El Monopolio de Petróleos en España, fue
creado con el Real Decreto del 28 de junio de 1927, adjudicándose su
Administración a la CAMPSA por el del 17 de octubre del mismo año, y aún cuando
el Contrato de la Compañía con el Estado no fue aprobado hasta el 10 de enero
de 1928, en virtud de la Real Orden del 27 de diciembre de 1927. El 1 de enero
de 1928 comenzaron a funcionar en la Península e Islas Baleares, el Monopolio
de Petróleos y a su vez la CAMPSA, debiendo, pues, considerarse esta última
fecha, como la de implantación oficial del primero e iniciación formal de la
Compañía en su actuación como administradora del mismo..
Fue inmediata y primordial de la CAMPSA la de recoger, en su inicial organización, todos los elementos que por las compañías establecidas en España, entre ellas las factorías petroleras instaladas en el Astillero, venían utilizándose, en tanto que por las comisiones mixtas y por el tribunal, nombrados al efecto, se procedió a la valoración de aquellos elementos, para la subsiguiente liquidación con las Compañías, cuyos bienes les fueron incautados en virtud del referido Real Decreto.
La denominación de Compañía Arrendataria del
Monopolio de Petróleos S.A., y por lo que se refiere a la palabra Arrendataria,
podría inducir a error sobre su verdadera misión, presuponiendo que, con un
canon fijo y determinado, todos los beneficios restantes, pocos o muchos, pasarían
a sus accionistas, y no era así.
La palabra Arrendataria no respondía a su
significado, pues CAMPSA era Administradora, como bien se refiere, en el Real
Decreto Ley por el que se creó el Monopolio.
Pero también, la palabra Administradora, no
era completamente exacta, ya que, en realidad, las facultades de administración
de CAMPSA estaban limitadas, a la autorización previa, incluso en actos
puramente administrativos, y, por tanto, la realidad es que CAMPSA era
"coadministradora" con el propio Estado.
En el Astillero,
por entonces, podemos recordar la palabra COMPAÑIA ARRENDATARIA DEL MONOPOLIO
DE PETROLEOS, S.A. inscrita en toda la pared de cierre de la factoría, desde la
entrada principal hasta enfrente mismo del establecimiento El Siglo.
En diciembre de 1927, al hacerse cargo el
Monopolio de Petróleos de las fábricas de Astillero
y por parte de la nueva dirección, se despidieron a ochenta obreros.
Al
hacerse la incautación de las dos fábricas instaladas en Astillero, como era DESMARAIS HERMANOS
y DEUTSCH Y CIA., habían sido despedidos ochenta obreros de la fábrica
"Marca El León" que correspondía a Deutsch y Cia., dejando intacto el
personal de la otra fábrica.
En marzo de 1928 y con motivo de pasar a
propiedad del Monopolio las dos refinerías de petróleo establecidas en Astillero, se planteó el problema de
gran importancia en los dos aspectos referentes al despido de obreros, de
viejos empleados, algunos de los cuales contaban con una antigüedad de cuarenta
y ocho años.
Era triste que una industria floreciente,
próspera, que constituía un honor para la región se viera de pronto cerrada en
su actividad, la cual, fue siempre progresiva, a contar desde su fundación en
el año 1878, la de los señores Deutsch y Compañía, y más tarde, en 1886, la de
los señores Desmarais Hermanos, ambas de Paris, que fueron emplazadas en la
parte baja del núcleo grande de población de Astillero, por la superioridad de condiciones que ofrecía dicho
emplazamiento, en comparación con otros lugares de la península.
Además de otros datos, que a los ocho años de
haberse instalado la primera refinería, otra en empresa importante eligiese
también el mismo pueblo para la instalación, hecho que demostraba las
condiciones precisas, justas, que ofrecía Astillero
para el funcionamiento de tales factorías, para su instalación y para las
operaciones de recibir el petróleo en bruto desde los barcos-tanques y ser
trasladado a los tanques-depósitos, algunos de los cuales tenían la enorme
capacidad de 2.260.000 litros, estando aquellos completamente aislados unos de
otros entre sí por escolleras que formaban cubetas que podían contener mayor
número de litros que el de cada depósito, para que, en caso de explosiones en
combustión hasta su completo consumo, evitaría así el peligro consiguiente, a
las demás dependencias del establecimiento y a la población.
