viernes, 29 de mayo de 2020

CONDE DE LA CIMERA Finca de Juenga en Guarnizo




don Vicente Menéndez San Juan
Conde de la Cimera

















En noviembre de 1918, se daba la grata noticia para la provincia de Santander, de que el señor Conde de Cimera había adquirido en Guarnizo la hermosa finca, que perteneció al señor Simón Altuna.

Por esas fechas, se habló de que había sido adquirido mediante subasta en unos 84.000 duros.

En diciembre de 1918, el señor conde la Cimera, se había desplazado a Guarnizo a visitar la finca, en compañía del arquitecto señor Riancho, para examinar la casa y ver las reformas que en ella podría producirse.

El señor Cimera se proponía establecer una cuadra y criadero de caballos de carreras, puras sangre, en esta posesión, al frente de ella quedaría don Alejandro Amor de Ferreira, persona de su confianza.

El Conde de la Cimera, por aquella fecha era el propietario español que desde hacia tiempo figuraba en el "turf".

No había sido criador anteriormente, en que adquirió la finca de Juenga, en el pequeño pueblo de Guarnizo.

En 1919, llegaron allí unas 15 yeguas, casi todas desconocidas y sin haber dado ningún producto notable, casi todas, además habían sido pagadas a precios muy modestos, en aquellos momentos con la guerra europea,  el mercado de purasangres estaban muy bajo.

Aquel año el Estado cedió a Juenga el semental Cupidón, y de él nació, en 1920, la primera camada de productos de aquella yeguada.

En 1920, fue comprado en Francia "Larrikin", y en 1921 llegó a Juenga, "Billycock". Ambos sementales vinieron alternando en la cubrición de aquel lote, y la prematura muerte del segundo, sensible por todos los conceptos, tuvo también algo de bueno, que fue el que con tal motivo "Larrikin" funcionase casi exclusivamente y pudiera así cimentar la merecida fama que llegó a tener la cuadra de Guarnizo.

Aparte de "Robinet", estos fueron los padrinos que en la Finca de Juenga funcionaron y seria en 1926, cuando llegó de Francia "Premontré", adquirido a bajo precio por el Conde de la Cimera, destacado en Francia sus colores ganando cerca de un millón de francos y habiendo batido, al gran "Epinard".

Esta yegua cumplido los dos años en la Finca de Juenga, aún no había dado su valor como reproductor.

Como caballo de carrera, especialmente en las distintas medias, fue excelente, no comparable a "Larrikin".

Este tenía ya su valor acreditado, y a la calidad de algunos de sus hijos, el gran promedio de ganadores que obtuvo, sumaba una cualidad que era en España inestimable: la de que sus productos son de hierro y resisten sin daño el correr con frecuencia y el trabajo de preparación más duro. En menor grado, esa cualidad era general a los caballos de Juenga, y, sin duda, tenía en ello su influencia la composición mineralógica de sus pastos o de sus aguas, la alimentación a que desde sus principios venían sometidos y, en suma, la buena crianza.

En la Exposición nacional de Ganadería de mayo de 1926, entre los ejemplares que la Montaña expondría en esta manifestación, figuraban algunos de gran valor, pertenecientes a las cuadras que poseía en Guarnizo, el Conde de la Cimera.

Merecía consignarse, como ejemplar extraordinario, el caballo de pura raza inglesa "Premonte", por el que fueron  rechazado por él, unos 350.000 francos.

Este animal tenía en su historial muchas carreras ganadas,  por valor de un millón de francos en concursos hípicos franceses.

La producción de la yeguada de Juenga, desde su fundación había sido numerosa, destacada y elogiada.

El alma de la yeguada fue desde su fundación, por su acertada gestión al frente, don Alejandro Amor de Ferreira, gentleman mejicano, verdadero apasionado del caballo, y particularmente, especializado en el purasangre, y aún más, en cuestiones de su crianza.




El Conde de la Cimera, tuvo suerte en elegir la finca de Guarnizo, pero también lo tuvo al relacionarse con el Sr. Amor, como lo tuvo al elegir a Flatman, para la preparación y para escoger tantos otros factores del éxito

El turf español se había nutrido de las producciones de Juenga en una proporción enorme, por el año 1929, de 77 caballos nacionales que figuraban en las listas compitiendo, nada menos que 35 (incluyendo los que nacieron en Francia de yeguas de Juenga), procedían de la yeguada de Guarnizo, de los cuales 12 pertenecían a diferentes cuadras que la de su criador.

