jueves, 20 de enero de 2022

GUARNIZO incendios (1902-1961)

 



Coche bomba de los Bomberos Voluntarios de Santander que estuvo en uno de los incendios en Guarnizo




Guarnizo, ha sido un pueblo, que ha sufrido bastantes incendios importantes y con la suerte de no haber tenido desgracias personales en ellos.

Este automóvil bomba del parque de Bomberos Voluntarios de Santander, estuvo presente en uno de los incendios de Guarnizo.

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El 29 de septiembre de 1902, se produjo un incendio en el pueblo de Guarnizo. La noticia llegó a la capital a las cinco y al día siguiente se publicó ya en prensa.

El incendio comenzó sobre las cuatro en una casa pajar de reciente construcción que estaba adosada a la casa parador que don Facundo Barquin tenía enfrente de la estación del Norte y cuyo pajar era de su propiedad.

Este se encontraba frente mismo de la verja del paso a nivel de la estación del ferrocarril del Norte.

Pronto tanto el tejado y la parte interior de la casa, se estaba ardiendo. La casa tenia cuadra y desván para pajar.

En el pajar había yerba seca que ardió muy rápidamente. Las llamas, con tan buen combustible, adquirieron grandes proporciones y amenazaban hacer presa en cuatro casas que habían en los alrededores.

La casa parador del citado Barquín y otras dos de don José Pérez, en una de las cuales era un parador titulado El Siglo XIX.

En los primeros momentos acudieron gran número de vecinos, parte de los cuales se dedicaron a evitar que las llamas continuase y hiciera presa en las casas contiguas, mientras otros subieron al tejado para extinguir el fuego.

Estos tuvieron que abandonarle y entonces, ante la magnitud del incendio, salieron varios vecinos para las minas de la Orconera con objeto de pedir que les facilitasen una bomba del tren de incendios de la Sociedad.

Les dieron una bomba y una manga y con ellas pudieron combatir con éxito el fuego alimentado la bomba con agua de los pozos de la estación y de la casa del señor Barquín y también de un pozo llamado del Sapo; de todos los cuales se fue sacando agua en gran cantidad gracias a que acudieron con cubos y herradas casi todas las mujeres del pueblo, trabajando los hombres en el achique de la bomba.

Al anochecer ya tenían ya dominado por completo el fuego.

Las llamas consumieron todo el tejado, todo el desván y parte de la cuadra.

También se quemó toda la yerba, el valor de la cual se calculaba en cerca de 2.000 pesetas.

De haber ocurrido el siniestro pocas horas antes, hubiera cogido dentro de la cuadra, a aquella hora cuatro caballos, dos mulas y seis vacas de la propiedad del señor Barquin y otras 16 de varios vecinos, las cuales estaban previstos llevarlas a Madrid en el tren.

La casa-pajar estaba asegurada en la compañía El Fénix.

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Entre los años 1915 y 1917, el pueblo de Guarnizo, sufrió unos cuantos incendios que fueron noticias en la prensa de esas fechas.

Es curioso, que los incendios producidos fueron casi todos en el barrio de la estación del Norte, muy cerca donde vivian mis abuelos.

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El 12 de marzo de 1915, por la tarde, se produjo un violento incendio en el pueblo de Guarnizo.

Fue el jefe de estación quien envió un telegrama al Gobierno civil de este suceso.

Inmediatamente y por indicación del señor Gobernador, de acuerdo con el señor Alcalde, salieron para Guarnizo la bomba automóvil con algunos bomberos municipales.

Al llegar se encontraron con una casa totalmente en ruinas.

El edificio destruido por el incendio era propiedad de la señora condesa de Mansilla y la llevaba en arriendo don Pablo Cañas, que tenia establecido en él un almacén de cereales y un establecimiento de ultramarinos y otra diversidad de géneros, como ocurre siempre en estas tiendas de los pueblos.

