viernes, 25 de noviembre de 2022

ASTILLERO huelga general del 27 agosto 1906

 








Las huelgas que tuvo lugar los meses de agosto y septiembre de 1906, en Astillero, adquirieron gran importancia y fueron noticia nacional.

La concentración de tropas en esa zona de Astillero y su despliegue espectacular fue grande. La guarnición de Santander se reforzó extraordinariamente y concretamente el día 29 de agosto a las 9,30 h. de la noche, llegaron al Astillero. un tren especial con una sección de la Guardia Civil al mando de un oficial.

Dos días antes, el día 26 por la tarde, se celebró en la plaza del mercado, un mitin al que habían acudido unas 3.500 trabajadores mineros de las minas de Cabarga, presidió el acto, el líder socialista, Pablo de la Iglesia.

 

El día 28, se volvió a celebrarse un nuevo mitin en el Astillero que acudieron los mineros de las minas, alrededor de unos 5.000 obreros. El local previsto para el acto, resultó incapaz para contener a tanta gente y se acordó celebrarlo en la pradería conocida por "La Habanera".

Fuerzas de la guardia civil estaban apostadas en diferentes sitios, en previsión de que pudieran ocurrir desordenes.

Presidido por Pablo de la Iglesia. En él, Juan Minero, minero que había ido en comisión a Bilbao a conferenciar con los huelguistas vizcaínos, informó a los concurrentes del curso de aquella huelga. Hablaron también, Domingo Pérez, Eduardo Torralba y Facundo Perezagua, prevaleciendo en todos los discursos la nota radical, de que debía continuarse la huelga, aunque recomendaban evitar cualquier incidente entre los obreros y las fuerzas públicas.

Como se temía, la huelga de solidaridad de los obreros mineros de las cuencas de Cabarga y Villaescusa, se declararon el día 27 de agosto, respondiendo al movimiento de Vizcaya y el paro fue en todas las minas, con una sensata, ordenada y tranquila manifestación de compañerismo.

A las seis y media de la mañana, se comunicó por teléfono, desde Liaño, que se había declarado en huelga general en toda la cuenca minera de Cabarga. Los obreros que habían entrado a trabajar tuvieron que dejarlo en seguida, respondiendo a la invitación de algunos grupos que se acercaron a ellos.

Por la conformidad y el orden con que todos los obreros iban abandonando el trabajo, se hallaban ya de acuerdo .

El paro se declaró como acto de solidaridad con los obreros de Vizcaya; y la actitud de los trabajadores no pudo ser más pacifica ni tranquila.

A las cinco y media de la mañana salieron de Cabárceno, donde se reunían el núcleo mayor de trabajadores y comisiones de huelguistas, dirigiéndose a las minas de la Orconera, en Obregón y a las de Villaescusa y otros puntos, con objeto de llegar a las citadas minas antes de que se hubieran comenzado los trabajos y evitar tener que ejercer coacciones con los obreros que se negasen a secundar el paro.

Esto no fue necesario, pues se encontraban los trabajadores tan dispuestos a abandonar las labores que en muchas minas donde el trabajo había comenzado, bastó sólo la presencia de los grupos para que aquéllos se retirasen.

En el Astillero, se presentaron los obreros huelguistas a primeras horas de la mañana. Acudieron primero a paralizar el cargue de mineral en los muelles.

Uno de los barcos, que se hallaban cargando, era el Peña Angustina, de esta matricula, y como le faltaban sólo catorce vagones para terminar su carga y salir, rogó a los huelguistas que le permitieran embarcar aquellas vagonetas, a lo que accedieron los obreros.

Se temía que ocurriese algún conflicto con motivo de la paralización del cargue de los vapores.

En el Astillero esperaban los barcos, Lino, San Salvador, Sarón, Inglés y Foguer, noruego.

En Astillero, la huelga, fue general, no trabajaron en las dos fábricas de petróleo, ni en las fundiciones de los señores Lavín y Izaegni, ni en ninguna otra parte.

