General Prim
Se constituye el nuevo Ayuntamiento
Una adhesión en dinero al Gobierno Provisional
La política gubernamental de González Bravo se agravaba de día en día
y, al amparo de su propia debilidad y decadencia, los astillerenses, más por
premeditación y calculo que por sus convicciones políticas, hicieron causa
común con los partidos avanzados que orquestaron la célebre revolución y se
manifestaron en la forma tumultuosa a que al principio nos hemos referido.
Parece que don José Maria Pereda estaba pensando precisamente en este
episodio del Astillero, cuando unos cuantos años después escribía a su intimo
amigo don Benito Pérez Galdós: "Muchos hombres que no son progresistas,
pero que tienen interés en que ciertas cosas sucedan, son los promovedores de
esas algaradas anacrónicas, que en nombre de la libertad de pensar y de creer,
arman las inflamables muchedumbres al estilo de las de setenta años atrás,
porque para ciertas gentes, el tiempo no pasa, ni varían de tema las funciones
de la sustancia gris".
Como es sabido, a pesar del rotundo aunque efímero éxito del general
don Eusebio Calonge en Santander, ya había triunfado totalmente para fines de
septiembre la revolución en toda España, constituyéndose por el general Serrano
el Gobierno que se denominó "Provisional".
Lo que Astillero esperaba
Este acontecimiento político de tanta trascendencia nacional, era lo
que El Astillero buscaba y se sirvió de él de maravilla, para sus propios
fines.
Constituida en Santander, como en las demás provincias, la Junta
Revolucionaria con prohombres de los partidos demócratas, progresista y unión
liberal, se cuidó de imponer, con su poder ejecutivo casi absoluto, el espíritu
de la revolución, revocando, como es natural en todo lo posible, cuantas
órdenes y disposiciones dimanaban de la situación derrocada (González Brabo,
Narváez y O'Donell, los Gobiernos de la represión)
La Comisión que el Ayuntamiento del Astillero nombró en el mes de julio
para gestionar su reposición, presentó su factura política a la Junta
Revolucionaria de Santander y, la verdad, no le fue muy difícil convencerla de
lo razonable de sus aspiraciones.
Corrían, por otra parte y afortunadamente para ella, vientos favorables,
momentos de euforia y optimismo para toda la nación. El triunfo de la
revolución fue total.
El famoso matador de toros Antonio Sánchez Garcia "El Tato",
reflejó bien este ambiente en su célebre brindis de la corrida que en aquellos
días se organizó en la capital de España.
Supresión por su presión
¿Quién suprimió el Ayuntamiento del Astillero? ¿El Gobierno de González
Bravo?. Pues si él lo suprimió, nosotros, naturalmente, lo reponemos. ¡Pues no
faltaba más!.
Efectivamente, el día 18 de octubre de 1868, don José Maria Olarán,
vocal de la Junta Revolucionaria de Santander, como comisionado de la misma, en
unión de su colega don Francisco Junco, sin que éste pudiera desplazarse por
reclamarlo otras ocupaciones, se presentó en El Astillero para constituir o
mejor dicho, restablecer su Ayuntamiento, en virtud de decreto anterior de
dicha Junta, a propuesta del mismo señor Olarán y como consecuencia de
incitación y deseos manifestados unánimemente por sus vecinos, de mantener
Ayuntamiento propio, independiente del de Camargo.
El señor Olarán traía en su cartera la lista de los siete concejales
que constituirían el nuevo Ayuntamiento. Se nombre alcalde a don Ignacio Gutiérrez
y tiene alcalde a don Venancio Tijero, el cual con su gran talento y singular
energía, había de influir decisivamente en los años sucesivos en el desarrollo
y engrandecimiento del pueblo.
El delegado de la Junta Revolucionaria tomó juramento en el mismo acto
a los nuevos ediles, de fidelidad a la Patria y del leal desempeño de sus
cargos, "Por Dios Nuestro Señor y por la nación".
Adhesión al Gobierno provisional
En el mes de diciembre del mismo año, este Ayuntamiento quiso dar una
muestra de adhesión a la nueva política gubernamental y, para ello, acudió,
dentro de sus escasísimos recursos económicos, al llamamiento del Gobierno
Provisional, convirtiendo en Bonos del Tesoro la cantidad de 321.515 escudos
(cada escudo valía diez reales), para contribuir a cubrir el empréstito
nacional que acaba de emitir por un importe de 200 millones de escudos,
"deplorando no poder disponer de más numerario, para dar una prueba al
Gobierno Provisional del acierto con que rige los destinos de nuestra amada
Patria".
El Astillero se mostró así, una vez más, pobre pero agradecido.
Esa cantidad era parte de la que tenía el Ayuntamiento abonada por el
Estado en la Caja de Depósitos, procedente de la tercera parte del ochenta por
ciento del importe de los bienes enajenados en virtud de las célebres leyes
desamortizadoras. El Gobierno de la nación ya había autorizado previamente como
es natural, la realización de esta clase de operaciones.
Elegido alcalde, en los primeros días de enero de 1869, don Venancio
Tijero Cordero, hizo El Astillero un esfuerzo extraordinario para adquirir
categoría, hacerse respetar y justificar, ante todo el mundo, su inquebrantable
decisión de continuar con su independencia administrativa.
Se saneó la administración, si inicio el expediente -con grandes
probabilidades de favorable resolución- del viejo problema de los cuantiosos
bienes que el Estado poseía en El Astillero, semiabandonados, procedentes de
sus antiguas instalaciones para la construcción de navíos y se acometieron
obras importantes de interés general.
Como todo, no se sentía muy seguro el Ayuntamiento del Astillero, resucitado,
puede decirse, gracias a circunstancias tan especiales y a momentos de euforia
política de un "Gobierno Provisional". Era menester buscar, y se
encontró, una fórmula que desarrollada inteligentemente, garantizara la
continuidad legal de la Corporación de forma que en nada le afectase en lo
sucesivo la famosa orden de supresión de 29-7-1868 que, por ser de rango
ministerial, continuaba imponiendo, pese a todo cierto temor y respeto.
(Nemesio Mercapide - 3 noviembre 1968 - diario el Alerta)
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