viernes, 15 de septiembre de 2023

CAMPSA - la fábrica de Astillero se trasladó a Santander en 1961

 



Empleados administrativos de CAMPSA en la factoria de Astillero







El Monopolio de Petróleos en España, fue creado con el Real Decreto del 28 de junio de 1927, adjudicándose su Administración a la CAMPSA por el del 17 de octubre del mismo año, y aún cuando el Contrato de la Compañía con el Estado no fue aprobado hasta el 10 de enero de 1928, en virtud de la Real Orden del 27 de diciembre de 1927. El 1 de enero de 1928 comenzaron a funcionar en la Península e Islas Baleares, el Monopolio de Petróleos y a su vez la CAMPSA, debiendo, pues, considerarse esta última fecha, como la de implantación oficial del primero e iniciación formal de la Compañía en su actuación como administradora del mismo..

Fue inmediata y primordial de la CAMPSA la de recoger, en su inicial organización, todos los elementos que por las compañías establecidas en España, entre ellas las factorías petroleras instaladas en el Astillero, venían utilizándose, en tanto que por las comisiones mixtas y por el tribunal, nombrados al efecto, se procedió a la valoración de aquellos elementos, para la subsiguiente liquidación con las Compañías, cuyos bienes les fueron incautados en virtud del referido Real Decreto.

La denominación de Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos S.A., y por lo que se refiere a la palabra Arrendataria, podría inducir a error sobre su verdadera misión, presuponiendo que, con un canon fijo y determinado, todos los beneficios restantes, pocos o muchos, pasarían a sus accionistas, y no era así.

La palabra Arrendataria no respondía a su significado, pues CAMPSA era Administradora, como bien se refiere, en el Real Decreto Ley por el que se creó el Monopolio.

Pero también, la palabra Administradora, no era completamente exacta, ya que, en realidad, las facultades de administración de CAMPSA estaban limitadas, a la autorización previa, incluso en actos puramente administrativos, y, por tanto, la realidad es que CAMPSA era "coadministradora" con el propio Estado.

En el Astillero, por entonces, podemos recordar la palabra COMPAÑIA ARRENDATARIA DEL MONOPOLIO DE PETROLEOS, S.A. inscrita en toda la pared de cierre de la factoría, desde la entrada principal hasta enfrente mismo del establecimiento El Siglo.

 

 

En diciembre de 1927, al hacerse cargo el Monopolio de Petróleos de las fábricas de Astillero y por parte de la nueva dirección, se despidieron a ochenta obreros.

Al  hacerse la incautación de las dos fábricas instaladas en Astillero, como era DESMARAIS HERMANOS y DEUTSCH Y CIA., habían sido despedidos ochenta obreros de la fábrica "Marca El León" que correspondía a Deutsch y Cia., dejando intacto el personal de la otra fábrica.

 

En marzo de 1928 y con motivo de pasar a propiedad del Monopolio las dos refinerías de petróleo establecidas en Astillero, se planteó el problema de gran importancia en los dos aspectos referentes al despido de obreros, de viejos empleados, algunos de los cuales contaban con una antigüedad de cuarenta y ocho años.

Era triste que una industria floreciente, próspera, que constituía un honor para la región se viera de pronto cerrada en su actividad, la cual, fue siempre progresiva, a contar desde su fundación en el año 1878, la de los señores Deutsch y Compañía, y más tarde, en 1886, la de los señores Desmarais Hermanos, ambas de Paris, que fueron emplazadas en la parte baja del núcleo grande de población de Astillero, por la superioridad de condiciones que ofrecía dicho emplazamiento, en comparación con otros lugares de la península.

Además de otros datos, que a los ocho años de haberse instalado la primera refinería, otra en empresa importante eligiese también el mismo pueblo para la instalación, hecho que demostraba las condiciones precisas, justas, que ofrecía Astillero para el funcionamiento de tales factorías, para su instalación y para las operaciones de recibir el petróleo en bruto desde los barcos-tanques y ser trasladado a los tanques-depósitos, algunos de los cuales tenían la enorme capacidad de 2.260.000 litros, estando aquellos completamente aislados unos de otros entre sí por escolleras que formaban cubetas que podían contener mayor número de litros que el de cada depósito, para que, en caso de explosiones en combustión hasta su completo consumo, evitaría así el peligro consiguiente, a las demás dependencias del establecimiento y a la población.

