(postal propiedad de Ricardo Vega)
El primer mercado data de 1889,
celebrado en los locales adquirido merced al préstamo concedido por Eliseo
Azcárate, el cual fue devuelto por el Ayuntamiento mediante ingresos
procedentes de los derechos de ocupación de puestos.
Mientras tanto, por esas fechas
continuaban las obras de un nuevo mercado, cuyo proyecto y planos confeccionó
don Emilio Aguirre.
El presupuesto de la obra
ascendía a 11.684 pesetas y el 30 de enero de 1889, tuvo lugar la subasta de
las obras las cuales se adjudicó don Antonio Fernández Gallostra, por un total
de 10.988 pesetas, previa obligación de terminarlas en el plazo de 10 meses.
Dado que no sucedió y las obras
no acababan de terminar, se le rescindió el contrato con pérdida de fianza.
Por este motivo y como se dejaba
sentir de manera palpable la necesidad de un mercado, se tocaron todos los resortes
posibles pero reiniciar nuevas obras.
Fue en 1901, cuando el Mercado empezó a funcionar como tal,
aunque en él, se celebraba actos como mítines y conferencias; también, en
algunas ocasiones intervino la Banda Municipal para las funciones de bailes por
Carnavales.
Y por estas fechas, cuando se
inauguró el mercado extraoficialmente, en presencia de las autoridades de
Santander y locales.
Se aprovecho la ocasión, para
instalarse los primeros puestos, donde se podían degustar buenas chuletas a la
brasa y el tradicional cochinillo, que era el plato típico por entonces en
Astillero.
Eran las tardes de los domingos,
cuando en la parte superior del mercado, servía de plataforma para el baile de
los domingos.
Posteriormente, el mercado de los
domingos se trasladó a los lunes, con lo que perdió parte del colorido y
carácter popular que venía teniendo.
Al no haberse podido llevar a
cabo en su día, según proyecto la construcción de la plaza del mercado, se
habilitó provisionalmente un local que hacía su oficio.
El Ayuntamiento veíase apremiado
de día en día para resolver debidamente el problema, pero como carecía de
recursos económicos, llegó a un acuerdo con el industrial de la localidad, don
Eliseo Azcárate, para que este financiase la obra y el Ayuntamiento iría
pagando la deuda principalmente con los ingresos que se obtuviesen procedentes
de los derechos de ocupación de puestos.
En enero de 1901, ya se
encontraba la fábrica en condiciones de echarle el tejado y con este motivo, en
los locales del Ayuntamiento, se sirvió un modesto lunch.
En sesión del Ayuntamiento, se
acordó la construcción de dos colgadizos para ampliación del mercado, anunciándose
las obras para el día 10 de marzo de 1901.
Para ello, se publico subasta
para el día 28 de julio, en la sala Consistorial bajo el tipo de 1.928,25
pesetas.
Aún no se había terminado las
obras del proyecto, cuando ya se acordó ampliar la plaza y ponerle colgadizos
en todo su circuito. Al principio se habían puesto solamente en la parte sur.
Fue el 14 de marzo de 1901, en
sesión municipal, cuando se adjudicaron los primeros puestos; al señor Felipe Gutiérrez,
para su actividad de relojero y a don Lorenzo Casuso, como tablajero.
En esa época, el Mercado reunía a
todas las carnicerías del municipio.
El señor Gutiérrez, al mismo
tiempo que la relojería, llevaba la administración de loterías. El 20 de abril
de 1908, fue agraciado con el segundo premio del sorteo de Lotería en el número
14.547.
Al señor Gutiérrez, se le asignó
el local que daba a la calle General Pimenta, frente a Eliseo Azcarate y al
señor Casuso, para carnicería, en el sureste haciendo esquina.
Luego se hicieron algunas
modificaciones y reajustes de puestos y a finales del año 1901, estaban el
mercado ocupados por los siguientes industriales:
Puestos 5 y 6, para don Gregorio
N. de la Torre; puesto 7, para don Victoriano Gorostegui; puesto 8, don
Valeriano Cortina; puesto 9, para don Tiburcio Cruz; puestos 10 y 11, para don
Felipe Gutiérrez; puestos 12 y 13, don Lorenzo Casuso; puesto 14, don Ricardo
Fernández; puestos 15 y 16, para don Luis Dirube; puesto 17, doña Guadalupe
Alonso.
