viernes, 16 de junio de 2017

LA INFANTA ISABEL en ASTILLERO 1908




El embarcadero de El Astillero en la época en que la infanta Isabel desembarcó unos momentos en el muelle para ser cumplimentada por las autoridades y continuar su excursión por la ría (Colección R.G.C.)




En la fecha 25 de julio de 1908, Santander recibió la visita de doña Isabel, hermana de don Alfonso XII y para recibirla llegó desde Santillana el infante con Carlos.

La carretera de Cuatro Caminos, a las siete de la tarde presentaba un animadísimo aspecto. Autoridades y personalidades tuvieron que estar allí hasta cerca de las nueve de la noche, hora en que apareció el automóvil de la Infanta.

Alteza, coche y comitiva se dirigieron al Boulevard y desde una tribuna colocada frente a los números 18 y 19 del Muelle presenciaron el espectáculo del programa que les habían preparado para recibirles, como unos  ejercicios y desfile de bomberos.

A las doce, nuevamente la Infanta y su séquito marcharon hacia la calle de Atarazanas y deteniendo el cortejo frente a la Pescadería penetraron en ella su Alteza para visitarla. La entrada entre las pescadoras fue triunfal. Los vivas se juntaban a las frases más gráficas de saludo y afecto. Terminada esta se dirigieron nuevamente al coche sonriente y saludando conmovida ante aquella manifestación del sentir popular.

Desde la Pescadería siguieron los coches al nuevo mercado de la Plaza de la Esperanza, ya en la entrada fue saludada por tres vendedoras que le hicieron entrega de un bonito bouquet de flores. El paseo ante los puestos fue otra marcha apoteósica como la de la Pescadería, ofreciéndola laguna fruta que la Infanta probaba gustosa.

La última visita señalada para la mañana, era la del Palacio Municipal con recepción del elemento oficial y de las señoras santanderinas.

Terminada la recepción conversaron afablemente con su Alteza,  la condesa viuda de Mansilla, y las señoras viudas de don Armando Revilla, de Bengoa, de Cortines y de Regules y las señoras de don Isidoro Campo y de don Mario Martinez Peñalver. Una vez terminado el acto regresó nuevamente al Sardinero.

A las cuatro acudió la Infanta a la corrida de toros y una vez terminada la fiesta, se  paseó por el Muelle,  regresando nuevamente a su alojamiento.

El día 27, salió en su automóvil para Santillana. En la escalinata del palacio del Marqués de Benamejís, donde veraneaba el Infante don Carlos, esperaba este a la Infanta, acompañado de la princesa Luisa y de los Infantes, que la hicieron un cariñoso recibimiento. Por la tarde se desplazo a Cabezón de la Sal.

Regreso por la tarde de nuevo a Santander, para alojarse en el Hotel Castilla.

Por la noche, en el Teatro Principal acudió a la función de la gala con actuación de la compañía Cobeña-Morano. La olvidada comedia de Zorrilla, Lealtad de una mujer o aventuras de una noche, tuvo una feliz interpretación.

Al día siguiente, 28 de julio, a la diez de la mañana salió la infanta en dirección a la villa de Santoña, donde recibió un caluroso recibimiento. Con objeto de llegar a Santander con tiempo para presenciar la corrida, doña Isabel embarcó en el vapor Zarceta, transportándola a Treto, donde la esperaba el automóvil. Llegada su Alteza a la plaza de toros a las cuatro y media, fue cariñosamente ovacionada y una vez acabada la corrida regresó al Sardinero por las calles de Santander y en coche de caballos.

El día 29,  a las diez de la mañana salió en su automóvil acompañada del Alcalde y varios diputados, para visitar la Fábrica de Betunes, la Fábrica de Jabones y la de Tabacos.

Después de estas visitas acudieron a la Casa de Caridad y después visitaron el Hospital de San Rafael y en la Casa Cuna, recorrieron las salas de enfermos.

A las cuatro de la tarde partió en gira marítima organizada por la Junta de Obras del Puerto en honor de la Infanta. La Junta había fletado tres embarcaciones, la lanchita Santa María, el vapor Auxiliar nº 5 de la Compañía Trasatlántica y el remolcador Cuco.

En la primera embarca doña Isabel y demás vaporcitos, con los invitados se dirigieron a la boca del puerto, pero la Santa María al llegar a San Martín, puso proa a tierra y desembarcando Su Alteza visitó rápidamente las obras del nuevo dique, otra vez a bordo desde San Martín, llegaron muy cerca de la isla de la Corona en la Magdalena, viran y nuevamente navegan hacia Astillero.

