foto cedida por la familia Simón Altuna
Don Carlos Simón y Altuna de Rubio
Sus padres
don Santiago de Simón y Rubio, que falleció el 14 de mayo de 1878 y doña
Carlota de Altuna y Aldasoro, que falleció el 14 de septiembre de 1858, quienes
fueron los primitivos propietarios de la finca de Juenga en Guarnizo, que
posteriormente pasaron a manos de su herederos.
El 15 de febrero
de 1884, se publicaba la autorización de trasladar los restos de don Santiago
de Simón Rubio, desde la iglesia de San Martin, de Madrid, al cementerio de
Guarnizo.
Don Santiago
de Simón, era padre de don Carlos Simón y Altuna de Rubio.
En julio de
1887, se celebró el Certamen-Exposición con la participación de industriales
que presentaron sus productos y entre ellos, don Carlos de Simón, con su
"sidra" que venía elaborando en su finca.
En agosto de
1887, se le concedió medalla de bronce en la Exposición Provincial, al señor
Carlos Simón Altuna, de Madrid, por su sidra de su finca en Guarnizo.
Por esa
época, eran muchas las provincias que elaboraba este producto y especialmente
las provincias vascas y asturianas, pero en Juenga, existía una excelente
instalación para producir sidra y obteniendo éxitos.
En agosto de
1889, don Carlos S. Altuna fue agraciado con el segundo premio en el último
sorteo de lotería, cuyo billete fue expendido en la Administración de la viuda
de Moreno, muelle nº 9, de la ciudad, con 20.000 pesetas y su cochero, don
Domingo Ramos, con 24.000 pesetas.
Por marzo de
1890, el señor Carlos S. Altuna, se había trasladado desde Madrid a su finca de
Guarnizo, para continuar estableciendo en su magnífica posesión una ganadería
suiza pura, a cuyo fin ya contaba con excelentes vacas.
El
propietario de la finca de Juenga, don Carlos S. Altuna, había instalado recientemente en su magnífica
posesión, una colección tan escogida como numerosa de vacas holandesas y
suizas.
Se proponía mantener
ambas razas en toda su pureza y ensanchar su explotación en el considerable
limite que le permitía la cuantiosa extensión de terrenos con que contaba la
finca.
En agosto de
1890, el negocio del ganado vacuno en la provincia de Santander había mejorado
mucho su riqueza pecuaria desde que se celebró la primera Exposición de
ganados.
El conocido
propietario don Carlos S. Altuna, había decidido con entusiasmo a emprender el
negocio de ganado, utilizando para ello su magnífica finca.
Dicha
inmensa posesión, fundada por los sus antecesores, en tiempo de Carlos III para
la explotación del chacolí y de la sidra, había empezado a ser centro de ganadería
en gran escala, habiendo experimentado una completa transformación aquellos
extensos terrenos de cinco a seis mil
carros.
El señor
Altuna empezó por traer máquinas para las operaciones del campo, produciendo maíz, remolacha y hierba en abundancia,
con cuyos elementos podría alimentar considerable número de reses.
Para ello, adquirió
en principio un arado, además de una segadora que tirada por bueyes, como una máquina
de prensar la hierba, que salía oprimida en fardos , resultando así, que los
productos del más extenso campo se metía en el más reducido pajar.
El fardo que
salía de la máquina en las mencionadas condiciones tardaba en hacerse más que
cinco minutos y pesaba noventa kilos.
En lleno con
el negocio, el señor S. Altuna, edifico magnificas cuadras, ocupadas ya algunas
de ellas por excelentes reses suizas y holandesas que causaban elogios para los
aficionados a la ganadería.
En el
departamento de las holandesas, había
una vaca holandesas que daba 22 litros de leche cada día, y en el de las suizas,
existía otra res magnifica que ganó el primer premio en la Exposición ganadera
celebrada en esas fechas.
El señor
Altuna se proponía relacionar este negocio con otro que tenia establecido en
Madrid, don Domingo Ramos, a cuyo fin, se traslado a las Corte disponiendo todo
lo necesario para ver si en el otoño podía dar comienzo la empresa.