El primer piso de la casa lo ocupaba el señor Cañas, con su esposa, dos hijos y dos criadas.

En esos momentos, el señor Cañas, se hallaba jugando con sus convecinos Ramón Fernández y Mariano Rodriguez, a eso de las dos y cuarto, cuando una de sus criadas, Araceli Mesones, bajó a avisarles que en el piso había fuego.

Subieron los tres, pero no pudieron entrar en la habitaciones en que se suponía estaba el incendio, porque se lo impedía el humo.

Inmediatamente se envió un aviso al Astillero, por el joven Victorio Pérez, para que acudieran los bomberos y el jefe de la estación telegrafió a Santander, para que también acudieran las bombas de incendio.

Mientras tanto el fuego se había propagado al almacén de cereales y avivado por el viento y por una ventana abierta de la parte trasera del edificio que formaba tiro, adquirió tal importancia que en pocos momentos invadió todo el edificio, hasta el extremo, que de la casa-habitación, solo se pudieron salvar unos colchones y unas ropas, quedando dentro todo el mobiliario.

Ni del almacén ni del establecimiento se pudo salvar nada.

El señor Cañas suponía que el fuego se iniciase por la chimenea y luego se propagase al almacén contiguo.

Cuando a las tres llegaron los bomberos, la casa ardía totalmente y todo el vecindario, formando una larga fila desde el pozo de la estación, trabajaba en la extinción del incendio, utilizando cubos de agua.

Y en igual forma hubo de continuarse porque los bomberos del Astillero nada podían hacer, por no tener bocas de incendio, donde enchufar las mangueras, hasta que a las tres y media llegó la bomba automóvil de Santander, y  colocada cerca del pozo de la mina "La Berta", que llevaba en arriendo Nueva Montaña, se pudo tender una manga.

Pero ya era tarde y el trabajo de los bomberos se limitó a tirar con cuerdas las paredes, porque el edificio estaba reducido a cenizas.

Se evitó que el incendio se propagara al teatrito de la Sociedad Recreativa de Guarnizo, contiguo a la casa incendiada.

El vecindario se lamentaba de que por causa de la falta de bocas de incendio en aquel barrio, a pesar de que por la carretera va la tubería del abastecimiento de aguas del Astillero, no se hubiera podido atacar el fuego en condiciones desde los primeros momentos.

La casa incendiada estaba asegurada en "La Unión" y también el almacén, pero en cantidad mucho menor del importe de la mercancía allí almacenada.

Las pérdidas sufridas por el señor Cañas, fueron por lo tanto, de consideración.

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El 3 de octubre de 1916, en la madrugada, en el Gobierno civil se recibió un telegrama dando cuenta que en el pueblo de Guarnizo se había declarado un terrible incendio.

Se pedían auxilios con toda urgencia.

En gobernador don Alonso Gullón se puso en contacto con el Alcalde para que fuese enviada la bomba automóvil.

Como existía una acuerdo del Ayuntamiento para que la bomba no saliese del término municipal, se pensó en no mandarla, pero más tarde y en vista de las urgencia del caso, salió la bomba automóvil con varios bomberos y material de extinción.

También se puso en contacto con jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios, señor Rafael Botín, quienes salieron inmediatamente hacia Guarnizo con personal a sus órdenes y el material necesario.

Por el aparato telegráfico de la estación del Norte se pidieron detalles de lo que ocurría facilitándolos la Guardia Civil del Astillero, que desde los primeros momentos se habían personado en el lugar del siniestro.

El fuego se inició en una cuadra situada en un edificio próximo a la estación del ferrocarril. Dicho edificio comprende una manzana de nueve casas.

El fuego se propago rápidamente y a las cuatro y cuarto iban ya quemadas cuatro viviendas.

Los bomberos del Astillero, la Guardia Civil trabajaron denodadamente en la extinción del incendio logrando evitar que se propagara por uno de los lados. Por el opuesto amenazaba a otras viviendas inmediatas.

