Doctor Ehrlich, en su laboratorio
En 1910, la noticia del hallazgo del nuevo
medicamento, conocido como "606", llego a España y también al pueblo
de Astillero
Por las fechas de diciembre de 1910, el notable
cirujano-operador que se encontraba al frente de la clínica de cirugía del
Hospital provincial de San Rafael, don José Palacios, había recibido,
directamente del laboratorio del célebre doctor Paul Ehrlich, en Alemania,
varios frasquitos conteniendo la fórmula del 606, para las inyecciones contra
la avariosis.
Fue el doctor Palacios el primero que en
Santander, lo obtuvo el 606 y el primero, como era natural, en hacer con esa
nueva fórmula los oportunos ensayos en el hospital de Santander.
El doctor se había distinguido como hombre
estudioso, que era, principalmente, lo que hizo al médico y al cirujano, dándole
nombre y fama, y al aparecer el 606, fue uno de los primeros que por
correspondencia se puso en comunicación con los médicos alemanes que hacían sus
estudios en el laboratorio del doctor Ehrlich.
Por eso ha sido el primero que recibió los
últimos preparados del 606 y que tuvo la fortuna de ensayarlos junto con sus
compañeros y los que eran sus discípulos, los estudiantes de Medicina.
Quedaba por conocer el resultado de estos
ensayos, que esperaban fuera satisfactorios.
Una de las tarde de diciembre, se reunieron en
la sala de operaciones del hospital el médico director de la clínica, doctor
Barbachano; el notable oculista, señor Calella; los médicos señores Pereda,
Erasun, Cano Quintanilla, Soleras, Olave, Almiñaque, Viesca y otros,
estudiantes de Medicina y algunos curiosos.
Se hizo por el doctor Palacios la presentación
del enfermo. Un individuo de quien la avariosis hizo verdaderos estragos, pues
presentaba casi totalmente llagado el cuerpo.
Terminados todos los preparativos, y auxiliados
por sus compañeros del hospital, el enfermo subió a la mesa de operaciones y el
doctor Palacios le dió dos inyecciones, una en la región escapular izquierda y
en la nalga del mismo lado, la otra. Es decir, la dosis necesaria en dos
distintos sitios, para evitar al enfermo los grandes dolores que habían de
sobrevenirle al dar una sola inyección con toda la dosis.
Recomendó este procedicimiento para que el
enfermo tenga el siempre un lado libre, aquel en que no se ha puesto inyección,
sobre el que pueda descansar las seis u ocho horas primeras, que son las que el
dolor es máximo.
El enfermo fué trasladado a la sala
correspondiente, y después pasó a la mesa de operaciones una mujer, también
atacada de avariosis, y á quien se aplicaron las dos inyecciones en la misma
forma que al otro paciente.
Altamente satisfechos del buen resultado de los
ensayos y de las explicaciones dada por el señor Palacios, se retiraron del
hospital, a las cinco de la tarde, cuantos acudieron a presenciar el ensayo del
prodigioso invento 606.
Este medicamento no tardo mucho en recibirse en
Astillero, fue la farmacia de Nicolás Pardo (antigua de Aguirre) quien lo había
solicitado a Alemania y desde el 20 de diciembre de 1910, ya se podía adquirir
en esta "botica".
Por esas fechas de 1910, en Astillero, se
encontraban establecidos los farmacéuticos Antonio Arce y Nicolás Pardo.
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