viernes, 29 de noviembre de 2019

MUSEO DEL REAL ASTILLERO-GUARNIZO inaugurado el 22 agosto de 1948



22 agosto de 1948






Por abril de 1942, la idea de la Diputación Provincial, era de señalizar de modo permanente y visible aquellos lugares de la Montaña que pudieran ser considerados como dignos de especial recuerdo por su acusada significación en los anales de la Historia española.

Con una lápida o un mojón tendrían un emocionado y perenne homenaje los mejores hechos de nuestra historia provincial. Entre esta preocupación que los investigadores provinciales sentían por instalar hitos históricos en aquellos lugares de la Montaña, que lo merecerían, Guarnizo ocupaba un lugar preferente.

En el siglo XVIII, en los astilleros de Guarnizo construían los mejores barcos, orgullo de España y de la Montaña.

Donde estaban las chimeneas de Astillero que desplegaban al viento el humo de su potencia fabril, hubo en otra época la más hermosa instalación naviera del norte de España: el Real Astillero de Guarnizo. En la histórica ría de Solía tocaron agua por vez primera las quillas de los más valientes navíos y fragatas.

Guarnizo era, ciertamente, el astillero que recogía las mayores preocupaciones de los Gobiernos del entonces; para la guerra, la actividad o la negligencia de aquellos constructores navales, podía significar el orgullo de la victoria o el pesar de la derrota.

Como Guarnizo había escrito una de las más brillantes páginas de nuestra historia, iba a tener su museo conmemorativo abierto a la más grande de las admiraciones.

Para ello, el Centro de Estudios Montañeses se ocupaba de este interesante asunto. Uno de sus miembros, don Tomás Maza Solano, iba a poner todo su entusiasmo en la obra.

El lugar señalado, fue el adosado al ábside de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de Muslera.

El proyecto se le habían asignado al arquitecto de la Diputación, señor Hernández Morales y el Ministerio de la Marina, había donado veinte mil pesetas para tal fin.

El proyecto de reforma del inmuebles para adaptarlo a su nuevo uso, la maqueta llegó a exponerse en el local de Gerardo Pombo, en el nº 35 del Paseo Pereda.

Una vez ejecutados las obras de restauración del edificio en colaboración con el Museo Naval, quienes habian prestado un gran apoyo, se traerían maquetas de los buques construidos en Guarnizo, planos, dibujos, grabados de la época, elementos propios de los navíos; cañones de los que se construían en la fábrica de La Cavada, retratos de los más destacados navieros y cuantos objetos se obtenga dignos de figurar en el museo.



A primeros de diciembre de 1945, una Comisión Provincial aprobó el proyecto redactado por el arquitecto de la Diputación, para la construcción del Museo del Real Astillero de Guarnizo.

La idea había sido presentada por el Ministerio de Marina, quienes habían concedido para tal fin una subvención de 20.000 pesetas..

El Museo había que instalarse en el viejo edificio existente en el pueblo de Guarnizo, donde estuvo emplazado el Real Astillero que regentó en sus primeros años el entonces oficial de la Real Armada y comisario de matriculas de la costa cantábrica, Marques de la Ensenada.

Dicho edificio, que se encontraba en estado semiruinoso, había sido comprado por la Diputación Provincial a su anterior propietario, don Federico Serna, en el precio de venta de 10.650 pesetas.

Y en él habia de invertirse en obras de consolidación, reforma e instalación la cantidad de 88.349,27 pesetas.

Una vez que estaria acondicionado el edificio, serian llevados al nuevo Museo del Real Astillero, los documentos históricos, cuadros y objetos que procedentes del mismo se encuentran diseminados en otros centros culturales de Santander y provincia.



Por las fechas de 1947, el Patronato del Museo, acordó retirar del Museo Municipal el retrato del Almirante Gaztañeta para colocarle en el Museo del Real Astillero de Guarnizo y destinar también a dicho Museo diversos objetos que se encontraban en la Exposición del Mar de Castilla.



El 13 de enero de 1948, el Ayuntamiento de Astillero visitó la Exposición del Real Museo Naval que se había instalado en el Paseo Pereda.

Ante la maqueta de dicho Museo, don Tomás Maza, del Centro de Estudios Montañeses, expuso a los visitantes ciertos detalles concernientes a las carreteras de acceso al futuro Museo.

Componían dicha representación, el alcalde de Astillero, don José Solana; presidente de la Junta de Administrativa, don José López; vicepresidente, don Daniel Egusquiza y los concejales, don Francisco Cagigas, don Francisco Buenaga y el secretario del Ayuntamiento, Ricardo Pastrana.

