don Vicente Menéndez San Juan
Conde de la Cimera
En noviembre
de 1918, se daba la grata noticia para la provincia de Santander, de que el
señor Conde de Cimera había adquirido en Guarnizo la hermosa finca, que
perteneció al señor Simón Altuna.
Por esas fechas,
se habló de que había sido adquirido mediante subasta en unos 84.000 duros.
En diciembre
de 1918, el señor conde la Cimera, se había desplazado a Guarnizo a visitar la
finca, en compañía del arquitecto señor Riancho, para examinar la casa y ver
las reformas que en ella podría producirse.
El señor
Cimera se proponía establecer una cuadra y criadero de caballos de carreras,
puras sangre, en esta posesión, al frente de ella quedaría don Alejandro Amor
de Ferreira, persona de su confianza.
El Conde de la
Cimera, por aquella fecha era el propietario español que desde hacia tiempo
figuraba en el "turf".
No había
sido criador anteriormente, en que adquirió la finca de Juenga, en el pequeño
pueblo de Guarnizo.
En 1919,
llegaron allí unas 15 yeguas, casi todas desconocidas y sin haber dado ningún
producto notable, casi todas, además habían sido pagadas a precios muy
modestos, en aquellos momentos con la guerra europea, el mercado de purasangres estaban muy bajo.
Aquel año el
Estado cedió a Juenga el semental Cupidón, y de él nació, en 1920, la primera
camada de productos de aquella yeguada.
En 1920, fue
comprado en Francia "Larrikin", y en 1921 llegó a Juenga,
"Billycock". Ambos sementales vinieron alternando en la cubrición de
aquel lote, y la prematura muerte del segundo, sensible por todos los
conceptos, tuvo también algo de bueno, que fue el que con tal motivo
"Larrikin" funcionase casi exclusivamente y pudiera así cimentar la
merecida fama que llegó a tener la cuadra de Guarnizo.
Aparte de
"Robinet", estos fueron los padrinos que en la Finca de Juenga
funcionaron y seria en 1926, cuando llegó de Francia "Premontré",
adquirido a bajo precio por el Conde de la Cimera, destacado en Francia sus
colores ganando cerca de un millón de francos y habiendo batido, al gran
"Epinard".
Esta yegua
cumplido los dos años en la Finca de Juenga, aún no había dado su valor como
reproductor.
Como caballo
de carrera, especialmente en las distintas medias, fue excelente, no comparable
a "Larrikin".
Este tenía
ya su valor acreditado, y a la calidad de algunos de sus hijos, el gran promedio
de ganadores que obtuvo, sumaba una cualidad que era en España inestimable: la
de que sus productos son de hierro y resisten sin daño el correr con frecuencia
y el trabajo de preparación más duro. En menor grado, esa cualidad era general
a los caballos de Juenga, y, sin duda, tenía en ello su influencia la composición
mineralógica de sus pastos o de sus aguas, la alimentación a que desde sus
principios venían sometidos y, en suma, la buena crianza.
En la
Exposición nacional de Ganadería de mayo de 1926, entre los ejemplares que la
Montaña expondría en esta manifestación, figuraban algunos de gran valor,
pertenecientes a las cuadras que poseía en Guarnizo, el Conde de la Cimera.
Merecía
consignarse, como ejemplar extraordinario, el caballo de pura raza inglesa
"Premonte", por el que fueron rechazado por él, unos 350.000 francos.
Este animal tenía
en su historial muchas carreras ganadas, por valor de un millón de francos en concursos
hípicos franceses.
La
producción de la yeguada de Juenga, desde su fundación había sido numerosa,
destacada y elogiada.
El alma de
la yeguada fue desde su fundación, por su acertada gestión al frente, don
Alejandro Amor de Ferreira, gentleman mejicano, verdadero apasionado del
caballo, y particularmente, especializado en el purasangre, y aún más, en
cuestiones de su crianza.
El Conde de
la Cimera, tuvo suerte en elegir la finca de Guarnizo, pero también lo tuvo al
relacionarse con el Sr. Amor, como lo tuvo al elegir a Flatman, para la
preparación y para escoger tantos otros factores del éxito
El turf español se había nutrido de las producciones
de Juenga en una proporción enorme, por el año 1929, de 77 caballos nacionales
que figuraban en las listas compitiendo, nada menos que 35 (incluyendo los que
nacieron en Francia de yeguas de Juenga), procedían de la yeguada de Guarnizo,
de los cuales 12 pertenecían a diferentes cuadras que la de su criador.
