Coche bomba de los Bomberos Voluntarios de Santander que estuvo en uno de los incendios en Guarnizo
Guarnizo, ha
sido un pueblo, que ha sufrido bastantes incendios importantes y con la suerte
de no haber tenido desgracias personales en ellos.
Este
automóvil bomba del parque de Bomberos Voluntarios de Santander, estuvo
presente en uno de los incendios de Guarnizo.
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El 29 de
septiembre de 1902, se produjo un incendio en el pueblo de Guarnizo. La noticia
llegó a la capital a las cinco y al día siguiente se publicó ya en prensa.
El incendio
comenzó sobre las cuatro en una casa pajar de reciente construcción que estaba
adosada a la casa parador que don Facundo Barquin tenía enfrente de la estación
del Norte y cuyo pajar era de su propiedad.
Este se
encontraba frente mismo de la verja del paso a nivel de la estación del
ferrocarril del Norte.
Pronto tanto
el tejado y la parte interior de la casa, se estaba ardiendo. La casa tenia
cuadra y desván para pajar.
En el pajar había
yerba seca que ardió muy rápidamente. Las llamas, con tan buen combustible,
adquirieron grandes proporciones y amenazaban hacer presa en cuatro casas que habían
en los alrededores.
La casa
parador del citado Barquín y otras dos de don José Pérez, en una de las cuales
era un parador titulado El Siglo XIX.
En los
primeros momentos acudieron gran número de vecinos, parte de los cuales se
dedicaron a evitar que las llamas continuase y hiciera presa en las casas
contiguas, mientras otros subieron al tejado para extinguir el fuego.
Estos
tuvieron que abandonarle y entonces, ante la magnitud del incendio, salieron
varios vecinos para las minas de la Orconera con objeto de pedir que les
facilitasen una bomba del tren de incendios de la Sociedad.
Les dieron
una bomba y una manga y con ellas pudieron combatir con éxito el fuego
alimentado la bomba con agua de los pozos de la estación y de la casa del señor
Barquín y también de un pozo llamado del Sapo; de todos los cuales se fue
sacando agua en gran cantidad gracias a que acudieron con cubos y herradas casi
todas las mujeres del pueblo, trabajando los hombres en el achique de la bomba.
Al anochecer
ya tenían ya dominado por completo el fuego.
Las llamas
consumieron todo el tejado, todo el desván y parte de la cuadra.
También se
quemó toda la yerba, el valor de la cual se calculaba en cerca de 2.000 pesetas.
De haber
ocurrido el siniestro pocas horas antes, hubiera cogido dentro de la cuadra, a
aquella hora cuatro caballos, dos mulas y seis vacas de la propiedad del señor
Barquin y otras 16 de varios vecinos, las cuales estaban previstos llevarlas a
Madrid en el tren.
La
casa-pajar estaba asegurada en la compañía El Fénix.
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Entre los
años 1915 y 1917, el pueblo de Guarnizo, sufrió unos cuantos incendios que
fueron noticias en la prensa de esas fechas.
Es curioso,
que los incendios producidos fueron casi todos en el barrio de la estación del
Norte, muy cerca donde vivian mis abuelos.
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El 12 de
marzo de 1915, por la tarde, se produjo un violento incendio en el pueblo de
Guarnizo.
Fue el jefe
de estación quien envió un telegrama al Gobierno civil de este suceso.
Inmediatamente
y por indicación del señor Gobernador, de acuerdo con el señor Alcalde,
salieron para Guarnizo la bomba automóvil con algunos bomberos municipales.
Al llegar se
encontraron con una casa totalmente en ruinas.
El edificio
destruido por el incendio era propiedad de la señora condesa de Mansilla y la
llevaba en arriendo don Pablo Cañas, que tenia establecido en él un almacén de
cereales y un establecimiento de ultramarinos y otra diversidad de géneros,
como ocurre siempre en estas tiendas de los pueblos.
El primer
piso de la casa lo ocupaba el señor Cañas, con su esposa, dos hijos y dos
criadas.
En esos
momentos, el señor Cañas, se hallaba jugando con sus convecinos Ramón Fernández
y Mariano Rodriguez, a eso de las dos y cuarto, cuando una de sus criadas,
Araceli Mesones, bajó a avisarles que en el piso había fuego.
Subieron los
tres, pero no pudieron entrar en la habitaciones en que se suponía estaba el
incendio, porque se lo impedía el humo.
Inmediatamente
se envió un aviso al Astillero, por el joven Victorio Pérez, para que acudieran
los bomberos y el jefe de la estación telegrafió a Santander, para que también
acudieran las bombas de incendio.
Mientras
tanto el fuego se había propagado al almacén de cereales y avivado por el
viento y por una ventana abierta de la parte trasera del edificio que formaba
tiro, adquirió tal importancia que en pocos momentos invadió todo el edificio,
hasta el extremo, que de la casa-habitación, solo se pudieron salvar unos
colchones y unas ropas, quedando dentro todo el mobiliario.
Ni del almacén
ni del establecimiento se pudo salvar nada.