Fueron recibos por los miembros del Centro de Estudios Montañeses.



El 17 de marzo de 1948, se reunieron la Comisión Gestora provincial, bajo la presidencia del señor Pérez Bustamante para aprobar la propuesta que había formulado el Centro de Estudios Montañeses para la constitución del Patronato del Museo del Real Astillero de Guarnizo, que ha formar y organizar dicho Museo, conforme al plan proyectado y aprobado por la Comisión Gestora.

También aprobó a propuesta de la Intervención de fondos provinciales, un suplemento de crédito por importe de 219.400 pesetas para pago de atenciones provinciales.



El 22 de agosto de 1948, se celebró la inauguración del ambicioso proyecto del Centro de Estudios Montañeses de perpetuar en un Museo las glorias marineras de la Montaña y el esfuerzo de los Astilleros de Guarnizo, de donde salieron navíos que han inmortalizado sus nombres en las gestas de nuestra historia naval.

El domingo en un acto que presidió el ministro de Educación Nacional, señor Ibañez Martin, con el capitán general del Departamento, almirante Moreu; subsecretario de Educación Popular, señor Ortiz Muñoz; director general de Enseñanza Universitaria, señor Alcázar; Prelado de la Diócesis, doctor Eguino y Trecu; gobernador civil, señor Reguera Sevilla; contralmirante Abárzuza; comandantes y representación de la oficialidad de los buques de guerra anclados en esas fechas en la bahía; académico señor Cossio; Delegación de Sevilla, presidida por el alcalde en funciones, señor Bermudo; alcalde de Santander, señor González Mesones; presidente de la Diputación y directores de los periódicos locales; rector de la Universidad Internacional, señor Pérez Bustamante; presidente del Centro de Estudios Montañeses, señor Barreda; con los miembros del mismo, señores Maza Solano, Calderón y Uzcudun; doctor Díaz Caneja, del Consejo de Investigaciones Científicas; director de la Biblioteca Menéndez Pelayo, señor Sánchez Reyes; presidente y secretario del Real Club Marítimo, don José Maria Jado y don Fermín Sánchez; otras autoridades y numerosas representaciones.

Gran gentío de los pueblos de Astillero y Guarnizo acudieron a este acto histórico.

Después de la intervención del alcalde de Astillero, hizo uso de la palabra, el Padre Vela, subdirector del Museo Naval quien habló sobre la trayectoria histórica del Astillero de Guarnizo.




Al regresar los invitados a Santander, fueron despedidos con fuertes aplausos, mientras un coro popular entonaba los himnos de la Marina española y de Santa Catalina de Monte-Corbán.

El proyecto de construcción había abarcado dos partes, la primera de las cuales es la ya terminada e inaugurada con motivo del  7º Centenario de la Marina española. La edificación había durado un año. Después seguiría la construcción de la segunda.

El Museo, adosado al templo, formaba una completa unidad arquitectónica con éste y constaba de dos plantas.

La parte ya existente estaba dedicada a exponer el contenido básico, que era: maquetas de barcos salidos de las gradas históricas de Guarnizo; representaciones plásticas de árboles, en las que se señalaban las piezas especiales que de ellos podían sacarse para la construcción de los navíos; manifestaciones de las industrias complementarias de construcción naval, como las correspondientes a las fábricas de cañones de La Cavada y de Liérganes; reproducciones fotográficas de barcos, cañones, etc. referentes al Real Astillero y de retratos de marinos ilustres.

El Centro de Estudios Montañeses había adquirido para el Museo una sección de muebles de época. Mención especial merecía en la reseña del conjunto contenido por este Museo la sección bibliográfica, que constituiría una eruditísima Biblioteca histórica y literaria de la Marina española.

En la ornamentación y decorado perduraría una fidelidad extremada para dotar de un ambiente idóneo al Museo en plenitud de relación con las épocas que testifica el contenido expuesto; los zócalos, remates y ángulos, estaban labrados en piedra de Renedo y llevaban roble y nogal; los entrepaños estaban tallados con pauta de los modelos flamencos que tanto se prodigaban.