La enorme importancia de esta vieja y
próspera industria montañesa, lo decía bien claramente los datos elocuentes:
con depósitos que podían contener en conjunto más de 18.000.000 litros, a la
espera de ser refinados y puestos a la venta.
El orden y las instalaciones eran perfectas.
Las dependencias accesorias estaban admirablemente montadas, con instalaciones
completas en los talleres de hojalatería, carpintería, fundición de bronce y
hierro.
Y su situación no podía ser más estratégica
para el tráfico. Se hallaban junto al puerto y estaban circundadas por dos
ferrocarriles y una carretera.
Otro dato interesante: estas refinerías tenían
aparatos rectificadores capaz de una producción diaria de 20.000 litros de los
distintos productos: eter, gasolina de aviación, "white spirit",
especial para lámparas y faros, habiéndose manipulado en el año 1927, la cifra
de 28.683.497 litros de los distintos derivados y la salida mensual determinaba
un promedio de 2.390.000 litros, que el Monopolio, en esas fechas, acaso por
estar en período de organización o por haberse olvidado momentáneamente en
estos primeros tiempos de la gran importancia de las fábricas de Astillero, había
dado solamente salida, en la explotación del mes de enero de 1928, a 827.814
litros, lo cual suponía una baja en el movimiento industrial de 1.562.186
litros, que representaba la enorme proporción de una sesenta y seis por ciento
de pérdida de vida, de actividad, en el funcionamiento de las citadas
importantes factorías, así como también disminución en la rectificación de
productos especiales, que en el mes de enero de 1928 se limitó a unos 10.000
litros.
Ante estos hechos, se seguía con interés el
problema planteado en el pueblo o de Astillero con motivo del Monopolio del
petróleo, y especialmente se vigilaban el asunto y se preocupaba del mismo, con
gran conocimiento, una Comisión de Astillero,
encargada de gestionar la vuelta al trabajo de las dos factorías, orgullo de la
industria española y satisfacción para los obreros que durante años, algunos
desde hace poco menos de medio siglo, casi desde la fundación de la primera,
han trabajado con éxito creciente en las dos grandes fábricas de refinería .
La citada Comisión había confeccionado una
documentación Memoria, llena de interés, en defensa de los intereses del
municipio y de los obreros despedidos y de dicho documento eran los datos que ponían
en relieve y pidiendo para Astillero
y para los antiguos empleados sin trabajo que se restablezca de nuevo la
fabricación como antes de incautarse el Monopolio de las factorías que tan
brillante historia tenían en los trabajos de la región montañesa.
Ante el descenso industrial tan enorme en la
cantidad fabricada desde que había comenzado el Monopolio a actuar.
El domingo 3 de junio 1928, visitaron el vicepresidente y el
director adjunto del Monopolio de Petróleos, señores Riva e Ibañez, las
fábricas de petróleo y los depósitos del Puerto Franco.
La visita fue detenidísima y con resultado de
ella aseguraron que además de los envases metálicos y de barrilería y
lubricantes, se fabricarían en Astillero,
todas las especialidades de petróleos y sus derivados, tales como gasolina para
aviación, para las faenas agrícolas, petróleo para calefacción, et.
Utilizándose la magnífica instalación del
Depósito Franco para depósito de gasolina y petróleo a granel, con lo que Santander
sería, la mayor reserva del Norte de España.
En mayo de 1931, la Sección de Obreros del
Petróleo de Astillero, solicitaban
para confeccionar lista de los obreros que habían pertenecido a las antiguas factorías
del petróleo, datos personales de ellos para ser admitidos unos seis a ocho
obreros con carácter eventual.
Lista que se presentaría al Monopolio, con el
fin de que estos ampliasen la plantilla
con trabajos fijos y los cuales serian llamados por riguroso turno.
En esas fechas también se normalizaba el
trabajo de los contratistas-transportistas (Cántabro Montañesa), poniendo una
plantilla de eventuales, donde serian respetados, en la medida del trabajo, los
obreros que habían pertenecido a Petróleos.