El 3 de mayo, se adjudicaron
otros locales o puestos, entre ellos, al señor Tiburcio Cruz, con el puesto nº
9, para la venta de artículos de comercio; a Guadalupe Alonso, con el puesto nº
18, para industria y comercio de zapatería.
Los puestos nº 4 y 7, a Enriqueta
Lafuente Barberis; los puestos nº 15 y 16, a Luis Dirube; y el puesto nº 8 a
Valeriano Cortina.
En el año 1902, se construyeron
los dos retretes de la plaza y se cerraron los soportales de la zona Norte,
para parque de bomberos voluntarios, habiéndose pagado por esta segunda obra la
cantidad de 265 pesetas.
En 1907, se ordenó por las
autoridades en aquella época, con carácter general, que los mercados no se
celebrasen los domingos y, únicamente podían continuar celebrándose los
domingos, cuando se darían en ellos determinadas circunstancias. Astillero se
consideró exceptuado de cumplir tal orden porque tradicionalmente y desde
tiempo inmemorial se celebraban en dicho día de la semana, pero la solicitud en
primera instancia fue denegada, se recurrió al Ministerio de Gobernación y por
R.O. de 27 de octubre de 1908, se confirmó la sentencia primera. El
Ayuntamiento no podía presentar pruebas bastantes para incluir el mercado del
Astillero entre los exceptuados.
Al final, el Ayuntamiento,
decidió cambiar el día dominical por los jueves, para la celebración de los
mercados.
En el año 1908, se establecieron
por primera vez, igual que los de Santander, premios para los carniceros, a fin
de estimularles en el suministro de carne de superior calidad, en los días de
Pascua.
El primer premio consistía en 50
pesetas para la mejor res vacuna mayor; el segundo de 25 pesetas para la
segunda res; el tercero de 25 pesetas para la mejor ternera, y el cuarto de 15
pesetas para la segunda ternera.
De ello, resultaron ganadores ese
primer año, los tablajeros, don Ramón Tijero; don Barsinero Escallada y don
Luis Dirube.
En el año 1911, el Jefe del
Cuerpo de Bomberos Voluntarios, señor Tocornal, ofreció pagar 500 pesetas por
adelantado, como alquiler de la plaza del mercado por un plazo de 17 meses,
para bailes y espectáculos públicos.
Esta oferta animó al Ayuntamiento
a redactar un pliego de condiciones para subastar esta prestación del local de
la plaza por un periodo de un año, pero después lo consideró improcedente tal
subasta por entender que la plaza debía destinarse exclusivamente a su fin
especifico de mercado.
Para reforzar esta postura se
encomendó a un arquitecto el proyecto de construcción de puestos fijos para la
venta de carnes y pescado en el interior de la plaza.
A principio de 1915, se decidió
derribar la plaza de mercado y seria el 10 de enero, cuando en sesión ordinaria
del Ayuntamiento se aprobó el proyecto de construcción de la nueva plaza.
El 10 de marzo de 1915, se
celebró la subasta de las obras de construcción de la nueva plaza de mercado,
bajo la presidencia del Alcalde, don Nicolas Pardo.
Este proyecto fue diseñado por el
arquitecto don Eloy Martinez del Valle. La obra, cuyo coste ascendió a
51.655,97 pesetas, se adjudicó el contratista, don Alfredo Liaño Trueba.
En sesión del 30 de enero de
1916, se aprobó definitivamente la cuenta presentada por el arquitecto señor
Martinez, que ascendió a 51.655,97 pesetas.
La nueva plaza se construyó en el
mismo emplazamiento que la anterior, previo su total derribo.
El pago se hizo en ocho
anualidades, devengado el préstamo formalizado al efecto un interés del 5%
En sesión aprobada por el
Ayuntamiento, se concedió en arrendamiento a don Eliseo Azcárate, un puesto en
la plaza.
A finales de 1915, se hizo una
revisión de los puestos interiores y exteriores, numerándolos nuevamente y fijándoles
nuevos precios de arrendamiento.
En enero de 1916, el alcalde por
entonces y el Presidente de la Comisión de Obras, señor Lucas Garcia, se
percataron de algunas deficiencias, por lo que tuvieron que aplazar las obras
previstas hasta el 19 de agosto de 1919, cuando firmaron la recepción
definitiva.