La enorme importancia de esta vieja y próspera industria montañesa, lo decía bien claramente los datos elocuentes: con depósitos que podían contener en conjunto más de 18.000.000 litros, a la espera de ser refinados y puestos a la venta.

El orden y las instalaciones eran perfectas. Las dependencias accesorias estaban admirablemente montadas, con instalaciones completas en los talleres de hojalatería, carpintería, fundición de bronce y hierro.

Y su situación no podía ser más estratégica para el tráfico. Se hallaban junto al puerto y estaban circundadas por dos ferrocarriles y una carretera.

Otro dato interesante: estas refinerías tenían aparatos rectificadores capaz de una producción diaria de 20.000 litros de los distintos productos: eter, gasolina de aviación, "white spirit", especial para lámparas y faros, habiéndose manipulado en el año 1927, la cifra de 28.683.497 litros de los distintos derivados y la salida mensual determinaba un promedio de 2.390.000 litros, que el Monopolio, en esas fechas, acaso por estar en período de organización o por haberse olvidado momentáneamente en estos primeros tiempos de la gran importancia de las fábricas de Astillero, había dado solamente salida, en la explotación del mes de enero de 1928, a 827.814 litros, lo cual suponía una baja en el movimiento industrial de 1.562.186 litros, que representaba la enorme proporción de una sesenta y seis por ciento de pérdida de vida, de actividad, en el funcionamiento de las citadas importantes factorías, así como también disminución en la rectificación de productos especiales, que en el mes de enero de 1928 se limitó a unos 10.000 litros.

Ante estos hechos, se seguía con interés el problema  planteado en el pueblo o de Astillero con motivo del Monopolio del petróleo, y especialmente se vigilaban el asunto y se preocupaba del mismo, con gran conocimiento, una Comisión de Astillero, encargada de gestionar la vuelta al trabajo de las dos factorías, orgullo de la industria española y satisfacción para los obreros que durante años, algunos desde hace poco menos de medio siglo, casi desde la fundación de la primera, han trabajado con éxito creciente en las dos grandes fábricas de refinería .

La citada Comisión había confeccionado una documentación Memoria, llena de interés, en defensa de los intereses del municipio y de los obreros despedidos y de dicho documento eran los datos que ponían en relieve y pidiendo para Astillero y para los antiguos empleados sin trabajo que se restablezca de nuevo la fabricación como antes de incautarse el Monopolio de las factorías que tan brillante historia tenían en los trabajos de la región montañesa.

Ante el descenso industrial tan enorme en la cantidad fabricada desde que había comenzado el Monopolio a actuar.

 

El domingo 3 de  junio 1928, visitaron el vicepresidente y el director adjunto del Monopolio de Petróleos, señores Riva e Ibañez, las fábricas de petróleo y los depósitos del Puerto Franco.

La visita fue detenidísima y con resultado de ella aseguraron que además de los envases metálicos y de barrilería y lubricantes, se fabricarían en Astillero, todas las especialidades de petróleos y sus derivados, tales como gasolina para aviación, para las faenas agrícolas, petróleo para calefacción, et.

Utilizándose la magnífica instalación del Depósito Franco para depósito de gasolina y petróleo a granel, con lo que Santander sería, la mayor reserva del Norte de España.

 

En mayo de 1931, la Sección de Obreros del Petróleo de Astillero, solicitaban para confeccionar lista de los obreros que habían pertenecido a las antiguas factorías del petróleo, datos personales de ellos para ser admitidos unos seis a ocho obreros con carácter eventual.

Lista que se presentaría al Monopolio, con el fin de que estos ampliasen  la plantilla con trabajos fijos y los cuales serian llamados por riguroso turno.

En esas fechas también se normalizaba el trabajo de los contratistas-transportistas (Cántabro Montañesa), poniendo una plantilla de eventuales, donde serian respetados, en la medida del trabajo, los obreros que habían pertenecido a Petróleos.

