evaporasen sus escasas rentas.

 

En el año 1809 hubo que cerrar este Colegio, debido a las movilización que requirió la guerra de la Independencia, y ya no se volvió a abrir como tal.

Desde aquella época, figuraba en el descansillo de su amplia escalera un medallón adosado a la pared, que representa a Minerva, diosa de la Sabiduría.

 

Las rentas de la fundación de este Colegio, así como otras de idéntica naturaleza, tales como las de Villacarriedo, Liébana y aún de fuera de la provincia, pasaron a engrosar, a través de la Beneficencia, la dotación del Instituto de Segunda Enseñanza de Santander, que se inauguró el día 3 de noviembre de 1838, el mismo día en que se conmemoraba el quinto aniversario de la célebre acción de Vargas, entre liberales y carlistas.

Después, a la "Casa del Rey", se la denominó "Colegio de la Marina", no porque la Marina la hubiera dedicado a Colegio, propio en ningún momento, sino porque en ese edificio, que fue anteriormente propiedad de la Marina, funcionó, entre los años 1803 y 1809, el Colegio Cántabro, que también se denominó Seminario Cántabro, por analogía con el Seminario de Vergara, en el que se inspiró.

 

El BO de la Provincia de Santander, con fecha 17 de agosto de 1835, daban la noticia de que el sábado 15 de agosto, entraba en el puerto un vapor ingles conduciendo a su bordo 400 hombres escoceses de la legión del Reino Unido, los que se acuartelaron el mismo día en el edificio destinado a Colegio Cántabro en el Astillero.

Habían desembarcado ya por este punto como 2.200 hombres, y se esperan 400 caballos que deben llegar de hoy a mañana, para lo que se están disponiendo de cuadras y cuarteles.

 

Esta casa, que merced a la utilidad que tuvo durante 1800 a 1808, siempre fue denominada y conocida por "Casa del Colegio", se vería deshabitada en las fechas de mayo de 1973, al desalojarla el último inquilino, don Marcelino Manterola, el cual no pasará a la historia del edificio, pero si estará en boca de cuantos la comenten por haber sido el último morador de un edificio con historia y 225 años de antigüedad.

La "Casa Cuartel" o "Colegio Cántabro" y conocido también como "Colegio de la Marina", estaba situada en la calle San José, cerca de la Iglesia.

Tras desaparecer como tal el Colegio Cántabro, el edificio continuó instalándose las Escuelas Municipales hasta que éstas se trasladaron al edificio de la Casa Consistorial, hoy Ayuntamiento de Astillero.

 

Esta parte derruida la levantó el general don Antonio Gaztañeta, en el primer tercio del siglo XVIII, para alojamiento de la guarnición y oficinas generales del Real Astillero de Guarnizo. La parte Norte, todavía en pie, la levantó en el año 1746, don Roque Martínez de Herrera, marqués de Conquista Real, cuando se hallaba al frente del Astillero.

En este edificio, pues, aplicó su actividad y portentoso talento don José Campillo y Cossio, teniendo de ayudante a don Cenón de Somodevilla, más tarde marqués de la Ensenada.

Tan grande era ya en esta época el prestigio de Campillo, que Felipe V le llamó para suceder a don José Patiño, fallecido el año anterior.

En el año 1895, el Ayuntamiento del Astillero puso el nombre de este extraordinario personaje a una de sus principales calles, pero luego se lo quitó otra Corporación menos sensible, sin duda, al mandato histórico.

Cuando el general Gastañeta ordenó levantar el pabellón, que acaba de desaparecer, no existían limitaciones ordenancista, urbanísticas ni la Ley de Suelo. Eligió, pues, el lugar más bello, más agradable y estratégico de toda la zona en que con el transcurso de los años se iría levantando el pueblo de Astillero.

Sobre este histórico solar del Real Astillero de Guarnizo, se alzaría  un nuevo y magnifico grupo de viviendas, cuyos moradores ignorarán probablemente, sin nada ni nadie se lo recuerde, que allí mismo se estudiaron y diseñaron los planos constructivos de aquellos célebres navíos que tanta gloria y fama dieron por aquella época a la marina española.

En este edificio existía una placa adosada en una de las fachadas con la inscripción del año de construcción. ¿donde se encontrara dicha placa?

El hecho de que después se instalaran en él, en etapas sucesivas y durante muchos años, las Escuelas de primeras letras de los niños del Municipio, contribuyó a que este notable edificio conservara a través del tiempo el honroso nombre de Colegio.