En esas fechas, el edificio del
mercado, era de una planta trapezoidal, con la cubierta plana, de losa de
hormigón armado y resuelta a dos niveles diferentes.
En sesión del 30 de abril 1916,
se le concedió en arrendamiento a don Felipe Gutiérrez el puesto de la plaza
que se hallaba contiguo al que ocupaba.
También el 12 de noviembre 1916,
se autorizó la solicitud de don Pablo Teja, de acceder a un puesto en la
plaza-mercado.
El 10 de julio de 1917, se la
concedió a doña Juana Bolado, el puesto nº 17 del mercado, en las condiciones
establecidas.
En septiembre de 1921, se
concedió un puesto en el mercado a don José López.
En diciembre de 1921, se le
concedió a don Víctor Villasante, el puesto nº 11 de la plaza del mercado.
En junio de 1922, don Sebastián
Altonaga solicitaba que se le quitase las goteras del puesto en la plaza que llevaba
en arrendamiento.
Por agosto de 1922, doña Rosa
Hontavilla, solicitó un puesto en la plaza-mercado como despacho de carnes.
Propuesta que posteriormente se la concedió.
En sesión del 12 de enero 1923,
se aprobó conceder un puesto en la plaza a don Narciso Baraja.
En sesión del 9 de abril de 1924,
se le concedió a don Valeriano Gutiérrez el puesto de la plaza mercado que
dejaba vacante don Justo Sierra.
El 9 de mayo de 1924, se la
concedió a don Florisela Pérez los dos puestos de la plaza de mercado que había
quedado vacante por haber terminado el arrendamiento de doña Rosario Ortiz.
Entre los 1924 a 1927, hubo
distintos propietarios, algunos fueron: Felipe Gutiérrez, relojero; Justo
Sierra, Victoriano Gutiérrez, con dos locales; José Sáez de Villaescusa, quien
lo dejó en 1924.
Por 1929, se terminaron diversas
obras de mejoras en la plaza de mercado, a base de un préstamo de 5.000 pesetas,
que el industrial don Eliseo Azcárate había hecho al Ayuntamiento, en el año
anterior, préstamo que fue devuelto en el año 1930.
En junio de 1930, se le concedió
un puesto en el mercado, a don Ramiro Garcia, al habérsele denegado a don
Argimiro Meneses, por haberlo solicitado primeramente el anterior.
Por junio de 1931, se venía
celebrando el mercado los domingos, con toda clase de productos y cotizando los
precios:
Lechoncitos del país, muy finos,
a 15, 25, 30 y 35 pesetas; gallinas, a 8 y 9 pesetas; pollos pequeños a 6,50
pesetas el par, y los grandes, a 8 y 9 pesetas; los conejos a 2 y 3 pesetas
uno; los patos, a 12 pesetas par.
Repollos, a 1, 1,25 y 1,50;
lechugas, a 0,30; cebollas, a 1,40 pesetas docena; ajos, a 0,60; limones, a 2
pesetas; tomates, a 0,75 pesetas el kilo.
En las pescaderías establecidas y
puestos ambulantes de vendedoras, se cotizaron: merluza grande, a 5 pesetas el
kilo; pescadillas, a 2,50 pesetas; bonito, a 2,50; sardinas, a 0,50 la docena;
panchos, a 0,30; chicharros grandes, a 0,50 uno.
Fresa del país, a 2,50 pesetas
kilo, cerezas, a 0,40 y 0,50 pesetas; plátanos, a 1,75 pesetas la docena;
naranjas murcianas, a 1 pesetas.
El queso fresco de Burgos, se vendía
a 2,40 el kilo.
En el año 1940, hubo reformas de
mantenimiento y entre ellas, la instalación de servicios en el interior de la
plaza.
En 1949 se le concedió a don
Antonio Molino, local en la plaza de mercado, en determinadas condiciones, cuyo
local lo había sido ocupado anteriormente por Jesús Viñuela.
En sesión de 11 de febrero, se le
concedió en arrendamiento a don Ildefonso Cebreros, el puesto número 10 de la
plaza de mercado.
En sesión del 5 de agosto de
1952, se la concedió a doña Pilar Quintanilla el puesto nº 10 de la Plaza de
Mercado.