El día 13 de
septiembre de 1890, se dio un gran espectáculo en la estación de Guarnizo.
En uno de
los trenes llegaron veinte excelentes vacas y novillas de Suiza adquiridas en
aquel país por el señor Carlos S. Altuna, propietario de la finca de Juenga,
convertida en ganadería de primer orden por las muchas y finísimas reses de
raza pura que mantenía ya.
Más de doscientas
personas presenciaron el desembarque, encontrándose el dueño con la
satisfacción nueva de que él embarcó en Suiza veinte reses y recibió en Guarnizo,
veinticuatro, por haber ocurrido en el viaje dos felices partos dobles que le produjeron
cuatro preciosas chotas.
El señor
Altuna había logrado su propósito de establecer una excelente ganadería de
razas puras extranjeras y en esas fechas con el ganado que había adquirido en
Suiza.
Por 1892, el
administrador de la finca de Juenga, era don Manuel Salas
El 23 de
mayo de 1893, se verifico con las formalidades debidas, la entrega de tres
toros donados por el señor Altuna, a los Ayuntamiento del Astillero, Reinosa y
Vega de Pas.
En representación
de la Comisión provincial concurrieron para verificar y formalizar la entrega a
la finca de Juenga, el diputado señor Ordoñez y el secretario; el alcalde y
secretario del Ayuntamiento, el alcalde de Reinosa y un comisionado del de Vega
de Pas.
El toro para
el Astillero estaba designado por el donante; de los otros dos tocó en suerte
escoger uno al de Reinosa y el otro al de Vega de Pas.
En julio de
1893, tras el gran incremento de la magnifica ganadería suiza establecida en
Guarnizo, por el propietario, don Carlos S, Altuna, este había determinado instalar un puesto de leche fresca
y garantizada en la planta baja de la casa número 2 de la calle del Martillo,
Santander.
El líquido
seria servido a todas las horas en el local y a domicilio en cajas precintadas,
al precio de quince céntimos de pesetas el medio libro.
Pronto
empezaron a suscribirse muchas personas
para que les sirviesen el género a casa.
La nueva lechería
quedo perfectamente montada con mobiliario muy elegante para las personas que quería
ir a tomar leche.
Contaba con teléfono
y con luz eléctrica. Su nombre comercial fue "LA ZAPITA".
El 10 de
marzo de 1895, se nombraron en la junta de Accionistas del Banco de
España, a los nuevos consejeros y entre
ellos, a don Carlos de Simón y Altuna, como supernumerario.
El 15 junio
1895, llegó a su residencia en Guarnizo, el señor don Carlos S. Altuna, para
pasar como de costumbre su temporada de verano.
El 10 julio
1897, se celebró un festejo en la finca
de Juenga, donde fueron invitados distinguidas señoras y señoritas de Guarnizo
y jóvenes, que fueron obsequiados con refrescos y banquete, con música.
El 17 agosto
de 1899 otro verano más, y los señores Altuna, obsequiaron con una espléndida
fiesta en la finca a distinguidas señoras y señoritas de su intimidad. Ni un
detalle faltó para hacer agradable la reunión.
Habíase
enarenado y regado la carretera desde la estación de Guarnizo a la verja de la
finca y se habían barrido también cuidadosamente los caminos y sendas que
serpentean el delicioso parque de los señores de Altuna para que el acceso a la
explanada del baile fuera limpio y cómodo. Arcos de follaje, dobles filas de
macetas y de arbustos, flores y farolillos a la veneciana y cruzaban el espacio
destino a servir de improvisado salón, que media más de cincuenta metros de
largo por veinte de ancho. A un lado se había colocado un artístico templete
para la rondalla de bandurrias y guitarras que tocó durante la fiesta, y en
derredor de la explanada se distribuyeron más de doscientas sillas y asientos
rústicos que fueron todos ocupados.
Un tren
especial preparado por los jóvenes excursionistas llegaron por la línea del
Norte en carruajes los invitados, a quienes salieron a recibir en la estación
de Guarnizo los señores don Carlos Altuna y su hermano político don Rafael,
anfitriones, que comenzaron desde aquel momento a manifestarse en toda su
cortesanía y caballerosidad.
