Las huelgas
que tuvo lugar los meses de agosto y septiembre de 1906, en Astillero,
adquirieron gran importancia y fueron noticia nacional.
La
concentración de tropas en esa zona de Astillero y su despliegue espectacular
fue grande. La guarnición de Santander se reforzó extraordinariamente y
concretamente el día 29 de agosto a las 9,30 h. de la noche, llegaron al
Astillero. un tren especial con una sección de la Guardia Civil al mando de un
oficial.
Dos días antes,
el día 26 por la tarde, se celebró en la plaza del mercado, un mitin al que habían
acudido unas 3.500 trabajadores mineros de las minas de Cabarga, presidió el
acto, el líder socialista, Pablo de la Iglesia.
El día 28,
se volvió a celebrarse un nuevo mitin en el Astillero que acudieron los mineros
de las minas, alrededor de unos 5.000 obreros. El local previsto para el acto,
resultó incapaz para contener a tanta gente y se acordó celebrarlo en la pradería
conocida por "La Habanera".
Fuerzas de
la guardia civil estaban apostadas en diferentes sitios, en previsión de que
pudieran ocurrir desordenes.
Presidido
por Pablo de la Iglesia. En él, Juan Minero, minero que había ido en comisión a
Bilbao a conferenciar con los huelguistas vizcaínos, informó a los concurrentes
del curso de aquella huelga. Hablaron también, Domingo Pérez, Eduardo Torralba
y Facundo Perezagua, prevaleciendo en todos los discursos la nota radical, de
que debía continuarse la huelga, aunque recomendaban evitar cualquier incidente
entre los obreros y las fuerzas públicas.
Como se
temía, la huelga de solidaridad de los obreros mineros de las cuencas de
Cabarga y Villaescusa, se declararon el día 27 de agosto, respondiendo al
movimiento de Vizcaya y el paro fue en todas las minas, con una sensata,
ordenada y tranquila manifestación de compañerismo.
A las seis y
media de la mañana, se comunicó por teléfono, desde Liaño, que se había
declarado en huelga general en toda la cuenca minera de Cabarga. Los obreros
que habían entrado a trabajar tuvieron que dejarlo en seguida, respondiendo a
la invitación de algunos grupos que se acercaron a ellos.
Por la
conformidad y el orden con que todos los obreros iban abandonando el trabajo,
se hallaban ya de acuerdo .
El paro se
declaró como acto de solidaridad con los obreros de Vizcaya; y la actitud de
los trabajadores no pudo ser más pacifica ni tranquila.
A las cinco
y media de la mañana salieron de Cabárceno, donde se reunían el núcleo mayor de
trabajadores y comisiones de huelguistas, dirigiéndose a las minas de la
Orconera, en Obregón y a las de Villaescusa y otros puntos, con objeto de
llegar a las citadas minas antes de que se hubieran comenzado los trabajos y
evitar tener que ejercer coacciones con los obreros que se negasen a secundar
el paro.
Esto no fue
necesario, pues se encontraban los trabajadores tan dispuestos a abandonar las
labores que en muchas minas donde el trabajo había comenzado, bastó sólo la
presencia de los grupos para que aquéllos se retirasen.
En el
Astillero, se presentaron los obreros huelguistas a primeras horas de la
mañana. Acudieron primero a paralizar el cargue de mineral en los muelles.
Uno de los
barcos, que se hallaban cargando, era el Peña Angustina, de esta matricula, y
como le faltaban sólo catorce vagones para terminar su carga y salir, rogó a
los huelguistas que le permitieran embarcar aquellas vagonetas, a lo que
accedieron los obreros.
Se temía que
ocurriese algún conflicto con motivo de la paralización del cargue de los
vapores.
En el
Astillero esperaban los barcos, Lino, San Salvador, Sarón, Inglés y Foguer,
noruego.
En
Astillero, la huelga, fue general, no trabajaron en las dos fábricas de
petróleo, ni en las fundiciones de los señores Lavín y Izaegni, ni en ninguna
otra parte.