El 19 de agosto, se autorizó el
traspaso de puesto del Mercado que llevaba en arrendamiento doña Andrea Garcia
a Ermelinda Pacheco.
En sesión ordinaria la Diputación
Provincial de Santander, con fecha 4 de marzo de 1954, concedió al Ayuntamiento
de Astillero, la cantidad de 25.000 pesetas para la reparación del mercado de
la Plaza.
Por 1974, el mercado se celebraba
el primer día de la semana y olvidando los años que se hacia los domingos, con
muchos más vendedores, con sus puestos de verdura, frutas, huevos, calzados,
telas, queso de Burgos, puesto éste que regentaba una simpática señora que era
toda amabilidad.
Era el mercado un punto de
reunión y el lugar idóneo para la mañana del domingo, para contemplar los puestos
de venta y en donde se podía encontrar entre otras cosas con un ungüento mágico
para quitar los sabañones o las siempre necesitadas cuchillas de afeitar que
con su valor de 5 céntimos el paquete se podían adquirir, lo que ya era más difícil
era afeitarse con las mismas.
Por marzo de 1983, con una
inversión aproximada de seiscientas mil pesetas, el Ayuntamiento inició la
reparación del Mercado, reparando ventanas y tejados, a la vez que se habían
instalado nuevos servicios y lavabos y se pintaron el exterior del edificio.
Tras estas reformas, la Comisión
de Gobernación efectuó los trámites oportunos para sacar a pública subasta los
puestos libres del mercado o aquellos que se encontraban en situación ilegal.
Varios años llevaban cerrados
tres puestos en el Mercado, cuyo alquiler se estaban pagando cantidades
irrisorias.
En estas fechas la renta de los
locales alquilados oscilaban entre las 72 pesetas por el puesto más pequeño y
386 pesetas por un puesto de treinta y cinco metros cuadrados al mes.
Ya posteriormente, entre 1981 y
1988, se hicieron continuas reformas, pero la definitiva por el Ayuntamiento
fue en 1999, consistiendo en convertir los alrededores del Mercado en una plaza
peatonal, dando así un nuevo sentido a la plaza y dotándola de mayor dinamismo.
Todavía se sigue recordando
aquellos locales cuyos propietarios estuvieron durante muchos años, que bien
por la edad o la jubilación, les obligo a ir cerrando sus negocios:
En la "Tienduca" de
Valeriano Gutiérrez, se podía encontrar de todo, desde aquella brillantina
marca "Tornasol" capaz de amaestrar los cabellos más rebeldes, hasta
botones de todas las hechuras, e incluso cartuchos al lado de horquillas,
puntillas o terciopelos. Era un estrecho local, más bien un pequeño bazar.
Fredo, relojero de "La
Péndola" se nutría de todos los ingredientes necesarios para confiscar la
atención y cariño de la gente; gran artista, despistado, bonachón. A su relojería
llegaban piezas desde varios puntos de España y los marineros ingleses que
llegaban a puerto no dudaban en acudir a "La Péndola" para arreglar
su máquina.
Fredo o Alfredo, continuo el
negocio de su padre, Felipe Gutiérrez.
Novedades "Doyle" o
Kiosko "Doyle". En este local, nos reuníamos todos aquellos que
coleccionamos "comic", "chistes" o "cromos", nos
los reservaba todas las semanas.
"Molino". Este local lo
llevaba la hermana Elisa, persona muy agradable y atenta, pues era el sitio
donde teníamos que ir para comprar el material de los estudios.
"Mesio", local de zapatería,
uno de los tantos que existía en la localidad y que siempre estaba lleno de
clientes.
"Tinin Miera", tienda
de comestibles, de la familia Vda. de Miera Mis padres eran clientes y
encargaban el pedido mensual, que le servía a domicilio. Recuerdo al empleado
Antonio Gomez, quien era el que lo traía.
Estaban los clásicos carniceros,
todos ellos, sucesores de una generación de antiguos carniceros, los
Escalladas, Cebrecos, Casusos....
Y también la peluquería de
caballeros de los Hermanos Hernández, al frente Gildo.
Bazar Meneses, una juguetería
familiar, sucesores de anteriores propietarios.
Algunos establecimientos que se
venian anunciando de 1950 a 1970
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