Su triunfo en el Premio de Madrid, había
llegar a opinar los técnicos que acaso sería el mejor caballo actual.
En los 1930,
los montañeses y amantes de las competiciones de los hipódromos, se habría
visto sorprendido por la lectura de los nombres de yeguas y caballos
triunfadores en las pruebas, "Reinosa", "La Magdalena",
"Guarnizo", "Boo", "Penagos", "Soba",
"Ruiloba", "Colindres", "Noja", "Las
Fraguas", "Cacicedo", "Santillana", eran nombres que sonaban con frecuencia en los días
de carreras.
Algunas de
estas denominaciones iban asociadas al recuerdo de tardes triunfales. Tal era
la yegua "Magdalena", ganadora del premio Nouvel A, premio
Villamejor, copa del Rey y de la finada Reina Maria Cristina, ganadora de
149.837,50 pesetas en España y de 26.500 francos en Francia y Bélgica.
El caballo
"Colindres", ganador de los derbis de Aranjuez y San Sebastián,
premio Alfonso XIII, premio Villamejor, gran premio de Madrid dos años seguidos
y copa del Rey, con un total de 208.910 pesetas en España y un total de 139.575
francos en Francia, ganados singularmente en el "hándicap" de la
Tamise en Paris y el gran premio de Biarritz, la yegua "Las Fraguas",
ganadora del premio Martorell, Criterium Nacional premio Nouvel Ad, gran premio
Nacional y premio Villamejor, en total pesetas 91.662,50.
No era de
extrañar la coincidencia de los nombres elegidos para designar a los ejemplares
equinos que corrían en los hipódromos y triunfaban en ellos.
Era de
entender, pues todos los caballos que llevaban nombres "montañeses" corrían
con los colores de la más famosa cuadra española: la del Conde de la Cimera.
Y el Conde
de Cimera, tenía una magnifica finca "La Juenga" enclavada en
Guarnizo.
La finca
estaba destinada a la cría de caballos de carreras de "pur-sang" cuya
limpieza de sangre estaba garantizada con la seriedad de escrupulosos arboles genealógicos
verdaderas ejecutorias de nobleza equina.
El señor
conde de la Cimera, noble español, último sombrero de copa en los hipódromos
españoles- y don Alejandro Amor, aristócrata mejicano con aspecto de gentleman
británico, unidos de antiguo por una leal amistad, se asociaron con fines de
alto deporte; formando una cuadra de caballos de carreras. Resultado de esa
asociación fue la famosa yeguada de Juenga.
La finca
"La Juenga" de Guarnizo, abarcaba una extensión de sesenta hectáreas.
El automóvil entraba por un amplio paseo al que daba sombra una doble fila de
árboles añosos y se detenía ante una magnifica casa donde Vivian los señores de
Amor de Ferreira. Un campo de tennis, una hermosa galería cubierta de
enredaderas, un bosquecillo regado por un limpio arroyo, todo ello, encuadrado
en grandes extensiones de prados cuidados con esmero de un verde igual,
divididos por vallas blancas, como las que marcan la pistas en los hipódromos,
revelaban al visitante la magnificencia de la posición.
En el
interior de un pequeño pabellón, se encontraban dos hermosos caballos, eran:
"Larrikin" y "Premontre", los sementales de la cuadra, los príncipes
de la raza que tiene su origen en esta finca de "Juenga", estirpe de
vencedores en las gloriosas pruebas de los hipódromos.
Preciosos
caballos de líneas suavemente femeninas, de ojos inteligentes y dulces, de músculos
poderosos que se marcaban en la piel tostada y brillante como de seda. Había
nobleza en sus movimientos, elegancia suprema.
Pero los días
de gloria y aplausos pasaron para ellos. se quedaron en el papel de sultanes de
un maravilloso harem. Fueron de una estirpe que recordarán sus victorias.