En octubre de 1949, en sesión celebrada bajo la presidencia del señor José Pérez Bustamante, presidente de la Diputación Provincial, quedó constituido el Patronato del Museo del Real Astillero de Guarnizo, en la forma siguiente:

Presidente: señor presidente de la Diputación Provincial, don José Pérez Bustamante.
Vicepresidente; presidente del Centro de Estudios Montañeses, don Fernando Barreda y Ferrer de la Vega, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Tesorero: don Fernando Calderón y Gómez de Rueda, de la Junta Provincial de Turismo.
Secretario: don Tomás Maza Solano, de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos.
Dentro del Patronato actuaria una Comisión ejecutiva que estaba formada por los siguientes señores:
Don Fernando Barreda y Ferrer, presidente; don Aquiles de Vial, comandante de Marina; don Ramon Gorbeña, consejero-delegado de Talleres Astillero, S.A.; don Fernando Calderón y Gómez de Rueda, tesorero y don Tomás Maza Solano, secretario.

Entre los proyectos era dar contenido al Museo y para ello querían poner una galería de marinos montañeses de retratos o cuadros y que el Patronato interesaría su cesión por las familias que poseerían recuerdos gráficos de sus antepasados marineros.

Disponían de varias maquetas de barcos construidos en el Real Astillero y otras que irían construyendo con arreglo a planos determinados. Uno de los bocetos arquitectónicos que había más interés, era poseer el del "Real Felipe", el barco más notable salido de aquella colosal constructora de buques.

Uno de los documentos mas valioso que poseían, era una reproducción de los árboles de la provincia en los que se diseñaban las piezas para la construcción de los navíos. Una joya preciosa, única en España, muy codiciada por el Museo Naval de Madrid. Procedía del comisario de Montes, don Francisco Antonio de la Torre.

Por esas fechas, el horario del Museo, era de diez a una por la mañana, todos los domingos y días festivos. La entrada era gratuita.



En 1967, vivía en la parte trasera del edificio doña Felisa Ferrero Rivero, mujer de carácter propicio a la charla y poseedora de todos los atributos propios de la "viejuca" montañesa; simpatía, facilidad de palabra, deseo de allanar obstáculos.. Ella es la que abría el museo para las visitas.

Al principio de la inauguración en 1948, se recibieron muchas visitas y en loss años de 1967, ya no tanto.

Por estas fechas, el museo se encontraba algo abandonado, todavía existía las viejas anclas con el hierro oxidado, una coraza que bien pudo proteger el tórax de algún innominado soldado de mar en abordaje a la nave rival; balas de cañón esférico que pesaban lo suyo; cuadros y grabados en las paredes.

Llamaba la atención una relación de  los buques que tenían matricula de Santander en el año 1878. Eran en total 45 y desplazaban en total 14.687 toneladas, pataches, corbetas, vapores, fragatas...

En la casilla que expresa los armadores, se encuentran los apellidos genuinamente montañeses, Pombo, Dóriga, Escalada...

Quizá la característica más acusada del museo lo fuera la variedad de objetos que habia de servir de indudable entretenimiento al visitante. Había en una estantería una colección de armas que un erudito clasificaría por épocas, pues a simple vista se comprobaban que pertenecían a distintos tiempos.

Lombardas y culebrinas se muestran al curioso, que al verlas establecerían en seguida la comparación entre aquellos armamentos y los cañones de hoy, más mortíferos, sin duda.

En la segunda planta, las goteras amenazan con arruinar la techumbre. Un grabado colgado de la pared mostraba la efigie de don Juan Fernández de Isla, comisario ordenador de la Marina, a quien se le encargó en 1752 la construcción en el Astillero de Guarnizo de cuatro navíos de setenta cañones cada uno.

Y al lado, un retrato del teniente general de la Armada, don José Bustamante, natural de Ontaneda, y que, del siglo XVIII.

Más estantes con armas blancas y otro documento valioso; la relación de algunos buques construidos en el Real Astillero de Guarnizo en el siglo XVI, cuando en los dominios hispánicos no se ponía el sol. En 1581 se construyeron en el astillero santanderino treinta y seis barcos de guerra y doce de comercio.

Por 1967, el libro de firmas de visita, se observaba el descenso de asistencia al museo.

El exterior del edificio del Museo, en su fachada principal, existía una inscripción "Excelentísima Diputación Provincial. Museo del Real Astillero de Guarnizo"

El Museo se levantó a expensas de la Diputación Provincial, justo en el lugar desde donde se dirigía la construcción de los navíos en los antiguos astilleros. Se inauguró en el año 1948, para conmemorar el setecientos aniversario de la conquista de Sevilla por naves salidas de sus atarazanas y la creación de la Marina Real de Castilla.