El día 27 de marzo de 1934, la Junta de
Accionistas de CAMPSA celebrada en Madrid, tomo el acuerdo de establecer
definitivamente la factoría central en Santander.
La actual de Astillero subsistirá y seria mejorada con muchos mejores medios
para continuar con su actividad.
Por 1954, se empezaron a construirse las nuevas
instalaciones de la CAMPSA en Santander, en el lugar cercano a Los Arenales,
donde existió el campo de futbol del Eclipse.
El motivo era en primer lugar la expansión
del Depósito Franco que necesitaba los terrenos que hasta la fecha, estaba
arrendado a CAMPSA; también esta empresa necesitaba ampliar las instalaciones
que tenía en la provincia y que era económicamente más ventajosa la unión de
las factorías del Astillero y el
Depósito Franco, formando una sola.
Se tenía previsto que una vez terminadas las
instalaciones de ésta tendrían capacidad suficiente para absorber la de Astillero, sino que pasaría a ser una
de las factorías más importante a nivel nacional.
En las nuevas instalaciones, se montarían
cargas automáticas de cisternas del Cantábrico y de la Renfe, edificio de
oficinas, plataforma para la instalación de depósitos elevados, garajes y la
mayor extensión para los depósitos generales que se irían montando.
Contarían con cuatro depósitos de 36 metros
de diámetro y con una capacidad de ocho millones de litros cada uno; ocho de 21
metros de diámetro, con cavidad para cinco millones de litros cada uno; cinco
de nueve metros de diámetro con quinientos mil litros de capacidad y seis más
pequeños con una capacidad de ciento cincuenta mil litros cada uno.
El día 3 de agosto de 1959, se firmó en el
domicilio oficial de la Junta de Obras del Puerto y ante el notario, don Luis
Fernández y Fernández, las Escritura de Transacción entre aquella Corporación y
los titulares de los almacenes derribados de Maliaño, por la que los mismos
renunciaban a todos los derechos y acciones que sobre aquellos solares tenían y
la Junta había abonado a los mismos 4.975.360 pesetas en concepto de
indemnización por los daños y perjuicios causados.
Con ello había terminado de manera justa y
equitativa la situación que venía existiendo desde que en el año 1932, el
ministerio de Fomento del Gobierno de la Republica ordenó el derribo,
arbitrario de aquellos almacenes, sin que en ninguno momento se llegase a
formalizar las necesarias expropiaciones forzosa.
Ese asunto penoso se había podido conseguir
gracias al interés prestado por la Junta de Obras del Puerto para su resolución
y segundo lugar a la intervención del señor Fernando Maria de Pereda.
Tras satisfacerse las indemnizaciones se
procedería a la venta a la CAMPSA de determinados terrenos para sus nuevas
instalaciones que esta Compañía establecería en el puerto y que serian de las
más principales factoría en España.
El Monopolio de Petróleos y su labor
desarrollada por la Compañía administradora del Monopolio, se la conocía por
sus surtidores de productos petrolíferos o por los camiones-cisternas que
pintados de rojo y amarillo llevaban en forma ostensible el nombre de CAMPSA.
El Monopolio de Petróleos fue creado por el
insigne estadista D. José Calvo Sotelo y refrendado por General Primo de
Rivera, bajo el reinado del Rey Don Alfonso XIII con dos finalidades
fundamentales. Una la fiscal; es decir, lograr ingresos para el Tesoro público,
objetivo natural en todo monopolio y otra, quizá más importante que la
anterior, asegurar a la Nación un abastecimiento normal y continuado de un
producto básico, como era el petróleo, a precios y condiciones convenientes
para la débil economía española.
En 1961 ya se encontraba la factoría de
CAMPSA en Santander, en funcionamiento y en ese año, quedaba cerrada la de Astillero.
El traslado no fue complicado y solamente lo
más necesario y que podría servir para la de Santander se transportó.
En cuanto a los empleados, administrativos y
directivos, se vieron obligados a desplazarse diariamente desde sus casas al
trabajo en Santander o bien vivir ya en esta ciudad, para serles más cómodo el
ir al trabajo.
Este caso, fue el de mi padre, que nos vinimos
a vivir a la ciudad en noviembre de 1961.
fotografias de la factoria de Santander
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