Desde allí a
las cercas de la finca, un kilometro escaso, fueron a pie los excursionistas
formando animado y pintoresco grupo que muy pronto se fraccionó en otros muchos
por entre las frondas del parque.
Las señoras
de Altuna, en la escalinata de la casa recibieron con su proverbial distinción
a los invitados, comenzando muy poco después la fiesta.
El 14 marzo
de 1900, por estas fechas se estaba tramitando por el gobierno civil de la
capital montañesas, el expediente para la concesión de un título de propiedad
de unas minas que, a juzgar por los análisis de las muestras recogidas y por
otros datos de interés, se trataba de un nuevo negocio, que muy en breve comenzaría
a explotarse.
La mina fue
bautizada con el nombre de "Nuestra Señora de la Antigua" y pertenecía
al capitalista, don Carlos Simón y Altuna.
La mina, en
su mayor parte estaba en los terrenos de la quinta Juenga que el señor Altuna poseía
en Guarnizo, entre la estación del ferrocarril del Norte y el rio que baja del
Astillero, próxima por tanto a la vía férrea que facilitaría las operaciones de
transporte.
El análisis
practicado por el ingeniero de Cartagena, había dado el siguiente resultado:
Cristales amarillos, Blenda, Zinc, 62,82
Frangmentos en roca pizarrosa, Zinc, OO.OO
El 26 de
junio de 1900, murió en Solía, don Francisco Solana, persona muy conocida en
Santander, donde gozaba de generales simpatías.
Estuvo
bastantes años encargado de la finca que poseía en Guarnizo, el señor Altuna y
tuvo a su cuidado el gran número de vacas lecheras de la propiedad del citado.
El 3 de septiembre
de 1900, a las cuatro de la tarde del viernes, se celebró en la finca de Juenga
de Guarnizo, la aristocrática fiesta que venia haciéndolo casi todos los
veranos.
Los
excursionistas, invitados galantemente por los dueños de la casa, fueron
recibidos por éstos a la entrada del parque, y poco después, en la sombra de La
Bolera, y en improvisado salón de baile, engalanada y dispuesta para iluminarse
con multitud de farolillos venecianos.
La mezcla
multicolor de los elegantes trajes de tonos claros, bajo los árboles de La
Bolera, moviéndose suavemente las parejas a los compases del vals.
Asistieron
las señoritas de Garcia Alix, Navarrorreverter, Melchor, Hermosa, Bolado,
Yllera, Rodriguez Rada, Maraña, Fernández de Velasco, Valgañon y algunas más.
El 29 de
septiembre de 1902, en Guarnizo en un edificio grande, destinado a pajar y
cuadra, se había producido un gran incendio.
El edificio
y otra casita, de elegante aspecto exterior, los tenia arrendados el vecino
Facundo Barquin y eran propiedad de don Carlos Altuna. Este señor llegó a
Guarnizo en el tren correo nada más conocer la noticia y permaneció en el lugar
del siniestro hasta extinguirse el fuego. Solicito a sus criados que ayudasen a
los vecinos en la extinción del incendio.
Las pérdidas
fueron considerables y se calcularon alrededor de 1.500 pesetas.
El 26 de
junio de 1904, se encontraba en su finca de Guarnizo, la familia Simón Altuna.
El 12 de
marzo de 1917, falleció Don Carlos Simón Altuna en su finca de Juenga, a los 62
años y sus restos fueron conducidos al cementerio de Guarnizo.
La
conducción del cadáver de don Carlos Simón Altuna constituyó en el pueblo de Guarnizo
una conmovedora y sentida manifestación de duelo.
En la
señorial residencia de Juenga, finca
verdaderamente prócer, digna del gran señor que la habitaba, se congregó todo
el vecindario, no solo de Guarnizo, sino de todos los pueblos de los alrededores.
De Santander
acudieron también muchas distinguidas personas, entre ellas, el R.P. Mazarraza,
don Salvador Gutierrez, don Isidoro del Campo y muchos más.