El acontecimiento tuvo una brillantez inusitada con la asistencia del ministro de Educación Nacional, señor Ibáñez Martín, el capitán general del Departamento del Ferrol, primeras autoridades civiles y militares de la provincia y comisiones llegadas de Sevilla y Madrid.

El motivo de la desaparición de este museo, parece ser que fue la escasez de visitantes. Eso era cierto; pero habría que haber recapacitado hondamente y buscar las causas de tan limitadas visitas de turistas y curiosos, pese a encontrarse tan sólo a ocho kilómetros de la capital.

La razón parece sencilla: malos accesos que nadie se preocupó de mejorar, absoluta despreocupación por embellecer los alrededores, ausencia de dotación, omisión en folletos y guías turísticas, falta de indicadores y así unas series de circunstancias que, lógicamente, influyeron decisivamente para que permaneciese en el olvido de la gran masa y fuese visitado escasamente.

Después fue sencillo determinar el traslado de algunos de sus objetos al monumentos levantado en Peña Cabarga, lugar indudablemente más bonito, pero carente de tradición histórica.

La mayoría de la documentación, objetos y otras pertenencias, parece ser que se encuentra depositados actualmente en el Museo Marítimo de Santander.


Recuerdo haber visitado este Museo en varias ocasiones.




Parte de ciertas piezas que estuvieron en el
Museo Naval de Guarnizo y hoy están depositados
en el Museo Maritimo de Santander



















viernes, 22 de noviembre de 2019

ASTILLERO línea ferrocarril Santander a Solares, con parada en ASTILLERO (1.887-1893) - (II)






En la fecha de 1892, se inició la línea férrea de Santander a Solares y la Compañía fundadora formalizó unos estatutos y un Reglamento para la aplicación a las normas establecidas en él.

(de este Reglamento he seleccionado algunos artículos interesantes)

En el año 1889, se celebró la primera Junta General de Accionistas.
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Para la circulación de los trenes, por la vía única,  existía denominación de trenes, como:

Trenes regulares, aquellos cuyo itinerario y días se determinaba en el cuadro de marcha de los trenes. Estos podían ser diarios o periódicos, según que circulen todos los días o sólo en ciertos días designados.

Otros, llamados trenes extraordinarios, aquellos, que eran necesarios para atender atenciones imprevistas del servicio, según su naturaleza, como podían ser discrecionales, especiales, adicionales y de trabajos. Estos últimos, a su vez en determinados o indeterminados.

El itinerario de los trenes diarios, periódicos y discrecionales, se determinará en un cuadro de marcha de trenes, que deberá indicar las horas de paso, la duración y las paradas, los alcances y los cruzamientos de cada tren en las diferentes estaciones.

Este cuadro se distribuirá en cada línea a los agentes de los diferentes servicios de la Compañía y se fijara en el interior de las Estaciones y de los depósitos.

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Según el Reglamento la inspección de los billetes, durante el viaje estaba confiada a los Revisores, cuyo cargo podría ser desempeñado por los Jefes de tren.

En todos los actos del servicio, los revisores deberán indispensablemente vestir el uniforme que se les designaba, sin que les eximirían de ello excusa alguna.

Deberían llevar siempre la cartera, dos libros talonarios de recaudaciones suplementarias .

Además, un  taladro; impresos para sus cuentas; lápiz; monedas para el cambio; un cuadro del servicio de trenes y un ejemplar del Reglamento.

Los revisores debían observar con el público la mayor cortesía y contestarán con toda la urbanidad posible, pero con la firmeza necesaria á cualquier cuestión que se les suscite.

No permitirán que se lleven perros, ni otros animales en los coches de los pasajeros, aún cuando hubiese satisfecho los precios de tarifa. Los perros pequeños podrán introducirse en los coches de viajeros siempre que habiendo pagado el precio de su transporte, vayan encerrados en cestas ó jaulas, y lo consistan los demás viajeros.

La revisión es cuidar del exacto cumplimiento de todas las disposiciones vigentes referentes a su Servicio, a cuyo fin impedirán que nadie viaje sin billete ó permiso, vigilándolo muy especialmente entre las Estaciones intermedias.

Cada persona que vaya en el tren deberá llevar el correspondiente billete o permiso.

Los billetes y permisos serán de la forma y color de que los Revisores tienen conocimiento o de los que se le comuniquen en lo sucesivo.

Una vez revisado un billete, deberán marcarlo con el taladro: lo mismo efectuarán con los permisos cuando sean para un solo viaje, o espiren en el tren que se presenten.

