viernes, 25 de octubre de 2019

BERNARDO LAVIN ilustre astillerense








Poco meses antes de botarse al agua la fragata "Don Juan" en el año 1871, que, como se sabe, se construyó en el que fue el romántico paseo de la Escollera, su constructor, señor Gassis, envió recado a su amigo don Domingo Corcho, fundador de la conocida firma industrial, para que le facilitara su mejor operario forjador, y le envió a un muchacho de apenas 18 años de edad, llamado Bernardo Lavín Regato.

El señor Gassis, en presencia del imberbe joven montó en cólera creyendo que don Domingo se burlaba de él, y seguidamente se trasladó a Santander a pedirle explicaciones.

Pero don Domingo le calmó y le persuadió de que no se burlaba de él y de que tuviera confianza en el muchacho.

El constructor de la fragata "Don Juan" no debió quedar defraudado de Lavín, porque una vez entregado el buque a la casa armadora santanderina, Pombo, le aconsejó que se estableciera por su cuenta.

Lavín siguió este consejo y con tosca mano dirigió una instancia al Ayuntamiento, en la que solicitaba que se le concediera un pequeño sobrante de terreno en La Planchada para instalar una fragua.

Esta fragua rudimentaria y primaria, para la que construyó una tejavana, exactamente en el lugar que ocuparía el bar de Conchita Monar, fue la cuna de una serie sucesiva y continuada de talleres cada vez de mayor amplitud a medida que lo iban exigiendo las necesidades hasta encontrarse con una planta industrial de unos ochocientos productores que dominamos Talleres de Astillero, S.A.

Este operario, forjador de oficio, nada más empezar a trabajar por su cuenta, tuvo que luchar a brazo partido y aguzar su ingenio al tener que buscar un nuevo mercador para sus productos, pues el sector naval, si hasta entonces era lánguido, puede decirse que se paralizó totalmente desde la botadura de la mencionada fragata, por unos cuantos años.

Su nuevo mercado fue el ferroviario y se reforzó luego consideramente al iniciarse en esta zona la actividad minera en los últimos años ochocentistas. A partir de entonces, los talleres de Bernardo Lavín siguieron una línea marcadamente ascendente.

En el año 1885, ya formó parte del Ayuntamiento como concejal, bajo la presidencia de los que fueron alcaldes titulares don Ramón Gómez Cavia, don Ramón Secadas Bolado y don José Maria Castanedo.

Dos años más tarde, en sesión de 1 de julio de 1887, fue proclamado alcalde por el equipo administrativo que había sido elegido por voto popular unos días antes. Sus compañeros de Corporación fueron: Don Dionisio Serna Riva; don Cipriano Solana Liaño; don Angel Díaz de la Hoz; don Modesto Viar Solana; don Juan Leguina de la Hoz; don Antonio Egusquiza Mazo; don Cosme Quevedo Saiz y don Eduardo Díaz Vélez.

Su principal rival en aquel Ayuntamiento era don Angel Díaz de la Hoz, por otra parte, muy amigo particular, y para retratar a ambos podría sacar a relucir varias anécdotas, pero solamente me referiré a una, en mérito a la brevedad.

Se discutía una cuenta de 54 pesetas, por diecisiete viajes hechos a Santander por asuntos oficiales durante el segundo semestre de 1887 y la protestó don Angel por estimar las cifras excesivas. Esto dio pie, a que por parte de unos y otros se produjese un lio tremendo. El alcalde a voz en "grito, decía,  que no consentía que en la sesión se hablaran sandeces" e impuso al señor Díaz de momento, una multa de 7,50 pesetas; pero el señor Díaz dijo que él por la multa no se callaba, se reprodujo el escándalo y el alcalde se vio obligado a levantar la sesión.

Durante el mandato del señor Lavín se cambió el nombre de la calle que hasta entonces se llamaba "Reipa" por el de Venancio Tijero y a la calle que hasta entonces se llamó de Arriba o del Matadero, se le impuso el nombre de don Miguel de la Sierra Donestave.

En su tiempo se instaló el telégrafo y se gestionó la instalación del teléfono y se subastaron las obras de la plaza del mercado, que fueron adjudicadas a don Antonio Fernández Gallostra en la cantidad de 10.988 pesetas y estaban aquí en pleno auge las obras del Ferrocarril de Santander a Solares.

En su tiempo se informó favorablemente la petición del señor MacLennan para la construcción del ferrocarril, minero de Solía a Astillero, y se acordó aprobar la creación del "Casino de Astillero", ya que su tendencia era la comodidad, recreo y distracción de los socios "sin ningún otro fin pernicioso" señalado únicamente el horario de cierre a las once en invierno y a las doce en verano.

Bernardo Lavín Regato, nació en Santander el 15 de octubre de 1852, por sus méritos le fue concedida la Cruz de Caballero de la Real orden de Isabel Católica, por R.O. de 5 de noviembre de 1900, firmada por Maria Cristina, Reina regente, en nombre de su hijo Alfonso XIII.

Fue una extraordinaria persona, habiendo ocupado la Alcaldía del Ayuntamiento de Astillero.

En su inicio los talleres de Bernardo Lavín, en sus distintas ubicaciones, venía ocupando sus alrededores con materiales elaborados o semielaborados no navales, como eran los vagones, vagones cisternas, cambio de vías de todos los tipos, tomas de agua para las locomotoras, depósitos de agua para las estaciones, trabajos de calderería, como puentes, calderas de vapor verticales y horizontales.

Eran trabajos que no cabían en el taller y una vez terminados y dispuestos para ser transportados y entregados.

Fue cuando Talleres de Bernardo Lavín, inició la construcción de un dique seco, para continuar con las reparaciones de buques, que ya venían haciéndolo desde que empezaron con su actividad. Fue inaugurado el 16 de abril de 1922.

Y así la empresa Bernardo Lavín se decantó por el tema naval y la continuación de trabajos en el sector naval.

Falleció el 2 de noviembre de 1902.




A su fallecimiento, la empresa pasó a ser "Viuda de Lavín y Cía. S.C." el 26 de marzo de 1903, una Sociedad Mercantil Comanditaria de carácter familiar con una duración de 10 años, posteriormente, bajo el control de la familia, se convirtió el 17 de octubre de 1913, en "Talleres del Astillero, Herederos de Bernardo Lavín, S.A."

















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