Por las fechas de junio de 1931, se había
editado la Memoria Anual del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de
Astillero-Guarnizo.
Se hacía constar en dicho documento el
desamparo en que se encontraba el Cuerpo, y de la escasez de material con que
contaban.
Reorganizada la Sociedad y merced a la
labor de su presidente, don Luis G. de Rozas y de todos los señores que
formaban el Consejo de Administración, de los propios bomberos y a las
constantes aportaciones de sus socios protectores, pudieron realizar grandes
mejoras, siendo las más destacadas adquirir uniformes y calzado para los
bomberos; una motobomba, con motor ocho c.v. de 25.000 litros por hora; dos
camionetas, capaces para el transporte de 25 hombres y otros materiales como:
potentes linternas eléctricas...
En la Memoria se consignaban los nombres
de los bomberos, que eran 25, todos obreros y el de los señores socios
protectores, que sumaban 128.
(ya me gustaría conseguir esta Memoria)
En el año 1932, se produjo un siniestro
en Guarnizo, donde intervinieron los Bomberos Voluntarios de Astillero-Guarnizo
y en el que, como consecuencia del desplome de un muro que cayó sobre ciertos
bomberos, resultaron lesionados Angel del Castillo, Fidel Díaz y Luis Molino,
este último de bastante gravedad.
Providencialmente no ocurrió algo más
grave, porque momentos antes, se habían separado de aquel sitio los demás
compañeros, que acudieron, al salvamento de los heridos.
Días después se inició una suscripción a
favor del bombero Luis Molino, a la que todos los convecinos respondieron admirablemente,
alcanzando una respetable cantidad.
En noviembre de 1932, se declaró un
incendio en el vapor "Fernando" que se hallaba amarrado a una de las
escolleras de la ría, propiedad del industrial, Ignacio Vega Gorostegui, que le
había adquirido recientemente para desguazarle.
Ante el temor de que el fuego pudiera
tomar mayor incremento y se propagara al depósito de maderas de Bedia y
Cabarga, se avisaron al Cuerpo de Bomberos, que acudió con la mayor rapidez con
la bomba automóvil, y picando agua de la ría, pudieron lograr la completa
extinción, después de una hora.
La pronta intervención de los bomberos,
pudieron evitar la posible explosión de varias botellas de oxigeno que se
empleaban para el desguace y que se hallaban en el barco, evitando una posible
desgracia.
El domingo 26 de marzo de 1933, en un
día nuboso, se celebró la fiesta en honor de los Bomberos Voluntarios de
Astillero, que conmemoraban el trigésimo aniversario de la fundación del
Cuerpo.
A las diez de la mañana, comenzó a
despejar el tiempo y la lluvia, para quedar un espléndido día de fiesta.
El Cuerpo de Bomberos Voluntarios con
todo su material, brillante como ascua de oro y con sus uniformes
impecablemente limpios, en correcta formación, hicieron acto de presencia,
conducidos por su jefe, don Angel Díaz Toca, frente a los balcones de la
Casa-Ayuntamiento, donde se encontraba el alcalde, señor Gómez, varios
concejales, y unos cuantos señores invitados al acto.
Un gentío enorme acudió a tomar parte en
el merecido homenaje.
Revistado el Cuerpo por las autoridades
y por el presidente de su Consejo de Administración, el señor don Luis G. de
Rozas, éste dirigió a los bomberos breves palabras de agradecimiento,
exhortándoles a seguir, con el mismo entusiasmo y desinterés, su obra
humanitaria y utilísima para sus convecinos.
A continuación, y como premio a su
constancia, se impusieron las siguientes condecoraciones: Medalla de oro, a don
Angel Díaz, jefe y a don Carlos Rodriguez, brigada, que llevaba de servicio
ininterrumpido treinta años; medallas de plata, al brigada, don Ramón del
Castillo, y bomberos don Hilario San Emeterio, don José Lorenzo, don Luis
Molino, don Anselmo Cabrera, don Francisco Fernández y don Agustin Sedano,
quienes contaban con más de quince años de servicio; medallas de bronce, a los
bomberos, don Florencio Calderón, don José López Solís y don José Garcia
Villegas, por llevar más de siete años en el Cuerpo.
