Escudo de
armas de Fuente, en Guarnizo
"Casa
de Fuente" que data de más de 500 años que se conserva hoy, con alguna
restauración, tanta de ella como del escudo heráldico.
Guarnizo en
esas fechas y cuando el Estado estableció el Real Astillero de Guarnizo, su
S.M. el Rey se dignó a dar a Guarnizo, en compensación del terreno ocupado una
indemnización de 700 reales por una sola vez y de sus propios y abastos 375
reales anuales, más el salario del cirujano y del maestro de primeras letras.
Al concederse
al Astillero jurisdicción propia, se le trasfirió a él esta carga y, aun cuando
el número de vecinos, "incluidos los pobres", en el año 1830, era de
60, tuvo que soportarla hasta que paulatinamente se fue desembarazando de ella.
Los maestros
de Guarnizo fueron pagados por Astillero hasta que el Estado se hizo cargo del
abono de sus haberes, ya entrado en el siglo XX.
Eso hacía que
continuasen las dificultades para cubrir sus presupuestos de gastos con los
ingresos, pese a que aquéllos constituían un modelo de simplicidad y
austeridad.
Fueron
frecuentes los ajustes económicos con el cura párroco don Cosme Rubio y el
sacristán para concretar sus haberes y la asignación para el mantenimiento del
culto religioso, pues con frecuencia tanto los mencionados señores como el
cirujano y maestros de primeras letras se veían precisados a formular serias
reclamaciones de haberes bien vencidos.
El 13 de
enero de 1834, la fragata LEALTAD, al servicio de las fuerzas liberales,
embarrancó en la bahía de Santander, y como existía el temor de alguna
escaramuza marítima por parte de las fuerzas del Pretendiente, se recuperó y
almaceno en Guarnizo, todo lo que se pudo de aquella fragata. Luego, estos
materiales, junto con algunos cañones procedentes de la fragata LA PERLA y los
que habían preparados en La Cavada, se embarcaron en el CARMEN, para El Ferrol,
con destino a otros buques.
En el año
1835, en plena guerra carlista la Junta de Comercio de Santander se hizo cargo
de todos los bienes que existían en Guarnizo.
Dicha Junta tenía
como finalidad preferente, por lo que a Guarnizo se refería, fomentar e
incrementar la construcción de buques para la Marina Mercante, pero esa labor,
que se veía ciertamente entorpecida por la propia guerra, no pudo empezar a dar
fruto hasta unos años después.
El Gobierno,
ya al año siguiente, siguiendo su política liberal, y con el fin de poder
mercantilizar todos los bienes que figuraban en poder de lo que entonces se
denominaba "manos tuertas" y sanear en lo posible su pobre hacienda
pública, comenzó a promulgar, siendo ministro de Hacienda, don Juan Alvarez
Mendizábal, las célebres leyes desamortizadoras las cuales afectaron tanto al
pueblo de Guarnizo como al de Astillero, pues fueron sometidas a ellas, casi
todos los bienes que el Estado, tenia procedentes de la Marina y los terrenos
del común de Guarnizo.
La
sustanciación del expediente del común de Guarnizo duró más de 70 años y
gracias al tesón de sus moradores, fue al final uno de los pueblos afortunados
pues tuvo arrestos para hacer frente a los fuertes desembolsos de dinero que se
exigían para su rescate.
Fueron, en
cambio, muchísimos los pueblos en que desaparecieron como comunales unos
terrenos que subvenían a las necesidades elementales de la población rural.
En el año
1840, a la terminación de la primera guerra carlista, Guarnizo, gracias a la
influencia de la Junta de Comercio de Santander, pasó de una absoluta
inactividad a la reanudación de la construcción de buques bajo la dirección de
afamados constructores. Los jornales oscilaban entre ocho y doce reales al mes,
y en cuanto a la alimentación se decía, curiosamente, que consistía en una
rolla de alubias y patatas, condimentadas con tocino; algunos en vez de esto,
comían pescados o salado, cuando estaba barato, pocos comían carne fresca, ni
salada, ni vino, ni otros licores, únicamente los hombres por la tarde, y en
los días de fiesta, solían beber vino y sidra en las tabernas. Por las mañanas,
antes de comenzar el trabajo, quizás tomaban un cortadillo de aguardiente
llamado "Parba" y algunos pocos, en su lugar, chocolate o leche. El
alimento de un operario podía calcularse en cuatro reales, y el pan era de
harina de maíz o de trigo de ínfima clase.
