En uno de
los altos de Guarnizo, en la que está
enclavada la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, a la sombra de una añosa
encina, existía un gran trinchera en algunos sitios, ya deshecha por los
propietarios o por servidumbres y carreteras.
Cuando se
hizo, empezaba en la ría de Migeras o de Boo, y moría en la de Solía; en el año
1924, el cierre de marismas por ambos lados le han impedido que la bañe el agua
del mar, y por el primero la han sustituido por el nada sano polvo que la
carretera nacional de Muriedas a Bilbao la arroja constantemente.
A la derecha
de dicha carretera y a pocos metros del crucero de Guarnizo, empezaba dicha
trinchera y iba paulatinamente ascendiendo hasta llegar al pequeño montículo
donde se halla la ermita al principio citada, dominando una bellísima
perspectiva.
A poco antes
de llegar a esta quedaba interrumpida la trinchera por una carretera vecinal,
llamada del Torco, que tenía por objeto unir algunos barrios extremos del
pueblo con el de la iglesia parroquial de Bella Vista, en cuyo barrio se
encontraba ya dicha carretera, al romper la trinchera mencionada.
Siguiendo
adelante y a unos metros antes de la pequeña iglesia en una longitud de seis
metros aproximadamente, se hallaba derrumbada por el amo de la finca, que hacía
pocos años la deshizo para allanarla.
Pasa detrás
de la repetida ermita, que ya no necesitaba el blindaje que protegía sus
campanas de las pedradas de los transeúntes, que tiraban con la sana intención
de probarlas el acero, de que nos hablaba en su hermoso libro "Costas y
Montañas", Amós de Escalante, por haberse edificado, una pequeña casa,
adosada al edificio de la Iglesia y debajo del campanario, donde vivía un
encargado de guardarla.
Pero,
volviendo a la trinchera, después de pasar la dicha ermita, la divide otra
carretera de poca importancia que no tenía otro destino que facilitar el
tránsito rodado a los propietarios de terreno de las mies. Aquí empezaba a
bajar lentamente, hasta llegar a las marismas, que declaraban hasta donde
llegaba antiguamente el mar.
De la fecha
de construcción de la tantas veces repetida trinchera, se han dicho muchas,
algunos las remontaban a tiempos fabulosos, si bien todas ellas carecen de
fundamento, pues bien claramente, dice, que se hicieron en el año 1726, pronto
va a hacer dos siglos, porque apareció en el Cantábrico una escuadra inglesa,
con no muy buenas intenciones, para defender los astilleros, que tan fama
dieron a este pueblo de Guarnizo, contra un probable desembarco de tropas por
la ría de Migeras, para apoderarse de aquellos, ya que por mar les hubiera sido
muy difícil llegar a ellos con sus navíos de guerra.
(DM 13 diciembre 1924)
En 1719,
tuvo lugar un acontecimiento que sembró terror durante todo el siglo, la
destrucción del astillero de Pasajes por las tropas francesas del duque de
Berwick y del astillero de Santoña por el asalto naval realizado por las tropas
inglesas de Stanhope.
Unos años
más tarde, en 1726, se vio merodear cerca de Santander a la escuadra inglesa de
Jennings, por lo que las autoridades decidieron fortificar la Bahía de
Santander y construir en Guarnizo una trinchera que protegería el Astillero.
José de
Córdoba y Aragón, Comandante General y Gobernador de la Villa, quedo encargado
de la construcción de varias baterías costeras y la dotación de tropa,
artillería y munición a los castillos de San Felipe, San Martin, Santa Cruz de
la Cerda y San Salvador de Ano; de su asesoramiento se encargó Luis Langots,
Ingeniero Director de Artillería.
En este mapa
del Astillero de Guarnizo y sus contornos, quedan reflejado los
retricheramientos que existieron.
Esta
cartográfica en relieve fue realizada por don Luis de Langots.
Luis
Langots, fue un destacado ingeniero que por esa época crearon la Real Junta de
Fortificación y el Cuerpo de Ingenieros, con el fin de planificar la construcción
de fortificaciones según las necesidades reales de las diferentes plazas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario