viernes, 9 de febrero de 2018

TRANVIARIOS en la linea Santander-Astillero 1937




Componentes del Consejo y Obreros de Tranvias, personal de oficinas y talleres




Por febrero de 1937, se tenía conocimiento de la admirable y tenaz labor que al frente de la explotación de la antigua Sociedad "Tranvías de Mirada" estaban llevando a cabo los obreros, que regían los destinos de la misma.

Al frente de ellos, estaban dirigidos por el Consejo Obrero de los Tranvías, siendo presidente, Ulpiano Alonso y como vicepresidente José Bolado; Pedro Fernández, secretario y José Gómez, Junto Ibañez, Millán Garcia, Valentín Recio, Esteban Fernández, Miguel Salcedo, Pablo Garcia, Guillermo Salas y Andrés Iglesias, como vocales. Este último ocupo además el cargo de cajero.

Antes de estallar el movimiento subversivo de los militares, el Sindicato Tranviario ya tenía en estudio la incautación y explotación de la línea, en vista de la desastrosa gestión que el antiguo Consejo venía realizando.

Al ocurrir los sucesos, y por ausencia o encarcelamiento de los consejeros, se pusieron inmediatamente al habla con las Direcciones de Trabajo e Industria, quienes pusieron el visto bueno al informe que les habían remitido, pasando el examen de los ingenieros señores Paz Maroto y Sánchez Rivera, quienes refrendaron la petición.

El día 14 de octubre de 1936, se hicieron cargo de las líneas y talleres, reuniéndose en asamblea, de la cual salió designado el Consejo.

En dicha reunión se acordó que los ascensos, que se venían haciendo caprichosamente y sin tener en cuenta los méritos, se hiciesen por rigurosa antigüedad, previa una oposición en la que se demostrase la capacidad para ocupar el cargo.

Igualmente, se acordó poner cubiertas a las plataformas de los coches, evitando con ello molestias para el viajero y empleados, principalmente en los días de lluvia o vientos. Esos bastidores eran plegables.

Otro acuerdo fue el de abonar a los compañeros enfermos el sueldo integro y el de elevar de 1,25 a 3 pesetas diarias, el haber de los empleados jubilados.

También en caso de accidentes del trabajo, acordaron pagar íntegramente los jornales, en lugar de las tres cuartas partes que cobraban con la antigua empresa.

Además de los viajes gratuitos a las personas y niños que acudan a los Comedores. El Consejo Obrero facilitaban pases gratuitos para servicios de guerra, cuya cuantía se elevaba a 12.300 pesetas anuales.

La situación era caótica. Existía varias cuentas de crédito, totalmente agotadas, por importe de 220.000 pesetas. Pudieron rebajarla hasta el 31 de diciembre, a 20.000 pesetas y por estas fechas, ya las tenían saldadas.

Para la adquisición de carril, con objeto de cambiar casi toda la línea de Astillero, y para otras mejoras de la ciudad, el Banco Mercantil, en vista de la buena administración que llevaban, les concedieron un crédito de 235.000 pesetas y esperaban también la concesión de otro, por otra entidad de crédito local.

El Consejo Obrero estaba agradecido al director general de Trabajo y al de Industria, Antonio Ramos y Valeriano Puertas, por su valiosa ayuda y sus consejos.

Igualmente de todos los obreros y empleados, se han implicado en la empresa que se estaba llevando a cabo y trabajando con un entusiasmo digno del más cálido elogio.

Otra de las medidas tomadas al hacerse cargo el Consejo, fue proponer a la Asamblea del Sindicato, la elevación de los salarios, pues con los que tenían no eran suficiente para vivir dignamente.

De 6,50 pesetas, se elevó a 8,15 pesetas y además, el día de descanso se pagaba el jornal íntegro, en lugar de medio, que tenían.

Trabajaban las ocho horas y aun alguna más si les sería preciso.

Ese sueldo no estaba equiparado con la carestía de la vida, pero no les preocupaba, solamente de esta cuestión, porque el obrero debe interesar principalmente el desarrollo y crecimiento de la industria, pues era indudable que era indispensable su sostenimiento primero y estar bien atendida.

Al hacerse cargo, el Consejo Obrero, querían demostrar y así lo probaba los datos facilitados, la diferencia de su gestión y la de los anteriores gestores, los cuales solo administraban para ellos y no se preocupaban de mejorar la industria en la medida que merecía el pueblo de Santander.

Esteban agradecidos a la ciudad y para corresponderles a sus atenciones, habían introducido muchas mejoras en el servicio y rebajado el precio de los abonos para obreros, como el de los billetes de mercancías, en un 40 por ciento.

Los servicios no estaban mal y quieren mejorarlos. Era la mayor preocupación. Lo mismo en el de tráfico que en el de talleres, en que se estaban construyendo un nuevo coche y poniendo en condiciones otros dos más. Estos coches saldrían equipados como correspondía a una ciudad moderna. Tendrán asientos de gutapercha y otras comodidades de importancia

Desde la fecha de incautación hasta el 31 de diciembre, los beneficios brutos ascendieron a unas 98.000 pesetas. El producto de los billetes de viajeros vendidos, ha sido el de 318.861,10 pesetas; de abonos 27.2222,85, y de mercancías, 3.762,49, y de 2.000.000 el número de viajeros.

Se han pagado los jornales de los compañeros de las camionetas que quedaron cesantes. Las existencias del taller han aumentado, pasando de un valor de 100.0000 pesetas a 170.000.

Por esas fecha, estaban en circulación 33 coches, y muy pronto entrarán unos 40, los cuales circularan de dos en dos minutos.

Existían una plantilla, entre coches, oficiales y talleres, de unos 180 empleados.

Habían reparado la vía hasta Peñacastillo que se hallaba abandonada, sin tener en cuenta la cantidad de viajeros que circulaban por esta línea. Igualmente reformar completamente la del Astillero.

Acababan de regresar de Bilbao, gestionando con los Altos Hornos de Vizcaya el envío de mil toneladas de carril para dicha línea, para sustituir el carril viejo.


Después  del Alzamiento Nacional, la compañía Tranvías de Miranda, se hicieron de nuevo cargo de la empresa y estuvieron en servicio hasta que en 1951, fue adquirida por la nueva empresa, los hermanos Muñoz.












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