viernes, 26 de abril de 2019

ORFEON ASTILLERO-GUARNIZO año 1926











El Orfeón Astillero-Guarnizo gana en noble lid dos segundos premios en el Concurso celebrado en Torrelavega el 22 de agosto de 1926, en los Campos del Malecón.

Esta Coral a los dos años de su debut artístico, ha obtenido un señalado triunfo que orgullece al pueblo de Astillero y es de admirar si se tiene en cuenta que tres de los orfeones concursantes contaban en su reportorio con la obra impuesta por la Comisión de Festejos de Torrelavega y por su asesor.

Todo el éxito se debe al director del orfeón, don Jesús Soto, su entusiasmo, sus desvelos, su inteligente labor y su cariño, jamás desmentido hacia la agrupación musical han hecho el milagro de que los orfeonistas, en contados días, hayan vencido las dificultades de una obra tan ingrata y poco pegadiza al oído como es "En el bosque", que era la obligada del concurso.

El resto corresponde a los componentes que forman el laureado orfeón Astillero-Guarnizo, quienes sin otros elementos que su gran afición al canto se impusieron la difícil tarea de colocar la bandera de la coral en un lugar privilegiado.

El Festival dio comienzo a las 5,10 de la tarde, por la Banda Municipal de Torrelavega, con una selección de aires montañeses, siendo muy aplaudida.

A las cinco y media sale a escena la Coral de Reinosa al templete y comienza con la obra de libre elección "Aires compurrianos" de Guerrero.

Desde el principio denotan una visible nerviosidad, debido, sin duda, a ser los primeros que les ha correspondido actuar. En matiz, los fuertes dan sensación de obligados, por el empeño que especialmente los tenores y tiples, tienen en gritar. La melodía, más adaptada al ambiente regional de la obra, se produce con libertad amplia de mordentes y florituras más que con una dicción precisa y supeditada. Las voces blancas, escasas y no muy bien acopladas. Y la obra en sí, una producción más de Guerrero, el fecundísimo, y adaptada al patrón que hay cortado para música regional.

En la "obligada", el solo de barítono apenas se aprecia, por causa del conjunto, que canta fuerte, terminando algo confuso.

El cambio de tono, unidos y seguros hacen sonoridad brillante, equilibrándose las cuerdas. Y en final piano, algo flojillos de afinación los tenores primeros.

A las cinco y tres cuartos se presenta Transmiera, comenzando con "La Aurora" de Raventós. Después del primer trozo, que cantan bien, entran tomando la parte de primeros, las tiples y continúan ya unísono con aquéllos, ó bien alternando en llevar la melodía. En, boca cerrada, produce muy buen efecto, la melodía, realzada por las tiples, que cantan muy bien. El segundo tiempo, que es algo de repetición, lo hacen con acabada afinación y buen gusto, aunque demasiado movido sin centrar en la final.

El arreglo de la obra para coro mixto es discreto y resulta acertado. Suena muy bien.

En la obra "obligada" destacan bien acoplados al barítono. En boca cerrada, hay "pianos" interesantes, más elogiables que los fuertes siguientes, por su afinación, que es lo principal. El final encarna en la delicadez exigida por la obra. Pianísimo y con dulzura.

A las 6,10 y llegan los de Astillero-Guarnizo, comenzando con "Viva la Montaña", aires regionales.

Cantan con seguridad sus nutridas cuerdas. Los bajos no equilibran la cantidad de sonido que les corresponde aportar. Un niño tiene "solo" y lo hace muy bien, siendo interrumpido con "jipíos". Todo resulta valiente y acoplado. La obra, a trozos de popularidad y dificultad escasa. Consulta el director la afinación y comienzan la obra obligada, haciéndolo fuerte, algo demasiado, y así siguen hasta el "solo". En éste, el barítono no afina bien, y el conjunto tampoco procura destacarlo. La tendencia es hacer "fuertes". Dan sensación de afinación y acoplamiento, pero su director omite hacerles disminuir la sonoridad en tantos casos.

Llega Castro Urdiales, a las seis y media y canta "La fe y la esperanza", de Dardo Janín ¡Bien, viene Castro". Esto es el sentir general de los espectadores. Esto no es mi Juan, que me le han cambiado. Estos no son los desorganizados, los disueltos errantes en dos pequeñas agrupaciones, ó en ninguna. Estos señores parecen haber oído el clarín que llama para luchar y, "como un solo hombre", se han aprestado a defender el estandarte de Castro. Y á, fe que lo consiguen. Cantan con maestría, haciendo el matiz más perfecto ¡Qué reguladores! ¡Que delicadeza en los "pianísimos"!. En los "fuertes" es en lo que menos fuertes estaban, porque aún suenan algo, poco. Hay cambio de tono y nos hacen falsetes los primeros tenores que suenan a armonía celestre.

En el tiempo de boca cerrada, suena a órgano mayestático. Tal es el colorido que impregnan en el conjunto. Esforzándose en procurar sonoridad brillante, finalizan con unos acordes valientes que entusiasman delirantemente a todos los espectadores.

Continúan con la obra obligada recalcando graciosamente frases que nadie había hecho, dentro de un "pianísimo" con regulador perfectamente graduado. La afinación por descontada ¡Un poco mejor que la de los órganos instalados en la feria!.. Canta el barítono su "solo" con la seguridad que la presta el conjunto asemejado a un arrullo de realce y homenaje. En boca cerrada, matiz muy preciso. Acaso en toda las obra, algún exceso de "pianísimo". Y el final, un alarde de maestría, por la delicadez y depurado gusto que pusieron.

Todo el público, ha otorgado con su mayor ovación los dos primeros premios a los castreños, y, en justicia, se los merecen.

Han terminado a las siete y acto seguido sube al templete Peñacastillo, que en lugar de cantar la anunciada obra "Marineresca", opta por una jota aragonesa. La obra es alegre y bonita, pero sin dificultad alguna, si no es la tercera copia, muy aguda y exigente de estilo y voz. El conjunto es comporta afinadito, sacando algún partido de la obra.

Y en la obligada "En el bosque", que tanto, han dado que decir, cantan casi sin dirección, porque ha perdido ésta la serenidad. Comenzaron bien, pero la batuta no supo ó no pudo guiarles y cantarles en varios momentos que sonaron mal. De todos modos, hicieron cuanto pudieron con buena voluntad y de no apoderarse de ellos el nerviosismo y la duda hubiera sacado bastante más partido.

Los Coros Socialistas, de Santander, que se hallaban inscriptos, no se presentaron, alegando tener algunas bajas de orfeonistas principales.

Resultado del Concurso:
Primer premio, orfeón de Castro Urdiales
Segundo, orfeón Astillero-Guarnizo
Tercero, orfeón Montañés-Transmiera.
El Jurado compuesto por los señores Celayeta, Bretón, Sáez de Adana, Apellániz y Alegría.

El ganador, el orfeón de Castro, canta de maravilla y ese día todos pudieron saborear con deleite las bellezas de la obra de libre obligada, en la ejecución de la cual también sus lunarcillos, casi imperceptibles, que con gran maestría supieron cubrir los expertos castreños.

Al orfeón de Astillero-Guarnizo en su primer concurso a que habían acudido, ha de enorgullecerles por su triunfo legítimo.

El Orfeón recibió muchas felicitaciones entre ellas la del alcalde, don Adolfo Nieto y la de la Sociedad de Oficios Varios de Astillero.

Muchas son las felicitaciones recibidas por el orfeón después del triunfo obtenido en el concurso de orfeones de Torrelavega.










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