 

El día 27 de marzo de 1934, la Junta de Accionistas de CAMPSA celebrada en Madrid, tomo el acuerdo de establecer definitivamente la factoría central en Santander.

La actual de Astillero subsistirá y seria mejorada con muchos mejores medios para continuar con su actividad.

 

Por 1954, se empezaron a construirse las nuevas instalaciones de la CAMPSA en Santander, en el lugar cercano a Los Arenales, donde existió el campo de futbol del Eclipse.

El motivo era en primer lugar la expansión del Depósito Franco que necesitaba los terrenos que hasta la fecha, estaba arrendado a CAMPSA; también esta empresa necesitaba ampliar las instalaciones que tenía en la provincia y que era económicamente más ventajosa la unión de las factorías del Astillero y el Depósito Franco, formando una sola.

Se tenía previsto que una vez terminadas las instalaciones de ésta tendrían capacidad suficiente para absorber la de Astillero, sino que pasaría a ser una de las factorías más importante a nivel nacional.

En las nuevas instalaciones, se montarían cargas automáticas de cisternas del Cantábrico y de la Renfe, edificio de oficinas, plataforma para la instalación de depósitos elevados, garajes y la mayor extensión para los depósitos generales que se irían montando.

Contarían con cuatro depósitos de 36 metros de diámetro y con una capacidad de ocho millones de litros cada uno; ocho de 21 metros de diámetro, con cavidad para cinco millones de litros cada uno; cinco de nueve metros de diámetro con quinientos mil litros de capacidad y seis más pequeños con una capacidad de ciento cincuenta mil litros cada uno.

 

 

El día 3 de agosto de 1959, se firmó en el domicilio oficial de la Junta de Obras del Puerto y ante el notario, don Luis Fernández y Fernández, las Escritura de Transacción entre aquella Corporación y los titulares de los almacenes derribados de Maliaño, por la que los mismos renunciaban a todos los derechos y acciones que sobre aquellos solares tenían y la Junta había abonado a los mismos 4.975.360 pesetas en concepto de indemnización por los daños y perjuicios causados.

Con ello había terminado de manera justa y equitativa la situación que venía existiendo desde que en el año 1932, el ministerio de Fomento del Gobierno de la Republica ordenó el derribo, arbitrario de aquellos almacenes, sin que en ninguno momento se llegase a formalizar las necesarias expropiaciones forzosa.

Ese asunto penoso se había podido conseguir gracias al interés prestado por la Junta de Obras del Puerto para su resolución y segundo lugar a la intervención del señor Fernando Maria de Pereda.

Tras satisfacerse las indemnizaciones se procedería a la venta a la CAMPSA de determinados terrenos para sus nuevas instalaciones que esta Compañía establecería en el puerto y que serian de las más principales factoría en España.

 

El Monopolio de Petróleos y su labor desarrollada por la Compañía administradora del Monopolio, se la conocía por sus surtidores de productos petrolíferos o por los camiones-cisternas que pintados de rojo y amarillo llevaban en forma ostensible el nombre de CAMPSA.

El Monopolio de Petróleos fue creado por el insigne estadista D. José Calvo Sotelo y refrendado por General Primo de Rivera, bajo el reinado del Rey Don Alfonso XIII con dos finalidades fundamentales. Una la fiscal; es decir, lograr ingresos para el Tesoro público, objetivo natural en todo monopolio y otra, quizá más importante que la anterior, asegurar a la Nación un abastecimiento normal y continuado de un producto básico, como era el petróleo, a precios y condiciones convenientes para la débil economía española.

 

 

En 1961 ya se encontraba la factoría de CAMPSA en Santander, en funcionamiento y en ese año, quedaba cerrada la de Astillero.

El traslado no fue complicado y solamente lo más necesario y que podría servir para la de Santander se transportó.

En cuanto a los empleados, administrativos y directivos, se vieron obligados a desplazarse diariamente desde sus casas al trabajo en Santander o bien vivir ya en esta ciudad, para serles más cómodo el ir al trabajo.

 

Este caso, fue el de mi padre, que nos vinimos a vivir a la ciudad en noviembre de 1961.

 


Edificio administrativo de CAMPSA en la factoria de Santander.












fotografias de la factoria de Santander















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