En la cuadra por donde empezó el fuego se quemaron diez vacas.

En un almacén también destruido ardieron cien sacos de garbanzos y otras existencias.

Los vecinos de las casas quemadas no tuvieron tiempo de salvar nada de su ajuar.

Las casas quemadas eran propiedad del conde de Mansilla.

El fuego, se originó en una cuadra donde había diez vacas y cuatro terneras, propiedad del vecino de Bezana, don Alberto Lavín, el cual dormía en la misma cuadra.

Sin duda, una colilla encendida arrojada por Lavín, prendió fuego a un montón de paja, propagándose el fuego rápidamente.

Alberto Lavín, se despertó cuando el fuego le alcanzaba, chamuscándole la ropa. Entonces se levantó y salió a buscar agua creyendo que con unos cuantos cubos lograría sofocar el incendio. Cuando volvió a la cuadra se encontró está invadida por el humo y por las llamas y no pudo penetrar en ella.

El ganado pereció abrasado. Solamente una vaca logró escapar con algunas quemaduras y dos ternos lograron también salir.

El fuego hizo también presa en una almacén inmediato, separado sólo de la cuadra por una pared medianera.

En dicho almacén guardaba don Pablo Cañas, además de los 100 sacos de garbanzos que se quemaron, 30 sacos de maíz que también sufrieron grandes daños, tres vagones de paja que el fuego redujo a cenizas y alguna cantidad de yerba que corrió la misma suerte.

Los vecinos que vivían con sus familias en las cuatro viviendas situadas sobre la cuadra y almacén se llamaban: Eulogio Blanco, Daniel Aparicio, Acacio Villota y Natalio Trigueros.

Cuando se dieron cuenta de la existencia del fuego, este había hecho presa ya en todo el edificio y apenas tuvieron tiempo de salir a la calle, a medio vestir unos y otros en paños menores.

Daniel Aparicio, su mujer, Felipa Pérez y sus hijos, Felisa y Santiago corrieron inminente riesgo.

Santiago se encontraba enfermo desde hacia tiempo y el tratar de ayudarles a salir retrasó la huída de los demás familiares.

La joven Felisa Aparicio piso en una tabla medio quemada que se hundió con su peso, y a no haber estado al lado su madre que la sujetó fuertemente, la pobre joven hubiera caído a la cuadra, convertida en un gran brasero.

Todos los vecinos de Guarnizo, se disputaron el llevar a sus casas a los habitantes de las casas quemadas, en solidaridad y cariño a ellos.

El alcalde del barrio don Valentín Torre acudió de los primeros al lugar del siniestro y ordenó que se avisara a la benemérita y bomberos del Astillero.

El aviso fue dado por el joven Angel Quevedo, que en una bicicleta llegó pocos minutos a los lugares de donde podía esperarse la llegada de auxilios.

Fueron muy elogiados los bomberos del Astillero y Santander, como la Guardia civil.

Las existencias del almacén no estaban aseguradas.

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El 6 de enero de 1917, entre las ocho y media y nueve de la noche, se declaró un incendio en la casa-habitación de Adolfo Marcos, situada en el paso a nivel que está próximo a la estación del ferrocarril del Norte, en Guarnizo.

La nota del siniestro fue comunicada rápidamente al Cuerpo de bomberos del Astillero, que al mando de su jefe señor Tocornal, acudieron presurosos y con el material necesario.

Después de varias horas de trabajos se consiguió apagar el fuego, que había hecho presa en el tejado, pasando desde aquí a algunas de las habitaciones interiores de la casa.

Esta se componía de planta baja, un piso y bohardilla.

No hubo que lamentar desgracias personales y Adolfo Marcos, a quien ayudaron algunos vecinos, pudo poner en salvo el mobiliario y el ganado que encerraba en la cuadra.

Las pérdidas materiales fueron de relativa importancia.

A Guarnizo acudieron las autoridades del Astillero, el sargento de la Guardia civil con varias parejas a sus órdenes.

