(Colección de J.M. Blanquez)
Mi
amigo Enrique Curto, un autentico astillerense con residencia hoy en Santander,
deseaba y me pidio publicar un hecho histórico ocurrido en Astillero en el año
1971.
Fue
el 28 de abril, a las dos y diez de la tarde y a bordo del tanque de bandera
liberiana "Okeania" surto en El Astillero, se produjo una fortísima explosión.
La detonación fue de tal magnitud que pudo oírse perfectamente en toda la
ciudad de Santander, donde causó el lógico temor de haberse producido una gran tragedia.
Por
fortuna y aunque hubo de lamentar la muerte de dos jóvenes obreros, el suceso
no ha revestido la tremenda gravedad temida desde un principio, aparte de los
dos fallecidos, de otras diecisiete personas heridas no revestían caracteres de
excesivo peligro.
El
Okeania llego a los astilleros Astander para su reparación, el día 18. En el
momento de producirse el accidente el Okeania, recibía las últimas atenciones
amarrado a un pantalán en el extremo sudeste de la factoría, suponiéndose que a
su bordo había además de una treintena de tripulantes, otros tantos operarios
de Astander y empresas colaboradoras. Aunque no se pudo afirmar, parece ser que
en la sala de bombas de achique del petrolero se trabajaba con un aparatos de
soldadura. Bien por una acumulación de gases en un lugar indeterminado de la propia
sala o por una fisura existente en el mamparo que la separa de los tanques,
surgió lo imprevisto, en forma de una horrísona explosión que lanzó por los
aires a varias personas.
Un
operario de la empresa IMI (Instalaciones y Montajes Industriales), fue a caer
sobre la cubierta del buque ·Picomar", amarrado a un muelle de armamento
frontero al tanque siniestrado, y de la cual fue recogido ya cadáver. Su
nombre, Rafael González Cuesta de 24 años y natural de Guarnizo, con domicilio
en Santander y de profesión oficial pintor.
El
otro cadáver pudo, después de una laboriosa búsqueda efectuada por
submarinistas de la empresa ser extraído del fondo de lo que a aquella hora de
la tarde -las seis aproximadamente- el casco a pique del Okeania en la pleamar,
cerrando la salida entre dos muelles.
El
infortunado muchacho, José Luis F. Blanco Fernández, de 24 años y recientemente
casado, era vecino de Liaño.
En
pocos minutos después del suceso se hallaban en el lugar los bomberos
municipales, con varios auto-bombas, fuerzas de la Cruz Roja y numerosas
ambulancias, fuerzas de la Guardia Civil, soldados del Regimiento de A.B.Q. y
todo el personal de Astander, rivalizando en decisión y arrojo en el auxilio a
sus camaradas heridos.
Tremendo
fue el clima de alucinante ansiedad que al menos en los primeros instantes
sacudió al vecindario de Astillero, los familiares expectantes se situaron ante
la verja de acceso a la factoría en demanda de noticias.
Era
natural que ante un suceso de esas proporciones, se temiera por los cientos de
personas que trabajaban en Astander, además de las empresas colaboradoras.
La
relación de heridos que fueron ingresados en la Casa de Salud de Valdecilla,
fueron:
Federico
Capellán Cuevas (24 años) de Santander; José Zurdo López (20 años) de Astillero;
Enrique Borragan Rivas (20 años) vecino de Liaño; Saturnino Iradi Gangoiti (39
años) de Santander; José Castillo Iturzaeta (34 años) de Bezana; Agustin Marcos
de la Fuente (24 años) de San Sebastian; Antonio López Cuevas (54 años); Ana
Pontikos, niña de doce años, hija del capitán del buque; Stamatios Pontikos;
Yrakita Nomikos (40 años); Stavros Kotsobolia (23 años) y de nacionalidad
griega.
En
la Residencia Cantabria, fueron atendidos:
Jesús
Prieto Castro (25 años) de Santander; Mariano León Puente (35 años) de
Astillero; Manuel Sanchez González (23 años) de Santander; Gloria Riobó Otero
(35 años) de Astillero; Antoniello Dimitrios (25 años) segundo oficial del
buque y Michael Papakalodoukas (52 años), griego.
De
los citados y salvo complicaciones, todos ellos, a excepción de tres ofrecen un
diagnóstico de heridas leves.
Tras
permanecer muchas horas al cotado de Okeania, nadie echó en falta a ningún ser
querido, ni en la lista de los 39 tripulantes del buque se echaban a faltar más
que a tres hombres, los cuales en el momento del estallido se ocupaban en el
picado y pintado del costado de estribor, por el exterior, naturalmente del
casco.
Esos
hombres, llamados Georgios Tsolomitis, Sotorios Papamatheu y Anastassios
Fetechidis nunca, en buena lógica, debieron ser lanzados al agua sobre las de
la ría, de la misma forma que lo fueron hacia el costado opuesto los dos
obreros que encontraron trágica muerte.
