viernes, 19 de febrero de 2021

ASTILLERO vertidos de fangos (1.888-1.913)

 







El nombre de Astillero, fue por dos motivos el que figurase en los titulares de la prensa nacional, el primero por las huelgas que se produjeron en el año 1906 y el segundo por los vertidos de residuos de los lavaderos de mineral  en la ría,  en 1904.

Este último tema, dio lugar, en su día, a más discusiones y polémicas que las mismas huelgas

 

Por el año 1888, ya era conveniente que seria para el Puerto, el dragado en los muelles de los embarcaderos de San Salvador.

Hacía días, en marzo de 1888, se encontraba fondeados frente al Astillero, cinco hermosos buques de vela procedentes de los Estados Unidos, cargados de petróleo para la fábrica de refinería.

Mientras otros buques, les era difícil, poder descarga  y lo mucho que les costaba hacer la operación a flote, por no reunir los muelles condiciones suficientes. En el muelle de San José en San Salvador se encontraba en esas fecha con veinte y dos pies de fango.

 

En marzo de 1893, un tren completo de dragado pasó a ensanchar y profundizar el canal del Astillero, recorriendo el banco de arena y fango situado al Oeste del lazareto de Pedrosa.

A fin de dejar una profundidad de cuatro metros en baja mar viva, que se consideraba suficiente para los grandes buques de transporte de petróleo que atracaban en los muelles de estas fábricas.

En abril, la Junta de Obras del Puerto, había resuelto que se procedería al dragado de la canal que iba a el Astillero, dividiéndole en dos secciones; una de 60.000 metros para conseguir un aumento de tres metros en el calado y otra de 80.000 metros.

 

Por 1897, los prácticos que conducían los buques, temían encallar, cuando iban entre la canal del Carmen y la isleta llamada de La Paloma, aunque salían en mareas altas para no tropezar en unas rocas del fondo de la canal, o en los muchos aterramientos que iban estrechando sus márgenes, hasta el punto de serles muy difícil dirigir los buques por el centro de la pronunciada curva y contracurva a que había quedado reducida la canal de la ría.

Existía además en el Astillero, una roca aislada, próximo al muelle de los vapores Corconeras, que impidió a los barcos mayores hacer las maniobras de ciaboga cuando tenía que atracar o salir de los muelles embarcaderos .

 

A finales del trimestre del año 1900, quedo terminado el dragado en la canal, entre el Astillero y los muelles de San Salvador, y colocada la draga en la punta que forma la confluencia de las rías de Solía y del Astillero. Como esta punta era de roca, se limitó el trabajo a la limpia de la arena y del fango depositado sobre ella, en un metro de altura. Se extrajeron 1.500 metros cúbicos de fango en la ría.

En Astillero se abrió un trozo de canal en la ría en 300 metros de longitud y 40 de ancho en la parte alta de la misma, para dar acceso al muelle de San Salvador y se volaron varios arrecifes de roca en la curva que describe el derrotero al llegar a la confluencia del canal del Carmen.

 

Por Real Decreto de fecha 16 de noviembre de 1900, se aprobó el Reglamento para corregir y evitar los abusos que se venían cometiendo en los lavaderos de minerales arrojando a los cauces públicos los residuos del lavado, causando con ello grandes perjuicios por diferentes y múltiples conceptos; otro teniendo en cuenta la importancia de la industria minera y lo beneficioso que era su desarrollo, dictar reglas para su fácil desenvolvimiento, en la parte referente a la bonificación del mineral por el procedimiento del lavado y para la formación de escombreras, cuidando al mismo tiempo de que se cumplan cuanto es debido los preceptos de las Leyes.

Este Reglamento se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia, con fecha 31 de octubre de 1901.

 

El día 5 de agosto de 1902, el mismo en que reventaba un depósito de residuos minerales de la Sociedad La Paulina en Camargo, causando 14 muertos, se abría la primera sesión de una Asamblea que los alcaldes castellanos celebraban en la Casa Consistorial de Santander.

En esta reunión, el Alcalde de Astillero, enérgicamente pidió que se interesase de la Superioridad, que dictase disposición en virtud de la cual se prohibiese terminantemente verter en las rías, los residuos del lavado de minerales.

Era obvio decir que fundamentaba su argumentación en el daño que se originaba a los pueblos que han de hacer uso de estas aguas y en el peligro que suponía para la navegación, al reducirse el fondo de las mismas.

 

El 23 de enero de 1903, los propietarios y representantes de las minas cuyos sedimentos van a parar a la día del Astillero, tomaron ciertos acuerdos, levantándose acta y dado conocimiento a la Junta de Obras del Puerto, a la aprobación de la cual había de someterse.

