Desde la víspera del día que tendría lugar la
bendición de la bandera, los jóvenes en unión de las señoritas, desplegaron
gran actividad, preparando todo lo concerniente al solemne acto que por primera
vez se iba a celebrar en la parroquia de Astillero.
Fueron un grupo de jóvenes católicos, quienes
levantaron un artístico arco, bajo la dirección del joven Gervasio Torres, con
un cariñoso saludo al señor Obispo.
El 15 de julio de 1935, se celebró en la Iglesia
parroquial de Astillero la bendición de la bandera de la Juventud Católica
masculina.
Al acto concurrieron numerosas representaciones
de entidades similares de la provincia, con sus banderas, y el templo era
incapaz para contener a tantos fieles.
A la diez y media dió comienzo la misa, que fué
cantada por elementos de la capilla de la Catedral de Santander, y al final, el
obispo de la diócesis, Monseñor Eguino y Trecu, revestido de pontifical,
bendijo la bandera, cantándose a continuación el himno de las Juventudes
Católicas.
El prelado pronunció una elocuente plática,
exhortando al auditorio a perseverar en las enseñanzas de la iglesia y
elogiando a las autoridades por su asistencia a la fiesta que se celebraba.
Terminada la fiesta religiosa, el numerosísimo
público que asistió a ella, precedido de las banderas, se dirigieron a la
hermosa y extensa finca de los señores de Jiménez, donde tres oradores
dirigieron la palabra a los concurrentes.
Actuó de madrina en el acto de la bendición, la
señorita, Fetina González, y la bandera fue primorosamente bordada por
distinguidas señoritas de la Juventud Católica Femenina de la localidad.
Para dar mayor amenidad a estas fiestas,
participaron los danzantes de Cicero, tan renombrados en la provincia.
Por la tarde, se celebraron en la ría,
interesantes regatas y sueltas de patos, que fueron presenciadas por numeroso público.
Días después, el 20 de julio, murió mi abuelo,
Angel Vega Hontavilla.
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