El momento
de sacar el cadáver fue verdaderamente solemne. En los rostros de aquellos
vecinos se reflejaba su sentido dolor. No en balde con Carlos Simón Altuna había
convivido con ellos muchos años, ilustrándoles e instruyéndoles con su consejo,
prestándolos apoyo material y moral en las situaciones difíciles siendo para
todos amigo, guía y protector.
La
administración de la finca de Juenga tenía ese carácter patriarcal que va desapareciendo
ya de nuestras costumbres.
Fundada por
los abuelos del ilustre finado, puso en ella, don Carlos S. Altuna todos sus
amores. De esmerada educación, de fina inteligencia, de vasta y moderna
cultura, llegó a reunir una de las mejores y más valiosas ganaderías de la
provincia. Su características era la actividad.
Pudo haberse
entregado, pues su envidiable posición social se lo permitía a la vida muelle y
egoísta. Lejos de eso empleó su cuantioso caudal en fomentar el desarrollo de
su país. En el mundo de los negocios llegó a ser una de las primeras figuras;
Consejero del Banco de España, demostró en un puesto tan importante su
suficiencia en materias tan arduas. La firme decisión y el altruismo y
desinterés con que aportó su capital a la implantación de industrias nuevas, le
produjeron contrariedades y quebrantos que no bastaron sin embargo a entibiar
su ánimo.
El señor
Simón Altuna, hasta el último momento de su vida había sido un ejemplo
constante de virtudes ciudadanas y de señoril y digna entereza.
Su muerte
dejo en la Montaña un vacío difícil de llenar. En los salones de Madrid se sintió
mucho e igual en Santander, donde era generalmente estimado.
Su viuda, la
noble señora doña Amalia Jimenez Góngora y sus hijos, doña Carolina, don Rafael
y don Guillermo, hijo político, don Antonio González Madroño.
Con fecha 11
de octubre de 1918, se edicto autos para la efectividad de un préstamo hecho a
don Carlos Simón Altuna y Rubio, sacando a la venta en pública subasta por
primera vez, la finca:
Una posesión
o granja cerrada sobre si denominada "Juenga", situada en el lugar de
Guarnizo, agregado al Ayuntamiento de Astillero, compuesta de tierra labrada,
prado y erial, poblada en gran parte de árboles frutales y de otras varias
clases; tiene cabida tres mil cincuenta carros, equivalentes a cincuenta
hectáreas y cincuenta y seis aéreas, y linda por Sur, Norte y Este con la Mar
salada, y por el Oeste y Vendaval, con carretera pública y terrenos de común
dentro de los linderos superficie dicha hay construidos y forman parte de la
finca los edificios siguientes:
I. Dos casas
de piso bajo y bohardillas situadas al Oeste, por entre las cuales tiene su
entrada principal señalada con los números cinco y siete, cada una de las
cuales mide sesenta pies de fachada por veinticinco de fondo, o sean mil
quinientos pies cuadrados.
II. Otra
cas, la principal, en el centro de la posesión, compuesta de un piso y
bohardillas, que tiene cuarenta y seis pies de fachada por ochenta de fondo, o
sea una superficie de tres mil seiscientos ochenta pies cuadrados.
III. Otra
casa en el extremo saliente, señalada con el número once, que comprende una
fábrica de sidra, almacenes con casa habitable con un piso y desván ocupando
todo una superficie de ochenta pies de fachada por ciento cincuenta de fondo, o
sea de doce mil pies cuadrados.
IV. Una casa
de sillería y mampostería que consta de planta baja y pajar y mide treinta
metros de largo y diez de ancho, siendo su superficie trescientos metros
cuadrados.
V. Un
edificio enfrente del anterior, destinado a cocheras, que consta de planta baja
y casa habitación encima de diez metros de largo por seis de ancho, o sea
sesenta metros cuadrados.
VI. Tres casas
establos de ladrillo a continuación de la anterior, que ocupan trescientos
metros cada una, o sean cincuenta metros de largo por seis de ancho.
VII. Otra
casa, establo y portal frente a las anteriores, que ocupa cuarenta metros de
largo por diez de ancho, o sea cuatrocientos metros de largo.