Por las
calles, se veían circular pequeños grupos de obreros y, por su actitud, más
parecía que se hallaban disfrutando de un día de fiesta, que de huelga.
Que la
huelga general se había declarado en el Astillero sólo se conocía por el
movimiento de fuerzas de guardia civil., á pesar de que allí se había
constituido en sesión permanente la comisión de huelga y el comité de la
federación de sociedades obreras.
Los
huelguistas enviaron a Bilbao tres comisionados, con objeto de cambiar
impresiones con aquella comisión de huelga y dar cuenta al Astillero de la
marcha del movimiento huelguistas y de la fecha en que aquí había de reanudarse
el trabajo.
Las
comisiones salieron del Astillero para Bilbao en el tren de las 2,30 de la
tarde.
El día 28,
en Astillero y a primeras horas de la mañana se observaron una concurrencia
extraordinaria de mineros huelguistas.
En numerosos
grupos recorrían las calles, pero su actitud era pacífica.
En las
fábricas de petróleo y en la fundición del señor Lavín, se comenzaron a
trabajar por la mañana y a las ocho aproximadamente, acudieron a estas
industrias grupos de huelguistas pretendiendo que los obreros abandonasen el
trabajo.
En la fundición
del señor Lavín trabajarían unos catorce obreros, la mayoría de los cuales no
volvieron después de almorzar.
Este mismo
día, entró el vapor inglés, Hopedale.
El día 29,
en Astillero, como en días anteriores, desde que la huelga se había declarado
en las minas, no se trabajó en ninguna parte.
Los vapores
que estaban en turno para cargar mineral en los muelles cargaderos de las Compañías
mineras, continuaban detenidos, esperando la resolución de la huelga.
Durante la
mañana se vieron pequeños grupos de obreros que después de pasar por el Centro Obrero
y conocer las últimas noticias de Vizcaya, daban vueltas por la localidad y se
detenían a contemplar a los soldados del Regimiento de Infantería de Valencia
que hacían guardia frente al Ayuntamiento.
El Alcalde
del Astillero, señor Tijero, con objeto de que no tuvieran pretexto alguno los
obreros huelguistas para detenerse en el pueblo, rogó a los industriales y
comerciantes que mientras el actual estado de cosas continuase, cerraran sus
establecimientos a las dos de la tarde. Todos accedieron al ruego del Alcalde y
el cierre fue general.
Por el
Astillero pasaron durante todo el día numerosas fuerzas de la benemérita que se
dirigían a ocupar los puntos estratégicos de la cuenca minera, en forma que fácilmente
pudieran auxiliarse en caso de necesidad.
La compañía
del regimiento de Valencia, que al mando del capitán don Felipe Azcona y los
primeros tenientes, don Alejandro Sesma y don Felipe Fuertes, se encontraban en
Astillero.
Las
personalidades de la población y los vecinos, todos llenaban de atenciones lo
mismo a jefes que a soldados.
Una huelga
hace trabajar a muchos y prueba de ello, es al Alcalde, señor Tijero y más aún
a la simpática y bella señorita, telefonista del pueblo, Honorinda Fernández
Ansótegui, que durante esos días no ha podido separarse ni un momento del teléfono.
El día 29 realizó nada menos que trescientas comunicaciones.
Esta joven
era responsable a su cargo de la Central telefónica de Astillero.
El 30 de
agosto, se encontraban el cuarto escuadrón del regimiento de Talavera, instalados
en Guarnizo, cuyos caballos ocupaban las cuadras de Facundo Barquín, José Pérez
y Pablo Cañas y los soldados se alojaban en las casas particulares.
Otras
fuerzas, como la del batallón de Arapiles, que se distribuía de la siguiente
forma:
Plana mayor
y una compañía, en el Astillero, otra compañía, en Liaño y Villanueva, otra en
Obregón y otra en Sarón.