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Los Jefes de estación dependerán directamente del Director de la Explotación, y recibirán de éste las órdenes para el servicio.

Serán los Jefes inmediatos de todos los empleados de su Estación.

Darán las órdenes oportunas a los maquinistas y fogoneros en lo relativo al movimiento de las máquinas y á las maniobras de los trenes en el recinto de las estaciones; ejercerán autoridad sobre los conductores, guarda-frenos y demás empleados de los trenes durante la permanencia de éstos en aquéllas, y, finalmente dirigirán a los guarda-barreras y á los guarda-agujas en el uso de ellas.

Donde haya Sub-jefes de Estación éstos reemplazarán a los Jefes durante sus ausencias y enfermedades, en cuyo caso tendrán igual autoridad que ellos; se hallarán sujetos a los mismos deberes, y les serán en un todo aplicables las disposiciones del Reglamento.

Los Jefes de Estación tendrán para con el público toda clase de consideraciones y miramientos compatibles con las exigencias del servicio y acogerán con atención las reclamaciones y quejas aunque fuesen infundadas. Cuidarán que igual conducta observen todos los empleados que estén a sus órdenes.

Se hallarán constantemente fijados en los sitos más visibles de las Estaciones los anuncios de las horas en que lleguen y salgas los trenes.

Los Jefes de Estación deberán presentarse de uniforme, no solo á a la salida y llegada de los trenes de viajeros, sino en todos los actos del servicio que les pongan en contacto con el público.

Los faroles de los discos o semáforos y un farol de mano provisto con vidrio rojo, verde y blanco estarán encendidos desde la puesta del sol hasta la salida del último tren que pase.

Si un intervalo más de cuatro horas separase el paso de los trenes se apagarán después del paso del primero para volver a encenderlos una hora antes del paso del segundo.

Los andenes de las Estaciones solo estarán alumbrados para recibir los trenes de viajeros que paren en ella.

Los faroles que sirven para este alumbrado no se encenderán sino 5 minutos antes de la hora reglamentaria de la llegada de un tren, y se apagaran enseguida que se haya dado la señal de salida.
Diariamente colocará el Jefe de la Estación por sí mismo el producto de la recaudación en las cajas de metálico cerrándolas y lacrándolas, y las remitirá por el primer tren ascendente al Director de la Explotación, acompañándolas el correspondiente talón de pago.

La salida de los trenes se anunciará siempre por telégrafo a la Estación inmediata a que se dirijan, no dando la orden para marchar hasta que se haya recibido la conformidad del Jefe de ella, excepto el caso de incomunicación telegráfica, en que deberá entonces atenerse a lo que previene el Reglamento de Circulación.

Cinco minutos antes de partir el tren de la Estación de origen y cuando se anuncie la llegada de aquel en las Estaciones intermedias, se tocará la campana para avisar a los viajeros y apresurar su entrada a las salas de descanso.




































viernes, 15 de noviembre de 2019

ASTILLERO línea ferrocarril Santander a Solares, con parada en ASTILLERO (1.887-1.893) - (I)




Estación de Astillero


Maquina de vapor por las marismas de Alday

(propiedad de Ricardo Vega)

 Billete de tren

El inicio de la línea ferrocarril Santander a Solares, data de 1887 y fue un acontecimiento relevante para el pueblo de Astillero, al considerar un único medio de desplazamiento directo a la ciudad de Santander, pues los vecinos de ese pueblo, tenía que desplazarse a la estación de Boo para coger el tren de la línea ferrocarril del Norte y así llegar a Santander.

Fue en ese año cuando se presentó el primer proyecto en el Congreso de los Diputados una proposición de ley para la concesión de la línea.

El 16 de diciembre de 1887, en R.O., el Ministerio de Fomento, autorizaba a don Antonio Cabrero y Campo para construir sin subvención directa del Estado un ferrocarril económico con explanación para vía ancha, que partiendo de Santander terminase en Solares.

Esta tenia la características suburbanas. El capital social de la compañía, fue valorado en 1.500.000 pesetas y participaban alrededor de cuarenta accionistas.

Por el mismo año, el señor don Antonio Borregón, jefe de la División de ferrocarriles del Norte y el Ingeniero de la misma, don Francisco de Federico, estuvieron en Santander para confrontar sobre el terreno el proyecto de un camino de hierro a Solares, desde Santander, cuya concesión había sido solicitada por don Antonio Cabrero.

