La casa más
antigua de Astillero erigida en el año 1748, por el brigadier don Roque
Francisco Herrera, caballero de la Orden de Santiago y marques de Conquista
Real para vivienda de la maestranza, entre cuyos hombres ilustres cabe destacar
a Fernández de Isla, la cual fue habilitada posteriormente para escuela en el
año 1800, bajo el nombre de Colegio Cántabro, manteniéndose como tal hasta
1808, que fue cerrada como consecuencia de la invasión de España por Napoleón
El Seminario
Cántabro fue creado por la Real Sociedad Cantábrica de Amigos del País, que se
instaló en el Astillero y pasaron a él los estudios de Náutica.
La fundación
del Seminario Cantábrico fue concedida por Real Orden firmada por Carlos IV, en
Aranjuez el 9 de marzo de 1801. El documento aparece refrendado por el ilustre
montañés don Pedro de Ceballos, ministro del Estado en varias ocasiones, á
quién Santander y su provincia debió grandes beneficios.
El escritor
aragonés, de Monzón, don José Mor de Fuentes, vino a la Montaña en el año 1802,
enviado por la Sociedad Cantábrica, cuyo presidente era el Duque del Infantado.
La Delegación de Madrid firmó con el señor Mor de Fuentes, un contrato para
fundar un seminario en Comillas, parecido al que funcionaba en Vergara.
En el
contrato figuraba el ofrecimiento de una dotación de 10.000 reales, casa,
manutención, lavandera, correo, la dirección interna del Colegio y la cátedra
de Humanidades.
Se eligió,
aunque requería reformas un edificio de la fundación del arzobispo de Lima,
Fernández de Castro, natural de Comillas, pero la escasez de recursos y la
oposición del obispo de Santander, don Rafael Luarca, obligaron al mandatario a
desistir del proyecto, por considerarlo irrealizable, sin siquiera intentar su
inauguración.
El señor Mor
de Fuentes se indispuso con la Delegación de Madrid y al romper con la Sociedad
Cantábrica, encargó ésta entonces el desarrollo del proyecto, a don Juan
Arguedas, que había sido marino y trasladó el establecimiento de Comillas al
Astillero, donde se instaló en la "Casa del Rey", con el nombre de
Colegio Cántabro.
En ese
Colegio se educaba la juventud del pueblo, y era como una segunda enseñanza,
aunque de ámbito reducido y escaso alcance.
Con tanta
actividad se procedió á la organización del Seminario, que el 18 de julio de
1801, se publicó ya el plan general de estudios de aquel centro de enseñanza.
Este plan era extenso y abarcaba un sin número de asignaturas.
Disponían en
él, con referencia a la enseñanza de la Náutica, que se explicase Cosmografía,
uso de la Esfera, Geografía e Hidrografía y también Pilotaje.
Pasados
bastantes años, cuando ya hacia 14 o 15 que el Seminario Cantábrico había
dejado de existir, el Real Consulado de Comercio dio nueva organización a los
estudios de Náutica y a la enseñanza mercantil.
En 1804, por
Real Decreto de fecha 11 de noviembre, se consideraba al "Seminario
Cántabro", puesto al cuidado y bajo la protección de la Sociedad
Cantábrica por el Rey don Carlos IV, los mismos fueros, gracias y
constituciones del Real Seminario de nobles de Madrid.
Tuvo su
principio en la villa de Comillas y luego se trasladó al Real Astillero de
Guarnizo.
Primeramente
estuvieron en Santander, para definitivamente sin haber terminado aún las
obras, trasladarse a el Astillero el 20 de junio de 1807.
Fue el 14 de
diciembre de 1808, cuando el señor Doebely, presentó el papel que decía:
"En todo el día de hoy se trasladara el Seminario Cantábrico al real
edificio de Corbán por necesitar S.M. ese del Astillero para su real servicio.
D. José Doebly estaba encargado de proporcionar todo lo necesario para el
efecto. Santander 14 de diciembre de 1808. Francisco Amoros".
La mejor
época del Seminario Cántabro fue la que medió desde el año 1806 a 1808, en que
llegó a reunir unos ochenta seminaristas. Su plan de estudio era vasto y
contaba con profesores notables.
Tenía
escuela de primeras letras, cátedras de dibujo de figura, de adorno con lápiz,
a la aguada, tinta china y colores, planos y pintura al óleo; cátedras con
humanidades con los idiomas castellano, latín, francés, inglés, alemán,
italiano y griego; de retórica, poética, historia, cronología y geografía; de
ideología, filosofía moral, física y experimental, matemáticas puras,
mineralogía y química.
Las había,
además, de teología moral y disciplina eclesiástica.
Las
circunstancias que sobrevinieron con motivo de la Guerra de la Independencia
fueron causa de su decaimiento y luego de su completa extinción.
Fue don
Alejandro Rodriguez Cosgaya quien fundó la Obra Pía conocida con el nombre de
"Espinama", con un capital próximamente de cinco millones de reales,
la mayor parte en "Vales reales", cuyo valor caducó y otra parte en
censos y rentas que han desaparecido en casi su totalidad por las vicisitudes
de los tiempos, y muy especialmente por la guerra de la Independencia. Lo poco
que se había salvado del naufragio estaba agregado al Instituto Provincial, y
constituía la pequeña renta de que disfrutaba esta institución.
La inmensas
riquezas del fundado fueron consagradas por el mismo a la enseñanza dándose
esta en el "Seminario Cántabro" establecido en Astillero, donde se
estudiaba entre otras materias, la Náutica y el Comercio, para cuyo objeto
contaba a principios de este siglo con una renta de ciento catorce mil reales.
Más la vida de este establecimiento tan floreciente se extinguió el año II con
la invasión francesa, dando esta origen, no solo a la desaparición del
Seminario, sino también a sus cuantiosas rentas.
El fundador
se llamó don Alejandro Rodriguez de Cosgaya, más conocido en Liébana por el
pastor de Aliva.
Nacido en el
pueblo de Espinama el año 1688, durante su primer juventud vivió dedicado a las
faenas del pastoreo. Mozo ya, emigró a América, donde alcanzó otro prodigio,
cuantiosos bienes de fortuna.
La Obrapia
de Espinama, el sueño que el pastor acariciase en los elevados riscos de Liébana,
fue convertido en realidad. Cosgaya murió en Méjico, dejando doce millones de
reales para la Obrapía; otros doce millones de reales, por si los doce primeros
no bastasen para la realización de sus proyectos, y, por último, otros doce
millones más, si necesarios se considerasen, para dejar completamente
establecida la Obrapia.
El Consejo
de Estado aprobó la fundación el 9 de agosto de 1778, figurando tan solo ya con
un capital de unos cinco millones de reales aproximadamente.
Empleada una
parte de este capital en "Vales Reales", hubo de desaparecer por
caducidad de estos valores. El resto, que representaba la mayor parte del
capital, estaba colocado en censos y rentas que con el tiempo, y por diversas
vicisitudes, principalmente por la guerra de la Independencia desapareció casi
en su totalidad.
Primeramente
las rentas de la Obrapía de Espinama fueron aplicadas al sostenimiento del
Seminario Cántabro, establecido en el Real Astillero de Guarnizo, donde se
cursaban, entre otras enseñanzas, la Náutica y el Comercio, para cuyo objeto
contaba a principios del siglo XIX con una renta de 114.000 reales.
La vida del
Seminario Cántabro, que tuvo época muy floreciente, se extinguió en 1808, con
motivo de la invasión francesa, dando esta guerra lugar no solo a la
desaparición de este establecimiento de enseñanza, sino también a que se
evaporasen sus escasas rentas.
En el año
1809 hubo que cerrar este Colegio, debido a las movilización que requirió la
guerra de la Independencia, y ya no se volvió a abrir como tal.
Desde
aquella época, figuraba en el descansillo de su amplia escalera un medallón
adosado a la pared, que representa a Minerva, diosa de la Sabiduría.
Las rentas
de la fundación de este Colegio, así como otras de idéntica naturaleza, tales
como las de Villacarriedo, Liébana y aún de fuera de la provincia, pasaron a
engrosar, a través de la Beneficencia, la dotación del Instituto de Segunda
Enseñanza de Santander, que se inauguró el día 3 de noviembre de 1838, el mismo
día en que se conmemoraba el quinto aniversario de la célebre acción de Vargas,
entre liberales y carlistas.
Después, a
la "Casa del Rey", se la denominó "Colegio de la Marina",
no porque la Marina la hubiera dedicado a Colegio, propio en ningún momento,
sino porque en ese edificio, que fue anteriormente propiedad de la Marina,
funcionó, entre los años 1803 y 1809, el Colegio Cántabro, que también se
denominó Seminario Cántabro, por analogía con el Seminario de Vergara, en el
que se inspiró.
El BO de la
Provincia de Santander, con fecha 17 de agosto de 1835, daban la noticia de que
el sábado 15 de agosto, entraba en el puerto un vapor ingles conduciendo a su
bordo 400 hombres escoceses de la legión del Reino Unido, los que se acuartelaron
el mismo día en el edificio destinado a Colegio Cántabro en el Astillero.
Habían
desembarcado ya por este punto como 2.200 hombres, y se esperan 400 caballos
que deben llegar de hoy a mañana, para lo que se están disponiendo de cuadras y
cuarteles.
Esta casa,
que merced a la utilidad que tuvo durante 1800 a 1808, siempre fue denominada y
conocida por "Casa del Colegio", se vería deshabitada en las fechas
de mayo de 1973, al desalojarla el último inquilino, don Marcelino Manterola,
el cual no pasará a la historia del edificio, pero si estará en boca de cuantos
la comenten por haber sido el último morador de un edificio con historia y 225
años de antigüedad.
La
"Casa Cuartel" o "Colegio Cántabro" y conocido también como
"Colegio de la Marina", estaba situada en la calle San José, cerca de
la Iglesia.
Tras
desaparecer como tal el Colegio Cántabro, el edificio continuó instalándose las
Escuelas Municipales hasta que éstas se trasladaron al edificio de la Casa Consistorial,
hoy Ayuntamiento de Astillero.
Esta parte
derruida la levantó el general don Antonio Gaztañeta, en el primer tercio del
siglo XVIII, para alojamiento de la guarnición y oficinas generales del Real
Astillero de Guarnizo. La parte Norte, todavía en pie, la levantó en el año
1746, don Roque Martínez de Herrera, marqués de Conquista Real, cuando se
hallaba al frente del Astillero.
En este
edificio, pues, aplicó su actividad y portentoso talento don José Campillo y
Cossio, teniendo de ayudante a don Cenón de Somodevilla, más tarde marqués de
la Ensenada.
Tan grande
era ya en esta época el prestigio de Campillo, que Felipe V le llamó para
suceder a don José Patiño, fallecido el año anterior.
En el año
1895, el Ayuntamiento del Astillero puso el nombre de este extraordinario
personaje a una de sus principales calles, pero luego se lo quitó otra
Corporación menos sensible, sin duda, al mandato histórico.
Cuando el
general Gastañeta ordenó levantar el pabellón, que acaba de desaparecer, no
existían limitaciones ordenancista, urbanísticas ni la Ley de Suelo. Eligió,
pues, el lugar más bello, más agradable y estratégico de toda la zona en que
con el transcurso de los años se iría levantando el pueblo de Astillero.
Sobre este
histórico solar del Real Astillero de Guarnizo, se alzaría un nuevo y magnifico grupo de viviendas,
cuyos moradores ignorarán probablemente, sin nada ni nadie se lo recuerde, que
allí mismo se estudiaron y diseñaron los planos constructivos de aquellos
célebres navíos que tanta gloria y fama dieron por aquella época a la marina
española.
En este
edificio existía una placa adosada en una de las fachadas con la inscripción
del año de construcción. ¿donde se encontrara dicha placa?
El hecho de
que después se instalaran en él, en etapas sucesivas y durante muchos años, las
Escuelas de primeras letras de los niños del Municipio, contribuyó a que este
notable edificio conservara a través del tiempo el honroso nombre de Colegio.
Hoy en día,
su labor está ocupado por un edificio, denominado "Las Anclas", y
está dedicado a hotel; sin embargo, el recuerdo y la historia de él
permanecerán siempre unidos al viejo Astillero, formando parte de la historia
de un pueblo.
Por los años
80, quedó derrumbado el edificio.
