viernes, 13 de abril de 2018

DON PABLO TARRERO RIVERO astillerense














Don Pablo, nació en Astillero, el 15 de noviembre de 1912.

Sus mejores recuerdos, los recuerdos de la niñez, de su primera juventud, estaban entrañablemente unidos a su pueblo Astillero y a los muchos y buenos amigos que mantuvieron amistad con él.

Su padre era maestro en las escuelas nacionales y posteriormente director administrativo de "Talleres de Astillero, S.A.".

Cuando era un chiquillo sentía afición por las cosas del mar, por trabar conocimiento con las gentes que, en movimiento constante, arribaban o zarpaban en buques hacia pueblos diferentes hablando idiomas diferentes.

El "cargadero de la Correa" sabe bien del tiempo que el pequeño Pablo pasaba allí, hora y horas, conversando, aprendiendo, con los marinos ingleses su lengua.

Era la época del mayor auge de El Astillero. Cuando no sólo los Talleres propiamente dichos cantaban su canción al trabajo, sino también las minas produciendo a un máximo rendimiento.

Por entonces la vida de Astillero era muy animada. El ajetreo de barcos era constante y, como la juventud no tenían a su disposición la cantidad de lugar de diversión que hoy se posee.

Había entonces un club deportivo en el que se practicaba mucho atletismo, otro club de piraguas, con excursiones santanderinas, un cuadro artístico magnifica y carreras ciclistas.

De esa convivencia con los marinos, su inglés era perfectamente inteligible, ya podía conversar de manera muy cumplida con ellos.

Para completar su formación, durante cuatro años y en el colegio de los Padres Paules de Limpias, realizo sus estudios mercantiles. Terminado éstos, marcho a completarlos a Londres, en la Escuela Pittemans.

Un año más tarde regresó a España, puesto que se creía especializado y con el idioma bastante más pulido que el que aprendió a viva voz, tan solo, en Astillero.

Nada más llegar, ingresó en el Banco Santander.

Por entonces el Banco, tenia 130 empleados, tanto en la central como en las dieciséis sucursales (Espinosa de los Monteros, Osorno, Panes, Lanestosa). Los depósitos del Banco sumaban por aquella fechas, sesenta millones de pesetas.

Su sueldo inicial fue de cien pesetas al mes, a sus diecisiete años; era el año de 1929, como auxiliar administrativo.

Un año más tarde, en 1930, con motivo de la primera reglamentación de Banca, dobló su sueldo, doscientas pesetas al mes.

En 1934 abren concurso para proveer la plaza de secretario de la dirección general, que entonces se acababa de nombrar en la persona de don Emilio Botín y la gana.

Su inglés aprendido de los marinos mercantes y perfeccionado más en Londres, fue pieza básica para conseguir el puesto.

Por entonces no eran muchos los que sabían idiomas, Tuvo también que aprender taquigrafía y para ello, daba clase diaria a las ocho de la mañana en Santander, trasladándose desde Astillero a Santander, en el tren que salía del pueblo a las siete.

En 1940 se caso con doña Rosa Vega de la Cantolla, astillerense.

Fue padre de cuatro hijos, tres chicos y una chica.

Su historial en el Banco, fue pasar por diferentes puestos de la Entidad a ser el principal colaborador para  desarrollar los planes de la Presidencia.

Ello le lleva a viajar por todo el mundo y ser la persona representativa más importante del Banco después de Don Emilio Botín.

En el año 1942 paso a ocupar la dirección de sucursales en el momento en que el Banco inicio su expansión por toda España.  Su conocimiento llego a conocer toda la Organización de las 236 oficinas que tenia por entonces el Banco.

Más tarde, en reconocimiento a esa actividad y a su valía, ascendió a Subdirector General del Banco, y en abril de 1950, el Consejo le nombra Director General.

En 1957, es nombrado Consejero, y en 1964 se le designa Vicepresidente Segundo en su Consejo, sin perjuicio de continuar desempeñando la dirección general de la empresa, pasando a ser, en 1967, Consejero-Delegado del Banco y miembro de la Comisión Ejecutiva.

