Fue
el 29 de agosto de 1.923, cuando Astillero se encontró con un peligro eminente,
nada menos que seis millones de litros de gasolina almacenados en los depósitos
de la fábrica de petróleo que los señores Desmarais Hermanos tienen en la
localidad de Astillero, donde por la tarde de este día y a las dos y media
aproximadamente se declaró un gran incendio.
Un
verdadero milagros, que no tuvo que lamentarse Santander de una de esas catástrofes
de la que forman época en la historia triste de los infaustos acontecimientos.
La
serenidad del personal y obreros de la fábrica, que trabajaron denodadamente en
la extinción del fuego, y las acertadísimas disposiciones del jefe del Cuerpo
de bomberos voluntarios y concejal del municipio, don Angel Díaz, a la vez que
el disciplinado trabajo de éstos y el eficacísimo concurso de la benemérita y
fuerzas de carabineros que acudieron desde los primeros momentos, contribuyeron
a evitar la catástrofe, que de otro modo hubiera ocurrido.
La
labor plausible de los elementos mencionados pudo localizar el incendio y
extinguirlo, hasta el extremo que cuando en el lugar del suceso hicieron acto
de presencia los Cuerpos de bomberos municipal y voluntario, de Santander, con
todo el material de incendios y sus respectivos jefes, señores Cabrillo y
Botín, al frente, no hubo necesidad de utilizar sus servicios.
A
la entrada de la fábrica existían tres tanques o depósitos de gasolina que
periódicamente se encargaban de llenar un auto-camión cisterna.
Ese
día, a las dos, estaba llenando el tanque central el auto-camión cisterna
S-865.
Parece
ser que una chispa del motor fue a prender en el chorro de derivación al
tanque, originándose entonces el incendio.
El
conductor del camión se retiró rápidamente al notar que la gasolina comenzaba a
inflamarse. Algunos obreros arrojaron arena sobre el camión, impidiendo el
fuego en él.
Pero
el incendio se había propagado al depósito, inflamando la gasolina, que corrió
como un río de fuego hasta una distancia de veinte metros, calcinando un
montículo de piedra que encontró al paso y prendiendo en el tejado del pabellón
inmediato, donde trabajaban treinta y ocho mujeres viudas que se dedicaban a
las tareas de llenar bidones de gasolina.
Del
pabellón se sacaron cerca de cuatrocientos bidones de gasolina, no pudiendo
evitar que ardiesen algunos.
Con
gran actividad los bomberos, guardias civiles, carabineros y personal de la
Empresa, a cuyo frente trabajaba su director, don Gabino Jimenez, enchufaron
las mangas de riesgo en las cañerías de la fábrica y se comenzó a refrescar los
depósitos que estaban recalentados, arrojando abundante cantidad de arena sobre
las brasas de la gasolina y agua a los tejados del pabellón, que quedaron
destruidos.
Las
mujeres del pabellón incendiado ayudaron también a la extinción del siniestro,
sacando cajas de gasolina fuera del alcance de las llamas.
Se
quemaron las existencias del tanque central y algunas que había en el de su
izquierda, quedando intacto el de la derecha.
De
los 22.000 libros de cabida que tiene el referido tanque, ardieron unos 10.000
que tenía aproximadamente al iniciarse el fuego.
A
la hora y media de comenzado el incendio, fue sofocado por completo.
En
los trabajos de extinción se distinguieron, entre otros, el obrero Angel
Castillo, que fue de los primeros que dio la voz de alarma; Cesáreo Pérez,
encargado de cargar el tanque; el cabo de la benemérita del puesto de
Astillero, don Gregorio Alonso e individuos de dicho Cuerpo, Vicente Mata
Ramila, Orencio Pozas López, Isidro Gutiérrez Arenas, Recaredo López Antolín y
Jacinto Malagón y los carabineros, Juan Sanz Villalba, cabo Victoriano del Pozo
e individuos como Jesús Pérez, Ricardo González, Enrique Silió y Antolín
Lozano.
No
ocurrió más incidente, que el haberse caído desde poca altura el bombero, Mateo
Giráldez, que, afortunadamente, resultó ileso.
Se
consiguió a fuerza de trabajo y de actividad que el fuego no saltarse a los
depósitos inmediatos que a espaldas del incendiado existen llenos uno de éter y
los otros de gasolina de la que se emplea en la aviación.
Estuvieron
presentes en el lugar del siniestro el Gobernador Civil, el alcalde de
Santander, el teniente coronel de la benemérita, donde Manuel Tejina y los
concejales señores Rosales, Polvorinos, Rodriguez, Ontavilla y Torres.
También
estuvieron el concejal de Astillero, señor Cagigas y el director de la fábrica
vieja, inmediata a la del siniestro, don Alejandro Hanquet, que acudió desde
los primeros momentos, prestando auxilios eficacísimos.
Leyendo
esta noticia, puedo pensar que Astillero se salvo de una gran hecatombe, que
hubiera pasado de el fuego se hubiera extendido a los diferentes tanques y
hubiera encendido y explotado todos ellos.
También
en nuestra memoria podríamos decir los que han y hemos vivido cerca de estas fábricas de
petróleos y posteriormente de la fábrica de Campsa, la suerte que se ha tenido,
que si en algunas ocasiones han existido alguna alarma, nunca se ha llegado a
producirse ninguna incidencia lamentable.
Que buen post. Estas noticias son tristes, pero menos mal que lo pudieron combatir bien. Lo que me hace pensar es que si lo apagaron con extintores o con otro tipo de equipo contra incendios. Incluso hoy en día no todos saben utilizar extintores o sistemas contra incendios correctamente. Para mi los bomberos hacen una labor impresionante, por eso los llamo "Héroes".
ResponderEliminar