sábado, 22 de marzo de 2014

ISABEL II visita Astillero el 4 de agosto de 1861



foto cedida por Bernardo Riego
 
Muelle de Astillero, engalonado para recibir a Isabel II
 
 
 
 
 
familia Real en Santander año 1861
 
 
 



El 4 de agosto de 1861, fue una fecha histórica para la población de Astillero, al recibir la visita de ISABEL II.
El 20 de julio de 1861, llegó a Santander por primera vez la Familia Real.
La llegada de la Familia Real en pleno, se debía al propósito de "tomar baños de ola" en el Sardinero, en pos de un posible alivio al herpe que desde algún tiempo venía padeciendo la Soberana y también, sin duda, atraída por la popularidad que había alcanzado el lugar de Santander.
Con ellos vino un singular personaje la pasiega Maria Gómez, madriza del Príncipe Alfonso a quien amamantó durante 22 meses desde que en julio de 1858 sustituyo a su primera aya, hasta el 2 de mayo de 1860 al cumplir el heredero de la corona 30 meses.
Las jornadas regias se prologaron hasta el mes de agosto, acondicionándose para su alojamiento el edificio de la Real Aduana. Su estancia fue utilizada por los reales, principalmente en la práctica del baño, que efectuaban con gran asiduidad en la Primera playa del Sardinero, habilitada con una graciosa caseta de lona, utilizada como vestuario.
En ocasiones y para corresponder a las invitaciones que les eran formuladas por las familias nobles e incondicionales de la dinastía isabelina, realizaban excursiones diurnas a los lugares más bellos y pintorescos de la provincia. Doña Isabel visito Muriedas para conocer la casa natal de don  Pedro Velarde y otra visita fue la de Astillero.
La Reina II ostentaba proverbial simpatía. Imaginemos el delirio que en la alegre ciudad causó la llegada, el 20 de julio de 1861, de la Reina Isabel, acompañada por su esposo, por el Príncipe de Asturias, por las infantas, doña Isabel, doña Concepción y doña Pilar.
El cortejo real entró por Cuatro Caminos, a las cinco y media de la tarde, y fue recibido por las Autoridades en pleno y por una multitud que se calculó en 50.000 personas, cifra superior al numero de habitantes de la capital, pero  considerando que buena parte de la provincia se había desplazado para asistir al recibimiento de sus Soberanos.
La comitiva real fue recibida a lo largo de la ciudad con los ingenuos homenajes propias de la época; arcos triunfales, carros alegóricos, comparsas de pasiegos, doncellas portadoras de flores, gigantes y cabezudos, tamboriles, músicas típicas e interpretación de una jubilosa alborada.
Recorrieron los Reyes, Cajo, el Sardinero, Cabo Menor, Corbán y se llegaron a Renedo, Torrelavega y a Santoña, donde saludaron emotivamente a viejos marinos montañeses veteranos de Trafalgar.
Una de las curiosidades es que la ropa de la Reina la llevaban las lavanderas que trajo de Madrid a lavar a Renedo, pues el agua de Santander, no era apropiada para los tejidos. A estas lavanderas las llevaban en el tren a esa localidad y volvían con la ropa lavada. (información facilitada por el historiador Bernardo Riego)
El 4 de agosto fueron los Reyes en excursión al Astillero, donde se sirvió un refresco para doscientas personas y marcharon de Santander el 13 de agosto.
Por estas fechas, El Astillero le describían como un lindísimo pueblo colocado en la costa y al pie de montañas, sus casas se extienden hacia los montes, sus pies se bañan en el mar. Las aguas por ciertos puntos tienen escasa profundidad, pero por el centro de aquel ancho brazo de mar hay una canal bonísimo por donde podía navegar seguro el soberbio Levialhan.
Fue un domingo cuando se recibió en Astillero la visita de SS.MM. la Reina Isabel II y Altezas Reales, con todos preparativos que correspondía a un tal acontecimiento. Se construyó un monumental arco de triunfo y la adquisición de un bastón nuevo para el Alcalde, todo ello con cargo al capítulo de imprevistos del presupuesto municipal.
El bastón había de ser de "caña natural, de medidas proporcionadas con empuñadura de plata sobredorada y con los adornos correspondientes que indiquen al tenedor su autoridad municipal"
Asistieron a Astillero, ISABEL II y su esposo, don Francisco de Asís, el Principe de Asturias, don Alfonso y las infantas, don Isabel, doña Concepción y doña Pilar; los ministros, D. Fernando Calderón Collantes y el Marqués de Cervera, todas las Autoridades de Santander, muchas corporaciones de la provincial y muchísimos invitados.