VIII. Una
casa destinada a caballeriza, compuesta de planta baja y casa habitación, en construcción
encima.
IX. Y otra
pequeña casa al Sur de la principal, destinada al servicio y compuesta de
planta baja de mampostería y ladrillo.
Los seis últimos
edificios, o sean los comprendido en los números cuarto y noveno, inclusive,
son de reciente construcción.
Forman
además parte de la granja o posesión de que se trata y se encuentran dentro de
su perímetro, tres concesiones mineras denominadas "Nuestra Señora de la
Antigua", "Ampliación de Nuestra Señora de la Antigua" y
"Demasía a Nuestra Señora de la Antigua", de doscientos cuarenta mil
ciento veinte mil y treinta y seis mil trescientos treinta metros cuadrados de
extensión, respectivamente.
La finca
total que acaba de describirse se forma o constituye mediante la agrupación de
las cinco siguientes.
A. Una
granja compuesta de tierra labrantía, prado erial, huerta de frutales, casas de
vivir, de labor, almacenes para frutos y sidra, monte y otras pertenencias del
pueblo de Guarnizo, denominada "Juenga", comprende una heredad
cerrada sobre sí de labrantío, prado y erial, poblada en gran parte de árboles
frutales que linda al Sur, Norte y Este, con la mar, y al Oeste con carretera
pública y otra posesión de la misma casa; mide tres mil carros; al Oeste de
esta heredad se hallan dos casas por entre las cuales tiene su entrada
principal, y mide cada una sesenta pies de fachada por veinticinco de fondo,
teniendo los números cinco y siete; limita al Oeste con carretero común y por
los demás vientos con la heredad deslindada.
En el centro
de la misma heredad otra casa de cuarenta y seis pies de fachada por ochenta de
fondo, señalada con el número nueve, de un piso y bohardilla, como lo son las
anteriores; y otra casa al extremo saliente de la misma heredad que comprende
la fábrica de sidra, almacenes con casa habitable de un piso y desvanes; tiene
la fachada ochenta pies por ciento cincuenta de fondo, señalada con el número
once, y linda al Este con la mar y por los demás vientos con la referida
heredad.
B. Una finca
rústica, que fue molino de marea sobre aguas del mar, en el sitio titulado
Juenga, con su presa y demás pertenecidos, que hace tiempo se convirtió en
ruinas el molino, y del cual, su presa y obras tan solo existen vestigios en el
día, y concretado a la superficie del molino y obras adyacentes, y a toda la
que desde ab-intio se consideró como pertenencia necesaria e inseparable del
artefacto superficie, cuya totalidad comprende cincuenta carros del cuadrado de
cincuenta y ocho pies cada uno, equivalentes a ochenta y nueve áreas y cuarenta
centiáreas, que todo él se cubre con agua del mar al flujo de la marea,
quedando al descubierto al reflujo de la misma, y confina, al mediodía, con
terreno de don José Cruz Altuna; al Poniente y Norte, con terreno comunal del
pueblo de Guarnizo, y al Oriente, con un brazo de mar de los que se desprenden
de la bahía del puerto.
C. Una mina
de arenisco bituminoso, nombrada "Nuestra Señora de la Antigua", en
término de Astillero y terreno de Guarnizo, cuyo expediente tiene el número
siete mil quinientos cuatro, compuesta de veinticuatro pertenencias, que hacen
doscientos cuarenta mil metros cuadrados de extensión, en la forma que se fija
en el plano levantado por el ingeniero, don Ramón Irigunza y Zaldivar, con
fecha nueve de septiembre de mil ochocientos noventa y nueve; linda: al Norte,
en longitud de doscientos sesenta y dos metros ventaseis centímetros, con la
mina "Esperanza", número cinco mil novecientos diecisiete, y por los
demás rumbos, con terrenos no demarcados, siendo próxima al Sur la concesión
"Anita", número cinco mil novecientos trece.