Era un trabajo minucioso con todo detalle presentado en la Memoria como en el presupuesto y numerosos planos, no solo por trazado general y el de cada uno de los cuatro trozos en que para la construcción se había dividido, y el relieve del terreno y de las obras de explanación correspondientes, sino también los proyectos parciales de puentes, pasos, estaciones y apeaderos, de un detallado estudio que había realizado el Ingeniero autor, señor Gorbeña.

Quedaba por dar comienzo las obras tan pronto como la concesión se habría otorgado y sobre el proyecto la aprobación necesaria.

La longitud total del trazado era de 18.339 metros. Partía desde Santander, cuya estación principal o de cabeza seguía la línea por los terrenos de Maliaño. Al pié del cerro en que se hallaban situada esa pintoresca aldea, se establecería la segunda estación, y desde ella y después de atravesar la ría de Boó por un puente de hierro, de 30 metros de luz única, se dirigía al Astillero. Aquí había proyectada otra estación, antes de la fábrica de petróleo, en condiciones de emplazamiento muy favorables para poder prestar grandes comodidades de acceso y servicio, y facilitar el transporte de los productos industriales y mineros que venía prestando esa zona.

Desde este punto el ferrocarril, atravesaría la ría de Solía más abajo del puente de San Salvador con otro de hierro, de 60 metros, que era la obra más importante de todo el trayecto, siguiendo paralelo a la carretera hasta llegar a Heras, en donde habría un apeadero al que se tenía fácil acceso los pueblos vecinos. Desviase luego para pasar cerca de Orejo, con un apeadero o estación pequeña y así continuar hasta Solares, en donde terminaría el trazado, y cuya estación, situada cerca del pueblo, quedaría favorablemente colocada para el servicio del pueblo y del establecimiento balneario y a poca distancia del cruce de carreteras.

Tanto las estaciones principales como las secundarias o apeaderos estaban proyectadas con gusto y elegante sencillez y reunían condiciones de comodidad y excelente aspecto.

El presupuesto total de las obras y material de tracción se calculaba en 2.444.000 pesetas.

El 16 de diciembre de 1887, en R.O., el Ministerio de Fomento, autorizaba a don Antonio Cabrero y Campo para construir sin subvención directa del Estado un ferrocarril económico con explanación para vía ancha, que partiendo de Santander terminase en Solares.

La construcción tendría que ajustarse al pliego de condiciones particulares de la subvención y a las tarifas aprobadas por las RROOO de 10 y 30 de agosto de 1887, siendo aceptadas por el peticionario el 30 de agosto del mismo años, quedando otorgada la concesión por 99 años, el 16 de noviembre de 1887. La obra se realizaría de acuerdo con el proyecto aprobado el 10 de noviembre de 1887, concediendo la Administración cuatro años para ejecutarlo. El concesionario debería de cumplir las condiciones de concesión de la concesión y depositar la fianza de 78.322 pesetas que representaba el 3% del valor de las obras consignado en el proyecto, que ascendió a 2.610.733,33 pesetas.

En el año 1888, se trabajaba en firme en las obras del ferrocarril y se hicieron reclamaciones a la empresa que las ejecutaba porque el trazado afectaba al arbolado, al terreno del común y, y lo que era más grave, a la fuente de La Planchada.

Se llegaron a un acuerdo en virtud del cual pagó la sociedad concesionaria al pueblo 2.200 pesetas y los árboles derribados que eran un álamo negro y ocho chopos se subastaron al precio de 116 pesetas el primero y 210 los chopos.

Se autorizó a los contratistas que para hiciesen uso de barrenos y en febrero de 1890, se les ordenó que suspendieran los trabajos, principalmente por los trastornos que se estaban ocasionando en la fuente de agua medicinal de La Planchada.

El 18 de noviembre de 1888, a instancia promovida por don Antonio Cabrero y Campo, concesionario del ferrocarril de Santander a Solares y don Rafael Martí y Arrúe, director gerente de la Compañía del ferrocarril de Santander a Solares, solicitaba que se autorice la transferencia de la concesión que el primero hizo en favor de la Sociedad mencionada.

Resultando del testimonio de escrituras presentadas, que en la otorgada en Santander, fecha 18 de junio del corriente año, ante el Notario, don Máximo de Solano Vial se había constituido con arreglo a las leyes y disposiciones vigentes la Compañía del ferrocarril de Santander a Solares, inscribiendo sus estatutos en el registro mercantil de Santander. Siendo autorizado por la R.O. de 8 noviembre de 1888.

