Los inicio del teatro y del cine
en Astillero, comenzaron primeramente por el Salón Cortabitarte, que se
inauguró el día 15 de junio de 1.909.
Por 1914, este salón que se
destinaba para baile de salón, comenzaron a proyectarse películas mudas y
posiblemente, hubiera sido de las
primeras salas de cine en la Provincia, por supuesto, Santander ya estaban proyectándolas.
Las primeras películas mudas que
se proyectaron fueron acogidas con gran regocijo y eran amenizadas por una señorita
pianista muy conocida en Astillero.
Tenía un amplio escenario en
donde se representaron buenas obras de teatro por reconocidas compañías
artísticas de aquella época. A su vez, se habilitaba para baile, sacando los
bancos desmontables al patio, en donde los mayores se divertían siempre bajo la
severa vigilancia del llamado "bastonero" que evitaba la entrada de
menores y mantenía el orden.
En el Salón o Teatro Cortabitarte
también empezaron a desfilar por el escenario, distintas comedias que
procedentes de Madrid aprovechaban la temporada de verano en Santander para
venir a Astillero.
En 1924, cambio la denominación
de Teatro Cortabitarte por la de Teatro-Cine.
El 28 de marzo de 1928, se expuso
una proyección científica, más bien una especie de conferencia gráfica sobre
avariosis, y la película estaba editada por la Dirección General de Sanidad; la
entrada fue gratuita y el señor alcalde, dispuso la prohibición a los jóvenes
menores de quince años.
En fecha 28 de diciembre de 1932,
figuraba aún el Teatro Cortabitarte, donde había organizado un festival
cultural.
El día 1 de enero de 1933, se
hicieron cargo del teatro de la calle de Jaime Vera, antes de Doña Ana, la
nueva Empresa arrendataria, que, proponía hacer algunas reformas en el local,
para que los espectáculos serian del agrado del público.
Mantuvo el nombre de Teatro-Cine.
Rápidamente se llevó a cabo en el
Teatro las obras necesarias, para mejorar las condiciones de confort y
comodidad al espectador.
Montaron un excelente aparato de
proyecciones, decoraron el salón con
buen gusto, se aumentaron el número de butacas y las películas que se proyectarían
serian igualmente o mejores que las proyecciones de los principales cinema de
la Provincia.
En enero de 1933, la nueva
Empresa del teatro había adoptado el acuerdo de darle el nombre de Teatro Bretón,
como homenaje al insigne compositor Tomás Bretón.
Por esas fechas, anunciaron la
inauguración de la temporada de cine, después de haberse terminado las obras de
embellecimiento del local y reforma en las localidades.
Para ese acto, quedaron invitados
las autoridades y otras personas para apreciar los nuevos espectáculos cinematográficos,
que tanto interés esperaba el público astillerense.
El domingo 15 de enero de 1933,
en sección infantil tuvo lugar en el Teatro Bretón (antes Teatro-Cine) la
inauguración de la temporada de cine, con un lleno de espectadores.
A las seis y media dio comienzo
la proyección, con la película "La ley del harén", de José Möjica y
Carmen Larrabeiti y el noticiario Fox.
Por febrero de 1933, la nueva
empresa del Teatro Bretón, había acordado dar espectáculos los martes, jueves,
sábados y domingos.
Los dos primeros días laborables
de la semana no encajaban en las costumbres de la afición y no respondía, lo
que se redujo al jueves, con una sola función a las siete y cuarto de la noche,
continuando con las del sábado por la noche y las tres funciones de cada
domingo.
Los nuevos empresarios, señores
Ortaola y Hermosa, rectificaron cambiando la función del jueves a las ocho de
la noche, para así poder acudir los componentes del Orfeón, a los ensayos del
grupo.
En abril de 1933, la nueva
Empresa, se había desligado de todo compromiso con la anterior y empezó a
programar proyecciones habladas en español, empezando por la película "Un
yanki en la Corte", seguidas de "Esclavas de la moda",
"Vidas truncadas", "Sombras de gloria", "Vayas
mujeres"...
En agosto de 1934, los
propietarios del Gran Cinema de Santander, habían tomando en arriendo el Teatro
Bretón, por un período de diez años.
Los señores Roldan y Gredilla, se
propusieron dar gran impulso a los espectáculos, firmando las mejores cintas y
reformando los aparatos de proyección y sonoro, para que el público astillerense
no tendrían necesidad de desplazarse a Santander a ver cine.