Llegando a septiembre de 1971, a ocupar el puesto de Vicepresidente Primero.





El 15 de agosto de 1961, la Corporación Municipal de Astillero, en sesión extraordinaria celebrada el día tres de agosto, acordó por aclamación nombrar Hijo Predilecto de Astillero a don Pablo Tarrero Rivero, en atención a sus méritos y circunstancias que en él concurren y como testimonio de cariñoso afecto y sincera gratitud a los que se ha hecho acreedor.

Don Pablo siempre había mantenido su vinculación con su pueblo, hasta el punto de que todos cuantos problemas le habían llegado de su vecinos, han merecido por su parte la más calurosa acogida, siendo de dominio público su permanente preocupación por la juventud, a la que unas veces en la propia empresa del Banco, y otras en las más diversas de esta provincia, ha resuelto su porvenir, procurándoles empleos de toda índole, igualmente patente su interés por dar solución a múltiples y no pequeñas dificultades de índole económica de numerosas familias de la localidad.

En el aspecto industrial, vino demostrando constantemente su preocupación por que la juventud del pueblo, alcance la cultura más adecuada y alta posible, habiéndose de señalar su interés por favorecer a los que careciendo de medios económicos, se han distinguido por su capacidad intelectual.

En prueba de ello, había que señalar la fundación de varias becas para estudios de Enseñanza Media y de Escuelas Especiales, e incluso de estudios superiores para alumnos de las Escuelas Nacionales de la localidad, más distinguidos.

En el campo espiritual, se sentía ligado constantemente a la Parroquia de su pueblo, sus aportaciones económicas y su interés por su desenvolvimiento espiritual y religiosos, fueron decisivos en este orden de cosas.

A las doce, en el Ayuntamiento, tuvo lugar un breve acto, en el curso del cual se dio lectura al acuerdo y texto del expediente abierto por el Municipio astillerense para la concesión al señor Tarrero Rivero del título de hijo predilecto.

Los asistentes al acto se trasladaron seguidamente a la Iglesia parroquial, donde se dijo una misa cantada por el coro parroquial.

A continuación en la Planchada, tuvo lugar el acto de descubrir una lápida que da el nombre de don Pablo Tarrero a una artística fuente.

En el parque se inauguró también una fuente, la cual, desapareció con el tiempo y fue sustituida con un monumento que hoy existe, de don Pablo, en un lugar privilegiado con vistas a la ría y el fondo Santander.

El monumento corresponde a la escultura de bronce, obra del escultor José Antonio Barquin Ruiz, realizada en 1998

Finalmente el alcalde de Astillero le entregó a don Pablo un artístico pergamino que recoge el contenido del acuerdo municipal nombrándole hijo predilecto de Astillero.

El día 15 de agosto, con motivo de las fiestas de Nuestra Señora, en los campos de Astillero, se le tributó un homenaje a Don Pablo Tarrero, celebrándose un partido amistoso entre un combinado del Racing-Rayo contra el Unión Club.

Antes de dar comienzo el encuentro, los jugadores de ambos conjuntos se alinearon en el centro del campo y con asistencia de representaciones del Ayuntamiento de Astillero, del Real Santander y directivos del Unión Club, por el presidente de éste, don Emilio Fernández, se impuso la insignia de la Sociedad de esmalte y oro, a don Pablo Tarrero, quien agradeció tal distinción.

El capitán Campín acompañado del otro capitán, Santamaria, fueron al palco presidencial para entregar un precioso ramo de flores a la esposa del homenajeado.

El Gobierno a propuesta del ministro de Hacienda, en Decreto del 11 de octubre de 1969 y como premio a sus merecimientos, se le concedió, la Gran Cruz de la Orden del  Merito Civil.

En 1986, en el Consejo de Administración del Banco Santander, seguía en el cargo de Vicepresidente primero de la entidad, de carácter honorifico don Pablo Tarrero, que compartía el puesto de consejero delegado con el presidente.

Don Pablo Tarrero Rivero, murió en Madrid, el 23 de septiembre de 1988.














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