La concesión primitiva de Santander a Solares era de vía ancha de 1,67 ml. abierta al tráfico el 3 de marzo de 1892. Convertido en ferrocarril de vía estrecha pasó a integrase en el Santander-Bilbao de vía métrica, abierto a la circulación en sus 18.280 ml. el 20 de junio de 1896.

Por ello y lo que determinaba el artículo 21 de la vigente ley de Ferrocarril, transferir sus derechos, previa autorización del Ministerio de Fomento.

Considerando que la Compañía del ferrocarril de Santander a Solares tenia personalidad jurídica para aceptar la concesión, por hallarse legalmente constituida.

Su S.M. la Reina Regente, en nombre de su Augusto hijo don Alfonso XIII, de acuerdo con lo que dispone el art. 21 de la ley de Ferrocarriles de 23 de noviembre de 1887, autorizaba la transferencia que de la concesión del ferrocarril de Santander a Solares ha hecho don Antonio Cabrero en favor de la Compañía del ferrocarril de Santander a Solares.

En el Boletín Oficial de la provincia de Santander, de fecha 29 de diciembre de 1888 se tramitaba el expediente de ley y Reglamento de expropiaciones de los terrenos necesarios para la construcción de las obras del ferrocarril de Santander a Solares comprendidos en el término municipal del Astillero, y aprobar el nombramiento de perito a favor de don Manuel Casuso.

En dicho Boletín se relacionaba la lista de los propietarios interesados para que en un término de ocho días, puedan recurrir contra la resolución dictada con fecha de 4 julio de 1881, ó en otro caso dentro de los ochos días siguientes ante el Alcalde del Astillero á hacer la designación por si ó por medio de apoderado en forma legal de perito que han de representar cada uno de ellos en la fijación y valoración de los terrenos en unión del designado por el concesionario.

1. señores Deutsch y Compañía. (terrenos)
2. D. Tomás Tijero (marismas)
3. Ayuntamiento (terrenos, arbolado y fuente)
4. herederos de don Gervasio Ganzo (jardín con verja)
5. D. Manuel González Lasso (jardín con tapias)

En el Boletín Oficial de la Provincia, se acordaba por disposiciones de ley y reglamento de expropiación vigentes, el justiprecio de los terrenos que se ocupaban en el Ayuntamiento de Astillero con la ejecución de las obras del ferrocarril de Santander a Solares, designándose el 25 de octubre de 1890, a las once de la mañana para proceder por el pagador de la empresa del ferrocarril al pago del importe de la expropiación a todos los interesados, cuyo acto tendría lugar en la forma determinada por el art. 62 del reglamento en la casa Consistorial del Ayuntamiento de Astillero.

La primera estación santanderina se emplazó en la dársena, cerca de la estación del Norte.

En un principio, tuvo un gran éxito ante el numeroso público que lo utilizaba.

Con la perspectiva de la inauguración de la sección entre Zalla y Solares, la línea fue estrechada al ancho de un metro y inaugurada el 20 de julio de 1896, como Compañía del Ferrocarril de Santander a Bilbao.

El primer servicio fue el tramo de Santander-Solares, de 19 km. de longitud, que dio comienzo el 3 de marzo de 1892 y las locomotoras de vapor que empezaron a funcionar fueron las conocidas "Santander", "Astillero" y "Solares".

Con la fusión de las Compañías del ferrocarril del Cadagua, de la constructora del ferrocarril de Zalla a Solares y la de Santander a Solares, se constituyó la Sociedad Anónima ·Compañía de los Ferrocarriles de Santander a Bilbao", que tenía como objetivo lo siguiente:

1. La explotación de la línea férrea que partiendo de Santander se dirigiría por el Astillero a Solares.

2. La explotación de la línea férrea que partiendo de la estación de Zorroza en el ferrocarril de Bilbao a Portugalete, terminaría en la villa de Valmaseda.

3. La construcción y explotación de una línea férrea que, partiendo de las inmediaciones de Zalla en el ferrocarril del Cadagua, terminase en el de Santander a Solares.

4. La ampliación de estas líneas con prolongaciones de las mismas y la construcción o adquisición por compra ó fusión de otras líneas que se crea convenientes, siempre que así lo acuerde la Junta General Extraordinaria de accionistas.

5. El establecimiento y explotación de talleres para la construcción y reparación de material de ferrocarriles y cuanto se relacione con este.

La duración de la nueva Compañía sería por todo el tiempo que hayan de durar las concesiones de las líneas de ferrocarriles antes mencionadas y las que en adelante adquieren las Sociedades.