El señor
Cañas suponía que el fuego se iniciase por la chimenea y luego se propagase al almacén
contiguo.
Cuando a las
tres llegaron los bomberos, la casa ardía totalmente y todo el vecindario,
formando una larga fila desde el pozo de la estación, trabajaba en la extinción
del incendio, utilizando cubos de agua.
Y en igual
forma hubo de continuarse porque los bomberos del Astillero nada podían hacer,
por no tener bocas de incendio, donde enchufar las mangueras, hasta que a las
tres y media llegó la bomba automóvil de Santander, y colocada cerca del pozo de la mina "La
Berta", que llevaba en arriendo Nueva Montaña, se pudo tender una manga.
Pero ya era
tarde y el trabajo de los bomberos se limitó a tirar con cuerdas las paredes,
porque el edificio estaba reducido a cenizas.
Se evitó que
el incendio se propagara al teatrito de la Sociedad Recreativa de Guarnizo,
contiguo a la casa incendiada.
El
vecindario se lamentaba de que por causa de la falta de bocas de incendio en
aquel barrio, a pesar de que por la carretera va la tubería del abastecimiento
de aguas del Astillero, no se hubiera podido atacar el fuego en condiciones
desde los primeros momentos.
La casa
incendiada estaba asegurada en "La Unión" y también el almacén, pero
en cantidad mucho menor del importe de la mercancía allí almacenada.
Las pérdidas
sufridas por el señor Cañas, fueron por lo tanto, de consideración.
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El 3 de
octubre de 1916, en la madrugada, en el Gobierno civil se recibió un telegrama
dando cuenta que en el pueblo de Guarnizo se había declarado un terrible incendio.
Se pedían
auxilios con toda urgencia.
En
gobernador don Alonso Gullón se puso en contacto con el Alcalde para que fuese
enviada la bomba automóvil.
Como existía
una acuerdo del Ayuntamiento para que la bomba no saliese del término
municipal, se pensó en no mandarla, pero más tarde y en vista de las urgencia
del caso, salió la bomba automóvil con varios bomberos y material de extinción.
También se
puso en contacto con jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios, señor Rafael Botín,
quienes salieron inmediatamente hacia Guarnizo con personal a sus órdenes y el
material necesario.
Por el
aparato telegráfico de la estación del Norte se pidieron detalles de lo que ocurría
facilitándolos la Guardia Civil del Astillero, que desde los primeros momentos
se habían personado en el lugar del siniestro.
El fuego se
inició en una cuadra situada en un edificio próximo a la estación del
ferrocarril. Dicho edificio comprende una manzana de nueve casas.
El fuego se
propago rápidamente y a las cuatro y cuarto iban ya quemadas cuatro viviendas.
Los bomberos
del Astillero, la Guardia Civil trabajaron denodadamente en la extinción del
incendio logrando evitar que se propagara por uno de los lados. Por el opuesto
amenazaba a otras viviendas inmediatas.
En la cuadra
por donde empezó el fuego se quemaron diez vacas.
En un almacén
también destruido ardieron cien sacos de garbanzos y otras existencias.
Los vecinos
de las casas quemadas no tuvieron tiempo de salvar nada de su ajuar.
Las casas
quemadas eran propiedad del conde de Mansilla.
El fuego, se
originó en una cuadra donde había diez vacas y cuatro terneras, propiedad del
vecino de Bezana, don Alberto Lavín, el cual dormía en la misma cuadra.
Sin duda,
una colilla encendida arrojada por Lavín, prendió fuego a un montón de paja,
propagándose el fuego rápidamente.
Alberto
Lavín, se despertó cuando el fuego le alcanzaba, chamuscándole la ropa.
Entonces se levantó y salió a buscar agua creyendo que con unos cuantos cubos
lograría sofocar el incendio. Cuando volvió a la cuadra se encontró está
invadida por el humo y por las llamas y no pudo penetrar en ella.
El ganado
pereció abrasado. Solamente una vaca logró escapar con algunas quemaduras y dos
ternos lograron también salir.
El fuego
hizo también presa en una almacén inmediato, separado sólo de la cuadra por una
pared medianera.
En dicho
almacén guardaba don Pablo Cañas, además de los 100 sacos de garbanzos que se
quemaron, 30 sacos de maíz que también sufrieron grandes daños, tres vagones de
paja que el fuego redujo a cenizas y alguna cantidad de yerba que corrió la
misma suerte.
Los vecinos
que vivían con sus familias en las cuatro viviendas situadas sobre la cuadra y almacén
se llamaban: Eulogio Blanco, Daniel Aparicio, Acacio Villota y Natalio
Trigueros.
Cuando se
dieron cuenta de la existencia del fuego, este había hecho presa ya en todo el
edificio y apenas tuvieron tiempo de salir a la calle, a medio vestir unos y
otros en paños menores.
Daniel
Aparicio, su mujer, Felipa Pérez y sus hijos, Felisa y Santiago corrieron
inminente riesgo.
Santiago se
encontraba enfermo desde hacia tiempo y el tratar de ayudarles a salir retrasó
la huída de los demás familiares.