En otro
edificio distante muchos metros del que ocupaban los sementales, estaban las
yeguas y los potros. Era un edificio de líneas arquitectónicas inglesas. En el
centro un amplio patio con una gran fuente abrevadero. En las cuadras que daban
al patio se encontraban las cuadras de
las yeguas de vientre con cría al lado o próximas a tenerlas. Cada yegua tenía
su cuadra independiente.
En algunos
departamento independientes de la finca, estaban alojadas yeguas de otras
cuadras enviadas a la del señor Cimera, con el fin de que la descendencia tenga
las cuales de "Larrikin" o "Premontre", los dos magníficos
sementales.
Estaban
yeguas -sus dueños- pagaban en concepto de lo que pudiera llamar la dote, 2.000
pesetas, más una pensión de ocho diarias. Cada unión con buenos sementales
ingleses costaba unas 500 libras esterlinas, que solían quedar reducidas a la
mitad cuando la unión resultaba infecunda.
La cuadra
del conde de la Cimera en esos años, había cumplido sus fines deportivos,
estando a la cabeza entre las ganadoras de España.
Fue don
Alejandro Amor quien supo dirigir una finca como "La Juenga" con
clima análogos a los ingleses, que supo adquirir sementales valiosos que dirigía
con unos conocimientos técnicos insuperables y una atención que demostraba su
deportivismo la yegua y creando el producto.
Cuando los
potros cumplían meses eran enviados a Aranjuez para pasar a manos de otro
colaborador con éxito, el preparador Flatman y por último terminada la
preparación por el famoso "Belmonte" primer jockey de la cuadra.
En los diez
años que habían transcurrido desde la creación de la yeguada, había percibido
sus propietarios por premios y por venta de ejemplares más de cuatro millones
de pesetas.
Don Vicente
Menéndez San Juan, nació el 2 de julio de 1874, en San Sebastián y falleció el
30 de octubre de 1944.
Fue un noble
y político español, también conocido por su título nobiliario de Conde de la
Cimera.
Nació en el
barrio de Buenavista de Madrid. Desde 1903 fue uno de los miembros fundadores,
en noviembre de 1912 del Comité Olímpico Español (COE). Desempeñó el cargo de
senador en las Cortes de la Restauración por la provincia de Huelva, de
filiación conservadora, entre 1914 y 1915.
Fue
Presidente del Patronato Nacional de Turismo, sustituyendo a Juan Antonio Güell
y López, desde el 4 de julio de 1930 hasta la proclamación de la Segunda
República.
Durante su
mandato tuvo el honor de inaugurar primero el 10 de noviembre de 1930 el
Parador Nacional de Ubeda y después el 12 de marzo de 1931, el albergue
nacional de carretera de Manzanares en Ciudad Real, el primero de los doce
albergues gemelos promovidos por el Patronato Nacional de Turismo para la red
de Paradores Nacionales.
Fue
mayordomo de Alfonso XIII, caballero de Calatrava y Maestrante de Zaragoza.
Hijo de la
Condesa de Vilches, ostentaba el título de Conde de la Cimera, cedido por su
madre, a quien correspondía por el fallecimiento de su hermano, don Arcadio San
Juan.
Sucedió a su
tío carnal materno y por R.O. del 20 de agosto de 1903 (hijo de don Valentín
Menéndez y Goicuria (fallecido el 9 de febrero de 1876) y de doña Maria San
Juan y Mendinueta Pinedo y Medinueta, Condesa de Goyeneche (fallecida el 23 de
marzo de 1927)
Por agosto
de 1935, al Conde de la Cimera, se le agradecía su afición por la hípica y cuya
yeguada de su finca de Juenga, en Guarnizo, era modelo de organización para la
explotación de caballos pura-sangre y admirada.
De la
yeguada de Guarnizo, habían salido para los hipódromos magníficos caballos, que
no tenían que envidiar a los más calificados tanto en España como en Francia.
El Conde de
la Cimera, falleció el 30 de octubre de 1944, en San Sebastián. Gran
deportista, se distinguió sobre todo en el deporte hípico, como propietario de
una importante cuadra de caballos de carreras.
Levantó a
principios del siglo el deporte hípico y sus colores marrón y lunares blancos
obtuvieron muchos triunfos tanto en España como en Francia.
La finca de
Juenga, hoy es un Centro de Equitación.