Don Pablo, nació en Astillero, el 15 de
noviembre de 1912.
Sus mejores recuerdos, los recuerdos de
la niñez, de su primera juventud, estaban entrañablemente unidos a su pueblo Astillero
y a los muchos y buenos amigos que mantuvieron amistad con él.
Su padre era maestro en las escuelas
nacionales y posteriormente director administrativo de "Talleres de
Astillero, S.A.".
Cuando era un chiquillo sentía afición
por las cosas del mar, por trabar conocimiento con las gentes que, en
movimiento constante, arribaban o zarpaban en buques hacia pueblos diferentes
hablando idiomas diferentes.
El "cargadero de la Correa"
sabe bien del tiempo que el pequeño Pablo pasaba allí, hora y horas,
conversando, aprendiendo, con los marinos ingleses su lengua.
Era la época del mayor auge de El
Astillero. Cuando no sólo los Talleres propiamente dichos cantaban su canción
al trabajo, sino también las minas produciendo a un máximo rendimiento.
Por entonces la vida de Astillero era
muy animada. El ajetreo de barcos era constante y, como la juventud no tenían a
su disposición la cantidad de lugar de diversión que hoy se posee.
Había entonces un club deportivo en el
que se practicaba mucho atletismo, otro club de piraguas, con excursiones
santanderinas, un cuadro artístico magnifica y carreras ciclistas.
De esa convivencia con los marinos, su
inglés era perfectamente inteligible, ya podía conversar de manera muy cumplida
con ellos.
Para completar su formación, durante
cuatro años y en el colegio de los Padres Paules de Limpias, realizo sus
estudios mercantiles. Terminado éstos, marcho a completarlos a Londres, en la
Escuela Pittemans.
Un año más tarde regresó a España,
puesto que se creía especializado y con el idioma bastante más pulido que el
que aprendió a viva voz, tan solo, en Astillero.
Nada más llegar, ingresó en el Banco
Santander.
Por entonces el Banco, tenia 130
empleados, tanto en la central como en las dieciséis sucursales (Espinosa de
los Monteros, Osorno, Panes, Lanestosa). Los depósitos del Banco sumaban por
aquella fechas, sesenta millones de pesetas.
Su sueldo inicial fue de cien pesetas al
mes, a sus diecisiete años; era el año de 1929, como auxiliar administrativo.
Un año más tarde, en 1930, con motivo de
la primera reglamentación de Banca, dobló su sueldo, doscientas pesetas al mes.
En 1934 abren concurso para proveer la
plaza de secretario de la dirección general, que entonces se acababa de nombrar
en la persona de don Emilio Botín y la gana.
Su inglés aprendido de los marinos
mercantes y perfeccionado más en Londres, fue pieza básica para conseguir el
puesto.
Por entonces no eran muchos los que sabían
idiomas, Tuvo también que aprender taquigrafía y para ello, daba clase diaria a
las ocho de la mañana en Santander, trasladándose desde Astillero a Santander,
en el tren que salía del pueblo a las siete.
En 1940 se caso con doña Rosa Vega de la
Cantolla, astillerense.
Fue padre de cuatro hijos, tres chicos y
una chica.
Su historial en el Banco, fue pasar por
diferentes puestos de la Entidad a ser el principal colaborador para desarrollar los planes de la Presidencia.
Ello le lleva a viajar por todo el mundo
y ser la persona representativa más importante del Banco después de Don Emilio
Botín.
En el año 1942 paso a ocupar la
dirección de sucursales en el momento en que el Banco inicio su expansión por
toda España. Su conocimiento llego a
conocer toda la Organización de las 236 oficinas que tenia por entonces el
Banco.
Más tarde, en reconocimiento a esa actividad
y a su valía, ascendió a Subdirector General del Banco, y en abril de 1950, el
Consejo le nombra Director General.
En 1957, es nombrado Consejero, y en
1964 se le designa Vicepresidente Segundo en su Consejo, sin perjuicio de
continuar desempeñando la dirección general de la empresa, pasando a ser, en
1967, Consejero-Delegado del Banco y miembro de la Comisión Ejecutiva.