En septiembre de 1934, los nuevos
empresarios, habían realizado importantes mejoras en el lindo teatrillo.
Pronto inaugurarían la temporada
de cine y la nueva Empresa se proponía pasar por la pantalla las mejores cintas
y las más modernas que existiesen.
La reforma había consistido en: en el salón, nuevo
piso inclinado y nuevas butacas cómodas y bien acondicionadas, pintado y
decorado convenientemente.
Habían adquirido una gran máquina
sonora y proyector nuevo, además
proyectarían las mejores producciones sonoras conocidas.
Se venía anunciado la
inauguración de la temporada de cine, una vez terminadas las obras por el
embellecimiento del local y reforma en las localidades.
El domingo 30 de septiembre, se
inauguró las nuevas reformas, con la película sonora titulada "Rasputin y
la Emperatriz" en tres sesiones a las cuatro, siete y diez noche.
Todo el público quedo satisfecho
de las reformas realizadas, tanto por visualidad, como la pantalla, comodidad
de sus butacas y por los aparatos de proyección y alta voz que la nueva Empresa
había realizado.
La gran película del domingo, fue
vista y escuchada con gran atención por el público.
Desde el inicio de la sala, por
Sala Cortabitarte y después como Teatro-Cine o Teatro Bretón, en distintas
épocas han alternado el cine, con el teatro, las comedias y actuaciones
musicales.
Por octubre de 1935, dio comienzo
nueva temporada de cine en el Teatro (calle de Jaime Vera) con una bonita opereta hablada en español que
llevaba por título "Fra Diavolo" e interpretada por Stang Laureal y
Oliver Hardy, que hicieron delicias en el numeroso público que asistió al espectáculo
en sus tres secciones.
En los años 40, el Teatro Bretón,
tuvo la iniciativa de entregar programas de mano entre los vecinos, anunciando
las películas que se iban a proyectar.
Fue muy bien acogida entre el público aficionado al cine.
También por esas fechas, se
anunciaban en los periódicos de la ciudad.
Al principio de 1951, el nombre
de Teatro Bretón, fue cambiado por Cine Bretón, para darle más autenticidad
como sala cinematográfica, pasando a segundo término las veladas teatrales o
conciertos musicales.
En agosto de 1951, con la
inauguración del Cinema Pax, Astillero paso a tener dos salas de cine.
Algunos de los últimos empleados
del Cine Bretón, fueron: Luis, Raimundo, José Maria, Gelito y Urbano.
El 19 septiembre 1972 se derrumbo
el edificio ocupado por el Cine Bretón.
Por noviembre de 1973, se
encontraban en obras el edificio para reapertura de un nuevo cine en Astillero.
Por febrero de 1974, el que fue
viejo teatro-salón Cortabitarte, luego Teatro Bretón y después Cine Bretón, se
iba a convertir en Cinema Beatriz.
Se desconocía el motivo del
cambio de nombre, pero los propietarios, así lo habían acordado, sin tener en
cuenta y respetado su pasado.
En febrero de 1974, se abrirían
el nuevo cine con el nombre de CINE BEATRIZ cuyo nombre disgusto a los vecinos
por no haber mantenido el nombre antiguo por parte de los nuevos propietarios.
El 12 de febrero de 1999, se
inauguró la nueva Sala Bretón, que se trataba de un nuevo centro cultural y
donde acogerían representaciones teatrales, proyecciones cinematográficas y
también, actuaciones musicales.
Esta sala de usos múltiples fue
adquirida la propiedad de las instalaciones del antiguo Cine Beatriz y sobre en
el que se ha construido la nueva Sala Bretón y perteneciente al Ayuntamiento de
Astillero.
Los programas de cine, tiene un
poder nostálgico, que recuerda a nuestra infancia y juventud.
Empezaron a divulgarse por los
años 30 y decayó su uso en la década de los 70.
Los repartían en las salas de
cine o bien al salir de ellas.
En Astillero, he podido averiguar
que empezó en los años 40.
El tamaño del programa solía ser
de dimensiones reducidas y de forma rectangular o vertical.
Algunos se distinguían
por la fantasía de su diseño.
Podían ser de una sola hoja, o
bien dobles.
Existían coleccionistas de estos
programas como hobby, que durante muchos años reunieron miles de ejemplares.
Entre ellos, uno mi amigo Enrique
Curto y Angel Saiz, de Torrelavega.
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