Por las calles, se veían circular pequeños grupos de obreros y, por su actitud, más parecía que se hallaban disfrutando de un día de fiesta, que de huelga.

Que la huelga general se había declarado en el Astillero sólo se conocía por el movimiento de fuerzas de guardia civil., á pesar de que allí se había constituido en sesión permanente la comisión de huelga y el comité de la federación de sociedades obreras.

Los huelguistas enviaron a Bilbao tres comisionados, con objeto de cambiar impresiones con aquella comisión de huelga y dar cuenta al Astillero de la marcha del movimiento huelguistas y de la fecha en que aquí había de reanudarse el trabajo.

Las comisiones salieron del Astillero para Bilbao en el tren de las 2,30 de la tarde.

El día 28, en Astillero y a primeras horas de la mañana se observaron una concurrencia extraordinaria de mineros huelguistas.

En numerosos grupos recorrían las calles, pero su actitud era pacífica.

En las fábricas de petróleo y en la fundición del señor Lavín, se comenzaron a trabajar por la mañana y a las ocho aproximadamente, acudieron a estas industrias grupos de huelguistas pretendiendo que los obreros abandonasen el trabajo.

En la fundición del señor Lavín trabajarían unos catorce obreros, la mayoría de los cuales no volvieron después de almorzar.

Este mismo día, entró el vapor inglés, Hopedale.


El día 29, en Astillero, como en días anteriores, desde que la huelga se había declarado en las minas, no se trabajó en ninguna parte.

Los vapores que estaban en turno para cargar mineral en los muelles cargaderos de las Compañías mineras, continuaban detenidos, esperando la resolución de la huelga.

Durante la mañana se vieron pequeños grupos de obreros que después de pasar por el Centro Obrero y conocer las últimas noticias de Vizcaya, daban vueltas por la localidad y se detenían a contemplar a los soldados del Regimiento de Infantería de Valencia que hacían guardia frente al Ayuntamiento.

El Alcalde del Astillero, señor Tijero, con objeto de que no tuvieran pretexto alguno los obreros huelguistas para detenerse en el pueblo, rogó a los industriales y comerciantes que mientras el actual estado de cosas continuase, cerraran sus establecimientos a las dos de la tarde. Todos accedieron al ruego del Alcalde y el cierre fue general.

Por el Astillero pasaron durante todo el día numerosas fuerzas de la benemérita que se dirigían a ocupar los puntos estratégicos de la cuenca minera, en forma que fácilmente pudieran auxiliarse en caso de necesidad.

La compañía del regimiento de Valencia, que al mando del capitán don Felipe Azcona y los primeros tenientes, don Alejandro Sesma y don Felipe Fuertes, se encontraban en Astillero.

Las personalidades de la población y los vecinos, todos llenaban de atenciones lo mismo a jefes que a soldados.

Una huelga hace trabajar a muchos y prueba de ello, es al Alcalde, señor Tijero y más aún a la simpática y bella señorita, telefonista del pueblo, Honorinda Fernández Ansótegui, que durante esos días no ha podido separarse ni un momento del teléfono. El día 29 realizó nada menos que trescientas comunicaciones.

Esta joven era responsable a su cargo de la Central telefónica de Astillero.


El 30 de agosto, se encontraban el cuarto escuadrón del regimiento de Talavera, instalados en Guarnizo, cuyos caballos ocupaban las cuadras de Facundo Barquín, José Pérez y Pablo Cañas y los soldados se alojaban en las casas particulares.

Otras fuerzas, como la del batallón de Arapiles, que se distribuía de la siguiente forma:

Plana mayor y una compañía, en el Astillero, otra compañía, en Liaño y Villanueva, otra en Obregón y otra en Sarón.