D. Otra mina
de arenisco bituminoso, nombrada "Ampliación a Nuestra Señora de la
Antigua", cuyo expediente tiene el número siete mil quinientos cincuenta y
nueve, sita también término de Astillero, en terrenos de Guarnizo, compuesta de
doce pertenencias, que hacen ciento veinte mil metros cuadrados de extensión,
en la forma que se fija en el plazo levantado por el ingeniero, don Ramón
Irigunza y Zaldivar, con fecha nueve de septiembre de mil ochocientos noventa y
nueve; linda: al Norte y Este, en extensiones respectivas de doscientos y
quinientos metros, con la concesión "Esperanza", número cinco mil novecientos
diecisiete, y el registro demarcado "Nuestra Señora de la Antigua",
número siete mil quinientos cuatro y por los demás rumbos, con terreno no
demarcado, siendo próximo al Sur la mina "Anita", número cinco mil
novecientos trece.
E. Y otra
mina de arenisca bituminosa, denominada "Demasía a Nuestra Señora de la
Antigua", cuyo expediente tiene el número ocho mil novecientos ochenta y
cuatro, sita en término de Astillero, en terrenos de Guarnizo, compuesta de veintiséis
mil trescientos treinta metros cuadrados de extensión, en la forma que se fija
en el plano levantado por el ingeniero, don Antonio González y Nicolás, con
fecha ocho de julio de mil novecientos dos; linda: por el Norte, en longitud de
trescientos metros, con la mina "Ampliación a Nuestra Señora de la
Antigua", número siete mil quinientos cincuenta y nueve, y en ciento
cuarenta metros con la mina de "Nuestra Señora de la Antigua", número
siete mil quinientos cuatro; por el Oeste, con las mismas minas en extensión de
ciento sesenta y cinco y ciento metros, respectivamente; por el Sur, en
longitud de seiscientos setenta metros, con la mina "Anita", número
cinco mil novecientos trece; por el Norte y Oeste linda con terreno franco en
longitudes de ciento veintidós y cien metros, respectivamente.
Se preveía
que la subasta seria doble y simultánea, y se celebraría en la Sala audiencia
de este Juzgado y en la del de Santander a que corresponda, el día veinte de
noviembre de 1918, a las doce de la mañana.
Que el tipo
de subasta era de trescientas seis mil ochocientas veintidós pesetas.
Que no se
admitiría posturas que no cubriese las dos terceras partes del tipo de la
subasta.
Que para
tomar parte en ella deberían consignar los licitadores previamente en la mesa
del Juzgado o en el establecimiento destinado al efecto, una cantidad igual,
por lo menos, al diez por ciento del valor dado a la finca que se subastaba.
Que la
consignación del precio del remate se verificaría en el término que se
designase, y no excedería de ochos días, a contar desde la aprobación de la
liquidación de cargas, y que los títulos de propiedad de la finca que se sacaba
a subasta se encontraba de manifiesto en la Secretaria judicial de don Pedro
Taracena, donde podrían examinarlos cuantas personas lo deseen para interesarse
en la licitación, con los que deberían conformarse, sin derecho a exigir
ningunos otros, bien advertidos de que, después del remate, no se les admitiría
reclamación alguna por insuficiencia o defecto de aquellos.
Que en
cumplimiento de lo acordado en la providencia de once de octubre, se citaba
para el acto de la subasta a los herederos o causahabientes de don Carlos de
Simón Altuna, mediante a desconocerse los domicilios de éstos y de doña
Carolina de Simón Altuna y Jimenez y de la Sociedad de Construcciones Mecánicas,
antigua casa "Brestfeld Danet", a cuyo favor aparecen en el Registro
de la Propiedad correspondiente inscripciones o anotaciones posteriores a la
hipoteca origen de este procedimiento.
Madrid, dieciséis
de octubre de mil novecientos dieciocho. Firmado: El secretario, Lcdo. Pedro
Taracena, con el VºBº, del juez de primera instancia, don José Oppelt Garcia.
En noviembre de
1918, la finca pasó a propiedad de Don Vicente Menéndez y San Juan, Conde de la
Cimera, quien la adquirió mediante subasta pública.
De la finca
de Juenga, en Guarnizo, muchas veces me hablaron de ella, pues la familia de mi
abuela, estuvieron al servicio de los señores.
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