 En 1929, el mejor caballo de carrera en España, estaba considerado el caballo "Colindres" de la cuadra famosa de Guarnizo.

Su triunfo en el Premio de Madrid, había llegar a opinar los técnicos que acaso sería el mejor caballo actual.

 El premio obtenido consistió en cincuenta mil pesetas. .




  
En los 1930, los montañeses y amantes de las competiciones de los hipódromos, se habría visto sorprendido por la lectura de los nombres de yeguas y caballos triunfadores en las pruebas, "Reinosa", "La Magdalena", "Guarnizo", "Boo", "Penagos", "Soba", "Ruiloba", "Colindres", "Noja", "Las Fraguas", "Cacicedo", "Santillana", eran  nombres que sonaban con frecuencia en los días de carreras.

Algunas de estas denominaciones iban asociadas al recuerdo de tardes triunfales. Tal era la yegua "Magdalena", ganadora del premio Nouvel A, premio Villamejor, copa del Rey y de la finada Reina Maria Cristina, ganadora de 149.837,50 pesetas en España y de 26.500 francos en Francia y Bélgica.

El caballo "Colindres", ganador de los derbis de Aranjuez y San Sebastián, premio Alfonso XIII, premio Villamejor, gran premio de Madrid dos años seguidos y copa del Rey, con un total de 208.910 pesetas en España y un total de 139.575 francos en Francia, ganados singularmente en el "hándicap" de la Tamise en Paris y el gran premio de Biarritz, la yegua "Las Fraguas", ganadora del premio Martorell, Criterium Nacional premio Nouvel Ad, gran premio Nacional y premio Villamejor, en total pesetas 91.662,50.

No era de extrañar la coincidencia de los nombres elegidos para designar a los ejemplares equinos que corrían en los hipódromos y triunfaban en ellos.

Era de entender, pues todos los caballos que llevaban nombres "montañeses" corrían con los colores de la más famosa cuadra española: la del Conde de la Cimera.

Y el Conde de Cimera, tenía una magnifica finca "La Juenga" enclavada en Guarnizo.

La finca estaba destinada a la cría de caballos de carreras de "pur-sang" cuya limpieza de sangre estaba garantizada con la seriedad de escrupulosos arboles genealógicos verdaderas ejecutorias de nobleza equina.

El señor conde de la Cimera, noble español, último sombrero de copa en los hipódromos españoles- y don Alejandro Amor, aristócrata mejicano con aspecto de gentleman británico, unidos de antiguo por una leal amistad, se asociaron con fines de alto deporte; formando una cuadra de caballos de carreras. Resultado de esa asociación fue la famosa yeguada de Juenga.

La finca "La Juenga" de Guarnizo, abarcaba una extensión de sesenta hectáreas. El automóvil entraba por un amplio paseo al que daba sombra una doble fila de árboles añosos y se detenía ante una magnifica casa donde Vivian los señores de Amor de Ferreira. Un campo de tennis, una hermosa galería cubierta de enredaderas, un bosquecillo regado por un limpio arroyo, todo ello, encuadrado en grandes extensiones de prados cuidados con esmero de un verde igual, divididos por vallas blancas, como las que marcan la pistas en los hipódromos, revelaban al visitante la magnificencia de la posición.

En el interior de un pequeño pabellón, se encontraban dos hermosos caballos, eran: "Larrikin" y "Premontre", los sementales de la cuadra, los príncipes de la raza que tiene su origen en esta finca de "Juenga", estirpe de vencedores en las gloriosas pruebas de los hipódromos.

Preciosos caballos de líneas suavemente femeninas, de ojos inteligentes y dulces, de músculos poderosos que se marcaban en la piel tostada y brillante como de seda. Había nobleza en sus movimientos, elegancia suprema.

Pero los días de gloria y aplausos pasaron para ellos. se quedaron en el papel de sultanes de un maravilloso harem. Fueron de una estirpe que recordarán sus victorias.

En otro edificio distante muchos metros del que ocupaban los sementales, estaban las yeguas y los potros. Era un edificio de líneas arquitectónicas inglesas. En el centro un amplio patio con una gran fuente abrevadero. En las cuadras que daban al  patio se encontraban las cuadras de las yeguas de vientre con cría al lado o próximas a tenerlas. Cada yegua tenía su cuadra independiente.