Los
daños sufridos por el Okeania son de muchísima importancia, toda su zona
central está prácticamente reventada en especial su costado de estribor, con
tremendo boquete. Algo mejor parada salió la parte de babor y la cubierta
abombada. A la hora de abandonar la factoría de Astander en la pleamar de la
tarde, el buque estaba a pique.
El
Okeania, tanque construido en Gotemburgo en el año 1958, tiene un registro
bruto de 15.751 toneladas y 24.849 de peso puerto. Pertenece en la actualidad a
la naviera griega John C. Hadjipatera & Sons Ltd. Tiene 605,6 pies de
eslora, 77,2 de manga y 32,4 m. de calado en carga. Se llamó en principio
Frithiod, pasando a ser Elin Nafticos y finalmente Okeania.
En
estos buques con pabellón liberiano, sus tripulantes son en mayoría griegos, también
chipriotas, libaneses, indios.. A bordo además de la niña hija del capitán,
viajaban otras dos o tres esposas de oficiales.
Desde
los primeros momentos se personaron en el lugar del accidente el gobernador
civil, señor Colomer Marqués y el alcalde de Santander, señor Fuente Alonso,
acompañados de otras autoridades.
Se
reunió la Comisión municipal, en sesión ordinaria. Tras la lectura del acta, el
alcalde hizo uso de la palabra para informar a los reunidos del accidente
ocurrido a bordo del petrolero.
Inmediatamente
después se levantó la sesión en señal de sentimiento y preocupación por la
magnitud del suceso.
Tras
el suceso y repasado listas y otros diversos controles hicieron posible conocer
con precisión que no habían más víctimas y heridos que los que ya se conocían,
noticia ésta que daba motivo a que se tranquilizase la gente, que ansiosa esperaba
conocer quién podía haber alcanzado la explosión.
Los
trabajos de búsqueda de los tres tripulantes del Okeania desaparecidos
continuaron durante toda la noche. De nuevo los hombres-rana de los propios
astilleros buscaron entre las fangosas aguas de la dársena localizándose hacia
las 11 de la mañana, el cadáver de uno de los tres marineros desaparecido. Se
trataba de Sotirios Pamatheu de 56 años.
Uno
de los puntos preocupante era el estado de seguridad que podía ofrecer el
propio combustible del buque, ya que en los tanques situados en popa había
almacenadas unas 50 toneladas de gas-oil y 110 de fuel-oil, lo que pudiera dar
lugar al grave problema de una "marea negra" que cubriese la ría,
pero esto no peligraba, ya que los tanques no se vieron dañados.
La
tremenda explosión pudo tener distintas causas en su origen, aunque la que con
más insistencia se da es la de que una chispa producida por un rascador sobre
la chapa de cubierta o algún soldador que actuaba cerca a los tanques, lo que
dio lugar a que se inflamase alguna bolsa de gas almacenada en los referidos
tanques.
El
buzo santanderino Alonso quien dirigió los trabajos de búsqueda de los
hombres-rana para dar con los dos tripulantes desaparecidos, ellos son
Tsolomitis Giorgios y Fetachiddis Anastassios.
Los
hombres-rana sumergidos, recorrieron la zona hasta las proximidades del puente
de Pontejos, sin éxito, hoy continuará con esta labor.
Los
conocedores del lugar suponen que los cuerpos de estos tripulantes, han podido
ser subidos con la marea por la ría hasta Heras y bien han quedado en algún
pozo de los que se forman en la misma o al bajar la marea se les ha llevado
hacia la bahía y se tardarían días encontrarlos.
Tras
este suceso y el trabajo ha vuelto a su cauce normal en los astilleros, tras la
jornada de luto que se guardó, hay que recordar la actuación de todas aquellas
personas que, incorporadas a los equipos de socorro, dieron muestras de su
valor extraordinario.
Más
estas noticias de prensa he podido recabar otra información a través de José Luis
Beraza, hijo de quien fue jefe de dique de Astander, durante muchos años.
El
buque el día anterior realizó las maniobra de salida del dique grande a
atracarle en un muelle que se llama la correa que todavía existe. Era el
antiguo cargadero de mineral; pues ya realizó las labores de carenado,
prácticamente estaba terminado, solo faltaban algunos trabajos a realizar a
flote, que fue donde le sorprendió la explosión a causa de un soplete sobre
alguna bolsa de gas acumulada a bordo.
La
explosión se notó hasta en su casa, por la onda expansiva. Fueron rápidamente a
Astillero pensando que estaría su padre a bordo, pero no era así, ese mismo día
por la mañana salió con el coro polifónico del Tasa a una actuación, puesto que
era el delegado, a Madrid.
El
Okeania debido a los graves daños en su casco, incluso se hundió en la ría, se
decidió su desguace en Recuperaciones Submarinas. El desguace fue en dos fases:
primero superestructuras hasta aligerarle de peso y después los restos a
remolque a los muelles del desguace para desguace definitivo.