viernes, 20 de octubre de 2017

ASTILLERO en la gripe de 1918








A finales de septiembre y principio de Octubre de 1918, en la provincia y en la capital, se llegaban noticias oficiales del estado sanitario y los medios para prevenirse contra la invasión de las enfermedades contagiosas, que amenazaba y algunas de las cuales ya habían hecho su aparición en la provincia, si bien el número era limitado y si con carácter benigno.

El Inspector Provincial de Sanidad, señor Morales, creía que las observancia de las prescripciones higiénicas por él promulgadas podían preservar de todo contagio y reducir los focos de infección hasta poder lograr pronto su absoluta extinción.

Las noticias llegadas al Inspector Provincial de Sanidad y sus consejos para evitar la propagación de las enfermedades contagiosas presentadas en la provincia, se resumía en una nota oficial, que citado doctor, había facilitado a los periodistas.

En ella, figuraba la población de Astillero, con el siguiente texto:

"Astillero. El Inspector Municipal denuncia los pozos negros de las casas del barrio obrero, propiedad de los señores conde de Mansilla, Quintanal, Laguno y Palacios.

También denuncia otros focos de infección y suciedad.

El Inspector provincial de Sanidad ha dirigido a dicho Ayuntamiento un oficio concebido en los siguientes términos:

Primero. Que se reúna la Junta de Sanidad y, si es cierta la denuncia, se proceda al inmediato saneamiento.

Segundo. Si los pozos negros no son "mouras" que cumplan el reglamento de Sanidad rural, que impondrá a sus dueños una multa de 50 pesetas, y se les dará ocho días de término para que los pongan en condiciones, sin que esto quiera decir que se dejen de emplear otros medios de saneamiento más completos".

El 9 de octubre, se había detectado en Astillero, cien casos de gripe y varios graves.

Era de considerar la labor de "los curas" quienes más expuestos estaban de la epidemia, porque eran los  que día tras día vivía al lado del enfermo, y poco a poco, se hagan a la atmosfera infestada.

El cura acudía generalmente al foco de la infección, cuando el enfermo estaba próximo a la muerte, se sentaba a la cabecera del lecho y ponía el oído junto a la boca del moribundo. Y esto muchas veces al día y muchos días a la semana.

Ya había muerto, a consecuencia del contagio, el coadjutor de Comillas, el joven sacerdote, don Herminio Rivas y estaban enfermos en el Astillero, el párroco y el coadjutor, don Valentín Palazuelos y don José Castro; y el capellán del Asilo, don Juan A. Ruiz.

Hubo necesidad de buscar a otros que los sustituyesen. Voluntarios han ido a su lugar, al puesto del honor de asistir a los enfermos, el catedrático del Seminario, don César San Emeterio y los presbíteros, don Juan Antonio Lama y don Aurelio Cagigas, a quienes precedieron en los primeros momentos también a petición suya, el P. Lucas, pasionista, y el mismo capellán del Prelado, don Federico Rasilla.

En la fecha 18 de octubre, la Junta Provincial de Sanidad, solicitó hacer la inspección al tranvía de Astillero, fue el Ayuntamiento de Santander, el encargado de realizarlo.

El 21 de octubre, se comunicaba que en el pueblo de Astillero, existía más de 500 atacados por la gripe y las defunciones podían contarse como término medio, de tres diarias.

También desde ese municipio, pedían al Gobernador un automóvil para el transporte de los enfermos y recursos para atender a las necesidades de los afectados pobres.

El 26 de octubre, el pueblo de Astillero, había copiado el ejemplo de la Asociación de Vecinos de Santander, fundando una Asociación constituida por el párroco, Alcalde, autoridades y destacados vecinos. Además la colaboración de todos los vecinos.

En esas fechas, la Alcaldía solicitaba un médico, por haber caído también enfermo el doctor Ezquerra.

Por el  1 de noviembre, en Astillero, continuaba decreciendo notablemente la epidemia.

El 4 de noviembre, se comunicaba el fallecimiento del presbítero, don Aurelio Cagigas Bolado, en Revilla de Camargo. Este joven sacerdote adquirió la enfermedad en  el Astillero, a donde había sido voluntariamente a cuidar enfermos, a pesar de estar algo delicado de salud.

Otro voluntario, don Eduardo Cagigas, que durante quince días había estado asistiendo con extremado celo a los atacados del Astillero y Guarnizo, supliendo a los párrocos enfermos, también contrajo el mal, con tanta gravedad, que se temía por su vida.

En las fechas del 12 de noviembre, comunicaban que en Astillero la situación había mejorado y en Guarnizo, ya se encontraba estacionada.

Por el 17 de noviembre, en Astillero, ya se consideraba afortunadamente desaparecida la maldita gripe, que tantos estragos había causado en Europa y como no, a este municipio, con estos datos oficiales:

El 1 día de noviembre, falleció, dos personas; el día 2, tres; el 3, una; el 4, una; el 5; una; el 6, una; el 8, una; el 9, una; el 10, una y el 13, una. Han sido 13 los que han fallecidos durante esos quince días. En su mayoría eran niños de corta edad.

Ha sido fechas muy complicadas para Astillero, donde la epidemia se extendió con graves complicaciones, existiendo bastantes enfermos de bronconeumonía.











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