Llegando a septiembre de 1971, a ocupar
el puesto de Vicepresidente Primero.
El 15 de agosto de 1961, la Corporación
Municipal de Astillero, en sesión extraordinaria celebrada el día tres de
agosto, acordó por aclamación nombrar Hijo Predilecto de Astillero a don Pablo
Tarrero Rivero, en atención a sus méritos y circunstancias que en él concurren
y como testimonio de cariñoso afecto y sincera gratitud a los que se ha hecho
acreedor.
Don Pablo siempre había mantenido su
vinculación con su pueblo, hasta el punto de que todos cuantos problemas le habían
llegado de su vecinos, han merecido por su parte la más calurosa acogida,
siendo de dominio público su permanente preocupación por la juventud, a la que
unas veces en la propia empresa del Banco, y otras en las más diversas de esta
provincia, ha resuelto su porvenir, procurándoles empleos de toda índole,
igualmente patente su interés por dar solución a múltiples y no pequeñas
dificultades de índole económica de numerosas familias de la localidad.
En el aspecto industrial, vino
demostrando constantemente su preocupación por que la juventud del pueblo,
alcance la cultura más adecuada y alta posible, habiéndose de señalar su
interés por favorecer a los que careciendo de medios económicos, se han
distinguido por su capacidad intelectual.
En prueba de ello, había que señalar la
fundación de varias becas para estudios de Enseñanza Media y de Escuelas
Especiales, e incluso de estudios superiores para alumnos de las Escuelas
Nacionales de la localidad, más distinguidos.
En el campo espiritual, se sentía ligado
constantemente a la Parroquia de su pueblo, sus aportaciones económicas y su
interés por su desenvolvimiento espiritual y religiosos, fueron decisivos en
este orden de cosas.
A las doce, en el Ayuntamiento, tuvo
lugar un breve acto, en el curso del cual se dio lectura al acuerdo y texto del
expediente abierto por el Municipio astillerense para la concesión al señor
Tarrero Rivero del título de hijo predilecto.
Los asistentes al acto se trasladaron
seguidamente a la Iglesia parroquial, donde se dijo una misa cantada por el
coro parroquial.
A continuación en la Planchada, tuvo
lugar el acto de descubrir una lápida que da el nombre de don Pablo Tarrero a
una artística fuente.
En el parque se inauguró también una
fuente, la cual, desapareció con el tiempo y fue sustituida con un monumento
que hoy existe, de don Pablo, en un lugar privilegiado con vistas a la ría y el
fondo Santander.
El monumento corresponde a la escultura
de bronce, obra del escultor José Antonio Barquin Ruiz, realizada en 1998
Finalmente el alcalde de Astillero le
entregó a don Pablo un artístico pergamino que recoge el contenido del acuerdo
municipal nombrándole hijo predilecto de Astillero.
El día 15 de agosto, con motivo de las
fiestas de Nuestra Señora, en los campos de Astillero, se le tributó un
homenaje a Don Pablo Tarrero, celebrándose un partido amistoso entre un
combinado del Racing-Rayo contra el Unión Club.
Antes de dar comienzo el encuentro, los
jugadores de ambos conjuntos se alinearon en el centro del campo y con
asistencia de representaciones del Ayuntamiento de Astillero, del Real
Santander y directivos del Unión Club, por el presidente de éste, don Emilio
Fernández, se impuso la insignia de la Sociedad de esmalte y oro, a don Pablo
Tarrero, quien agradeció tal distinción.
El capitán Campín acompañado del otro
capitán, Santamaria, fueron al palco presidencial para entregar un precioso
ramo de flores a la esposa del homenajeado.
El Gobierno a propuesta del ministro de
Hacienda, en Decreto del 11 de octubre de 1969 y como premio a sus
merecimientos, se le concedió, la Gran Cruz de la Orden del Merito Civil.
En 1986, en el Consejo de Administración
del Banco Santander, seguía en el cargo de Vicepresidente primero de la
entidad, de carácter honorifico don Pablo Tarrero, que compartía el puesto de
consejero delegado con el presidente.
Don Pablo Tarrero Rivero, murió en
Madrid, el 23 de septiembre de 1988.
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