La guardia civil que se traslado a las minas se había dividido en cuatro grupos, al mando del capitán, señor Mella. El primero, al mando del teniente don Luis Villena Ramos, quien daba las órdenes en las minas de Orconera, Liaño, Morero, La Ciega, Complemento y lavaderos de Solía, Liaño y San Salvador.

El segundo grupo se estableció en "Trascueto", al mando del teniente don Clemente Gutiérrez del Olmo, enviando fuerzas a las minas de Santa Rosa, Carmen, Muriedas, Camargo, Berta, Nueva Montaña y lavadero de la Berta.

El tercero grupo fijó su residencia en el Astillero, a las órdenes del teniente don Diego Santillana, custodiando los lavaderos, cargue y muelles de la Orconera, fábricas de petróleo y almacenes explosivos.

El cuarto grupo se mandaba el teniente don Gervasio Vázquez, se situó en la Cruz de Pámanes para vigilar las minas de Valabarca, Somarriba, Cabárceno, San Salvador, Hoznayo, Regil, lavaderos de Valabarca y Salguero y fábrica de hilados de la Cavada.

Todas estas fuerzas las componían 160 infanterías y 20 de caballería.

Las fuerzas de infantería, caballería y guardia civil llegaron al Astillero a las seis de la mañana, trasladándose a los puntos indicados.

El segundo batallón de Valencia se dividió, destinándose una compañía a Heras, otra a Solares y las otras dos a Las Cuartas y demás minas del término de Pamanes y Cabárceno.

De la de caballería, quedaron veinte soldados en el Astillero, diez en Boo y el resto en Guarnizo.

En el Astillero, al llegar estas tropas, el día había transcurrido sin novedad. La charanga de Arapiles tocó por la tarde frente al Ayuntamiento.

El Coronel que mandaba la columna que estaba en la zona minera, señor Campos Guereta, visito parte de las fuerzas.

Por la tarde estuvo en el Astillero para informarse de las novedades que hubiera y dar algunas órdenes, el general González Tablas.

A pesar de que se dijo que se cargarían mineral en el Astillero, no fue así, continuaron detenidos los vapores Frogner, Hopedale, San Salvador y Maroon.


El día 30 de agosto en Astillero transcurrió con toda tranquilidad, viéndose por la población pequeños grupos de obreros que se retiraban enseguida.

Los paseos y la Planchada estuvieron por la tarde muy animados y no se conocía que allí ocurriera anormalidad alguna, más que por la guardia que frente al Ayuntamiento dieron los soldados de Valencia.

Una fiesta y muy agradable, se celebró el día 29 en el Astillero para obsequiar a los oficiales que mandan la compañía de Valencia.

La organizó en su elegante vivienda la señora de don Fernando Eloizaga y a ella fueron invitados el capitán don Felipe Azcona y los tenientes señores Fuertes y Sesma. Comenzó la velada con una sesión de gramófono.

El gramófono que poseía el señor Eloizaga era un magnifico aparato y se pudo oír gran variedad de obras que escucharon todos los invitados.

Después se bailó un cotillón por muchas parejas, entre ellas las señoritas: Luz Inchausti, Jesusa de la Mora, Dorotea Romero, Laura Ramos, Aurora Fernández, Raquel Garcia, Asunción Aureguizaba, Carmen Pérez Moreno y Pilar Sáez.

 

En la fecha 30 de agosto, la paralización de las obras en el Astillero era completa, no se trabajaba en ninguna parte de ese municipio.

El aspecto de la población, era tranquilo, por las calles paseaban algunos grupos de huelguistas, en actitud pacífica.

En el muelle embarcadero, no se trabajaba y continuaba atracados los vapores, Sasón, Frocner Hopedale y San Salvador.

Por parte del alcalde, señor Tijero, dirigió a los industriales del municipio una circular invitándoles a cerrar los establecimientos mientras durase el conflicto.

Todos los industriales firmaron la circular y cerraron sus comercios.