Uno de los acuerdos, los mineros se ofrecían a satisfacer el aumento del impuesto que se acordase sobre el de 0,25 pesetas, que venían pagando por tonelada de mineral, pero  bajo la seguridad de que dicho aumento íntegro había de dedicarse a la conservación de las rías de San Salvador y del Astillero.

El "cegamiento" de la ría del Astillero había sido tan rápido que todos lo habían pronosticado y sin embargo, nadie había hecho algo para evitarlo.

Las condiciones de aquellos canales seguían empeorando rápidamente, por desgracia, llegando al año 1904 al fango acumulado y a dificultar el atraque de buques a los muelles.

De nada o de muy poco valía el servicio que prestaba el tren de dragado de la Junta del Puerto ante la enormidad del volumen de fango que por los cauces de las rías de Tijero y Solía bajaban de aquellas minas a la confluencia de ambas en donde estaban instalados los muelles.

 

En el año 1904, los periódicos "La Atalaya", "La Voz Montañesa" y "El Cantábrico", publicaron diversos artículos lamentándose de que los fangos se vertieran en la ría, ocasionando con ello serias amenazas para la navegación.

Para evitar estos males, se realizaron activas gestiones, principalmente por parte de las primeras autoridades provinciales, el Gobernador Civil, el señor Comandante Militar de Marina y, la Junta de Obras del Puerto de Santander...

En marzo de 1904, el Ingeniero encargado del dragado y de la vigilancia de las rías del Astillero, comunicaban que el día 23 de febrero, las minas de Solía, Liaño y San Salvador, no suspendieron el lavado cuanto estaba ya completamente lleno y vertieron las aguas sucias del lavadero a la ría, por encima del cierre de las mismas.

Que las minas de Solía y Liaño, abrían sus compuertas de desagüe sin esperar a que se verificase la decantación debida.

Que las minas de Heras, no había hecho el cierre de la marisma en la forma prescrita para verificar la sedimentación de los fangos y la decantación de las aguas sobrantes. Entre tanto seguían vertiéndose a las rías cantidades considerables de fangos, lo que unido a arrastres que hacían las corrientes de marea de lo ya depositado en los cauces, produciendo aterramientos hasta los mismos muelles de Santander.

Como consecuencia de ello y al progresivo aumento de los sedimentos de tierras minerales y próximo peligro de que se cierre la navegación en la ría del Astillero.

La Junta sostenía que hacía dos años un tren de dragado en San Salvador, origen de dicha ría, y gastando una cantidad mensual que se aproximaba a 12.000 pesetas, para extraer los fangos procedentes del lavado de minerales.

La Real Orden de 29 de marzo de 1904, estableció un arbitrio extraordinario de 0,25 pesetas por tonelada de mineral que se produjera y cuyos lavaderos vertiesen sus aguas residuales en la bahía de Santander, a pagar a la Junta de Obras del Puerto, cuyo importe se destinaria íntegramente a los trabajos de dragado y mejoras de la ría.

Este Decreto desató las iras de la comarca pues implicaba expresa autorización para hacer precisamente lo que se quería evitar a toda costa.

"La Voz Montañesa" en su número 17 de abril, dedico un importante artículo a este tema del enfangamiento de la ría, que titulaba: "La pérdida del puerto -Esto es el acabose- El hambre en puertas-Cúmplase la Ley y caiga el que cayere-Guapo mozo, como hay Dios".




El periódico "La Atalaya" en su número de 1º de julio de 1904, en su suelto que titulaba, "Hasta cuándo", decía:

"El cabo de mar de esta Comandancia, de servicio en El Astillero, había dirigido a su superior jerárquico un parte en el que le daba cuenta de sus observaciones sobre los sedimentos minerales que constantemente se vertían a la bahía.

-Dice que, cumpliendo su cometido en la ría del Astillero, ha notado que cada día crece más el fondo fangoso formado por los sedimentos minerales de los lavaderos.

-Añade que los mineros ejercen también vigilancia para contrarrestar la suya, y así que notan su presencia, cierran presurosamente las compuertas de las marismas para que él no vea la salida de los fangos de la ría.

-A pesar de estas precauciones, el día 23 observó que la marisma de Morero estaba llena a las seis de la tarde, y a las diez de la noche ya había sido vaciada, vertiendo los sedimentos minerales a la ría. Al reconocer la marisma, encontró las compuertas cerradas, pero fresco aún el rastro que los sedimentos habían dejado al salir por ellas.

-Otro tanto-dice- sucede en la mina Complemento. A las dos horas de ver llena la marisma, encuéntrala ya vacía indefectiblemente por haberse vertido en la ría los fangos procedentes del lavado del mineral.

-En mayor o menor escala, según afirma el aludido cabo de mar, todas las minas de aquellos contornos arrojan a la ría sus sedimentos.

