Fue en noviembre de 1875, cuando
el Ministerio de Hacienda cedió al propiedad al Ayuntamiento el antiguo
cementerio ubicado detrás de la capilla de San José.
Este cementerio era de
dimensiones reducidas, por lo que el Ayuntamiento había solicitado su
ampliación.
En marzo de 1885, el señor Gobernador se le ordenó al
Ayuntamiento su clausura y se le ordenaba la construcción de un nuevo
cementerio.
En 1896, se procedió a la
construcción del nuevo cementerio, aunque no se llevó a efecto el cierre del
cementerio viejo.
Seria por junio de 1905, cuando
se terminó las obras del cementerio en el lugar que ahora se encuentra y
posteriormente ya se recibieron los primeros cadáveres.
Desde entonces existía una
capilla en el interior o tal vez fuera del campo del cementerio (aunque
desconozco desde cuándo) y cuyo pequeño edificio fue derribado con la
correspondiente polémica.
En la última sesión celebrada en
el Ayuntamiento en junio de 1932, se dio cuenta del escrito firmado por
numerosos católicos protestando del derribo de la capilla que existía en el
cementerio municipal, derribo que se llevó a cabo por acuerdo unánime de la
Corporación municipal, en vista del estado ruinoso en que aquélla se hallaba.
Lo extraño era que el escrito
aludido tendría carácter de protesta; más práctico, hubiera sido haberle
presentado con el de súplica antes de comenzar el derribo de la citada capilla,
porque después de demolida difícil seria su reedificación.
Lo curioso del caso es que el
escrito figuraba la firma de un concejal, que no hizo constar su protesta en
tiempo oportuno, y que, por consiguiente, se hizo en ese momento solidario del
acuerdo.
Otro señor, que no hacía mucho
tiempo, pedía a gritos, en un centro político, la disolución de la Compañía de
Jesús.
Aún cuando, el Ayuntamiento dio
la noticia de que la Corporación municipal había adoptado el acuerdo de
"no ha lugar a deliberar" del escrito de protesta que, firmado por la
mayoría del vecindario, identificado con el sentir unánime local, es el
Ayuntamiento que vuelve hacerlo público, con un escrito que decía así:
"En sesión celebrada por
esta Corporación el día 31 de mayo de 1932, se acordó desestimar y devolver el
escrito presentado por varios vecinos de esta localidad en protesta del acuerdo
de derribo de la capilla del cementerio municipal de Astillero. Lo que comunico
a usted para su conocimiento. Astillero, 4 de julio de 1932. El alcalde, primer
teniente José Ortiz."
Lo que si no existía un estado de
ruina del edificio, era conocido que el único deterioro que se observaba se
hallaba en el tejado. Tal deterioro pudo arreglarse con muy poco coste, siempre
menor que el que representó al derribar la sólida obra de mampostería de que
estaba construida.
Por otra parte, desde el
Ayuntamiento, hubo proposiciones de carácter particular, de conservar la
capilla para otros menesteres y hubo un concejal que, pareciéndole aceptable la
propuesta, expresó la intención de repararla al no implicar desembolso alguno
para el Ayuntamiento.
El mismo concejal, propuso
estudiar el modo de que el edificio fuese cedido a alguna familia a quien
pudiera interesar el usufructo o venta como panteón.
El derribo se realizó y sin el
previo informe de un arquitecto o del aparejador del Municipio, quienes eran
entonces los más capacitados para testificar si existía o no el estado de ruina
del edificio.
Hoy, el cementerio municipal,
existe una capilla de nueva construcción.
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