La guardia
civil que se traslado a las minas se había dividido en cuatro grupos, al mando
del capitán, señor Mella. El primero, al mando del teniente don Luis Villena
Ramos, quien daba las órdenes en las minas de Orconera, Liaño, Morero, La
Ciega, Complemento y lavaderos de Solía, Liaño y San Salvador.
El segundo
grupo se estableció en "Trascueto", al mando del teniente don
Clemente Gutiérrez del Olmo, enviando fuerzas a las minas de Santa Rosa,
Carmen, Muriedas, Camargo, Berta, Nueva Montaña y lavadero de la Berta.
El tercero
grupo fijó su residencia en el Astillero, a las órdenes del teniente don Diego
Santillana, custodiando los lavaderos, cargue y muelles de la Orconera,
fábricas de petróleo y almacenes explosivos.
El cuarto
grupo se mandaba el teniente don Gervasio Vázquez, se situó en la Cruz de
Pámanes para vigilar las minas de Valabarca, Somarriba, Cabárceno, San
Salvador, Hoznayo, Regil, lavaderos de Valabarca y Salguero y fábrica de
hilados de la Cavada.
Todas estas
fuerzas las componían 160 infanterías y 20 de caballería.
Las fuerzas
de infantería, caballería y guardia civil llegaron al Astillero a las seis de
la mañana, trasladándose a los puntos indicados.
El segundo
batallón de Valencia se dividió, destinándose una compañía a Heras, otra a
Solares y las otras dos a Las Cuartas y demás minas del término de Pamanes y
Cabárceno.
De la de caballería,
quedaron veinte soldados en el Astillero, diez en Boo y el resto en Guarnizo.
En el
Astillero, al llegar estas tropas, el día había transcurrido sin novedad. La
charanga de Arapiles tocó por la tarde frente al Ayuntamiento.
El Coronel
que mandaba la columna que estaba en la zona minera, señor Campos Guereta,
visito parte de las fuerzas.
Por la tarde
estuvo en el Astillero para informarse de las novedades que hubiera y dar
algunas órdenes, el general González Tablas.
A pesar de
que se dijo que se cargarían mineral en el Astillero, no fue así, continuaron
detenidos los vapores Frogner, Hopedale, San Salvador y Maroon.
El día 30 de agosto en Astillero transcurrió con toda tranquilidad, viéndose por la población pequeños grupos de obreros que se retiraban enseguida.
Los paseos y
la Planchada estuvieron por la tarde muy animados y no se conocía que allí
ocurriera anormalidad alguna, más que por la guardia que frente al Ayuntamiento
dieron los soldados de Valencia.
Una fiesta y
muy agradable, se celebró el día 29 en el Astillero para obsequiar a los
oficiales que mandan la compañía de Valencia.
La organizó
en su elegante vivienda la señora de don Fernando Eloizaga y a ella fueron
invitados el capitán don Felipe Azcona y los tenientes señores Fuertes y Sesma.
Comenzó la velada con una sesión de gramófono.
El gramófono
que poseía el señor Eloizaga era un magnifico aparato y se pudo oír gran
variedad de obras que escucharon todos los invitados.
Después se
bailó un cotillón por muchas parejas, entre ellas las señoritas: Luz Inchausti,
Jesusa de la Mora, Dorotea Romero, Laura Ramos, Aurora Fernández, Raquel
Garcia, Asunción Aureguizaba, Carmen Pérez Moreno y Pilar Sáez.
En la fecha
30 de agosto, la paralización de las obras en el Astillero era completa, no se
trabajaba en ninguna parte de ese municipio.
El aspecto de
la población, era tranquilo, por las calles paseaban algunos grupos de
huelguistas, en actitud pacífica.
En el muelle
embarcadero, no se trabajaba y continuaba atracados los vapores, Sasón, Frocner
Hopedale y San Salvador.
Por parte
del alcalde, señor Tijero, dirigió a los industriales del municipio una
circular invitándoles a cerrar los establecimientos mientras durase el
conflicto.
Todos los
industriales firmaron la circular y cerraron sus comercios.