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El día 26 de septiembre de 1929, en Guarnizo se produjo un incendio en una casa de planta baja y dos pisos habitada por don Pablo Palacios.

El fuego se inició en el pajar, abarrotado de hierba, acudiendo los bomberos de Astillero con la máquina nueva y el resto del material, a las ordenes de su jefe, don Angel Díaz y capataz, don Carlos Rodriguez.

El vecindario acudió rápidamente para acotar el incendió dentro de sus posibilidades.

En esos momentos soplaba el sur y el incendio pudo tener mayores consecuencias.

La casa estaba asegurada y las pérdidas fueron importantes.

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En las primeras horas de la madrugada del jueves 14 de marzo de 1935, se declaró un violento incendió en Guarnizo, que destruyó por completo una casa, propiedad de la señora viuda de Arteche.

Avisado los bomberos voluntarios de Astillero-Guarnizo, quienes acudieron rápidamente a las dos de la mañana, mientras que las campanas de la iglesia de Guarnizo tocaban y alertando a los vecinos.

Los bomberos, al mando su jefe, Angel Díaz, atacaron el fuego, hallándose con la desventaja de que cada cinco minutos tenían que parar la bomba por falta de agua en la boca de riego y obligados a tomar agua de un pozo cercano, pero con las mismas dificultades.

La casa de construcción antigua, sufrió mucho destrozo, perdiéndose todos los enseres y quedando de la casa tan sólo los cimientos.

El incendio fue casual y se encontraba asegurada, estaba construida en la Ventilla.

Fue muy elogiada la actuación de las monjas de las Hijas de San Vicente de Paul, que desde los primeros momentos acudieron al lugar del siniestro, con ropas para las mujeres que no pudieron vestirse a tiempo y a los vecinos que les ofrecieron sus casas.

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En el mismo año y 1935 y por mayo, Guarnizo volvió a producirse un nuevo incendió, en esta ocasión fue el tejado del vecino Valentín Campo y cuya casa vivía su esposa con cuatro hijos. El señor Campo se encontraba en ese momento en Medina del Campo.

En medio del gran susto, la señora pudo con gran trabajo sacar a sus hijos, de las llamas.

Inmediatamente, a las voces de los vecinos y por teléfono se avisó a los bomberos y a la Guardia Civil. Cuando los bomberos acudieron al lugar del suceso, ya las llamas habían cubierto toda la vivienda, amenazando destruir la casa contigua, de la señora viuda de Sierra.

Los Bomberos Voluntarios dominaron el incendio en breves momentos.

Las pérdidas fueron importantes.

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Entre el domingo y el lunes, del día 3 de noviembre de 1957, se produjo un incendio en la casa propiedad de don Francisco Escallada, en Boo-Guarnizo y que afortunadamente no hubo gravedad gracias a la intervención de los bomberos del parque de Santander.

El motivo se debió a esos días de fuerte viento sur.

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 El 28 de marzo de 1961, hubo un aparatoso incendio en el barrio de Subiejas de Guarnizo.













2 comentarios:

  1. Cuando viajamos al pasado a través de imágenes y relatos como este nos invade la sensación de habernos perdido algo... de no haber estado nunca allí.
    Me imagino la cantidad de incendios que se hubieran podido evitar si por entonces nuestros tratamientos de ignifugaciones de hoy día hubiesen existido... ¿Cuántas vidas hubieran podido salvarse?

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  2. Estas noticias me dan pena, y más que las personas pierden pertenencias por culpa del fuego. Lo bueno es que no hubo victimas ni nada. Me gusta mucho leer relatos e historias del pasado y ahora que lo pienso, si en aquelos años tuvieran extintores en las casas, en el trabajo, graneros, cuantas vidas y cuando desastres se hubieran prevenido. Pero bueno la historia es así y llego más tarde el inventos de los equipos contra incendios. Gran post

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