En algunos departamento independientes de la finca, estaban alojadas yeguas de otras cuadras enviadas a la del señor Cimera, con el fin de que la descendencia tenga las cuales de "Larrikin" o "Premontre", los dos magníficos sementales.

Estaban yeguas -sus dueños- pagaban en concepto de lo que pudiera llamar la dote, 2.000 pesetas, más una pensión de ocho diarias. Cada unión con buenos sementales ingleses costaba unas 500 libras esterlinas, que solían quedar reducidas a la mitad cuando la unión resultaba infecunda.

La cuadra del conde de la Cimera en esos años, había cumplido sus fines deportivos, estando a la cabeza entre las ganadoras de España.

Fue don Alejandro Amor quien supo dirigir una finca como "La Juenga" con clima análogos a los ingleses, que supo adquirir sementales valiosos que dirigía con unos conocimientos técnicos insuperables y una atención que demostraba su deportivismo la yegua y creando el producto.

Cuando los potros cumplían meses eran enviados a Aranjuez para pasar a manos de otro colaborador con éxito, el preparador Flatman y por último terminada la preparación por el famoso "Belmonte" primer jockey de la cuadra.

En los diez años que habían transcurrido desde la creación de la yeguada, había percibido sus propietarios por premios y por venta de ejemplares más de cuatro millones de pesetas.


Don Vicente Menéndez San Juan, nació el 2 de julio de 1874, en San Sebastián y falleció el 30 de octubre de 1944.

Fue un noble y político español, también conocido por su título nobiliario de Conde de la Cimera.

Nació en el barrio de Buenavista de Madrid. Desde 1903 fue uno de los miembros fundadores, en noviembre de 1912 del Comité Olímpico Español (COE). Desempeñó el cargo de senador en las Cortes de la Restauración por la provincia de Huelva, de filiación conservadora, entre 1914 y 1915.
Fue Presidente del Patronato Nacional de Turismo, sustituyendo a Juan Antonio Güell y López, desde el 4 de julio de 1930 hasta la proclamación de la Segunda República.

Durante su mandato tuvo el honor de inaugurar primero el 10 de noviembre de 1930 el Parador Nacional de Ubeda y después el 12 de marzo de 1931, el albergue nacional de carretera de Manzanares en Ciudad Real, el primero de los doce albergues gemelos promovidos por el Patronato Nacional de Turismo para la red de Paradores Nacionales.

Fue mayordomo de Alfonso XIII, caballero de Calatrava y Maestrante de Zaragoza.

Hijo de la Condesa de Vilches, ostentaba el título de Conde de la Cimera, cedido por su madre, a quien correspondía por el fallecimiento de su hermano, don Arcadio San Juan.

Sucedió a su tío carnal materno y por R.O. del 20 de agosto de 1903 (hijo de don Valentín Menéndez y Goicuria (fallecido el 9 de febrero de 1876) y de doña Maria San Juan y Mendinueta Pinedo y Medinueta, Condesa de Goyeneche (fallecida el 23 de marzo de 1927)

Por agosto de 1935, al Conde de la Cimera, se le agradecía su afición por la hípica y cuya yeguada de su finca de Juenga, en Guarnizo, era modelo de organización para la explotación de caballos pura-sangre y admirada.

De la yeguada de Guarnizo, habían salido para los hipódromos magníficos caballos, que no tenían que envidiar a los más calificados tanto en España como en Francia.

El Conde de la Cimera, falleció el 30 de octubre de 1944, en San Sebastián. Gran deportista, se distinguió sobre todo en el deporte hípico, como propietario de una importante cuadra de caballos de carreras.

Levantó a principios del siglo el deporte hípico y sus colores marrón y lunares blancos obtuvieron muchos triunfos tanto en España como en Francia.


La finca de Juenga, hoy es un Centro de Equitación.












1 comentario:

  1. He estado reuniendo información de mí familia. Soy feliz con este artículo ya que Alejandro Amor era mí bisabuelo, papá de mí abuela Adelaida Amor y Limantour. Siempre supe que después de la Revolución Mexicana, él había ido a España para criar caballos. Ahora puedo ver fotos de dónde vivió con mí abuela esos años. Mil gracias por rescatar está historia. Adelaida

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