Guarnizo se
esforzaba, con la mejor voluntad, por salir del marasmo en que se encontraba,
siguiendo el ejemplo de Santander, que por aquella época dio un paso importante
hacia su desarrollo, aumentando considerablemente su tráfico marítimo creando
el Liceo, y el primer trozo del ferrocarril de Alar y tenía nada menos que
cinco periódicos y se la denominaba "la Liverpool", de España.
En el año
1861, en Guarnizo, se recibió la visita de S.M. la reina Isabel II y altezas
reales, previo aviso y preparativos correspondientes.
Ese día,
Guarnizo parecía como resucitado en toda su pasada grandeza y actividad
guerrera. Pasodobles militares, soldados uniformados, galas de toda clase,
afluencia de vecinos y curiosos y los ojos de Isabel II que veían desfilar como
las sombras de un ejército levantado de su campo de batalla cuyo sepulcro
fueron los anchos mares desde el seno balear hasta el océano Pacifico, parecía
enternecer a los nativos, que lloraban enternecidos, al oírse disparar salvas
desde el cañón instalado en la "escollera" de Astillero.
Fue algo
inenarrable, pues se levantó incluso un arco de triunfo y el alcalde del
Municipio estrenó un bastón de caña natural, de medidas proporcionadas, con
empuñadura de plata sobredorada y sus adornos correspondientes.
Junto a
Isabel II y su esposo, don Francisco de Asís, visitaron Guarnizo, el Príncipe
de Asturias, don Alfonso y las Infantas doña Isabel, doña Concepción y doña
Pilar; los ministros don Fernando Calderón Collantes y el marqués de Cervera,
así como todas las autoridades de Santander y Corporaciones de la provincia e
invitados.
Después de
visitar Guarnizo, sus Majestades giraron también visita al Astillero.
Unos años
más tarde, conseguían los anarquistas algún triunfo esporádico en sus continuas
revueltas, lo primero que hacían eran repartir las tierras por el sistema de
comunas, pero los concejos vecinales de Guarnizo nunca se resignaron y uno de
sus mayores éxitos fue recuperar en varias ocasiones Socalleja y Boo, gracias a
los apoderados don Manuel Salas y don Juan de la Fuente.
Estas
gestiones alegraron mucho al pueblo, pero les costó el expediente 2.045 reales,
que repartidos entre todos los vecinos, salieron a 47 reales cada uno.
Pero esto no
fue sino el primer paso, que Guarnizo supo dar al toro de la desamortización,
pues hubo que prepararse para más embestidas.
Uno de los
pasos más importantes que Guarnizo había dado en su historia, fue cuando pidió, en el año 1871, a través de
la Excelentísima Diputación Provincial de Santander, su segregación del Valle
de Camargo, y su incorporación automática al Ayuntamiento de Astillero.
La
Diputación de Santander envió para informe al Ayuntamiento de Astillero dicha
solicitud, firmada por casi todos los vecinos de Guarnizo, pidiendo este cambio
de jurisdicción. Y en agosto del mismo año, El Astillero evacuó su informe
alegando que Guarnizo estaba en su derecho, al solicitar este cambio pues ambos
pueblos estaban unidos moralmente desde tiempo inmemorial en todos los
sentidos, desde el religioso hasta el educativo.
Y por fin
llegó una R.O. del 30 de diciembre de 1871, del Ministerio de la Gobernación,
que disponía que S.M. el Rey, de conformidad con el parecer del Consejo de
Estado en pleno, había resuelto que los pueblos hermanos de Astillero y
Guarnizo formasen Ayuntamiento independiente, segregándose los de Guarnizo de
Camargo.