Las tropas del regimiento de Valencia destacados en el Astillero y Nueva Montaña, eran objeto de constantes atenciones por parte del vecindario que les obsequia con vino y tabacos.

El capitán don Felipe Azcona y los oficiales señores Fuertes y Sesmason, como los soldados, estaban agradecidos por esas atenciones.

 

El día 1 de septiembre, se celebró un mitin presidido por Pablo de la Iglesia y Angel Rapino, del Astillero. quienes se alegraron de la forma pacífica que se concurría la huelga.

 

El día 2, una Comisión de huelguistas recorrió el Astillero y otros puntos de reunión de obreros, para encarecerles y recomendarles que no entrasen a trabajar.

El día había transcurrido con toda tranquilidad, las fuerzas que se encontraban en el pueblo oyeron misa en la iglesia de San José.

 

El día 3, se tocó, en distintas minas de la cuenca de Cabarga, el cuerno y los pitos de las máquinas para llamar al trabajo a los obreros, pero fueron muy pocos los que respondieron a la llamada.

En el Astillero, como se había anunciado, se trabajó en todas las fábricas y talleres, incluso la del señor Lavín.

No ocurrió el menor incidente, ni al entrar ni al salir los obreros del trabajo.

En el Centro Obrero se reunieron durante el día bastantes obreros, cambiando impresiones acerca de las noticias que les llegaban de las minas dando cuenta del número de obreros que estaban trabajando.

La impresión que dominaba entre los huelguistas era la de que no se volviera al trabajo, mientras no se solucionaría la huelga de Vizcaya.


El día 6 de septiembre, en las zonas mineras, se trabajó en todas las minas, excepto en las de Orconera, que tenia suspendido sus trabajos.

Las labores se reanudaron también en los cargues, lavaderos y muelles del Astillero y Santander, donde continuaron cargando los vapores. La tranquilidad fue absoluta.


El día 10, el Alcalde de Astillero, comunicó que se había reanudado los trabajos de la Compañía Orconera, trabajándose en toda la zona con la normalidad de costumbre.

Y con ello, la retirada de las fuerzas públicas. El Regimiento de Valencia salió para Santander.

Para reprimir la huelga, se formaron dos columnas al mando de dos coroneles. La primera constaba de un batallón de Cazadores, un batallón del Regimiento de Valencia y un escuadrón de caballería.

Esta columna al mando del Coronel, Sr. Campos Guereta, se destinaba a la zona minera. Se dividió entre Astillero y Solares y por compañías o secciones, acudía la fuerza a proteger los trabajos y apoyar la acción de la Guardia Civil que estaba también distribuida por las minas.

La otra columna, de fuerza idéntica, quedaba en Santander preparada para acudir en cualquier momento al lugar donde fuera requerida.

En Astillero se instaló la plana mayor de la columna móvil, con una compañía. En Guarnizo se situó el cuarto escuadrón del Regimiento de Talavera. Ocupaba las cuadras de Facundo Barquin, José Pérez y Pablo Cañas. Los soldados se alojaban en casas particulares.

Los soldados de guarniciones distintas a las de Santander, se mostraban divertidas y encantados de que se les hubiese traído a "veranear" a la Montaña.

Los huelguistas, por su parte, decían "Nuestra actitud no puede ser más pacifica; no trabajamos ni trabajaremos mientras no se solucione la huelga de Bilbao, porque las mejoras que ellas pretenden, son las mismas que nosotros pedimos"


Las huelgas que duró unos diez días, se terminó el 6 de septiembre y en Astillero se reanudaron los trabajos, cargando los barcos "Iberia" y "Caigleud".

Desde la desconvocatoria de la huelga, la vida laboral volvió a su normalidad, pero continuó la inquietud, sobre todo para el Ayuntamiento que tuvo que hacer frente a una factura de 2.631 pesetas pasada por la Comisaria de Guerra, por suministros de raciones a la tropa y a la Guarcia Civil.






 













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