Los visitantes hicieron el desplazamiento por mar. En la Planchada se había dispuesto con madera y lona, en forma de tienda de campaña, un extensísimo local, con objeto de obsequiar a los Reyes con un refresco, del cual disfrutaron más de doscientas personas.
Las músicas, los cohetes y los disparos de cañón, llenaban el espacio de armoniosos ecos y todo era por aquellos alegres sitios, contento y animación.
Era norma en estas visitas Reales, se entregase una cantidad para atender alguna necesidad imperiosa de la localidad visitada. En esta ocasión, la familia real entregó mil reales que fueron distribuidos entre las catorce familias pobres más necesitadas del pueblo.
Les tocó a 66 reales, excepto a doña Felisa Gaván que, por ser viuda y de mucha familia, le correspondió con 76 reales.
En esta fecha, el Alcalde de Astillero, era don Eusebio de la Fuente.
Llegaron acompañando señoras y señoritas de Santander, para honrar la visita de SS.MM. en el Astillero.
Se encontraba el muelle profusamente engalanado para la ocasión y fue atravesar la larga rambla de madera dispuesta al efecto y al fin de la cual se veía un sencillo y elegante arco imitando piedra de sillería con dos pequeños remates de almenado de muy buen afecto.
Se había construido un muelle que quedaría después como obra permanente para las necesidades del Astillero, adornado de guirnaldas y gallardetes. Después de pasar por debajo de un arco, donde se leía los nombres de los antiguos navíos allí terminados.
Más adelante empezaba una hermosa pradera, a la cual daban sombra envejecidos y vigorosos árboles; era el magnífico sitio que se conoce con el nombre de la Planchada.
Pero era de admirar el bellísimo cuadro que ofrecía el mar cuando se aproximaba el buque que traía a SS.MM. Venían en pos de este buque otros dos vapores, y entre uno y otros un número incalculable de lanchas de botes y de esquifes.
Los formidables y próximos estampidos de una batería colocada en el sitio que se llama aquí la Venta de Pontejos, anunciaron el momento solemne.
La Reina siguiendo su piadosa costumbre, oró por breves momentos en la Iglesia del pueblo.
En el periódico La Epoca de fecha 5 agosto, firmado por Juan Garcia dirige la siguiente poética descripción de la visita hecha por la real familia al Astillero de Guarnizo.
" Ayer era uno de esos días, claro, alegre, magnifico, el sol brillaba glorioso y fecundo a la mitad de su triunfal carrera y menudísimas ondas batían suavemente los muelles, convidando al placer de abandonarse a su voluntad caprichosa.....
Tu pueblo natal experimentaba ayer sin duda esa sensación de sus ramblas se balanceaba una muchedumbre empavesadas y espesos penachos de humo que el viento desvanecía sobre algunos de los vapores surtos en su bahía, los indicaban prontos a emprender el rumbo; parecía que la población entera hubiese de trasladarse al mar y trocar sus viviendas sólidas y seguras de tierra, por las frágiles y vagabundas del elementos veleidoso. Ya a lo lejos, como una provocación ó un ejemplo a los menos resueltos o más perezosos, corrían algunos ligeros botes, tendiendo sus alas al recio Nordeste y dando largas bordadas, ya bajando hacia Maliaño, ya montando en dirección del Puntal o de Pedreña, parecían jugar con la fuerza que los impedía o probar en alegres escarceos sus bríos para más altas empresa............
¡Qué bella y poética vista la de un barco á la vela!..................
Pero ya las anchas palas que el vapor hace girar golpean el agua con pausado movimiento, hierve el elemento, irritado del nuevo castigo y alzando mugidores remolinos responde a la ofensa hiriendo los robustos flancos del buque; este avanza majestuosos, sin curarse de aquellas útiles embestidas y los espumosos torbellinos quedan atrás, alzándose para amenazarle todavía y salpicando al cielo en su impotente rabia.
Allá va el vapor bogando poderoso y cortando la bahía. Allá va orgulloso de su nombre y de su empleado: PORVENIR se llama y a su bordo encierra la flor de las bellezas santanderinas.
¿Pero a dónde se dirige el vapor con su preciosa carga? ¿Por qué esas banderas rojas y amarillas que coronan los escollos ó tremolan sobre los verdes cerros junto al cañón que los protege? Ya quedaron atrás Pedreña, Helechas y las pintorescas alturas de Trasmiera y Muriedas, Maliaño y su alto promontorio, socavado y removido por el azadora de los mineros. EL PORVENIR penetra en la ría de Guarnizo; a la derecha é izquierda se ven las veredas de Pontejos y el camino que desde ferro-carril conduce al Astillero cubiertos de gentes que, á pie ó a caballo, ó en las entoldadas carretas del país, siguen todos una misma dirección.