Las tropas
del regimiento de Valencia destacados en el Astillero y Nueva Montaña, eran
objeto de constantes atenciones por parte del vecindario que les obsequia con
vino y tabacos.
El capitán
don Felipe Azcona y los oficiales señores Fuertes y Sesmason, como los
soldados, estaban agradecidos por esas atenciones.
El día 1 de
septiembre, se celebró un mitin presidido por Pablo de la Iglesia y Angel
Rapino, del Astillero. quienes se alegraron de la forma pacífica que se concurría
la huelga.
El día 2,
una Comisión de huelguistas recorrió el Astillero y otros puntos de reunión de
obreros, para encarecerles y recomendarles que no entrasen a trabajar.
El día había
transcurrido con toda tranquilidad, las fuerzas que se encontraban en el pueblo
oyeron misa en la iglesia de San José.
El día 3, se
tocó, en distintas minas de la cuenca de Cabarga, el cuerno y los pitos de las
máquinas para llamar al trabajo a los obreros, pero fueron muy pocos los que
respondieron a la llamada.
En el
Astillero, como se había anunciado, se trabajó en todas las fábricas y
talleres, incluso la del señor Lavín.
No ocurrió
el menor incidente, ni al entrar ni al salir los obreros del trabajo.
En el Centro
Obrero se reunieron durante el día bastantes obreros, cambiando impresiones
acerca de las noticias que les llegaban de las minas dando cuenta del número de
obreros que estaban trabajando.
La impresión
que dominaba entre los huelguistas era la de que no se volviera al trabajo,
mientras no se solucionaría la huelga de Vizcaya.
El día 6 de
septiembre, en las zonas mineras, se trabajó en todas las minas, excepto en las
de Orconera, que tenia suspendido sus trabajos.
Las labores
se reanudaron también en los cargues, lavaderos y muelles del Astillero y
Santander, donde continuaron cargando los vapores. La tranquilidad fue
absoluta.
El día 10,
el Alcalde de Astillero, comunicó que se había reanudado los trabajos de la Compañía
Orconera, trabajándose en toda la zona con la normalidad de costumbre.
Y con ello,
la retirada de las fuerzas públicas. El Regimiento de Valencia salió para
Santander.
Para
reprimir la huelga, se formaron dos columnas al mando de dos coroneles. La
primera constaba de un batallón de Cazadores, un batallón del Regimiento de
Valencia y un escuadrón de caballería.
Esta columna
al mando del Coronel, Sr. Campos Guereta, se destinaba a la zona minera. Se
dividió entre Astillero y Solares y por compañías o secciones, acudía la fuerza
a proteger los trabajos y apoyar la acción de la Guardia Civil que estaba
también distribuida por las minas.
La otra
columna, de fuerza idéntica, quedaba en Santander preparada para acudir en
cualquier momento al lugar donde fuera requerida.
En Astillero
se instaló la plana mayor de la columna móvil, con una compañía. En Guarnizo se
situó el cuarto escuadrón del Regimiento de Talavera. Ocupaba las cuadras de
Facundo Barquin, José Pérez y Pablo Cañas. Los soldados se alojaban en casas
particulares.
Los soldados
de guarniciones distintas a las de Santander, se mostraban divertidas y
encantados de que se les hubiese traído a "veranear" a la Montaña.
Los
huelguistas, por su parte, decían "Nuestra actitud no puede ser más pacifica;
no trabajamos ni trabajaremos mientras no se solucione la huelga de Bilbao,
porque las mejoras que ellas pretenden, son las mismas que nosotros
pedimos"
Las huelgas
que duró unos diez días, se terminó el 6 de septiembre y en Astillero se
reanudaron los trabajos, cargando los barcos "Iberia" y
"Caigleud".
Desde la
desconvocatoria de la huelga, la vida laboral volvió a su normalidad, pero
continuó la inquietud, sobre todo para el Ayuntamiento que tuvo que hacer
frente a una factura de 2.631 pesetas pasada por la Comisaria de Guerra, por
suministros de raciones a la tropa y a la Guarcia Civil.