-Los fangos, pues, continúan invadiendo los cauces de las rías.

-¿Hasta cuándo?




Este asunto del enfangamiento de la ría, culminó con un movido debate en la Alta Cámara a mediados de noviembre de 1904, entre don Juan de Ranero, senador culto, unido a la Montaña por sentimientos de gran cariño y lazos de parentesco, y el Ministro de Agricultura, Industria y Comercio y Obras Publicas, Allende Salazar.

Hizo el primero una exposición de los hechos, destacando la amenaza del encenagamiento de la ría para la navegación de barcos de gran tonelaje en el puerto del Astillero, y el señor Ministro le replicó destacando lo que se había legislado sobre el particular prometiéndole que, a pesar de las dificultades que habían surgido, se atendería debidamente al dragado de la ría con los recursos previstos en la Ley dictada al efecto.

Las compañías mineras pagaban muchas multas de 500 pesetas por infringir órdenes emanadas de la Autoridad, prohibiendo el vertido de fangos a la ría, pero el tiempo demostró que este sistema tampoco resolvía el problema.

La población de Santander, el gremio de pescadores principalmente se sumó a la protesta y entregó a los Poderes públicos una amplia exposición de hechos firmada por dos mil quinientas personas, exposición que se entregó solemnemente el día 26 de octubre de 1906 en el Gobierno Civil, por una numerosa manifestación popular que, con los comercios cerrados, recorrió las calles de Santander, desde Puerto Chico a la Avenida Alfonso XIII, con banderas y pancartas.

Iban en primer lugar las blancas, como simbolizando que la manifestación era pacífica y que de esta forma solicitaba justicia.

La última, sin embargo, era roja y llevaba un letrero que decía: ¿Viva la Unión!. Y debajo iba dibujado un ojo grande. Significaba que había que tener cuidado con herir los intereses generales del pueblo.

La manifestación, una vez cumplido su importante cometido, se disolvió pacíficamente.

Los medios con que contaba la Junta para neutralizar los efectos del vertido de residuos a la ría, eran a todas luces, insuficientes, a pesar del refuerzo que suponía la aportación del canon establecido por cada tonelada de mineral que se lavaba y del gánguil de 250 m3 de capacidad que entregaron las compañías minerales a la Junta para reforzar su tren de dragado.

La ría recibía mucho más fango que el que podía extraer la Junta y, consiguientemente, su profundidad experimentaba una alarmante disminución.

Además, y esto no afectaba tanto al Astillero, algún pueblo de la bahía, se quedo sin agua para sus servicios domésticos, porque el rio Cubas y Miera del que se servían, estaba contaminado por los residuos en cuestión y su agua no era potable.

El problema de los fangos, al no ser exclusivo de la ría de Astillero, porque también se presentaba en otras zonas de la nación, aunque no con la misma gravedad, pretendía el Gobierno solucionarlo, sin conseguirlo, mediante disposiciones generales.

 

Por marzo de 1908, la ría del Astillero, que en 1898 llegó a disminuir su calado a dos metros entre el muelle de la Orconera y el fondeadero de San Salvador y en cuya canal ocurrieron algunas varaduras, haciéndose imposible la navegación a horas distintas de las de las pleamares, habían desaparecido y la ría se encontraba perfectamente navegable, en toda su longitud para buques de 18 o 19 pies de calado, desde media marea en adelante.

 

En mayo de 1913, seguía los problemas, y en el Tribunal Supremo existía un expediente por pleitos presentado por la Sociedad The San Salvador y Iron Ore Company Limited, contra la Real Orden expedida por el Ministerio de Fomento en 8 de abril de 1913, sobre indemnización por vertido de fangos en la ría de Solía, afluente de la del Astillero.

En septiembre de 1913, el Presidente de la Cámara de Comercio, daba el siguiente dato:

El muelle de Nueva Montaña, sirve para 300 pies de eslora y 19 de calado; el de Orconera y el de Desmarais, ambos en el Astillero, para 19 pies; el del ferrocarril de Santander a Bilbao, para 260 pies de eslora y 18,5 de calado y el de San Salvador, para 230 pies de eslora y 19 de calado.

 

Este problema de los fangos, desde esos años hasta no mucho, siempre han existido, gracias a los dragados que se han venido realizando, aunque no muy paródicos, han solucionado de alguna manera el fondo de la ría.

 

En Astillero, efectivamente, el problema lo tiene solucionado, con los Talleres del Astillero, quienes vigilan y protege la ría para poder llegar los buques  a sus diques y si nos referimos a la ría de Solía, esta ya no es navegable, desde hace muchísimo tiempo.

 

Desde 1913, siempre ha estado presente los vertidos de la ría de Astillero.








 






 


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