El 16 de
enero de 1873, esta orden se recibió oficialmente e inmediatamente le fue
comunicado al pedáneo de Guarnizo, para que lo hiciera saber al vecindario para
su satisfacción. Unidos ya los dos pueblos se reforzó el Ayuntamiento y se
agregó a éste dos concejales más. El primer alcalde de barrio se llamaba don
Manuel Campo y su suplente, don José Rabas.
Camargo no
se resignó a este cambio, así por las buenas, y al principio le hizo la vida un
poco imposible a Guarnizo, pues incluso alistó a los mozos del pueblo en su
registro, y no quería proceder a un deslinde justo de territorio. Pero llegaron
órdenes muy severas de Madrid y se llegó a un arreglo.
El colegio
electoral quedó sustancialmente aumentado, pues desde entonces se compuso de
206 electores, 99 de Guarnizo y 107 de Astillero.
Los primeros
documentos de actas de reuniones de la Junta Vecinal de Guarnizo se remonta a 1804, recogidas en un viejo libro
encuadernado en piel de vaca y en ellas se reflejaban los nombres de los representantes
de los vecinos de la esa época.
Las
reuniones se realizaban en los soportales de la ermita de Nuestra Señora de los
Remedios y estaban abiertas a la participación de los vecinos que lo estimasen
necesario.
En 1900 se
produjo el primer conflicto entre el Ayuntamiento de El Astillero y la entidad
local en una supuesta malversación de fondos. Tras mantener una serie de
litigio, el Gobierno Civil recogiendo
una resolución del Estado, otorgaba la razón a la Junta y le ratificaba su
independencia respecto de la Casona.
La carretera
entre el crucero de Boo y Parbayón se construyó en 1906, realizando el proyecto
de la misma el arquitecto Mijancos.
Con el paso
del tiempo esta vía de comunicación se dividió en dos calles, Sainz y Trevilla
y Ramón y Cajal. La denominación de Sainz y Trevilla recordaba a los antiguos
maestros que impartieron docencia en el colegio de Guarnizo a comienzos del
siglo.
Dentro de
las fiestas, en 1881 se realizó el voto a San Roque, siendo en el mismo año
cuando los vecinos realizaron una novena o rogativa en la ermita de los
Remedios solicitando lluvia para el riego de los campos.
De igual
forma se celebraba la festividad de Nuestra Señora de los Remedios y de San
Pedro, mientras que el día de Nuestra Señora del Pilar se comenzó a celebrar en
1949.
En 1911 se
realizó un censo de los habitantes de Guarnizo para que podrían optar al
reparto de lotes de terreno propiedad de la entidad local. Entre las personas
inscrita se encontraban conocidas familias que remontaban su residencia en el
pueblo desde hacía varias generaciones como las de De la Gala y Viaña, entre
otras.
Una fecha
histórica en Guarnizo, fue la de julio de 1931, donde se celebró una importante
asamblea de todos los vecinos, convocados al efecto por la Junta Vecinal.
Presidió don
Ramón Cagigas, y en primer lugar se verificó el sorteo de los cincuenta lotes,
con arreglo a las condiciones aprobadas por el pueblo en plebiscito del 26 de
mayo.
Con toda
solemnidad procedieron a examinar todas las solicitudes, y una vez todos conformes, se metieron en una
urna los setenta nombres de los solicitantes, y en otra, los cincuenta números
de los lotes, según estaban en el plano (confeccionado por el joven maestro
aparejador del Ayuntamiento de Astillero, con Angel Vega, presente en el acto, quien
recibió numerosas felicitaciones por su importante trabajo).
Con los
veinte que no les correspondió lote, se formó una lista para que, por turno,
ocupasen los lotes que irían quedando libres.
En segundo
lugar, el presidente dio cuenta al pueblo de sus gestiones para lograr quede
sin efecto la renuncia al derecho de reversión que concede al pueblo el
artículo 43 de la ley de Expropiación.