En el desembarcadero de La Planchada se había levantado un arco, con un cartel que decía: "El Astillero saluda a Su Alteza Real". La lanchita Santa María se acercó al muelle siendo recibida doña Isabel por las autoridades del pueblo, con quienes permaneció breves momentos. Desde La Planchada prosiguieron los excursionistas a todo lo largo de la ría de El Astillero, llegando hasta los cargaderos de Complemento y desde allí retrocedieron hasta el Lazareto, desembarcaron en el muelle y sin detenerse se dirigieron a una bonita escampada situada a algunos pasos de la fonda del establecimiento sanitario, donde se hallaban servidas las mesas.

Cuando volvieron a Santander de noche, ya en Hotel Castilla, departió con varios invitados y luego asistió a la función del Teatro antes de retirarse a disfrutar del bien merecido descanso.

El 30 de julio, desde la Alameda doña Isabel acudió a presenciar un partido de Lawn tennis en la Magdalena donde fue recibida por la Junta Directiva y las tres señoritas Esperanza Corral, Marina Pedraja y Pepita López Dóriga que la ofrecieron tres bonitos ramos de flores. A las diez y media asistió en el Salón Prada, a la sesión de la noche.

El día 31, antes de llegar a Torrelavega, visitó la fábrica de Solvay en Barreda que sería pronto inaugurada.

A las doce llegó a Torrelavega y mientras las campanas volteaban y atronaban los cohetes, el público la vitoreaba.

Por las calles de Torrelavega hasta llegar a la Iglesia nueva, para posteriormente dirigirse al Palacio Consistorial. Terminando en el Asilo y Hospital, para conversar cariñosamente con las monjas y enfermos.

De Torrelavega a Comillas, para visitar el Palacio de los Marqueses de Comillas y lo mismo con el Seminario Pontificial.

En casa de la duquesa de Almodóvar, el marqués de Hoyos obsequió a la comitiva con un té y seguidamente la Infanta se trasladaría a Santillana del Mar para visitar a sus sobrinos, don Carlos y doña Luisa.

El 1 de agosto, la Infanta acompañada de su dama particular la marquesa de Nájera., asistió a la misa en la capilla de San Roque, luego se acerco a la playa para admirar desde una silla-cesta la incomparable playa.

Por la tarde descendió del coche en la plaza de Becedo, frente al Ayuntamiento, dirigiéndose a pie por la calle de San Francisco, haciendo compras en la platería del señor Losada y luego en la del señor Castillo. Al pasar frente a la tienda de El Toisón, llamó a una modistilla de la costura de doña Carolina Casado, que con otras compañeras la aplaudían desde un balcón y cambió con ellas breves y cariñosas palabras.

Costándola gran trabajo abrirse paso entre la compacta multitud, entró en la calle de la Blanca, recorriéndola con gran calma, se dirigió luego a el establecimiento El Paraíso de los niños para examinar algunos juguetes y al regresar a la Plaza Vieja se detuvo ante un escaparate y penetro seguidamente en el comercio, La Ciudad de Santander.

Tras una breve visita a la iglesia de San Francisco, se traslado en su coche al convento de las Trinitarias en la Alameda Segunda y a continuación en la calle de Moctezuma al convento de las Religiosas Pastoras, antes de regresar a El Sardinero.

El 2 de agosto, a las ocho y media de la mañana, una vez de visitado el Alfonso XIII, Doña Isabel emprendió su viaje hacia Ávila, con la comitiva en diversos coches desde El Sardinero.

Entre aplausos y vidas llegó el cortejo a Cuatro Caminos, donde habíase improvisado una tribuna adornada con percalinas de los colores nacionales y ocupándola estaban las cigarreras en masa con su letrerito de despedida. Enfrente de esta tribuna, sobre el andén de la calle de San Fernando, se agrupaban las operarias de la fábrica de Cigares Francaises, que mostraron otro letrero de despedida: "Las betuneras la desean feliz viaje".

Doña Isabel descendió del coche frente a la capilla de la señora viuda de Alday y desde allí se organizó la comitiva a pie, precedida la Infanta de los maceros del Ayuntamiento y seguida de la Corporación pasó bajo un arco formado por escalas telescópicas de los dos cuerpos de bomberos, varios de los cuales se hallaban subidos en los tramos con tremolar de banderas. En la coronación del arco se leía: "A Su Alteza Real", buen viaje y hasta el año que viene.

Tocaron las música, la infanta Isabel montó en su automóvil y tras ella salieron el infante don Carlos y ayudante el marqués de Hoyos en dirección de Ávila.










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