La joven
Felisa Aparicio piso en una tabla medio quemada que se hundió con su peso, y a
no haber estado al lado su madre que la sujetó fuertemente, la pobre joven
hubiera caído a la cuadra, convertida en un gran brasero.
Todos los
vecinos de Guarnizo, se disputaron el llevar a sus casas a los habitantes de
las casas quemadas, en solidaridad y cariño a ellos.
El alcalde
del barrio don Valentín Torre acudió de los primeros al lugar del siniestro y
ordenó que se avisara a la benemérita y bomberos del Astillero.
El aviso fue
dado por el joven Angel Quevedo, que en una bicicleta llegó pocos minutos a los
lugares de donde podía esperarse la llegada de auxilios.
Fueron muy elogiados
los bomberos del Astillero y Santander, como la Guardia civil.
Las
existencias del almacén no estaban aseguradas.
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El 6 de
enero de 1917, entre las ocho y media y nueve de la noche, se declaró un
incendio en la casa-habitación de Adolfo Marcos, situada en el paso a nivel que
está próximo a la estación del ferrocarril del Norte, en Guarnizo.
La nota del
siniestro fue comunicada rápidamente al Cuerpo de bomberos del Astillero, que
al mando de su jefe señor Tocornal, acudieron presurosos y con el material
necesario.
Después de
varias horas de trabajos se consiguió apagar el fuego, que había hecho presa en
el tejado, pasando desde aquí a algunas de las habitaciones interiores de la
casa.
Esta se
componía de planta baja, un piso y bohardilla.
No hubo que
lamentar desgracias personales y Adolfo Marcos, a quien ayudaron algunos
vecinos, pudo poner en salvo el mobiliario y el ganado que encerraba en la
cuadra.
Las pérdidas
materiales fueron de relativa importancia.
A Guarnizo
acudieron las autoridades del Astillero, el sargento de la Guardia civil con
varias parejas a sus órdenes.
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El día 26 de
septiembre de 1929, en Guarnizo se produjo un incendio en una casa de planta
baja y dos pisos habitada por don Pablo Palacios.
El fuego se
inició en el pajar, abarrotado de hierba, acudiendo los bomberos de Astillero
con la máquina nueva y el resto del material, a las ordenes de su jefe, don
Angel Díaz y capataz, don Carlos Rodriguez.
El
vecindario acudió rápidamente para acotar el incendió dentro de sus
posibilidades.
En esos
momentos soplaba el sur y el incendio pudo tener mayores consecuencias.
La casa
estaba asegurada y las pérdidas fueron importantes.
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En las
primeras horas de la madrugada del jueves 14 de marzo de 1935, se declaró un
violento incendió en Guarnizo, que destruyó por completo una casa, propiedad de
la señora viuda de Arteche.
Avisado los
bomberos voluntarios de Astillero-Guarnizo, quienes acudieron rápidamente a las
dos de la mañana, mientras que las campanas de la iglesia de Guarnizo tocaban y
alertando a los vecinos.
Los
bomberos, al mando su jefe, Angel Díaz, atacaron el fuego, hallándose con la
desventaja de que cada cinco minutos tenían que parar la bomba por falta de
agua en la boca de riego y obligados a tomar agua de un pozo cercano, pero con
las mismas dificultades.
La casa de
construcción antigua, sufrió mucho destrozo, perdiéndose todos los enseres y
quedando de la casa tan sólo los cimientos.
El incendio fue
casual y se encontraba asegurada, estaba construida en la Ventilla.
Fue muy
elogiada la actuación de las monjas de las Hijas de San Vicente de Paul, que
desde los primeros momentos acudieron al lugar del siniestro, con ropas para
las mujeres que no pudieron vestirse a tiempo y a los vecinos que les
ofrecieron sus casas.
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En el mismo
año y 1935 y por mayo, Guarnizo volvió a producirse un nuevo incendió, en esta
ocasión fue el tejado del vecino Valentín Campo y cuya casa vivía su esposa con
cuatro hijos. El señor Campo se encontraba en ese momento en Medina del Campo.
En medio del
gran susto, la señora pudo con gran trabajo sacar a sus hijos, de las llamas.
Inmediatamente,
a las voces de los vecinos y por teléfono se avisó a los bomberos y a la
Guardia Civil. Cuando los bomberos acudieron al lugar del suceso, ya las llamas
habían cubierto toda la vivienda, amenazando destruir la casa contigua, de la
señora viuda de Sierra.
Los Bomberos
Voluntarios dominaron el incendio en breves momentos.
Las pérdidas
fueron importantes.
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Entre el
domingo y el lunes, del día 3 de noviembre de 1957, se produjo un incendio en
la casa propiedad de don Francisco Escallada, en Boo-Guarnizo y que
afortunadamente no hubo gravedad gracias a la intervención de los bomberos del
parque de Santander.
El motivo se
debió a esos días de fuerte viento sur.
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El 28 de
marzo de 1961, hubo un aparatoso incendio en el barrio de Subiejas de Guarnizo.