Hoy en día, su labor está ocupado por un edificio, denominado "Las Anclas", y está dedicado a hotel; sin embargo, el recuerdo y la historia de él permanecerán siempre unidos al viejo Astillero, formando parte de la historia de un pueblo.

Por los años 80, quedó derrumbado el edificio.

De esta casa, los únicos recuerdos que tengo, es haberla visto muchas veces, pero lo que siempre recuerdo son los carteles de cine, donde uno se fijaba que películas se proyectaba en los cines.

 





EL COLEGIO "La Casa del Rey"

  

Una publicación de don Nemesio Mercapide en el diario ALERTA del 6 de noviembre de 1970.

 

HISTORIA Y DERRIBO DE "EL COLEGIO" del ASTILLERO

"Coincide con la caída otoñal de la hoja, la caída de parte de un edificio histórico del Astillero "El Colegio", denominado también anteriormente "La Casa del Rey", uno de los más antiguos de la localidad. No han quedado ni los cimientos por mor de una pala excavadora, infernal logro tecnológico moderno.

Esta parte derruida la levantó el general don Antonio Gaztañeta, en el primer tercio del siglo XVIII, para alojamiento de la guarnición y oficinas generales del Real Astillero de Guarnizo. La parte Norte, todavía en pie, la levantó en el año 1746 don Roque Martínez de Herrera, marqués de Conquista Real, cuando se hallaba al frente del Astillero.

En este edificio, pues, aplicó su actividad y portentoso talento don José Campillo y Cossío, teniendo de ayudante a don Cenón de Somodevilla, más tarde marqués de la Ensenada.

Tan grande era ya en esta época el prestigio de Campillo, que Felipe VI le llamó para suceder a don José Patiño, fallecido el año anterior.

UNA ANECDOTA

La siguiente anécdota refleja la honradez y entera de Campillo.

Siendo titular de las Secretarias de Hacienda y Estado y, poco después, además de los Ministerio de Guerra, Marina e Indias, la reina Isabel de Farnesio, encargó a París unas joyas, el pago de cuya factura ordenó que fuera hecho por el embajador de España en Paris, príncipe de Campoflorido.

Este señor escribía después frecuentemente a nuestro ministro Campillo que le enviase el importe de la factura para proceder a su abono, pero pasaba el tiempo y en la Embajada, no se recibían ni siquiera las pagas del personal; cuanto menos dinero para pagar superfluidades o despilfarros aunque fuesen reales.

En vista de ello, el embajador se dirigió al propio rey y éste mando, en diversas ocasiones, notas a Campillo para que atendiese la petición del embajador en París, pero el ministro daba largas al asunto, contestándole que primero eran los pagos vencidos de los dos Ejércitos, que en aquella época operaban simultáneamente en Italia.

Convencido el rey de que tampoco él podía sacar este dinero a su ministro, recurrió al siguiente ardid. Pidió directamente a don Martin de Loynaz y don Félix Davalillos, administradores de la renta del Tabaco, que le manifestaran el dinero que tenían en efectivo en aquel momento. Al conocer el rey este dato, les ordenó que enviaran directamente al embajador en Paris la cantidad que tantas veces tenia reclamada.

EL SASTRE DEL ENTREMES

Esta treta costó al rey tener "de morros" a su ministro, el cual ante sus amigos se quejaba diciendo: "Yo soy el sastre del entremés; tras de cornudo, apaleado". No se sabe cuál hubiera sido el desenlace político de este hecho que pudiera considerarse anecdótico, porque Campillo falleció casi repentinamente a los pocos días. La patria y los reyes le rindieron a su muerte los máximos honores.

En el año 1895, el Ayuntamiento de Astillero puso el nombre de este extraordinario personaje a una de sus principales calles, pero luego se lo quitó otra Corporación menos sensible, sin duda, al mandato histórico.

EL LUGAR MAS BELLO

Cuando el general Gastañeta ordenó levantar el pabellón que acaba de desaparecer, no existían limitaciones ordenancistas, urbanísticas ni la Ley del Suelo. Eligió, pues, el lugar más bello, más agradable y estratégico de toda la zona en que con el transcurso de los años si iría levantando el pueblo de Astillero.

Sobre este histórico solar del Real Astillero de Guarnizo, se alzará en breve un nuevo y magnifico grupo de viviendas, cuyos moradores ignorarán posiblemente, sin que nada ni nadie se lo recuerde, que allí mismo se estudiaron y diseñaron los planos constructivos de aquellos célebres navíos que tanta gloria y fama dieron por aquella época a la marina española.