Este acto simpático y conmovedor fue
subrayado con una ovación clamorosa y prolongada.
Terminadas la revista e imposición de
medallas, los bomberos realizaron varios ejercicios, con la pericia a lo que ya
estaban acostumbrados, y después, entre repetidas ovaciones del público, se
retiraron a su parque.
A la una de la tarde se celebró el
banquete, dedicado al jefe de bomberos, señor Díaz y brigada señor Rodriguez,
fundadores del Cuerpo, acto al que concurrieron setenta comensales.
El alcalde, don Gabino Gómez, brindó con
frases de verdadero cariño para los homenajeados y de gratitud y alientos para
cuantos integraban la benéfica institución.
En abril de 1933, el Consejo de
Administración del Cuerpo de Bomberos Voluntarios, había adquirido cien metros
de manguera, de superior calidad, y había provisto a todos los bomberos de
cinturones de seguridad y de caretas protectoras de las mejores marcas, con lo
que evitarían posibles riesgos en su intervención, en los incendios y servirían
para que sus servicios serían más eficaces.
El 28 de abril de 1933, los bomberos
voluntarios, exhibieron un simulacro de asalto a la casa ocupada por el Banco
Mercantil y aprovecharon para presentar su nuevo vehículo Chevrolet, que
conducía don José Apraiz.
Por la tarde, hicieron un recorrido
hasta Parbayón, para comprobar el vehículo y llegaron alcanzar velocidades de
hasta 80 km.
En la mañana del jueves 10 de
noviembre de 1934, se declaró un violento incendio en la fábrica de Celuloide
(S.A.) situada en la calle de la Esperanza y de la que era uno de los
principales accionista y propietario, don Eugenio Cortabitarte.
A las nueve y diez de la mañana, una de
las chicas que en dicha industria trabajaba en la confección de sonajeros y
todas las clases de trabajo relacionado con celuloide, al enchufar la corriente,
produjo un cortocircuito, que prendió rápidamente en el celuloide y que debido
a la gran cantidad de acetona que allí había, el fuego se extendió rápidamente.
Con la mayor celeridad acudieron en
seguida los bomberos, al mando de su jefe, don Angel Díaz Toca, con todo el
material existente, empezando a atacar el fuego por diferentes puntos a la vez.
Después de los trabajos llevados a la
práctica por los Bomberos que tuvieron que luchar, con la pobreza de las bocas
de riesgo existentes, vieron premiados sus esfuerzos con la sofocación del
incendio, logrando salvar el edificio y otros anexos a él.
Toda la maquinaria así como materiales
existentes quedaron destruidos, calculándose que las pérdidas pasaron de los
20.000 pesetas.
A lugar del siniestro acudió desde los
primeros momentos el actual alcalde, señor Quevedo y las autoridades, así como
una gran cantidad de público.
Debido al siniestro quedaron sin trabajo
temporalmente unas cuantas obreras, algunas de las cuales perdieron sus ropas
en el incendio.
Hubo de elogiar la brillantísima labor
de bomberos.
Por enero de 1935, los Bomberos poseía
un magnifico Parque que ocupaba toda la capacidad de los dos locales del ala
izquierda del edificio de la Casa Ayuntamiento, que era muy superior a la del
anterior Parque, con la doble ventaja que, además de la amplitud, el
emplazamiento del nuevo en línea con la carretera, al que se había abierto una
puerta capaz para poder entrar y salir con libertad y amplitud las bombas
automóviles.
Todo ello gracias a la Corporación que
correspondió a la petición formulada del presidente y señores directivos del
benemérito Cuerpo.
En abril de 1935, se declaró un incendio
en una tejavana situada en la calle Industria, propiedad del industrial don
Antonio Maza, acudiendo rápidamente los Bomberos Voluntarios y la Guardia
Civil.