Al frente se descubre el Astillero, los viejos olmos de su Planchada parecen rejuvenecidos y más verdes y más lozanos que nunca; sobre sus copas del pueblo vestidas de colgaduras y banderas. A la vera del agua se alzan cuatro obeliscos, y escritos en sus caras los nombres augustos de nuestros reyes, la fecha del día y los olvidados nombres de cien poderosos navíos, que de allí partieron a llevar el pendón de España a remotas latitudes, defendiéndole con gloria y sepultándose con él el día de la suprema agonía de la patria........
Truena el cañón se pronto, una ráfaga de brisa anima las dormidas hojas de los árboles, cada uno de cuyos troncos recuerda un nombre esclarecido de las escuadras españolas, -al muelle, al muelle- es el grito eléctrico que corre de boca en boca y todos corren en dirección de la playa, el clarín lanza la aguda nota de atención, los marciales guardias civiles ocupan sus puestos, los veteranos carabineros, en traje de campaña, guarnecen el desembarcadero, reúnanse las bandas, y la muchedumbre se agrupa pintorescamente en las desigualdades del terreno, llegan las señoras y llevan el muelle, ellas deben ser las primeras que se presenten a la reina, ellas las que deben oír la primera frase de los augustos labios, pródigos siempre de bondad y de cariño.
Allá al Nordeste, en dirección de la boca del puerto, se divisa la escuadrilla real, fácil de reconocer en el humo de los vapores y las innumerables banderas que alegran sus mástiles. A medida que avanza se distinguen y separan los diferentes cascos. El RAPIDO es el primero, sobre cuya banda de estribor flota el estandarte real, por su popa sigue el VIZCAINO montañés, el más airoso y valiente casco que surca el golfo de Cantabria y el PORVENIR, que regresó de su primer viaje para hacer el segundo, formando parte del convoy real.............
El vapor real se detiene, su tripulación sube a las vergas, bate marcha su banda de música y los reales viajeros descienden a la falúa: silba el pito del timonel, caen los remos y hiera el agua; las baterías de Pontejos hacen salvas, gritos y vivas saludan a los reyes al pasar entre la muchedumbre infinita de embarcaciones y un murmullo confuso y una agitación sorda como la marea creciente corre por el gentío amontonado en la orilla.............
Las señoras saludan a la reina, que se apoya en el brazo de su augusto esposo, y delante de la cual camina sus hijos, el príncipe de Asturias y la infanta doña Isabel; formase el cortejo real y se pone en marcha hacia la tienda, pasando bajo el arco feudal erigido entre los obeliscos de la entrada......
La población de Santander y la de los pueblos inmediatos, todos en traje de fiesta, todos bulliciosos y divertidos. Porque aquel no era un día de esos en que la majestad real se presenta a su pueblo rodeada de la pompa del trono, y de las deslumbradoras grandezas de la corte; era un día de campo y con la confianza y el cariño que tan vivamente han estrechado los lazos de tradición y lealtad que unían la provincia cántabra a su monarcas.
Tras breve reposo, dirigiese la familia real al templo, recorrieron luego los parajes más interesantes del lugar y aceptaron el refresco que la Diputación provincial les había preparado. De él, a instancia de S.M. la Reina, participaron las damas de su comitiva y las que Santander había comisionado para recibirla.............
Era sin duda una mañana rica en promesas anunciaba un día de gozo y de felicidad, ya por la tarde todo había concluido y todos habían regresado al muelle de Santander.



En la fecha de agosto de 1861, por entonces vivían en Astillero, mis bisabuelos: Joaquin Timoteo Vega Miranda (23 años) y Praxedes Hontavilla Ibaseta (20 años); Felipe Lloreda y Dolores Cabello.
 
 
 
fuentes de información:
* Libro "El Espejo Constante" de Bernardo Riego y Manuela Alonso.
* Libro de "Crónica de Astillero y Guarnizo" de Nemesio Mercapide
* Libro "Jornada Reales en La Magdalena" de don Higinio José San Emeterio Gómez
* Libro de "Crónica del Veraneo Regio" de Leopoldo Rodriguez Alcalde.
* Periódico "La Epoca"
 
 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario