viernes, 12 de febrero de 2021

EL SEMINARIO CANTABRO o COLEGIO CANTABRO, en Astillero

 






El Seminario Cántabro o Colegio Cántabro



La casa más antigua de Astillero erigida en el año 1748, por el brigadier don Roque Francisco Herrera, caballero de la Orden de Santiago y marques de Conquista Real para vivienda de la maestranza, entre cuyos hombres ilustres cabe destacar a Fernández de Isla, la cual fue habilitada posteriormente para escuela en el año 1800, bajo el nombre de Colegio Cántabro, manteniéndose como tal hasta 1808, que fue cerrada como consecuencia de la invasión de España por Napoleón

 

El Seminario Cántabro fue creado por la Real Sociedad Cantábrica de Amigos del País, que se instaló en el Astillero y pasaron a él los estudios de Náutica.

La fundación del Seminario Cantábrico fue concedida por Real Orden firmada por Carlos IV, en Aranjuez el 9 de marzo de 1801. El documento aparece refrendado por el ilustre montañés don Pedro de Ceballos, ministro del Estado en varias ocasiones, á quién Santander y su provincia debió grandes beneficios.

El escritor aragonés, de Monzón, don José Mor de Fuentes, vino a la Montaña en el año 1802, enviado por la Sociedad Cantábrica, cuyo presidente era el Duque del Infantado. La Delegación de Madrid firmó con el señor Mor de Fuentes, un contrato para fundar un seminario en Comillas, parecido al que funcionaba en Vergara.

En el contrato figuraba el ofrecimiento de una dotación de 10.000 reales, casa, manutención, lavandera, correo, la dirección interna del Colegio y la cátedra de Humanidades.

Se eligió, aunque requería reformas un edificio de la fundación del arzobispo de Lima, Fernández de Castro, natural de Comillas, pero la escasez de recursos y la oposición del obispo de Santander, don Rafael Luarca, obligaron al mandatario a desistir del proyecto, por considerarlo irrealizable, sin siquiera intentar su inauguración.

El señor Mor de Fuentes se indispuso con la Delegación de Madrid y al romper con la Sociedad Cantábrica, encargó ésta entonces el desarrollo del proyecto, a don Juan Arguedas, que había sido marino y trasladó el establecimiento de Comillas al Astillero, donde se instaló en la "Casa del Rey", con el nombre de Colegio Cántabro.

En ese Colegio se educaba la juventud del pueblo, y era como una segunda enseñanza, aunque de ámbito reducido y escaso alcance.

 

Con tanta actividad se procedió á la organización del Seminario, que el 18 de julio de 1801, se publicó ya el plan general de estudios de aquel centro de enseñanza. Este plan era extenso y abarcaba un sin número de asignaturas.

Disponían en él, con referencia a la enseñanza de la Náutica, que se explicase Cosmografía, uso de la Esfera, Geografía e Hidrografía y también Pilotaje.

Pasados bastantes años, cuando ya hacia 14 o 15 que el Seminario Cantábrico había dejado de existir, el Real Consulado de Comercio dio nueva organización a los estudios de Náutica y a la enseñanza mercantil.

 

 

En 1804, por Real Decreto de fecha 11 de noviembre, se consideraba al "Seminario Cántabro", puesto al cuidado y bajo la protección de la Sociedad Cantábrica por el Rey don Carlos IV, los mismos fueros, gracias y constituciones del Real Seminario de nobles de Madrid.

Tuvo su principio en la villa de Comillas y luego se trasladó al Real Astillero de Guarnizo.

Primeramente estuvieron en Santander, para definitivamente sin haber terminado aún las obras, trasladarse a el Astillero el 20 de junio de 1807.

Fue el 14 de diciembre de 1808, cuando el señor Doebely, presentó el papel que decía: "En todo el día de hoy se trasladara el Seminario Cantábrico al real edificio de Corbán por necesitar S.M. ese del Astillero para su real servicio. D. José Doebly estaba encargado de proporcionar todo lo necesario para el efecto. Santander 14 de diciembre de 1808. Francisco Amoros".

 

La mejor época del Seminario Cántabro fue la que medió desde el año 1806 a 1808, en que llegó a reunir unos ochenta seminaristas. Su plan de estudio era vasto y contaba con profesores notables.

Tenía escuela de primeras letras, cátedras de dibujo de figura, de adorno con lápiz, a la aguada, tinta china y colores, planos y pintura al óleo; cátedras con humanidades con los idiomas castellano, latín, francés, inglés, alemán, italiano y griego; de retórica, poética, historia, cronología y geografía; de ideología, filosofía moral, física y experimental, matemáticas puras, mineralogía y química.

Las había, además, de teología moral y disciplina eclesiástica.

Las circunstancias que sobrevinieron con motivo de la Guerra de la Independencia fueron causa de su decaimiento y luego de su completa extinción.

Fue don Alejandro Rodriguez Cosgaya quien fundó la Obra Pía conocida con el nombre de "Espinama", con un capital próximamente de cinco millones de reales, la mayor parte en "Vales reales", cuyo valor caducó y otra parte en censos y rentas que han desaparecido en casi su totalidad por las vicisitudes de los tiempos, y muy especialmente por la guerra de la Independencia. Lo poco que se había salvado del naufragio estaba agregado al Instituto Provincial, y constituía la pequeña renta de que disfrutaba esta institución.

La inmensas riquezas del fundado fueron consagradas por el mismo a la enseñanza dándose esta en el "Seminario Cántabro" establecido en Astillero, donde se estudiaba entre otras materias, la Náutica y el Comercio, para cuyo objeto contaba a principios de este siglo con una renta de ciento catorce mil reales. Más la vida de este establecimiento tan floreciente se extinguió el año II con la invasión francesa, dando esta origen, no solo a la desaparición del Seminario, sino también a sus cuantiosas rentas.

El fundador se llamó don Alejandro Rodriguez de Cosgaya, más conocido en Liébana por el pastor de Aliva.

Nacido en el pueblo de Espinama el año 1688, durante su primer juventud vivió dedicado a las faenas del pastoreo. Mozo ya, emigró a América, donde alcanzó otro prodigio, cuantiosos bienes de fortuna.

La Obrapia de Espinama, el sueño que el pastor acariciase en los elevados riscos de Liébana, fue convertido en realidad. Cosgaya murió en Méjico, dejando doce millones de reales para la Obrapía; otros doce millones de reales, por si los doce primeros no bastasen para la realización de sus proyectos, y, por último, otros doce millones más, si necesarios se considerasen, para dejar completamente establecida la Obrapia.

El Consejo de Estado aprobó la fundación el 9 de agosto de 1778, figurando tan solo ya con un capital de unos cinco millones de reales aproximadamente.

Empleada una parte de este capital en "Vales Reales", hubo de desaparecer por caducidad de estos valores. El resto, que representaba la mayor parte del capital, estaba colocado en censos y rentas que con el tiempo, y por diversas vicisitudes, principalmente por la guerra de la Independencia desapareció casi en su totalidad.

Primeramente las rentas de la Obrapía de Espinama fueron aplicadas al sostenimiento del Seminario Cántabro, establecido en el Real Astillero de Guarnizo, donde se cursaban, entre otras enseñanzas, la Náutica y el Comercio, para cuyo objeto contaba a principios del siglo XIX con una renta de 114.000 reales.

 

La vida del Seminario Cántabro, que tuvo época muy floreciente, se extinguió en 1808, con motivo de la invasión francesa, dando esta guerra lugar no solo a la desaparición de este establecimiento de enseñanza, sino también a que se evaporasen sus escasas rentas.

 

En el año 1809 hubo que cerrar este Colegio, debido a las movilización que requirió la guerra de la Independencia, y ya no se volvió a abrir como tal.

Desde aquella época, figuraba en el descansillo de su amplia escalera un medallón adosado a la pared, que representa a Minerva, diosa de la Sabiduría.

 

Las rentas de la fundación de este Colegio, así como otras de idéntica naturaleza, tales como las de Villacarriedo, Liébana y aún de fuera de la provincia, pasaron a engrosar, a través de la Beneficencia, la dotación del Instituto de Segunda Enseñanza de Santander, que se inauguró el día 3 de noviembre de 1838, el mismo día en que se conmemoraba el quinto aniversario de la célebre acción de Vargas, entre liberales y carlistas.

Después, a la "Casa del Rey", se la denominó "Colegio de la Marina", no porque la Marina la hubiera dedicado a Colegio, propio en ningún momento, sino porque en ese edificio, que fue anteriormente propiedad de la Marina, funcionó, entre los años 1803 y 1809, el Colegio Cántabro, que también se denominó Seminario Cántabro, por analogía con el Seminario de Vergara, en el que se inspiró.

 

El BO de la Provincia de Santander, con fecha 17 de agosto de 1835, daban la noticia de que el sábado 15 de agosto, entraba en el puerto un vapor ingles conduciendo a su bordo 400 hombres escoceses de la legión del Reino Unido, los que se acuartelaron el mismo día en el edificio destinado a Colegio Cántabro en el Astillero.

Habían desembarcado ya por este punto como 2.200 hombres, y se esperan 400 caballos que deben llegar de hoy a mañana, para lo que se están disponiendo de cuadras y cuarteles.

 

Esta casa, que merced a la utilidad que tuvo durante 1800 a 1808, siempre fue denominada y conocida por "Casa del Colegio", se vería deshabitada en las fechas de mayo de 1973, al desalojarla el último inquilino, don Marcelino Manterola, el cual no pasará a la historia del edificio, pero si estará en boca de cuantos la comenten por haber sido el último morador de un edificio con historia y 225 años de antigüedad.

La "Casa Cuartel" o "Colegio Cántabro" y conocido también como "Colegio de la Marina", estaba situada en la calle San José, cerca de la Iglesia.

Tras desaparecer como tal el Colegio Cántabro, el edificio continuó instalándose las Escuelas Municipales hasta que éstas se trasladaron al edificio de la Casa Consistorial, hoy Ayuntamiento de Astillero.

 

Esta parte derruida la levantó el general don Antonio Gaztañeta, en el primer tercio del siglo XVIII, para alojamiento de la guarnición y oficinas generales del Real Astillero de Guarnizo. La parte Norte, todavía en pie, la levantó en el año 1746, don Roque Martínez de Herrera, marqués de Conquista Real, cuando se hallaba al frente del Astillero.

En este edificio, pues, aplicó su actividad y portentoso talento don José Campillo y Cossio, teniendo de ayudante a don Cenón de Somodevilla, más tarde marqués de la Ensenada.

Tan grande era ya en esta época el prestigio de Campillo, que Felipe V le llamó para suceder a don José Patiño, fallecido el año anterior.

En el año 1895, el Ayuntamiento del Astillero puso el nombre de este extraordinario personaje a una de sus principales calles, pero luego se lo quitó otra Corporación menos sensible, sin duda, al mandato histórico.

Cuando el general Gastañeta ordenó levantar el pabellón, que acaba de desaparecer, no existían limitaciones ordenancista, urbanísticas ni la Ley de Suelo. Eligió, pues, el lugar más bello, más agradable y estratégico de toda la zona en que con el transcurso de los años se iría levantando el pueblo de Astillero.

Sobre este histórico solar del Real Astillero de Guarnizo, se alzaría  un nuevo y magnifico grupo de viviendas, cuyos moradores ignorarán probablemente, sin nada ni nadie se lo recuerde, que allí mismo se estudiaron y diseñaron los planos constructivos de aquellos célebres navíos que tanta gloria y fama dieron por aquella época a la marina española.

En este edificio existía una placa adosada en una de las fachadas con la inscripción del año de construcción. ¿donde se encontrara dicha placa?

El hecho de que después se instalaran en él, en etapas sucesivas y durante muchos años, las Escuelas de primeras letras de los niños del Municipio, contribuyó a que este notable edificio conservara a través del tiempo el honroso nombre de Colegio.

Hoy en día, su labor está ocupado por un edificio, denominado "Las Anclas", y está dedicado a hotel; sin embargo, el recuerdo y la historia de él permanecerán siempre unidos al viejo Astillero, formando parte de la historia de un pueblo.

Por los años 80, quedó derrumbado el edificio.

De esta casa, los únicos recuerdos que tengo, es haberla visto muchas veces, pero lo que siempre recuerdo son los carteles de cine, donde uno se fijaba que películas se proyectaba en los cines.

 





EL COLEGIO "La Casa del Rey"

  

Una publicación de don Nemesio Mercapide en el diario ALERTA del 6 de noviembre de 1970.

 

HISTORIA Y DERRIBO DE "EL COLEGIO" del ASTILLERO

"Coincide con la caída otoñal de la hoja, la caída de parte de un edificio histórico del Astillero "El Colegio", denominado también anteriormente "La Casa del Rey", uno de los más antiguos de la localidad. No han quedado ni los cimientos por mor de una pala excavadora, infernal logro tecnológico moderno.

Esta parte derruida la levantó el general don Antonio Gaztañeta, en el primer tercio del siglo XVIII, para alojamiento de la guarnición y oficinas generales del Real Astillero de Guarnizo. La parte Norte, todavía en pie, la levantó en el año 1746 don Roque Martínez de Herrera, marqués de Conquista Real, cuando se hallaba al frente del Astillero.

En este edificio, pues, aplicó su actividad y portentoso talento don José Campillo y Cossío, teniendo de ayudante a don Cenón de Somodevilla, más tarde marqués de la Ensenada.

Tan grande era ya en esta época el prestigio de Campillo, que Felipe VI le llamó para suceder a don José Patiño, fallecido el año anterior.

UNA ANECDOTA

La siguiente anécdota refleja la honradez y entera de Campillo.

Siendo titular de las Secretarias de Hacienda y Estado y, poco después, además de los Ministerio de Guerra, Marina e Indias, la reina Isabel de Farnesio, encargó a París unas joyas, el pago de cuya factura ordenó que fuera hecho por el embajador de España en Paris, príncipe de Campoflorido.

Este señor escribía después frecuentemente a nuestro ministro Campillo que le enviase el importe de la factura para proceder a su abono, pero pasaba el tiempo y en la Embajada, no se recibían ni siquiera las pagas del personal; cuanto menos dinero para pagar superfluidades o despilfarros aunque fuesen reales.

En vista de ello, el embajador se dirigió al propio rey y éste mando, en diversas ocasiones, notas a Campillo para que atendiese la petición del embajador en París, pero el ministro daba largas al asunto, contestándole que primero eran los pagos vencidos de los dos Ejércitos, que en aquella época operaban simultáneamente en Italia.

Convencido el rey de que tampoco él podía sacar este dinero a su ministro, recurrió al siguiente ardid. Pidió directamente a don Martin de Loynaz y don Félix Davalillos, administradores de la renta del Tabaco, que le manifestaran el dinero que tenían en efectivo en aquel momento. Al conocer el rey este dato, les ordenó que enviaran directamente al embajador en Paris la cantidad que tantas veces tenia reclamada.

EL SASTRE DEL ENTREMES

Esta treta costó al rey tener "de morros" a su ministro, el cual ante sus amigos se quejaba diciendo: "Yo soy el sastre del entremés; tras de cornudo, apaleado". No se sabe cuál hubiera sido el desenlace político de este hecho que pudiera considerarse anecdótico, porque Campillo falleció casi repentinamente a los pocos días. La patria y los reyes le rindieron a su muerte los máximos honores.

En el año 1895, el Ayuntamiento de Astillero puso el nombre de este extraordinario personaje a una de sus principales calles, pero luego se lo quitó otra Corporación menos sensible, sin duda, al mandato histórico.

EL LUGAR MAS BELLO

Cuando el general Gastañeta ordenó levantar el pabellón que acaba de desaparecer, no existían limitaciones ordenancistas, urbanísticas ni la Ley del Suelo. Eligió, pues, el lugar más bello, más agradable y estratégico de toda la zona en que con el transcurso de los años si iría levantando el pueblo de Astillero.

Sobre este histórico solar del Real Astillero de Guarnizo, se alzará en breve un nuevo y magnifico grupo de viviendas, cuyos moradores ignorarán posiblemente, sin que nada ni nadie se lo recuerde, que allí mismo se estudiaron y diseñaron los planos constructivos de aquellos célebres navíos que tanta gloria y fama dieron por aquella época a la marina española.

 

 

 

 









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