Por junio de 1926, el periódico El Cantábrico,
organizaba la Exposición de Artes y Oficios para obreros de industrias
montañesas. La anterior exposición de trabajos manuales de la mujer había sido
un verdadero éxito y esperaban que el actual, resultase lo mismo.
En Astillero, donde radican varias industrias,
especialmente una metalúrgica, de gran importancia, se tenía casi la seguridad
de que tendrían un buen resultado en la Exposición en proyecto.
Existían algunos obreros jóvenes, inteligentes y
laboriosos, que se hallaban confeccionando varios objetos para exponerlos en
ese torneo de trabajo.
El Ayuntamiento de Astillero había contrubuido el
año último con dos premios a la Exposición de trabajos manuales de la mujer y
se confiaban en que en la de este año, también colaborarían.
La exposición se encontraba instalada en el
Instituto de Santa Clara y fueron numerosísimas personas las que lo han
visitado, elogiando mucho cuantos trabajos estaban expuestos.
El domingo 29 de agosto, a las doce de la mañana,
se inauguró la Segunda Exposición del Trabajo: Artes y Oficios.
Antes de la hora señalaba para el solemne acto, en
la escalera central del Instituto General y Técnico esperaban la llegada del
Monarca, el gobernador civil, señor Oreja Elósegui; el alcalde, señor Vega
Lamera; presidente de la Diputación, señor Argüello, con algunos señores
diputados; comandante de Marina, señor Gutiérrez, y representaciones del
Obispado y claustro de profesores del Instituto, Escuela Industrial, Escuela de
Náutica, Escuelas de Artes y Oficios de Santander y Torrelavega y otras muchas
personalidades invitadas al acto.
Asimismo, esperaban la llegada de don Alfonso, el
gerente de El Cantábrico, don Tomás Rivero, encargado de acompañar al Rey e
informarle de cuantos detalles se relacionaran con la Exposición y los trabajos
presentados en la misma.
Minutos después de las doce, ocupando dos
automóviles, llegaron al Instituto de Santa Clara el Rey, con el duque de
Miranda, el príncipe de Asturias, el
infante don Jaime y el conde del Grove.
Al apearse don Alfonso del automóvil, la multitud que
llenaba los alrededores del Instituto, y los vecinos de las calles inmediatas,
le vitorearon al mismo tiempo que la Banda Municipal tocaba la Marcha Real.
Después de despedirse cariñosamente de todos, su
Majestad, hizo presente al gerente del El Cantábrico, señor Rivero, que la
labor cultural que realizaba el periódico con estas Exposiciones era altamente
agradecida, alentándole a proseguir el camino emprendido con la difusión de
estas manifestaciones del trabajo. Al felicitarle, le encargó que transmitiese
su felicitación entusiasta a los expositores.
La Exposición podría visitarse libremente todos
los días laborables de diez a doce de la mañana y cuatro a siete de la tarde,
hasta el sábado, inclusive.
La entrada seria por la puerta principal del
Instituto, calle de Santa Clara y la salida por la calle de Padilla, puerta
correspondiente a la Escuela de Artes y Oficios.
Durante todos los días que ha permanecido abierta,
por los locales han desfilado centenares de personas, admirando los trabajos
allí expuestos, de los que han hecho cumplidos y merecidos elogios.
En la
relación de premios otorgados por el Jurado de la Exposición, se encontraban
unos convecinos del pueblo de Astillero.
El premio de honor, las 1.000 pesetas anuales
concedidas por la Diputación Provincial, fue ganado honrosamente por el joven
obrero de la fábrica de petróleo Deutchs y Compañia, Perfecto Morante, hijo de
David, también obrero de dicha fábrica.
El trabajo expuesto por el expresado joven fue de
un torno mecánico admirablemente confeccionado, y que revela una laboriosidad y
una inteligencia poco comunes en su edad.
Primitivo Quintana, hijo del inteligente maestro
de los Talleres de Astillero, don Ricardo, obtuvo otro premio de 75 pesetas,
por una bonita cruz de hierro, construida a mano, que era una verdadera
preciosidad de arte, y que en el aludido muchacho acusa grandes conocimiento en
el arte difícil del hierro a forja.
Otro modesto y joven obrero, Juan Romero, sobrino
del profesor veterinario don Jenaro Maté consiguió un premio de 50 pesetas por
un cigüeñal en miniatura, que era un trabajo admirable de paciencia y de inteligente
laboriosidad.
Y para digno remate de estos triunfo, un niño de
doce años, nieto del mencionado don David Morante, el estudioso y avispado
pequeñuelo Cesar Morante, presentó en la Exposición un dibujo en plano que ha
merecido ser premiado con medalla de bronce y diploma.
Otros jóvenes de Astillero que participaron:
Juan Romero, de 20 años;
un cigüeñal.
Perfecto
Morán, de 20 años, un torno mecánico.
Estos triunfos no sólo alcanzaba a los modestos
expositores, sino también a los propietarios y directores de las empresas donde
trabajan.
Por su parte la Escuela de Industrias de Santander
y Artes Oficios de esta capital y Torrelavega, presentaron fuera de concurso,
una serie de trabajos que ponían de relieve tanto la aplicación y gusto
artístico de los alumnos que en ellas practican sus estudios teóricos y
prácticos como la valía de sus profesores para quienes esta manifestación es la
más bella demostración de la buena enseñanza que se da en estos centros.
Los trabajos de los obreros astillerenses y los
correspondientes diplomas fueron expuestos en los escaparates del comercio de los
señores Fernández y Morante, en Astillero.
También participo en la exposición, el joven Jesús
Otero, con 18 años, con cuatro trabajos escultóricos, tres en piedra y uno en
barro. Después llegaría a ser un gran artista de nivel internacional.
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