Los bomberos realizaron grandes
esfuerzos en los trabajos de extinción del fuego y a estos trabajos también
cooperaron de manera eficaz los obreros de la Campsa, cuya factoría estaba
enclavada en dicha calle.
El fuego alcanzó a una cuadra, también
propiedad del señor Maza, quemándose varios envases y otros enseres,
calculándose las perdidas en el siniestro en unas 6.000 pesetas.
El domingo 1 mayo 1935, frente al
Ayuntamiento se procedió a verificar una revista al abnegado Cuerpo de Bomberos
Voluntarios de Astillero-Guarnizo, al frente el jefe, don Angel Díaz Toca, a
presencia del señor presidente de dicha institución, don Luis Gutiérrez de
Rozas.
Fueron invitados las autoridades civiles
y militares a dicho acto, el cual revistió los caracteres importantes de la
significación tan meritoria a dicho Cuerpo, dispuestos siempre a ofrendar sus
vidas, exponiéndose a los propios peligros, que se multiplicaban
inesperadamente en los voraces elementos del fuego, tengan o no tengan agua
para sofocarlo.
Por estas fechas el Cuerpo contaba con
diversos elementos de extinción, mejor material y más abundante y moderno.
Entre ello, una camioneta nueva, con
todos los adelantos que exigían las necesidades: camioneta-enciclopédica, que
servía para el traslado rápido y seguro los bomberos, llevando a la vez, todo
el material de extinción, tales como escalera, mangas, cubo portátil, picos,
hachas, cuerdas y diversos artefactos necesarios.
Además lleva a remolque con suma
facilidad la bomba, que tan buenos servicios prestaba.
Se trataba de camioneta marca Chevrolet.
Este vehículo era propiedad de don
Francisco López, con la matricula S-4909 y en fecha 19 de enero de 1935, paso a
propiedad de Bomberos Voluntarios de Astillero, firmando como comprador en su
nombre el señor Angel Díaz.
El domingo, por la mañana, salió del
parque, el nuevo vehículo, conducido por don José Apraiz, llevando 25 hombres y
a su jefe y con los compartimentos llenos de material de incendios y a remolque
la bomba, descendieron por la Planchada y subiendo después la cuesta para
estacionarse frente al Ayuntamiento.
Allí se encontraban numeroso público
para examinar el nuevo vehículo.
Los bomberos hicieron un simulacro de
asalto a la casa ocupada por el Banco Mercantil.
Más tarde hicieron un paseo con la
camioneta adquirida hasta Parbayón, para probarla.
Entre la numerosa concurrencia figuraba
el alcalde, señor Quevedo y algunos concejales, juez municipal, señor Lama;
tenientes de Carabineros y Guardia civil, señores Cecilia y Alonso;
administrador de Correos, señor Peñacorba; señores maestros nacionales,
representaciones de algunas industrias y el Consejo de Administración de estos
Bomberos.
El 12 de mayo de 1935, en los campos de
Astillero, a las once de la mañana se jugó
un partido amistoso entre los bomberos de Astillero y los de Santander.
Los equipos alinearon:
Bomberos de Santander: Pio; Herrera,
Martinez; Luis, Vallina, Garcia; Mariano, Peña, Pérez, Ojeda y Benet.
Bomberos de Astillero: Martinez; Díaz
(F), Garcia; Giráldez, San Martin, Hazas; López, Cuevas, Díaz (D), Rodriguez y
Sierra.
Hubo un gran ambiente para presenciar
este partido donde se disputaron un magnifico trofeo.
En la fecha 20 de enero de 1943, el
vehículo S-4909, se le hace varias modificaciones solicitando los bomberos
Ramón del Castillo (brigada) y Angel Diez (jefe) los permisos de circulación
para la matricula S-6759.
De este vehículo, que se consideraba
desaparecido o desguazado, ya podemos decir que existe y alguien conoce su
paradero.