De esta
casa, los únicos recuerdos que tengo, es haberla visto muchas veces, pero lo
que siempre recuerdo son los carteles de cine, donde uno se fijaba que películas
se proyectaba en los cines.
EL COLEGIO "La Casa del Rey"
Una publicación de don Nemesio Mercapide en el diario ALERTA del 6 de noviembre de 1970.
HISTORIA Y DERRIBO DE "EL COLEGIO" del ASTILLERO
"Coincide con la caída otoñal de la hoja, la caída de parte
de un edificio histórico del Astillero "El Colegio", denominado
también anteriormente "La Casa del Rey", uno de los más antiguos de
la localidad. No han quedado ni los cimientos por mor de una pala excavadora,
infernal logro tecnológico moderno.
Esta parte derruida la levantó el general don Antonio Gaztañeta,
en el primer tercio del siglo XVIII, para alojamiento de la guarnición y
oficinas generales del Real Astillero de Guarnizo. La parte Norte, todavía en
pie, la levantó en el año 1746 don Roque Martínez de Herrera, marqués de Conquista
Real, cuando se hallaba al frente del Astillero.
En este edificio, pues, aplicó su actividad y portentoso talento
don José Campillo y Cossío, teniendo de ayudante a don Cenón de Somodevilla,
más tarde marqués de la Ensenada.
Tan grande era ya en esta época el prestigio de Campillo, que
Felipe VI le llamó para suceder a don José Patiño, fallecido el año anterior.
UNA ANECDOTA
La siguiente anécdota refleja la honradez y entera de Campillo.
Siendo titular de las Secretarias de Hacienda y Estado y, poco
después, además de los Ministerio de Guerra, Marina e Indias, la reina Isabel
de Farnesio, encargó a París unas joyas, el pago de cuya factura ordenó que
fuera hecho por el embajador de España en Paris, príncipe de Campoflorido.
Este señor escribía después frecuentemente a nuestro ministro
Campillo que le enviase el importe de la factura para proceder a su abono, pero
pasaba el tiempo y en la Embajada, no se recibían ni siquiera las pagas del
personal; cuanto menos dinero para pagar superfluidades o despilfarros aunque
fuesen reales.
En vista de ello, el embajador se dirigió al propio rey y éste
mando, en diversas ocasiones, notas a Campillo para que atendiese la petición
del embajador en París, pero el ministro daba largas al asunto, contestándole
que primero eran los pagos vencidos de los dos Ejércitos, que en aquella época
operaban simultáneamente en Italia.
Convencido el rey de que tampoco él podía sacar este dinero a su
ministro, recurrió al siguiente ardid. Pidió directamente a don Martin de
Loynaz y don Félix Davalillos, administradores de la renta del Tabaco, que le
manifestaran el dinero que tenían en efectivo en aquel momento. Al conocer el
rey este dato, les ordenó que enviaran directamente al embajador en Paris la
cantidad que tantas veces tenia reclamada.
EL SASTRE DEL ENTREMES
Esta treta costó al rey tener "de morros" a su ministro, el cual ante sus amigos se quejaba diciendo: "Yo soy el sastre del entremés; tras de cornudo, apaleado". No se sabe cuál hubiera sido el desenlace político de este hecho que pudiera considerarse anecdótico, porque Campillo falleció casi repentinamente a los pocos días. La patria y los reyes le rindieron a su muerte los máximos honores.
En el año 1895, el Ayuntamiento de Astillero puso el nombre de
este extraordinario personaje a una de sus principales calles, pero luego se lo
quitó otra Corporación menos sensible, sin duda, al mandato histórico.
EL LUGAR MAS BELLO
Cuando el general Gastañeta ordenó levantar el pabellón que acaba de desaparecer, no existían limitaciones ordenancistas, urbanísticas ni la Ley del Suelo. Eligió, pues, el lugar más bello, más agradable y estratégico de toda la zona en que con el transcurso de los años si iría levantando el pueblo de Astillero.
Sobre este histórico solar del Real Astillero de Guarnizo, se
alzará en breve un nuevo y magnifico grupo de viviendas, cuyos moradores
ignorarán posiblemente, sin que nada ni nadie se lo recuerde, que allí mismo se
estudiaron y diseñaron los planos constructivos de aquellos célebres navíos que
tanta gloria y fama dieron por aquella época a la marina española.
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