Con esta
renuncia no la podían hacer ni la Junta ni el Ayuntamiento, y como había
interés en servir a la Compañía compradora, cuidaron los que lo hicieron de que
no constase en el libro de actas.
Con esos
antecedentes, y por tratarse de un asunto de capital importancia para el
pueblo, se acordó nombrar una Comisión de tres vecinos, para que, en unión de
la Junta, continuasen los trabajos, hasta conseguir, por los medios legales, el
derecho que el pueblo concede el citado artículo de recobrar esos terrenos, que
tan necesarios eran para el pueblo para el desarrollo de su ganadería.
Por mayoría
de votos se nombró a don José Torre, don Miguel Valiente y don Juan Sánchez.
Por último,
se dio cuenta de la petición en préstamo, del Ayuntamiento de Astillero, de las
pesetas que la Junta poseía de la venta de terrenos a la Compañía Orconera, y
se acordó no acceder, por si tenía que devolverlas al recobrar el terreno de la
renuncia ilegal mencionada.
En enero de
1932, se celebró nueva reunión convocada por la Comisión proterrenos
renunciados.
Con numerosa
asistencia, dio principio el acto, dando cuenta la Comisión nombrada por el pueblo
de los trabajos realizados para la consecución de que vuelvan al pueblo los
terrenos renunciados por una Junta en tiempos de la monarquía, cuya renuncia ni
consta en el libro de actas ni la conocía el pueblo.
Pasados los
años, en 1948 se levantó la hora de aprecio de la expropiación de los terrenos
destinados a la construcción del ferrocarril Santander-Mediterráneo, con un
valor que alcanzó las 15.000 pesetas.
Como testigo
del frustrado ferrocarril quedó levantada la estación que posteriormente serviría
de sede para la Escuela Taller, junto con varios puentes y túneles que nunca
vieron pasar ningún pasajeros.
En los
documentos vecinales se recoge el proceso de tramitación previo a la
construcción del polígono industrial a mediados de los años setenta, que
suscitó polémicas entre los propietarios de terrenos en las inmediaciones de la
marisma de Morero.
Que nos
queda hoy en el pueblo de Guarnizo, para recordar esa época que data de más de
500 años, posiblemente pudiera ser la "casa de Fuente", sin excluir a
la ermita de Nuestra Señora de Muslera.
Esta casa
actualmente conservada en buen estado, de tipo montañesa y situada en el barrio
de Subiejas, conserva en la fachada lateral un escudo timbrado por yelmo
terciado, con adorno de lambrequines y tritones y máscara en puna; el campo es
sencillo.
Cruz de
Santiago rodeada de nueve estrellas (tres a un lado y seis a otro). En punta
león amarrado a un árbol, y frente a él, una fuente de la que brota agua. Armas
de Fuente. (II Tomo de escudos de cantabria de Carmen González Echegaray).
La casa de
Fuente es la más antigua de Guarnizo, data ya de 1505, donde vivía Gutierrez de
la Fuente. A mediados de este mismo siglo era mayordomo de Nuestra Señora de
Muslera, don Juan Gutiérrez de la Fuente, vecino de Guarnizo. Litigó esta
familia con el monasterio de Monte-Corbán por la posesión de la capilla y
asientos que en la iglesia ya citada de Nuestra Señora de Muslera tenía este
linaje.
Construyó la
casa don Sebastián de la Fuente y la Serna, nacido en 1684, hijo de Sebastián
de la Fuente Hermosa y de doña Francisca de la Serna Hontanilla. Casó con Maria
de Tijero y Tolando en 1706.
De esta casa
pasó una rama en el siglo XVIII a Buenos Aires, donde vinculó y dejó muy
notable descendencia.
Gracias por mantener viva la historia de Astillero y Guarnizo, así como la mención a la "Casa de Fuente". Mi nombre es Julio Fuentes-Pila, y soy descendiente directo de Sebastián de la Fuente Hermosa. Saludos
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