El capital social, además de las subvenciones que se obtenga, fue de 10 millones de pesetas, dividido en 20.000 acciones de 500 pesetas cada una.

La administración de la Compañía estaba confiada a un director gerente, que fue libremente nombrado por el Consejo de Administración y era: don Víctor Cávarri y Salazar, don Enrique Aresti y Torre; don Fernando Carranza y Arroyo; don Martín Mendía y Conde; don Urbano José Peña y Chávarri; don Dario López y Cristantes; don José Maria Quijano y Fernández; don Eduardo López Dóriga; don Alfredo Alday y Pedrosa; don Enrique Plasencia y Bohigas; don Antonio López y Fernández y don Segundo de Arteche y Osante.

Por marzo de 1892, la empresa del ferrocarril había solicitado al Gobernador Civil conveniencia de que las tardes de los días festivos y de feria se destinase parejas de guardia civil en la estaciones de Astillero y Solares.

El 8 de julio de 1892 se inauguró oficialmente esta línea de ferrocarril, aunque ya venía funcionando desde el 3 de marzo.

Fue la mañana del 3 de marzo de 1892, cuando se abrió el servicio público de la línea férrea. Se suprimió la inauguración oficial ese día, habiendo entregado el Consejo de Administración la cantidad de mil pesetas con destino a los establecimientos benéficos.

En la Memoria del año 1893, decía que los resultados obtenidos en la anualidad incompleta, los diez primeros meses de explotación, debido casi exclusivamente al movimiento de viajeros, justificando la confianza del Consejo de Administración en el porvenir del creciente ferrocarril.

Durante este año, se habían realizado varias obras de importancia, algunas después de comenzar la explotación, y había sido motivadas por la necesidad de ampliar algunos servicios. Tales, como la vía instalada para poner en comunicación el ferrocarril con el muelle de Albareda, la de enlace con la línea del Norte y la instalada en Solares para facilitar el transporte de minerales en aquella estación.

Desde esa fecha, los trenes circulan por la línea con perfecta regularidad, sin que ningún incidente haya perturbado su marcha y con toda la confianza del público por seguridad y comodidad que ofrece, dando facilidades de comunicación entre los pueblos y la capital, que han hecho aumentar el movimiento y desarrollo visible a la población y con ello las instalaciones industriales.

Por la fuerza de atracción que toda vía rápida ejerce sobre la circulación de la zona que la rodea, influía a las estaciones de Solares y Astillero.

El número de trenes durante los diez meses transcurridos desde el principio de la explotación, fueron lo siguiente:

Trenes regulares de viajeros: 1.985; trenes mixtos, 865; trenes discrecionales, 1.350; trenes extraordinarios, 128; trenes de mercancías y otros 131.

El recorrido efectuado por las máquinas había sido de 110.806 kilómetros, con un consumo de combustibles de 726.847 kilógramos, que equivalía a 6,55 por kilómetro, y el de engrases 3.367 kilógramos, 0,030 por kilómetros.

La cifra total de viajeros fue de 351.516.

En un principio la línea contemplaba un ferrocarril con una traza que no presentaba grandes dificultades, salvo los cruces de las rías de Boo y Solía. Poseía un ancho ibérico de 1,67 metros, similar al del ferrocarril Alar del Rey-Santander. Con un trazado de características casi suburbanas, conectaba la capital cántabra con la localidad de Solares, dando servicio a una gran cantidad de población en un área densamente poblada de la bahía de Santander.

En el lugar de Astillero, se aprovechaba las compañías mineras que operaban en el macizo de Peña Cabarga, que utilizaron el ferrocarril para la colocación del mineral de hierro extraído.

El recorrido de Santander a Solares, tenía las paradas en las estaciones de tren de Santander, Nueva Montaña, Maliaño, Astillero, San Salvador, Heras, Orejo y Solares.

La primera estación en Santander fue provisional de madera con cubierta de zinc próxima a los muelles de las Naos, cuyo servicio se prolongó hasta 1902, cuando fue construida una nueva estación tras el incendio de la anterior.

El 7 de julio de 1894, se creó la Compañía de los Ferrocarriles de Santander a Bilbao, mediante la unión de las tres compañías ferroviarias; una de vía ancha, el ferrocarril de Santander a Solares, y dos de vía estrecha, el Ferrocarril del Cadagua y el de Zalla a Solares.

El 6 de julio de 1896, se inauguraron oficialmente el servicio directo entre Santander a Bilbao.